lunes, 22 de diciembre de 2014

A LA LUZ DE LA LUNA LLENA

Hola a todos.
Y aquí os traigo el final de mi relato A la luz de la Luna Llena. 
Es un breve epílogo que pone punto y final a esta historia.
Deseo de corazón que os haya gustado.

                                   Antes de que te vayas para convertirte en lobo en esta noche de Luna Llena, dame un beso.
                                  Yo me quedaré en el salón esperando tu regreso. Y, como siempre, el lobo te dejará ir.
                                   Serás otra vez un hombre y volverás a mí. Me besarás y me abrazarás y yo sentiré que vale la pena.
                                   Porque vale la pena estar contigo.
                                   Vale la pena amarte.
                                    Te lo digo de corazón. Me asomo a la ventana en las noches de Luna Llena. Te oigo aullar en la distancia. Sé que eres tú.
                                   Sé que tu parte humana sigue muy ligada a mí. Por ese motivo, yo te espero en esas noches en las que la bestia se apodera de ti y te separa de mí. Porque no tardará en llegar la mañana. Saldrá el Sol. Y tú volverás a ser el hombre que más amo en el mundo. Mi amor...



                          Cuando me llevas a nuestro lecho y me besas con ardor en los labios. Cuando me estrechas entre tus brazos y llenas cada centímetro de mi cuerpo de besos.
                         Yo sé que nada me importa excepto estar contigo.

domingo, 21 de diciembre de 2014

A LA LUZ DE LA LUNA LLENA

Hola a todos.
Me he decidido a seguir terminando con todas las historias que tengo.
Tenía pendiente subir el final de esta historia, pero me he liado a terminar otras que tenía a medias y no he podido.
Hoy, he decidido no posponerlo por más tiempo. Aquí os dejo el penúltimo fragmento de mi relato A la luz de la Luna Llena. 
Mañana, subiré un pequeño fragmento a guisa de epílogo.
Deseo de corazón que os haya gustado.

