jueves, 30 de enero de 2014

EL ÁNIMA

Hola a todos.
Ha pasado casi un mes desde que subí el último fragmento de mi relato El ánima. ¿Os acordáis?
Cuenta la historia de Gilbert, el espíritu de un joven muerto, que se reencuentra con la encarnación de la joven a la que amó en vida, Ellen. La prima de Ellen, Anne, está destrozada porque Tristán, su prometido, ha muerto en combate. A petición de Ellen, Gilbert se reencarna en Tristán para que Anne pueda ser feliz. Pero Gilbert no se siente cómodo en el cuerpo de Tristán y, encima, está descubriendo cosas de él que no son de su agrado.
En el fragmento de hoy, Gilbert le informará a Ellen acerca de lo que ha descubierto.
La inspiración, en este caso, ha tardado mucho en venirme. Pero ha llegado. Espero que la cosa siga así. O, si no, me lo tomaré con paciencia.
¡Disfrutad del fragmento!

                         Ellen salía de casa de la modista. A petición de Anne, había ido a ver telas para el vestido que iba a lucir en la boda de su prima con Tristán.
                         Le dolía la cabeza. No era sólo de mirar telas. Estaba el hecho de que Anne no se iba a casar con Tristán. Iba a casarse con Gilbert. Creía que sería más fácil, pensó Ellen desolada.
                          Se llevó una sorpresa cuando vio que Gilbert se dirigía hacia ella. Le estaba costando mucho trabajo pensar en él como Tristán. Para ella, siempre sería su Gilbert. Se sintió incómoda, pues podía verles alguien e ir con el cuento a Anne. Su prima estaba muy tensa últimamente y parecía desconfiar de Ellen. La joven no sabía qué hacer.
-Tenemos que hablar, Ellie-le informó Gilbert-Se trata de Tristán.
-Baja la voz-le pidió la joven-Recuerda que tú ahora eres Tristán. Cualquiera puede pasar y oírte.
-Ellie, tu prima está prometida a un auténtico canalla. ¿Sabías que tu padre le dio una dote muy elevada?
-Mi tío, que en el Infierno esté, arruinó a mi tía y a Annie. Sé la dote que papá le dio a mi prima. Es tan elevada como la mía. No entiendo lo que quieres decir. ¿Acaso Tristán está con Annie por su dinero?
                     Gilbert y Ellen empezaron a caminar. Ellen no salía de su asombro.
-Dime que se trata de una broma-le pidió a Gilbert.
                      El joven guardó silencio. Ellen tuvo la sensación de que tenía razón. Algo en su interior se rompió. Siempre pensó que Tristán estaba realmente enamorado de Anne, como su prima estaba enamorada de él. Era obvio que Anne no sabía nada. De saberlo, no lo soportaría.
-Tu prima debe de saber la verdad-afirmó Gilbert.



-Se morirá-se lamentó Ellen.
                       Tenía ganas de echarse a llorar. Para Ellen, Anne era como su hermana mayor. La quería y su mayor deseo era hacerla feliz. Por eso, había decidido que Gilbert debía de reencarnarse en el cuerpo de Tristán. Ver a su prometido vivo la haría feliz y le devolvería la salud perdida.
-¿Sabías que Tristán tiene un hermano en Ullapool?-le preguntó Gilbert.
-Anne me contó algo parecido-respondió Ellen-Pero no se habla con él. Nunca le dijo el porqué. Pero empiezo a sospechar que hay algo turbio en él.
-Voy a viajar a Ullapool a verle. Me llevaré a Anne conmigo para que sea él quien le abra los ojos.
-No...
                     Se detuvieron. Ellen cogió las manos de Gilbert. La joven decidió escribirle una carta al hermano de Tristán. Había un problema. Gilbert no poseía los recuerdos de Tristán. No sabía adónde enviar la carta.
-No pasa nada-decidió Gilbert.
-¿Qué quieres decir?-inquirió Ellen.
-Conozco a alguien que puede ayudarme. Si quiere.
-¿De quién se trata?
-No lo puedes ver. Yo tampoco lo puedo ver. Pero es alguien en quien confío. Me ha ayudado mucho. Cuando quiere. Sabe dónde debe de vivir ese hombre.
-¿Es una especie de espíritu?
                        Gilbert asintió con una sonrisa. Ellen se dijo así misma que debía de confiar en Gilbert. Por lo menos, él no iba a fallarla. Nunca la había decepcionado. Pero estaba metida en algo que no entendía. En el mundo de los espíritus...
-Todo irá bien-le aseguró Gilbert-De verdad...
                         Cogió el rostro de Ellen entre sus manos y la besó con ternura en los labios.

miércoles, 29 de enero de 2014

EPÍLOGO DE "AMOR AMARGO"

Hola a todos.
Cuando subí hace algunos meses a este blog (lo volví a subir, más bien, porque sólo subí el borrador para quitarlo después), mi cuento Amor amargo, consideré seriamente la idea de subir un epílogo que indagara un poco en lo que sería la vida de Sara, la hermana de Olga, la protagonista, después de prometerse en matrimonio con el vizconde de Suances.
Luego, ya me lié y ha surgido El corazón de Carolina. 
Estoy metida en el proceso de corrección de la novela. Por mucho que la lea, no termina de gustarme.
Sin embargo, he querido darle un epílogo más o menos feliz a Amor amargo. 
ADVERTENCIA: Este epílogo no tiene NADA que ver con el desenlace de El corazón de Carolina. 
No revelo nada.
Así que, sin más dilación, aquí tenéis un final más o menos feliz para Sara contado por ella misma.

     

