domingo, 13 de abril de 2014

UN SABOR AGRIDULCE

Hola a todos.
Después de un tiempo sin escribir nada de este relato, he logrado avanzar (aunque sólo poco) con mi relato Un sabor agridulce. 
En este fragmento, vemos cómo avanza la relación entre María Catalina y Lorenzo.

                     María Catalina acudió a la zapatería acompañada por su doncella a comprarse un par de zapatos.
                      El zapatero le habló de los buenos zapatos que hacía. Le tomó medidas a los pies de María Catalina, quien tuvo que descalzarse. Le enseñó el hombre el material de cuero con el que elaboraba los zapatos.
-Lo que más me interesan es que sean unos zapatos bonitos-afirmó María Catalina.
                       Por el rabillo del ojo, vio, a través de los cristales de la ventana de la zapatería, a Lorenzo acercarse. Sintió cómo se le paraba el corazón.
-¿Se encuentra bien, señorita?-le preguntó su doncella.
-Sí...-respondió María Catalina-Voy a salir un rato a tomar el fresco. Quédate aquí y que el zapatero te tome medidas de los pies. Mira el cuero y dile que te haga unos zapatos bonitos.
                     La joven abandonó la zapatería.
                      Se le cayó el alma a los pies. Lorenzo estaba ante ella.
-¿Qué estás haciendo aquí?-le interrogó María Catalina.
-He salido a dar una vuelta-respondió Lorenzo-Y te he visto dentro de la zapatería.
-¿Me estabas espiando?
-¡No! ¡Eso no! Pero...Tienes unos pies muy bonitos.
-¡Oh!
                      María Catalina sintió cómo el calor se agolpaba en su cara. No estaba acostumbrada a recibir piropos por parte de nadie. Aquella tarde, María Elena había decidido quedarse en casa. Rosario la ayudó a acostarse en su cama, ya que la joven se quejaba de que le dolía mucho la cabeza. María Catalina no quería retrasarse mucho. Deseaba regresar a su casa lo antes posible para ver cómo estaba María Elena.
-Tengo la sensación de que me evitas-observó Lorenzo.
-Yo no te estoy evitando-mintió María Catalina.
                   Sabía, en su fuero interno, que eso no era cierto. Sentía que no debía de enamorarse de Lorenzo. ¿Y si él, en el fondo, lo que deseaba era casarse con María Elena? El cuñado de su prima no se parecía en nada a su difunto esposo.
                     Lorenzo jamás le haría daño a María Elena.
-Siento algo muy fuerte por ti, Cati-se sinceró el joven-Cada vez que te miro, siento cómo mi corazón late muy deprisa. Tengo la necesidad de verte. De hablar contigo. Quiero que te apoyes en mí-Le dio un beso en la frente-Pero también quiero apoyarme en ti. En estos momentos, nos necesitamos el uno al otro.
                    Lorenzo se apoderó de los labios de María Catalina. Se fundieron en un beso largo, en mitad de la calle. María Catalina correspondió a aquel beso y rodeó el cuello de Lorenzo con los brazos.

 

                   Pero fue la primera en separarse de él, visiblemente agitada.
-No creo que esto le agrade a Elenita-se lamentó.
-¿Qué tiene que ver tu prima con nosotros?-se extrañó Lorenzo.
-Es tu cuñada. A lo mejor, quiere casarse contigo para tener hijos. Es todavía joven y puede volver a quedarse embarazada. Y puede que tú la ames.
-Yo no estoy enamorado de tu prima, Cati. Yo estoy enamorado de ti.

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