                             Martha salió de su casa sin ser vista. Era una noche de Luna Llena. Escuchó a lo lejos el aullido de un lobo. Supo que Roger estaba cerca de ella.
                             No tardaría en empezar a amanecer. Y ella quería esperarle y sentía que él no le haría ningún daño.
                              Se quedó sentada en el suelo, con la espalda apoyada contra el tronco de un árbol. Vio un pequeño rastro de sangre cerca de donde estaba ella sentada. Pensó en su madre y también pensó en su prima Daphne. No podía contarles la verdad a ninguna de las dos.
                            Su madre no se lo creería. Pero, a lo mejor, su prima Daphne sí podía llegar a creérselo.
                           Y no lo entendería.        
                           Roger, murmuró. 
                           Y él pareció escucharla. Aún siendo una bestia, podía sentir que Martha estaba cerca de él. Pero no podía acercarse todavía ella. El Sol no tardaría en empezar a aparecer. 
                          Los pasos de la bestia se acercaron sigilosamente a Martha. En su mente humana, Roger sabía que jamás le haría daño. Era la mujer con la que quería pasar el resto de su vida. 
                         Los pasos se acercaron cada vez más a Martha. Finalmente, ella se encontró cara a cara con el ser que tomaba posesión de Roger todas las noches de Luna Llena. Se puso de pie. Quiso echar a correr, pero no pudo. 
                          Quiso ponerse a gritar, pero la voz no le salía de la garganta. Poco a poco, la bestia fue desapareciendo. 
-¡Roger!-logró exclamar.
-Martha...-susurró él.
                         Cayó al suelo. Siempre se sentía débil cuando recuperaba la forma humana. Ver a Martha era algo que no esperaba. Ella corrió a su lado cuando le vio caer al suelo y se puso de rodillas junto a él.
-¿Te encuentras bien?-le preguntó.
-Has cometido una locura-respondió Roger con inquietud.
-Tú nunca me harías daño.
                         Roger había vuelto ser un hombre. Sin embargo, el ver a Martha esperándole en el bosque le llenó de un sentimiento de terror imposible de describir.
                         Amaba a aquella joven más que a nadie en este mundo. Y lo último que quería era hacerle daño.
                          Martha le abrazó.
                          No hagas eso, pensó Roger. ¿No te das cuenta de que soy peligroso para ti? Por favor, Martha. Regresa a casa. Olvida que me has conocido. Ve a Londres. Y busca a un hombre mucho mejor. Un hombre que no estoy maldito.
-¿Por qué has venido?-acabó preguntándole.
-Para probarme a mí misma que jamás me harías daño-respondió Martha.
-Ya me has visto dos veces así.
-Quiero pasar toda mi vida contigo.
-¿A pesar de lo que has visto, Martha? ¿A pesar de lo que soy?
                        La joven se apretó más contra él. Roger sintió cómo un nudo se formaba en su garganta. Los brazos del joven rodearon la cintura de Martha. Ella buscó refugio en el calor de su hombro. No le importaba lo que acababa de ver. Roger nunca le haría daño.
                        Tenía mucha confianza en él.
                         Sabía lo que iba a ser su vida si se casaba con él. Porque era su sino ser su esposa. 
                        Las noches de Luna Llena, Roger no estaría con ella. Pero Martha podía esperarle levantada todas las noches. Esperaría con ansia su regreso. 
-No es una vida fácil-le recordó Roger. 
-No me importa-replicó Martha. 
-Me quieres demasiado y yo te quiero demasiado. 
                   Roger acarició con la mano la espalda de Martha. 
                   Él estaba desnudo. Siempre solía desnudarse antes de transformarse. 
                   Pero la cercanía de Martha despertaba otra clase de sentimiento en él. No se trataba sólo de amor. También sentía un inmenso deseo hacia ella. Y, en aquel momento, a pesar de que ya había amanecido, la deseaba. A pesar de que su cuerpo estaba agotado, deseaba a Martha. 
                    Ella lo percibió. Y no sintió miedo alguno. De pronto, su bata, sus zapatillas y su camisón volaron. 
                      Estaba tan desnuda como lo estaba Roger en aquel momento. 
                      El joven la abrazó con más fuerza y la acostó sobre la hierba. La mano de Roger tembló cuando acarició el cabello suelto de Martha. Ella también se dio cuenta de que estaba temblando. 
-Yo no tengo miedo-afirmó la joven-Puedo confiar en ti. 
                        Llenó de besos el rostro de Roger. 
                        El joven se apoderó de la boca de Martha y la joven tuvo la sensación de que iba a devorar sus labios. 
                         Roger mordisqueó con suavidad el lóbulo de la oreja de Martha. 
-Dime cuando quieres que pare-le pidió él. 
                        Su voz sonó ronca y Martha se estremeció. Tembló de manera violenta. 
-De acuerdo...-susurró. 
                        Volvieron a besarse con igual intensidad que antes. Martha no sabía mucho de lo que estaba pasando. Pero recordaba la conversación que mantuvo su madre con Daphne cuando ésta se casó. Y recordaba haber oído a su prima quejarse de la vida íntima con su marido. No sabía cómo iba a ser su encuentro íntimo con Roger. Pero...Sí...Le quería. 
                      Lo abrazó con más fuerza. 
                      No quería permanecer pasiva. No quería estar quieta. 
                     Le besó en la punta de la nariz. Con su mano, empezó a acariciar el torso de Roger. Tenía algunos arañazos en la base de su estómago. 
                      Roger se atrevió a mordisquear los pezones de Martha. Saboreó con la lengua los senos de la joven. 
                       Martha nunca supo cómo Roger llegó a abrir sus piernas. Y ella se dejó llevar por lo que sentía.
                      Su sentido común se esfumó.
                      Tan sólo estaban en aquel bosque Roger y ella.
                      Los dos solos...
                       Martha apenas sintió dolor cuando el cuerpo de Roger invadió su cuerpo. Los dos comenzaron a moverse al mismo compás. Sintieron cómo sus almas se separaban de sus cuerpos. Y cómo ellos se fundían hasta convertirse en un único ser.
                      Permanecieron acostados en la hierba. Se abrazaron con fuerza y, durante unos instantes, no se movieron de aquel lugar. 
                     La madre de Martha no tardaría en darse cuenta de que ella no estaba. Y Daphne podía ir a buscarla. 
-Será mejor que nos vistamos-propuso Roger-Tu madre y yo tenemos que hablar. 
-¿De qué tienes que hablar con mi madre?-inquirió Martha. 
                       De pronto, lo entendió. Roger no quería esperar ni un sólo día. 
                       Iba a casarse con Martha. No veía la hora de convertirla en su esposa. De estar con ella. De todas las maneras posibles...
-Lo único que quiero es estar siempre contigo-admitió Martha-En lo bueno...En tus transformaciones...
-Te juro que te haré la mujer más feliz del mundo-le prometió Roger.