                    Me cuesta trabajo respirar, hablar sin que las palabras salgan de mi garganta de manera atropellada…Mi corazón late a una velocidad de vértigo.
            El vizconde…él… ¡me ha besado! Aún puedo sentir sus labios sobre los míos… Su lengua en el interior de mi boca…Su sabor…su saliva…
            Comenzó mirándome fijamente esta tarde mientras estábamos en los dos solos en el salón. Mi padre estaba encerrado en su despacho. Mi madre, mientras, había salido con Olga. Habían ido a mirar telas para el vestido de novia de mi hermana. ¡Se va a casar! Nunca antes había visto a Olga tan feliz.
 Él había cogido un libro de caballería y me estaba leyendo las aventuras de sir Lancelot y de los otros Caballeros de la Mesa Redonda. Me gustan los libros de caballerías. No lo considero una pérdida de tiempo como opinaba Cervantes en su día. Al contrario. Son divertidos y entretenidos. Siempre le pido al vizconde que me lea un capítulo de uno todas las tardes, mientras espero a que llegue la hora de cenar. Por lo menos, me olvido de mi enfermedad durante unos instantes. Sé que Olga es feliz al lado de su marido. Ese pensamiento me llena de felicidad.
            El vizconde me estaba leyendo uno de mis pasajes favoritos: cuando sir Galahad encuentra el Santo Grial y lo lleva a Camelot. Su padre, sir Lancelot yace agonizante en su cama cuando sir Galahad regresa y le pide que se lo lleve a la Reina Ginebra, el gran amor del caballero, al convento en el que está recluida. Sir Galahad cumple la orden de su padre. Él no sabe que su padre y la Reina Ginebra, que es ya la Madre Superiora de la orden, estuvieron enamorados hace muchos años, pero que la lealtad a sus respectivos cónyuges les impidió estar juntos.
            De pronto, noté cómo sus ojos estaban fijos en mí y abandoné el estado de ausencia que tengo cuando me concentro en la lectura al notar también que el vizconde había dejado de leer. No me atrevo a tutearle. Y él tampoco se atreve a tutearme. Siente un gran respeto por mí. Nuestra boda está cada vez más cerca. Y está naciendo algo entre nosotros que no podría definir.
-¿Por qué me está mirando?-le pregunté.
            Me ruboricé. Nunca antes había sentido la mirada de un hombre fija de ese modo tan cargado de sincera admiración en mí ni siquiera la de mi médico cuando viene a examinarme. En el pasado, los hombres me miraban mucho. Cuando aún yo podía caminar. Los dos sabemos que está perdiendo su tiempo.
-Quería saber en qué estaba pensando-respondió.
            Y me dedicó la sonrisa más pícara que jamás había visto. Ya me he dado cuenta de que es un poco pillo. Y me gusta que sea así.
-En que usted ha sufrido mucho por amor-contesté.
-El pasado quedó atrás y, ahora, es usted la que me preocupa-me confesó el vizconde-Le he pedido en matrimonio. Mis intenciones hacia usted son honestas. Deseo que hacerla feliz. Pensar que puede llegar a quererme. De igual manera que…Estoy empezando a quererla.
            Me coge de las manos.
-No me gaste bromas-le pido.
-No le estoy gastando ninguna broma-me asegura.
-¿Por qué le preocupo?
-Porque verla caminar de nuevo. Usted merece salir de esta habitación corriendo. Volver a montar a caballo por el bosque de eucaliptos.
-¿Y por qué quiere que haga eso?
-Sara, empiezo a conocerla bien. Es una mujer demasiado buena como para que le haya pasado tamaña desgracia.
            El vizconde no respondió, sino que me miró con sus ojos enrojecidos y tristes.
-Porque se ha convertido en una parte importante de mi vida-respondió. Sus ojos estaban llenos de lágrimas y trató de ocultarlas-Se ha ganado un lugar importante en mi corazón, pese a que llevo muy pocos días aquí. Quiero cuidarla, Sara. Renata quedó atrás en mi vida. No vale la pena llorar por el pasado. Creo que lo mejor que hicimos fue separarnos.
-No voy a estar aquí siempre-dije-Dicen que la esperanza de vida de las personas que están en una silla de ruedas es muy corta. Pienso que ha cometido una locura al pedirme que me case con usted. No ha debido de hacerlo.
-¡Por favor, no diga eso!-exclamó entre sollozos el vizconde-¡No quiero que se vaya! ¡Escúcheme! Yo haré que se ponga bien.
-Los médicos dicen que no tengo curación.
-¡Qué sabrán ellos!
-Señor…-Quise decir algo, pero no pude.
            El tiempo pareció detenerse en aquel preciso instante.
            Mi corazón jamás había latido tan veloz como esta tarde.
            En ese momento, sentí como su boca se unía a la mía. ¡Mi primer beso! Fue un beso fuerte, porque me estrechó entre sus brazos con miedo (noté como temblaba). Le eché los brazos al cuello y correspondí a su beso. Sentí como su lengua intentaba penetrar en el interior de mi boca y le dejé paso porque no me dio asco. Siempre había imaginado un beso como algo asqueroso que se hacía una vez casados, pero nunca pensé que fuera algo tan bonito como es intercambiar tu saliva con la de tu pareja. Fue un beso dulce, largo y, a la vez apasionado. Teníamos los labios hinchados cuando nos separamos y el corazón nos latía a la vez, a la misma velocidad.
-¿Beso bien?-fue lo único que pude preguntar cuando nos separamos.
-Besas estupendamente-respondió el vizconde.
            Esto es el amor, pensé.
            El verdadero amor…
            Entiendo ahora a mi hermana. Porque me he enamorado del vizconde. Lo miro a los ojos. Y experimento una dicha infinita al saber que soy correspondida por él. 

FIN

lunes, 27 de enero de 2014

EPÍLOGO DE "NOCHE DE BODAS EN MARSHALL ABBEY" (SEGUNDA PARTE)

Hola a todos.
Hoy, por fin, veremos uno de los momentos más esperados en esta segunda parte del epílogo de Noche de bodas en Marshall Abbey. 
Eden, al fin, encuentra el amor.

ENTRADA ELIMINADA. 
POR FAVOR, DISCULPAD LAS MOLESTIAS. 
GRACIAS.  

POSDATA: No descarto que pueda haber una tercera parte del epílogo. Aunque, de momento, se queda tal y como está. 

domingo, 26 de enero de 2014

EPÍLOGO DE "NOCHE DE BODAS EN MARSHALL ABBEY" (PRIMERA PARTE)

Hola a todos.
Hoy, me gustaría compartir con vosotros este pequeño epílogo que he escrito de mi relato Noche de bodas en Marshall Abbey. 
¿Qué habrá sido de Melinda y de Justin? ¿Habrá encontrado Eden el amor?
Está dividida en dos partes.
Hoy, subiré la primera parte.
¡Vamos a ver lo que pasa! Y espero que os guste.

ENTRADA ELIMINADA.
POR FAVOR, DISCULPAD LAS MOLESTIAS.
GRACIAS.

POSDATA: He editado esta primera parte porque me parecía demasiado escasa.
                             

jueves, 23 de enero de 2014

RECUERDOS AMARGOS

Hola a todos.
Han pasado ocho días desde la última entrada que subí a este blog, algo imperdonable por mi parte.
Hoy, me gustaría compartir con vosotros este pequeño cuento que escribí hace ya mucho tiempo, titulado Recuerdos amargos. 
Más que romántico, yo diría que es un drama porque la protagonista es una joven que vive marcada por un trágico acontecimiento que la afectó de manera indirecta y que sigue presente en su vida.
Espero que os guste.

GRIMSAY, HÉBRIDAS EXTERIORES, ESCOCIA, 1806

 

             Hoy es un día triste para mí. 
              Lleva todo el día doliéndome la cabeza. 
              Me dedico a escribir. He de sacar fuera todo lo que llevo dentro. Miro a Stephen, mi marido. ¡Lo amo tanto! 
                   Pero no me atrevo a abrirle mi corazón. 
               No me atrevo a contarle qué es lo que me pasa. Son los recuerdos que no me dejan en paz. Que siguen presentes en mi vida, aún cuando ya han pasado unos cuantos años. Recuerdos que acabaron con la inocencia de mi juventud. 
                Cuando han pasado ya unos cuantos años desde que perdimos a Imogen, no puedo evitar pensar en ella.
            Es increíble lo mucho que la echamos de menos. Padezco de sentimientos encontrados. De aquel grupo de amigas sólo quedan dos: April y yo, porque también perdimos a Anne. No lo entendemos. Nunca lo entenderemos. April no quiere hablar del tema. La entiendo. 
            A veces, tengo pesadillas y sueño con la sangre que derramó Imogen el día de su muerte. Tenía un cuchillo clavado justo en el corazón... Debió dolerle. Su muerte marcó el fin de nuestra amistad de años. ¡Dios, cómo añoro aquellos días! Sin embargo, intento sacar algo positivo de todo aquello. Es muy difícil hablar así cuando se recuerdan estas cosas. Imogen siempre decía que yo era la más positiva de las cuatro.
            Aún no sé cómo Anne pudo hacer aquello... ¿Qué clase de locura la llevó a destrozar dos vidas? Porque, matando a Imogen, Anne destrozó también la suya. ¿Le salpicó mucho en el vestido que llevaba puesto aquel día la sangre de nuestra amiga? Pero llegar a una conclusión es difícil y duro en estos casos. Las heridas aún siguen abiertas, y estoy hablando de las heridas del alma. Aún me duele el recordarnos a las cuatro siempre juntas. No puedo evitar imaginar a nuestra Imogen acuchillada por nuestra Anne.
            Tengo la suerte de que Stephen y yo vivamos en una casa situada junto al mar. Mientras escribo estas líneas, miro por la ventana. Una gaviota va volando por el mar y, de pronto, se lanza en picado a coger un pez. Por la ventana abierta, una brisa suave y cálida a la vez entra. La playa está totalmente desierta. No hay olas fuertes que surcan el mar. Respiro profundamente y trato de recordar la última carta que recibí de April. Me decía que en Londres hacía frío y estaba nevando. Treinta y dos años hace que vivo en esta isla, toda la vida, y ha hecho bastante frío, pero nunca ha nevado. Intento deprimirme por pensar que no conozco la nieve. No he hecho muñecos de nieve, pero sí he construido castillos de arena cuando era una niña. Los construíamos April, Anne, Imogen y yo. Me imagino el contacto de la nieve en las manos y la imagino fría. La nieve, al tacto, tiene que pinchar. Noto los pinchazos y, sin que el contacto se haga real, siento que me duele. April dice que las manos se te ponen moradas, ¿si te lo imaginas también?
            Oigo las campanas de la Iglesia. Tocan la hora. Ni lo sé ni me importa.
            El cielo está azul. Pero está también cubierto de nubes. Estoy segura de que va a llover. Pasa mucho por aquí.
            Y, luego, otra vez la imagen ensangrentada de Imogen. ¿Cuántas puñaladas le daría Anne? ¿Sabría Imogen que ella iba a matarla? ¿Por qué no me di cuenta de lo que pasaba entre mis dos amigas? ¿Por qué no se dio cuenta Sue? A lo mejor, todo habría sido diferente si hubiésemos hecho algo... Podíamos haber hablado con las dos y tratar de solventar el asunto. Hubiésemos evitado toda esta masacre... O tal vez, no hubiésemos conseguido nada... Eso nunca lo sabremos. Pero nunca podré olvidar el cuerpo sin vida de Imogen tirado en la arena, con aquel cuchillo clavado en su corazón. No puedo olvidar la sangre... Esa sangre le manchó todo el elegante vestido que llevaba puesto. Los ojos en blanco y muy abiertos... Imogen siempre tuvo unos ojos que rezumaban vida y optimismo por todas sus partes. No es justo que se apagaran así como así. Se me saltan las lágrimas al imaginar el horror y la sorpresa que debió sentir cuando vio que su atacante era Anne. Casi imagino su cuerpo temblando y la veo pidiendo clemencia ¡Dios, no puedo imaginarme a nuestra adorada Anne siendo tan cruel y mezquina con Imogen, que tanto la quería!
             ¿Qué clase de amistad sentía Anne por Imogen para llegar a tal extremo de locura? ¿Por qué decidió apuñalar el alocado, pero bondadoso, corazón de nuestra amiga? ¿Por qué quiso ver derramada su sangre sobre la tierra que forma nuestra querida isla? Busco las explicaciones más inverosímiles para semejante atrocidad. Pero no consigo hallar una respuesta coherente. Hace tiempo que asumí que, pese a que Anne fue ejecutada, este crimen nunca será resuelto.
            Anne murió sin darnos una explicación a su locura.
            April vive en Londres. Sé que aún la odia. Yo no sé qué pensar. Imogen y April parecían hermanas. Más que dos amigas...
            Hace mucho tiempo que no veo a April. Nos carteamos. Pero no es lo mismo. Siento que nuestra amistad está muerta. ¡Qué duro me sabe decirlo! Anne mató muchas cosas aquel espantoso día. Mató a Imogen. Y nos mató por dentro a April y a mí. 
            Hace mucho tiempo que nuestra correspondencia es cada vez más escasa. Sé que algún día dejaremos de escribirnos.
            Mi vida aquí en Grimsay es muy aburrida. Me dedico a la traducción de textos literarios cuando tengo un ratito libre.
            No es algo excitante. Ni siquiera sé porque Stephen me deja que lo haga. Tal vez porque sabe de mis orígenes. Odio pasar hambre; odio no tener dinero; odio vivir de la caridad de los demás; odio al estamento social al que pertenezco. Odio demasiadas cosas de mi vida, tal vez el objeto de mi odio sea yo misma, no sé. O tal vez me resisto a odiar a Anne. No puedo odiar a la mujer que fue mi mejor amiga durante catorce años. No puedo odiar a nadie.
            Hoy es día de cuentas. Cada cierto tiempo, Stephen cuenta el dinero que tenemos. Yo no tengo ganas de traducir nada. Dejaré que mis recuerdos fluyan por este papel mientras Stephen hace sus cuentas. Por respeto, no le molestaré. Las niñas hace rato que ya duermen. Ni su padre ni yo haremos ruido. Oigo a Stephen escribir sobre un papel que tiene sobre la mesa. Hay muchos papeles sobre la mesa. Entre todos ellos, una pluma y un tintero.
            De vez en cuando, cogeré una hoja y escribiré sobre ella. No creo que a Stephen le importe.
-¿Qué estás haciendo?- me pregunta.
- Intento traducir un texto que se me ha quedado atascado- miento.
-¿Es de Platón? ¿O puede que sea de Aristóteles?
- No creo que lo conozcas; de hecho, ni yo misma sé quién rayos es.
- Te dejo trabajar tranquila.
            Hoy llevo un vestido que, para mi gusto, me resulta demasiado hortera; tengo el dinero suficiente como para comprar todos los vestidos que me dé la gana, porque mi esposo es contable, pero Stephen tiene un ciego pánico a acabar en la ruina. La camisola es amarilla (o amarillenta, según el ojo con el que se mira) y la falda es de color amarillo; pese a que sé que es de gasa, para mi delicado tacto resulta demasiado tosca. Mis pechos se ven apretados con un corpiño que es de color rojo. Por las mañanas, tengo la costumbre de apretarme los corpiños con tanta fuerza que temo desmayarme por falta de oxígeno o que mis pechos se salgan, pese a que son pequeños, y hoy no es una excepción.
- 8+4=12- oigo murmurar a Stephen. Me llevo una mano a los ojos porque me duelen y no sé de qué- 12+6+6+3=27- Me froto las sienes con los dedos- 27+1+4+1=35- Stephen deja de hacer cuentas y me mira- ¿Te sientes bien?- me pregunta.
- Sí, no te preocupes, tonto- le riño en tono meloso.
- Me preocupa que te pongas enferma; las niñas son aún muy pequeñas y yo no sabría cómo...
- Georgina sólo tiene siete años y es muy madura para su edad. Antes o después, habrá crecido. La echaremos de menos. 
- Pero Katrina tiene seis años y Prue sólo tiene cuatro. Son muy niñas. Tienen derecho a jugar. A divertirse. 
- Son más inteligentes de lo que tú piensas, cariño.
            Noto que, mientras hablamos, la mirada de Stephen se centra en mis pechos. Yo no puedo evitar sentir un estúpido pudor y una sensación de triunfo dentro de mí. Me felicito porque los ojos de mi marido brillan de deseo. Sé que la causante de ese brillo de lujuria que hay en sus ojos soy yo y me alegro de que la chispa siga encendida. Procuro no alentarle (aún), porque tiene que hacer muchas cosas antes de venir a mí.
- 35+4+1=40- cuenta Stephen. Suspiro con resignación, porque yo también le deseo- 40+4+9+6=59- Una sonrisa asoma a mis labios- 56+2=58.
- Estás cansado- le digo- ¿Por qué no lo dejas para mañana?
-¡No puedo! ¡Tengo que terminar de hacer esta cuenta hoy!
- Me he casado con un cabezota.
- 58+1+9+8+2+2=80.
-¿Quieres que te prepare algo?
- No; déjalo correr...
- Estás tenso.
- Y tú estás pesada, pero no quiero ofenderte.
- Perro ladrador, poco mordedor.
-¡No me provoques, Sophie!
            Una carcajada se escapa de mi garganta. Me encanta chinchar a Stephen. Soy una mala mujer, lo reconozco.
- 80+1+9=90- ¿No se cansará?- Sé que me estás mirando.
- Antes, eras tú el que me miraba.
            Stephen se ríe. Le encanta reirse cuando está conmigo. Y a mí me gusta que lo haga.
-90+8+1+4=103.
            Soy una mujer inmensamente feliz, me digo. Tengo todo lo que necesito: a Stephen, a Georgina, a Katrina y a Prue. ¿Qué más necesito? Mi pasado está ahí y yo no tuve nada que ver. Anne fue ejecutada por asesina. A Imogen la mataron por Dios sabe qué motivo. Yo sólo fui una espectadora inocente de aquellos hechos.
-103+8+4=115.
            Yo no hice nada.
-115+6+6+3=130.
            No apuñalé a Imogen. Como tampoco colgué a Anne.
-¡Ay, Dios mío!- No puedo evitar que la exclamación salga de mi garganta.
-130+1+4+1= 136.
-¡Qué feliz es contando nuestro patrimonio!- pienso- Yo no tengo porqué molestarle con mis historias.
-136+9=145. 145+7+8+8+4+6+6=184. 184+3+1+4+1+1=194- Y de pronto- ¿Has salido a hacer alguna compra hoy?
- No, porque hoy no es día de mercado- respondo- ¿Por qué me lo preguntas?
- Porque nuestro capital sólo asciende a 194 libras.
            No es mucho. Pero, por lo menos, no pasaremos necesidad.
- No estamos en la ruina.
- Sophie, ¿alguna de las niñas te ha pedido dinero últimamente?
- Soy yo la que siempre les compra la ropa. ¿Por qué no vuelves a contar? Con lo despistado que eres, seguro que se te olvida algo.
            Esta vez también dice mientras escribe en el papel.
 -194+1+1+1+4=201
- Seguimos sin pasar necesidad- le digo.
- Me encanta que seas tan optimista, Sophie- responde Stephen. Y prosigue- 201+1+8=210.
            Me gustaría tanto poder hacer alguna traducción... Sin embargo, mi mano no obedece a los dictados de mi cabeza. Obedece a lo que le dicta mi corazón. Y éste, cruel como todos, le obliga a escribir estas líneas. Plasmo en un simple trozo de papel todos los sentimientos que he mantenido ocultos dentro de mí durante mucho tiempo. No quiero que los lea Stephen porque son demasiados dolorosos y tienen que ver, en parte, con él. Con él y conmigo.
            Siento un ligero cosquilleo en la mano derecha. Recuerdo que Stephen siempre utiliza la izquierda para escribir porque es zurdo. Yo soy diestra, no sé si para mi bien o para mi mal. El cosquilleo de la mano me lo está produciendo la pluma de escribir. No sé por qué, pero empiezo a reírme tontamente. Me hace gracia y no me doy cuenta. A lo mejor, me estoy atontando casi sin darme cuenta.
            El roce de la pluma contra mi mejilla me recuerda al tacto de la mano o de los labios de Stephen sobre mi piel. Me gusta sentir la lengua de Stephen por las noches recorriendo cada centímetro de mi cuerpo. Me estremezco de placer, pero es un placer muy breve. Vuelvo a reír tontamente. Durante mucho rato, jugueteo con la pluma que tengo en las manos. Pienso que es un juguete muy curioso y me siento como Georgina. Vuelvo a tener siete años delante de Stephen. ¿Notará cómo he rejuvenecido sin necesidad de intervenciones mágicas? Desearía volver atrás en el tiempo. Desearía volver a ser una niña. Jugar con mis amigas. Desearía hablar con Anne. Saber el porqué hizo aquello. Poder traer de nuevo a la vida a Imogen. Pero es imposible. 
            Mojo la pluma en el tintero que tengo al lado. Gotea un poco en la mesa; le he puesto demasiada tinta. Si apoyo el brazo en la mesa, seguramente me mancharé la camisola. Ni el agua del mar puede quitar del todo una mancha de tinta. Desde luego, todas las preocupaciones que me afectan hoy día son tontas. Decido que no me importa y apoyo el brazo en la mesa para escribir. Después, decidiré qué es lo que voy a plasmar en este papel.
            Cierro los ojos y respiro profundamente. Mi mano se desliza sobre el papel sin que yo pueda controlarla. ¿Qué me está pasando? ¿Qué clase de fuerza guía mi mano y no me permite ejercer el control que tengo sobre ella? Quiero llamar a gritos a Stephen, pero mi miedo es irracional, lo sé. Tengo la mente en blanco. Apenas puedo pensar con lucidez.
            Una voz en mi cabeza, dentro de mí, me susurra. Me dice que me deje llevar, que no tenga miedo. ¡Tengo miedo de mí misma y de lo que pueda escribir! ¡Tengo miedo de liberarme y mostrarme al mundo tal y como soy! En realidad, me dice la vocecita mientras yo no paro de escribir, tengo miedo de hablar. Sí, me dice que no soy capaz de hablar de Anne y de Imogen. Pero eso ocurrió hace muchos años.
            Pero tiene razón. No puedo dejar de pensar en ellas ni un solo instante. Desde que Sue y yo descubrimos el cadáver de Imogen, estoy atormentada por su visión. Y, luego, vimos el arma homicida en las manos de Anne... Vimos sus ropas manchadas con la sangre de Imogen... Nuestra amiga no se defendió en el juicio. Aceptó el veredicto con frialdad y no pidió clemencia cuando la ejecutaron.
-¿Estás bien, cariño?- me pregunta, de pronto, Stephen.
            Estoy tan distraída que ni siquiera le oigo.
- Sophie, ¿estás bien?
            Por fin, reacciono.
-¡Oh, sí! Me encuentro perfectamente- Stephen jamás lo comprendería, me digo. Jamás entendería todos los tormentos que encierran mi alma.
- Pues no lo parece.
            Me sobrecojo. Mi marido no es ningún idiota; es la persona más inteligente que conozco. Debo de engañarlo de forma muy sutil.
-¿Y eso?
- La pluma tiembla en tus manos. Por lo general, cuando escribes, nunca te tiembla el pulso y hoy sí.
            Finjo una risotada y finjo gastarle una broma.
-¡Será que voy para vieja!
-¡Por el amor de Dios, Sophie! Sólo tienes treinta y tres años. He visto a ancianas de noventa años tejiendo en los portales de sus casas y no les temblaba el pulso como a ti- Tengo que desviar la cabeza. Mi marido me conoce mucho mejor de lo que yo creo. Si le miro, tendré que decirle la verdad, pero no quiero hacerlo- ¿Estás enferma?
- No, no.
            ¡Dios mío! ¿Por qué seré tan cobarde? Stephen me lo ha dicho muchas veces. Deja atrás el pasado. Vive el presente. Pero el pasado sigue siendo una constante en mi vida. April trata de fingir que nada ha pasado. Pero yo no puedo olvidar. Ni quiero olvidar. A pesar de que debería de ser una mujer feliz por todo lo que he conseguido. 
- Estás hoy mucho más distraída que de costumbre.
            ¿Por qué tiene que ponerse así de pesado? Stephen es como yo. Ninguno de lo dos queremos una respuesta simple de las cosas. Queremos respuestas claras, pero también completas y no nos detenemos hasta que no lo conseguimos. En estos instantes, odio esa faceta tan curiosa de mi marido.
- Ya te he dicho que estoy bien, querido. No insistas más.
- Me preocupo cuando veo que estás rara. Sophie, yo sólo vivo para cuidar de las niñas y de ti. Me angustia verte así...
            ¿Cómo consigue que yo me derrita con sus frases? ¿Por qué no me dejará en paz?
- Lo sé, cielo, lo sé...
- Sé sincero conmigo, Sophie, te lo ruego.
- Lo soy. Es sólo que... estoy muy cansada.
            Una voz en mi cabeza está gritándome: “¡Mentirosa!” Me doy cuenta de que no puedo decirle a Stephen la verdad porque ni yo misma sé cuál es. ¿Qué ocurrió realmente entre Anne e Imogen?
-¿Cansada? ¿Y eso?
- Trata de entenderme. Tú sólo te ocupas de tus cuentas y de la pesca. Yo he de encargarme de la casa, del cuidado de las niñas, de las traducciones. También he de complacerte por las noches. Georgina y Katrina son unas adolescentes y quieren conocerlo todo. Y sólo yo puedo explicarles lo que les está pasando. Están en una edad muy difícil.
            Stephen asiente. Me mira con ternura y comprensión. Con eso consigue que lo ame un poquito más.
- Lo siento, cariño. No sabía que tuvieras que llevar tanto peso tú sola.
- No pasa nada...
- Perdóname, Sophie. He sido un poco pesado.
            No, mi amor. Tú no eres ningún pesado. Yo soy una cobarde y una mentirosa por no hablarte claro; por no abrirte mi corazón. Yo te he abierto otras partes de mí, pero pocas veces te abro mi corazón, mi vida. Tu único delito es amarme y preocuparte por mí. El mío es no saber nada. Porque es cierto que no sé nada acerca de las dos mujeres que creía mis amigas. También dudo de saber quién es Sue realmente y ella, además de dudar de Imogen y de Anne, dude realmente de mí; quizás por eso nos distanciamos. También hay momentos en los que también dudo de mi veracidad como persona, como me está pasando ahora mismo.
- No me importa... Es tu trabajo.
            Me concentro en seguir escribiendo lo que me dicta mi cabeza. Ella (y creo que también mi corazón), ha tomado posesión de mi mano. Mi cuerpo está sentado en una silla de madera y lo noto inerte. No, el dominio de mi cabeza sólo se extiende hasta mi mano. Mi mente, vuela y se encuentra más allá de todo lo que hay cerca de mí. Supongo que en eso consiste el desahogo. En dejarlo salir todo.
            Sí, me estoy desahogando. Estoy plasmando en un trozo de papel lo que siento. No me fijo en las frases que mi mano realiza. Se las dicta mi cabeza. Mi mano es la alumna. Mi cabeza es la maestra. Mi cuerpo es el aula.
Mi historia no empieza con las muertes de Anne y de Imogen. Mi historia comenzó hace muchos años. Sospecho que empezó cuando mi madre era una adolescente y conoció a mi padre. Mi madre era natural de Londres y mi padre nació aquí, en esta isla. Tenía mi madre la misma edad que tiene hoy mi Georgina cuando se trasladó con mis abuelos a Grimsay. Fue en esta isla donde se enamoraron. Aquí fue donde empezó toda mi vida y los misterios que la rodearon. Por eso, años después, sigo sin hallar respuesta para todas las preguntas que me rondan y me atormentan una y otra vez desde hace mucho tiempo.
- 210+1+5=216 libras que poseemos, Sophie, cariño- me dice Stephen con voz triunfal.
                   Le sonrió de manera mecánica. 
-Me alegro mucho-le contesto.
-Saldré a dar un paseo con las niñas. ¿Quieres venirte con nosotros?
-Os alcanzaré dentro de un rato. Grimsay es una isla pequeña. No es fácil perderse. Me gustaría escribirle una carta a April. 
-De acuerdo...
                    Stephen sale. Se despide de mí dándome un beso en los labios. Yo le doy un beso en la mejilla. Le veo irse. Respiro aliviada. 
                     Busco una hoja en blanco. Necesito hablar con April. Por eso, le escribo esta carta. 

                     Querida April:

                    Ninguna de las dos puede fingir que no ha pasado nada. 
                    Estaríamos mintiendo. 
                   Anne e Imogen eran nuestras amigas. 
                  Anne mató a Imogen. Nunca supimos el porqué lo hizo. 
                      Pero aquel suceso nos cambió a las dos. 
                    Los años han pasado. Pero sigo preguntándome el porqué Anne cometió aquella atrocidad. 
                     Las cuatro estuvimos muy unidas. El asesinato de Imogen a manos de Anne lo cambió todo. Sigue afectándome, a pesar de que intento ser feliz al lado de Stephen y de nuestras hijas. Pero no puedo. La sin razón de lo ocurrido me persigue. Y sospecho que no te permite ser feliz. 
                 April, antes o después, hemos de hablar del tema. Aunque es muy doloroso para las dos. Yo lo sé. Siento que sólo podemos seguir adelante si encaramos nuestro pasado. Pero las dos estamos demasiados conmocionadas a día de hoy. 
                  Las pesadillas aún persisten. 
                  Mi querida April, sigo llorando a Anne y a Imogen. Sus ausencias me siguen doliendo. Las necesito en mi vida. 
                   ¿Te pasa a ti lo mismo? 
                  Estoy destrozada. Y cada día que pasa me sigue doliendo el corazón al recordar todo lo que vivimos y todo lo que pasó. 

miércoles, 15 de enero de 2014

GRANDES TÓPICOS DE LA NOVELA ROMÁNTICA: LA FAMILIA DE ÉL

Hola a todos.
Hoy, vamos a seguir desgranando tópicos de las novelas románticas.
En esta ocasión nos vamos a centrar en la familia del protagonista de la novela.
Pocas son las veces en las que el protagonista es un joven huérfano que se ha criado en la calle. Casi siempre, viene acompañado de una familia.
En ocasiones, (muy escasas, para ser sinceros), su comportamiento se basa en que, siendo niño, se enteró de que su padre no era el aristócrata del que va a heredar su título, sino que es un hombre de otra clase social (jardinero, secretario, actor o boxeador o lo que imagine la autora).
En otras ocasiones, es el hijo bastardo de un aristócrata. Queda huérfano de madre (puede ser una mendiga o una gitana) a una edad muy temprana y su padre lo busca desesperadamente porque es el hijo de su gran amor, motivo por el cual, cuando lo encuentra, se lo lleva a casa y lo nombra heredero de todos sus bienes, aunque haya hijos legítimos de por medio, con el consiguiente enfrentamiento entre hermanos.
El protagonista es casi siempre el típico libertino que se ha acostado con casi toda la población femenina de Inglaterra y tiene una amante desde hace años. Puede ser una actriz o la viuda de un aristócrata.
Reúne en su persona un físico imponente. Es atractivo, musculoso y viril. Es el que mejor da puñetazos, el que mejor monta a caballo, el más inteligente, el mejor esgrimista, etc.
Ahora, nos vamos a centrar en su familia:
-El padre: La relación entre ambos es muy mala. El padre puede estar vivo o estar muerto en el momento de empezar la novela. Siempre ha tratado a su hijo de manera despótica y fría, sin preocuparse en ningún momento de él. Por supuesto, esto hace que el protagonista jure no casarse nunca y que se dedicará a acostarse con todas las mujeres que venga en gana.
-La madre: Puede ser de dos clases. O es una madre fría y distante o es una madre comprensiva y cariñosa. Si es una madre fría y distante, unido al padre tiránico, refuerza el comportamiento canallesco del protagonista (según él). Si por el contrario, la madre es cariñosa y comprensiva, hará la vista gorda con los escándalos de su hijo. Tan sólo le dirá con voz cariñosa y llena de esperanza: "Cásate, hijo." Sabiendo que no lo hará. Le dará igual que la protagonista sea una mendiga. Si es de su agrado, intentará convertirla en toda una dama para que su hijo se case con ella. Casi siempre es una dama respetada en sociedad.
-La tía: Es una mujer que vive en la casa de sus parientes. Puede ser viuda o soltera. Es el polo opuesto a la madre. Es algo más rígida y trata de conservar los valores de la familia. Nunca le gustará la heroína y hará todo lo que pueda para separarla del héroe. En ocasiones, tiene una hija y deseará verla casada con el protagonista. Al final, el protagonista se entera y echa a su tía de casa mandándola lejos o la perdona; dependiendo de si su actuación ha sido leve o grave.
-La abuela: Es la madre del padre o la madre de la madre de nuestro protagonista. Se trata de una anciana que entra en la categoría de ancianas adorables. Es como la madre en lo relativo a que hace la vista gorda con los escándalos de su nieto y querrá verle casado. Como la madre, le dará igual que la futura pareja de su nieto sea una huérfana criada en la calle. La moldeará para que se convierta en una auténtica dama. La abuela es respetada en toda Inglaterra. No soportará ni a la tía ni a la prima del protagonista, aunque sean su hija y su nieta. Si el protagonista está enfrentado con uno de sus hermanos, tampoco soportará al hermano en cuestión. La protagonista la adorará y acabará llamándola abuela. La abuela la adorará y no durará enfrentarse a la tía y a la prima del protagonista, aunque sean su hija y su nieta, por ella.
-Hermanos: Casi siempre es menor que el protagonista. Mientras el héroe de turno es frío, aunque sensual (sus numerosas amantes así lo atestiguan), el hermano es rebelde y apasionado. Los dos acaban chocando y discutiendo. Al final, el hermano menor acabará recapacitando y dándole la razón al héroe, haciendo lo que él quiera, ya sea ingresar en el Ejército o romper con la joven con la que quería casarse.
Aquí aparecen varios grupos:
1-Si el hermano cae bien a los lectores y a la escritora, tendrá su propia historia. Si hay varios hermanos más, puede que haya una saga familiar. En contadas ocasiones, si hay una hermana entre ellos, tendrá su historia. Casi siempre, la autora se centra más en los hermanos varones, aunque, como en el caso de lady Jacinda Knight, Gaelen Foley tuvo el detalle de escribir su propia historia.
2-Si es un hermanastro, hijo del matrimonio legítimo del padre, y el protagonista, aún siendo bastardo, lo ha heredado todo porque el verdadero amor del padre era la madre del héroe, habrá un enfrentamiento entre ellos. El hermanastro aparecerá como un joven carente de escrúpulos que hará lo que sea con tal de ver al protagonista destruido o muerto, lo primero que ocurra.
3-Si es una hermanastra, hija del matrimonio legítimo del padre, ella y el protagonista se odiarán. La hermanastra conspirará para acabar con él en complicidad con el malo de turno, que desea a la protagonista. Normalmente, acabarán liados, pero el malo no sentirá nada por la hermanastra, aunque ella sí puede llegar a enamorarse de él.
4-Si es una hermana mayor, puede ser viuda o casada con hijos. Será muy parecida a la madre y a la abuela, ya que hará la vista gorda con los escándalos del hermano. Adorará a la protagonista en cuanto la conozca y también tratará de convertirla en una dama, aunque su origen sea más que dudoso.
5-Si es una hermana menor, vivirá sobreprotegida por el hermano. Mientras él se acuesta con todas las mujeres que encuentra a su paso, a ella no podrá acercársele ni el lechero. Vivirá encerrada en la casa de campo de la familia y le costará sudores convencer a su hermano de que la deje tener puesta de largo en Londres. Es el polo opuesto a la protagonista, ya que, mientras ésta será impulsiva, hermosa y terca, la hermana será tranquila y dócil. No sabrá nada de los escándalos que protagoniza el héroe y siempre estará intentando justificar su comportamiento amparándose en que su padre nunca lo quiso. Si ha sido un poco mimada por la familia, acabará haciéndole la contra al héroe y, si puede, se saldrá con la suya. O terminará cediendo.
6-Si el protagonista es el segundo hijo y tiene un hermano mayor, su hermano mayor es el chico bueno de la familia, mientras que él es el chico malo. El hermano mayor de seguro morirá y todo lo que iba a heredar pasará a sus manos. Casi siempre morirá peleando contra los franceses o traicionado por algún agente doble o en un accidente o de una enfermedad. Si las muertes naturales o accidentes no gustan, alguien, el malo de turno, lo habrá matado y el protagonista empezará a investigar para descubrir lo que ha pasado.
-El primo: Puede ser el mejor amigo del protagonista o su peor pesadilla. Si es de la rama pobre y puede heredar un título, intentará hacer lo que sea con tal de cargarse al protagonista, convirtiéndose en uno de los malos, para quedarse con el dinero, el título, la mansión y las tierras. Si tiene dinero y ha heredado un título, no necesita matar a nadie. Será el mejor amigo del protagonista, su confidente y su aliado. Si el primo es además el mejor amigo del protagonista, de seguro, está casado o acabará casándose con algún personaje femenino secundario. Es gracioso y extrovertido. Se hará amigo de la protagonista y tratará de ayudarles a ambos.
-La prima: Vive con su madre en la mansión del protagonista. La tratan como si fuera su obra de caridad. Su edad puede variar desde ser una adolescente a ser una solterona de treinta años. Si es una adolescente, será una mocosa malcriada, egoísta e insufrible. Si es una mujer de treinta años, su carácter será dócil y sumiso. No será muy agraciada físicamente hablando. Su madre intentará hacer lo que sea con tal de verla casada con el protagonista. Puede ayudar a la madre en sus planes. O puede guardar silencio y dejar que ella actúe. Al final, se quedará compuesta y sin primo. Puede acompañar a la madre en su exilio. O puede quedarse a vivir en la mansión. O termina casada con un personaje masculino muy secundario o termina sola.
-Los sobrinos: Son los hijos de la hermana o del difunto hermano del protagonista. Si la hermana viuda, buscará refugio con sus hijos en la casa familiar. Si ha muerto el hermano, los hijos los criará el protagonista. Si la hermana está casada, los sobrinos irán de visita. Si es una saga familiar, irán apareciendo sobrinos, hijos de los protagonistas de los libros anteriores. Son los típicos niños adorables que hablan como si fueran adultos, hacen mohines, juegan y tienen rabietas. Sus padres los mimarán en exceso. Si son los sobrinos del protagonista, éste los mimará mucho y jugará con ellos, para sorpresa de la protagonista. Por supuesto, también la adorarán y la llamarán tía. Querrán verla casada con el héroe de la novela. Le hacen travesuras a los malos.
En resumen, éstos son los integrantes de las familias de los protagonistas.
Leed cualquier novela romántica histórica. Fijo que aparecerán estos personajes y sus comportamientos serán más o menos similares a los descritos.
He escrito sobre galanes que tienen familia, pero no se soportan; que tienen familia, pero no es adoptiva y busca sus orígenes; y que son huérfanos porque han perdido a sus seres queridos.
Y en una de mis novelas (que me gustaría corregir), intenté que el protagonista se enamorara de la institutriz de la prima, a punto de entrar en sociedad. No lo conseguí porque no hacía otra cosa que pensar que el protagonista hacía mejor pareja con la prima que con la institutriz. Y no lo veía como un cínico aristócrata de treinta años, sino como un chico un par de años mayor que la prima. Al final, el héroe termina con la verdadera protagonista, que es la prima. Por cierto, de treinta años pasó a tener veinte. Pocas son las novelas en la que los primos se enamoran, si uno se fija bien.
También me he fijado en que son pocas las veces en las que el protagonista tiene hijos ilegítimos. Se ha acostado con todas las mujeres habidas y por haber y, excepto en contadas y honrosas excepciones, no le sale ningún hijo bastardo. ¿La excusa? Las mujeres con las que se acuesta son estériles o usa preservativos. ¿Y no los usa con la protagonista?
Una buena entrada para otra ocasión.

lunes, 13 de enero de 2014

GRANDES TÓPICOS DE LA NOVELA ROMÁNTICAS: LAS PRIMAS DE ELLA

Hola a todos.
Hoy, retomo la sección dedicada a los grandes tópicos de la novela romántica.
En esta ocasión, me centro en un personaje que es todo un clásico de este tipo de novelas: las primas de las protagonistas.
Son muchas las novelas que empiezan con la protagonista siendo huérfana de padre y de madre desde hace algún tiempo y tiene que vivir con sus tíos y con su prima o con sus primas.
He leído numerosas novelas de heroínas que viven con sus tíos y con sus primas. En ocasiones, visitando foros he leído novelas similares. La heroína que vive o se va a vivir con sus tíos y con sus primas y nos describen cómo es la relación buena o mala con ellas.
La prima de la protagonista es un personaje secundario. Puede tener relevancia en la trama o puede estar ahí de adorno. Puede ayudar a la protagonista o puede putearla. Puede ser para la heroína lo más parecido a una hermana o puede ser la peor de sus pesadillas.
La heroína reúne en su persona todos los ingredientes para que sea de nuestro agrado. Es hermosa, aunque quiera disimular su belleza. Es inteligente, atrevida, impulsiva, rebelde, decidida, etc. La prima, por el contrario, tiene que ser todo lo contrario. Tiene que tener un carácter dulce y tranquilo. O ser muy sumisa. O ser una niñata malcriada. O ser una auténtica víbora. O la maldad hecha persona. De esta manera, se resalta la relación entre ambas primas, viendo sus charlas y sus broncas.
Puede tener o no tener una historia de amor propia, pero siempre será muy secundaria y apenas esbozada. Sus vidas siempre giran en torno a lo que hagan o dejen de hacer las protagonista. Aunque las quieran o las odien, dependen de ellas para hacer o dejar de hacer.
Nos encontramos con varios grupos entre las primas de las protagonistas.
1-La protagonista y la prima viven juntas porque las dos son huérfanas y están solteras. La relación entre ambas es muy buena. Se ayuda mutuamente. Se apoyan la una en la otra. Son casi como hermanas. Nos encontramos con un buen ejemplo en La amante, de Amanda Quick. Ifigenia y su prima Amelia son dos jóvenes que superan la edad de contraer matrimonio y que viven juntas ya que son huérfanas. Se apoyan mutuamente. Tienen otra prima, Maryanne, hija de su tía favorita, que no aparece en escena en ningún momento, pero se la menciona bastante.
2-La protagonista y su prima no viven juntas, pero se visitan mutuamente. Pueden apoyarse y ayudarse de manera mutua, como es el caso de Lucinda y Patricia, la protagonista y su prima en El veneno perfecto, también de Amanda Quick. He visto casos en los que esta relación se basa en que apenas se conocen, pero empiezan a visitarse. Entonces, la prima ve que la protagonista puede ser nociva para sus planes y opta por hacerle la puñeta. Aunque se debate entre eso y el incipiente cariño que empieza a sentir por ella porque es buena.
3-La presencia de las primas es casi un cameo. En El corazón escondido, Tess, la protagonista, acaba de enterrar a su padre en la selva amazónica. Debe de viajar a Londres para vivir con sus tíos, los barones de Wynthrop. Éstos tienen tres hijas (una viuda, una soltera y otra que va a casarse) que son tres cotorras insufribles. Tess vive poco tiempo con sus tíos porque se casa con Stephen, uno de los seres más repugnantes que he tenido el dudoso gusto de ver creado, luego, las primas están ahí casi como un adorno. El protagonista aquí es Gryphon, el capitán del barco que lleva a Tess a Inglaterra. No se asusten.
4-Son casi como hermanas. La protagonista vive con sus tíos y con su prima y la relación entre ambas es muy estrecha. Aunque la prima sea un personaje muy secundario, aconseja, escucha y apoya en todo momento a la heroína. Es el caso de Cita de amor, de Amanda Quick. Claudia, la prima de Augusta, la prota, es como una hermana menor para ella. Se ayudan de manera mutua.
5-La trata como a una criada. En el caso de Bárbara Cartland, nos encontramos con varios casos en los que la vida de la protagonista en casa de sus tíos y con su prima es poco menos que un Infierno, ya que la prima la trata como si fuera su criada o, peor, como si fuera su esclava.
6-Relación apenas desarrollada. En Zanzíbar, Hero, la protagonista, se queda huérfana y se va a vivir con sus tíos y con sus primos a Zanzíbar. La relación que mantiene Hero con su prima Cressida está poco desarrollada. Viven juntas, pero no veo que se establezca una relación entre ellas ni buena ni mala. Parece que se limitan a compartir techo. Cada una hace su vida por separado. Así lo veo yo.
7-Relación tocada y hundida. Vuelvo a mi novela favorita, Olivia y Jai. Olivia, la protagonista, está pasando una temporada con sus tíos y su prima Estelle en Calcuta. La relación entre Estelle y Olivia es, a mi parecer muy fría. Estelle es la que se deja la piel en intentar ayudar a Olivia a integrarse en Calcuta. Sale con ella a pasear, le cuenta sus cosas porque su madre vive en Babia y su padre ídem. Olivia parece pasar de ella. Yo siento que Olivia pasa de todo lo que le cuenta Estelle porque parece que vive en otra parte o porque está más pendiente de sus cosas que no le interesa nada de lo que le cuenta su prima. Estelle ve en Olivia a la hermana mayor que no tiene y busca su consejo, pero se tropieza con un muro. Luego, y sin entrar en detalles, ocurre algo que acaba por estropear de manera definitiva la relación entre ambas primas. Aunque, sin entrar en spoilers, la relación entre ellas, aunque hacen de manera tácita, aunque no explícia, las paces, la relación entre ambas sigue siendo fría y distante.
8-La heroína y la mocosa malcriada. La protagonista vive con sus tíos y con su prima. La prima es una niña pequeña atrapada en el cuerpo de una mujer adulta. Protesta y se queja de todo. Vuelve loca a la protagonista con sus exigencias. La quiere. No la quiere. A ciencia cierta, no se sabe lo que siente por ella. Es insufrible, pero no molesta demasiado en la historia porque no hace gran cosa. Un buen ejemplo está en Apuesta de amor. Margaret y Georgiana, las primas de Constance, la protagonista, son dos niñas malcriadas, pero su presencia en la novela es casi de adorno y no molestan mucho.
9-La peor de las pesadillas. La protagonista vive con sus tíos y con su prima. Pero la prima es un bicho de cuidado. Es egoísta, superficial y cruel. Aunque no maltrate de palabra o pegue a la protagonista, la odia y se lo hace saber de muchas maneras. Se encapricha del protagonista y hará cualquier cosa con tal de quedarse con él. Roberta, de Cenizas de amor, la inmortal novela de Kathleen Woodiwiss, es la prima que nadie querría tener cerca.
10-No ver la maldad. Son las primas perfectas. Son cariñosas. Se preocupan por los demás. Pero tienen una vida secreta que hace que, cuando salga a la luz, se conviertan en un auténtico peligro para las protagonistas. Se debaten entre el odio que han de tenerle y el cariño sincero que le profesan. Son ambiguas y nunca se sabe qué va a hacer. En La Princesa perfecta, de Elizabeth Thornton, Callie, la prima de la protagonista, Rosamund, da la campanada hacia el final.
11-Silencio. La protagonista vive con sus tíos y con sus primas. Pero los tíos se ensañan con ellas por diversos motivos (herencias, orígenes, progenitores, etc.) y las primas callan. Aunque sienten verdadero cariño por ellas, guardan silencio debido a su carácter demasiado dócil, obediente y sumiso. No entienden el porqué sus padres actúan así, pero callan por miedo a ser castigadas.Tampoco se sienten queridas por sus padres. Sólo se rebelan cuando se enamoran. Un ejemplo lo encontramos en Perdición, de Celeste Bradley. Millie, la prima de Izzy, la prota, no entiende el porqué su madre la desprecia. Las desprecia a las dos, siendo sinceros. Cuando Millie se enamora, entonces, decide rebelarse contra su madre y cantarle las cuarenta.
12-La protagonista al rescate. La protagonista y su prima pueden no vivir juntas, pero se visitan. La prima suele ser más joven y le pide ayuda a la protagonista por diversos motivos. Ella, por el cariño que le tiene, aunque ese cariño apenas se vea reflejado en la novela, acepta ayudarla. Lo hemos visto en Justicia Salvaje, de Gail Ranstrom. Annica, la heroína, acude en ayuda de su joven prima Ellen, obligada a casarse sin amor.
13-Ni pinchan ni cortan. La protagonista no vive con su prima, pero recibe sus visitas. Sale con ella. La prima es alegre y pizpireta. Pero su papel en la novela también es testimonial. Sirve para que la protagonista pase tiempo con otra persona que no sea el galán y que piense en él mientras escucha a la prima hablarle de lacitos y de telas. En Encrucijada de amor, Hebe, la protagonista, además de vivir y penar por su amado Alex, sale con sus primas Joanna y Grace, aunque sólo sea para seguir pensando en Alex mientras sus primas le hablan.
14-Hermanas enfrentadas por la protagonista. La protagonista se va a vivir con sus tíos, que le hacen la vida imposible. Tiene dos primas que son hermanas, pero existe una fuerte rivalidad entre ellas. Rivalidad que crece con la presencia de la heroína de turno en la casa. Una de ellas, casi siempre la mayor, odia a la protagonista porque es más rica que ella o es más hermosa que ella, motivo por el que decide hacerle la vida imposible. Su hermana, casi siempre la menor, la admira porque es buena con ella y, finalmente, harta de que la traten como un trapo, acaba saliendo en su defensa. Esto provoca el enfrentamiento entre las hermanas. Lo hemos visto en la novela de Victoria Magno Estefanía. La protagonista, Estefanía, queda huérfana y debe de vivir con su odiosa tía Jacinta. Tiene dos primas, Bárbara y Marta. Bárbara la aborrece y disfruta haciéndola sufrir. Marta, por el contrario, la quiere y la ayuda en todo lo que puede.
15-Hermanas viviendo con la prima. La protagonista ha perdido a sus padres, pero le queda una hermana menor. Las dos se van a vivir a casa de sus tíos, quienes las reciben como si fueran sus hijas y las tratan como tal. Las dos hermanas conviven con una tercera, la que encuentran encarnada en la figura de la prima. En estos casos, la presencia tanto de la hermana como de la prima puede ser testimonial, como alguien a quien la protagonista les cuenta sus cosas (más se apoya en la hermana que en la prima). Pero también puede ser decisivo, como es el caso de la novela corta de Teresa Carmeselle Espejismo. Todo arranca cuando Jordan, la heroína, acepta ayudar a su prima Elizabeth a zafarse de un compromiso que no quiere. Terry, la hermana de Jordan, tiene su propia historia en Inesperado. A pesar de todo, pienso que Elizabeth debió de haber tenido su propio libro.
16-La desconocida. Vive con ella. Parece tener una cara. Pero, en realidad, tiene dos caras. Puede parecer amable y cariñosa, pero es todo un peligro. En ocasiones, la protagonista no sabe que su prima, detrás de un carácter algo peculiar, esconde una personalidad no sólo malvada, sino que es casi psicópata. Le ocurre a Emma, la protagonista de His wicked Kiss, de Jo Goodman. Su prima Marisol se rebela con una personalidad perturbada.
Las novelas en las que las primas tienen una presencia muy fuerte vienen de la infravalorada injustamente Mansfield Park. Recordemos que Fanny vive allí con sus tíos y con sus primas Mary y Julia. Luego, esto empieza a coger fuerza a raíz de Norte y Sur, la inmortal obra de la grandísima Elizabeth Gaskell. Recordemos que, al inicio de la novela, Margaret está pasando una temporada con su tía Shaw y con su prima Edith.
Si seguimos rascando, nos encontraremos más novelas de temática de heroínas viviendo con las primas.
Confieso que son mis favoritas porque me gusta ver cómo la protagonista interactúa con miembros de su familia, tanto para bien como para mal.
Confieso que en varias de mis novelas aparecen las protagonistas conviviendo con sus primas. Pero me decanto por el lado contrario, es decir, hago que las primas se vayan a vivir con la protagonista. Me harté un poco de tanta heroína huérfana, lo confieso. Y me gusta verla interactuando con sus padres, con sus hermanos y, sí, con sus primas.
¿Recordáis algún grupo más de primas?



La protagonista y las primas primigenias. Fotografía de una adaptación de Mansfield Park. Fanny Price aparece en el centro acompañada por sus primas Mary y Julia Bertram. No conozco esta adaptación, ya que la foto está sacada de Google Images.

domingo, 12 de enero de 2014

AVISO

Hola a todos.
Es imperdonable por mi parte el haberme pasado casi dos semanas sin haber hecho ninguna entrada en este blog.
Estoy muy centrada en los proyectos que tengo en mente. Empezando por Segundas oportunidades, la blog novela que podéis leer en mi blog "Un blog de época".
Tengo algo abandonado mi relato El ánima, pero, en este caso, la inspiración me ha abandonado.
Sé que la inspiración volverá antes o después, pero el hecho de estar centrada en otros proyectos ha hecho que éste lo tenga un poco olvidado.
De hecho, durante las próximas semanas, y sintiéndolo de corazón, tendré este blog bastante olvidado. Tengo otros proyectos en la cabeza que deseo que vean la luz lo antes posible. Pero no me olvido de este blog al que tuve abandonado durante mucho tiempo y que, gracias a Berkley Manor, tuvo la oportunidad de crecer y de desarrollarse.
Siento que a este blog le queda mucha vida por delante. Pero también tengo otros blogs. Proyectos en la cabeza que quieren salir a la luz.
No me olvido de El ánima, y prometo que Gilbert y Ellen tendrán su final y será un final feliz y, eso deseo, creíble, porque la cosa la dejo muy enredada.
No me olvido de Un sabor agridulce ni de cómo tiene que ir avanzando poco a poco la relación entre María Catalina y Lorenzo. Y saber si María Elena se recuperará de su enfermedad o si sucumbirá a ella.
No me olvido de vosotros ni de este blog al que tanto cariño tengo.
A pesar de que no haga aquí entradas tan a menudo, prometo que no pienso dejarlo en el olvido. Y, siempre que pueda, haré alguna que otra entrada en él. Porque los blogs crecen con entradas. Uno puedo escribir lo que quiera en su blog porque un blog es como un pedacito de su creador. Uno tiene derecho a plasmar en él la historia que le dé la gana porque la imaginación es libre. Podemos imaginar lo que queramos. Podemos escribir lo que queramos si ése es nuestro deseo. Si apostamos por esa idea. Si de verdad tenemos fe en ella. Si sentimos que merece la pena contarla.
Pronto, os seguiré informando de cada paso que vaya dando en este mundo literario que estoy empezando a descubrir.
¡Un millón de gracias por estar ahí!
Os debo que "Berkley Manor" siga abierto y a la espera de las historias que aún tiene que contar.