domingo, 31 de agosto de 2014

CAMINOS CRUZADOS

Hola a todos.
Hoy, subo el penúltimo pedazo de mi relato Caminos cruzados. 
Os agradezco de corazón que esteis ahí leyéndome. ¡Eso significa mucho para mí!
¡Vamos a ver lo que pasa hoy entre Paula y Pedro!

                               Pedro llevó a Paula a su habitación. Mientras subían a la habitación, Pedro le habló de su vida. De sus orígenes...Y Paula le escuchaba en silencio.
                              Se sentaron en la cama. Paula asumía lo que Pedro acababa de contarle y sintió que lo amaba más que antes. Empezaron a besarse de manera desaforada y perdieron la razón.
                             Nunca supieron quién desnudó a quién en primer lugar.
-Tu pasado no me importa-afirmó Paula-Sólo me importa quién eres tú.
                              La joven se dejó llevar por las caricias que le brindaron las manos de Pedro. Por los besos apasionados que le dio en los labios. Por cómo la besó en el cuello. Por cómo llenó de besos uno de sus pechos. Por cómo lamió cada centímetro de su piel. Por cómo se atrevió a chuparle la carne.
                            Se olvidó del resto del mundo.
                            Y se unió a él en el momento en el que el cuerpo de Pedro invadió el interior de su cuerpo.
-Siempre estaremos juntos-le prometió él.
-Siempre juntos...-corroboró Paula-Siempre...

sábado, 30 de agosto de 2014

CAMINOS CRUZADOS

Hola a todos.
En el fragmento de hoy de Caminos cruzados, Paula y Pedro vuelven a verse.
¿Qué pasará entre ellos?
¡Vamos a averiguarlo!

-Señor, tiene una visita-le informó una criada a Pedro.
                          El joven se encontraba en su despacho cuando la criada entró y le informó que había venido alguien a verle.
                           Paula estaba en el salón.
                           Pedro se quedó sin habla cuando la vio.
                           Se acercó a ella hipnotizado.
-Tengo una cosa que decirte-atacó Paula-Yo también te amo.
                          Se hizo el silencio durante un instante que a Paula se le hizo eterno. Le había costado mucho trabajo tomar aquella decisión.
-Paula...-murmuró Pedro.
                           La joven sonrió tímidamente. Su corazón latía a gran velocidad. Sentía que Pedro era el hombre de su vida. Estaba enamorada de él. No podía seguir negándolo por más tiempo.
-Lo único que quiero es que no hayas cambiado de opinión-dijo Paula.
-No he cambiado de opinión-le aseguró Pedro-Te amo, Paula. Y deseo hacerte feliz.
-Con tus palabras, ya me haces feliz.
-Te haré feliz con mis palabras. Con mis gestos...Con mi amor...Con mi adoración...
                         Paula sintió cómo algo en su interior empezaba a dar saltos de alegría. Era su corazón. Se sintió la mujer más feliz del mundo. Pedro y ella estarían siempre juntos.



-Iré a pedir tu mano en matrimonio a tus padres-afirmó Pedro-Le diré a tu padre que me muero por ti. Que quiero hacerte feliz.
-Tendrás que insistirle mucho-sonrió Paula.
-¡No me importa!
-Lo sé.
                              Los dos acabaron fundiéndose en un beso largo y denso.
                              Pedro llenó de besos el rostro de Paula.

viernes, 29 de agosto de 2014

CAMINOS CRUZADOS

Hola a todos.
Aquí os traigo un nuevo fragmento de mi relato Caminos cruzados. 
En esta ocasión, Adriana y José hablan acerca de Pedro y de Paula.
¡Vamos a ver lo que pasa!
Deseo de corazón que os esté gustando.

                            Adriana intuía que Paula se había enamorado de Pedro. Si eso era verdad, posiblemente, pelearía para poder estar a su lado. Se preguntó de qué sería capaz Paula de hacer con tal de estar al lado del hombre que amaba.
                           Es valiente, pensó Adriana.
-Pedro se le ha declarado a Paula-le informó José-Y ella no le ha dado ninguna contestación.
-Eso no lo sabía-admitió Adriana.
                         Se encontraban en el cementerio, situado en el islote de La Pulpera. Habían ido allí a poner flores en la tumba de los abuelos de Adriana.
                            Paula no me lo ha contado, pensó la joven.
-Te noto pensativa-observó José-¿Puedo saber qué te pasa?
-Te lo voy a contar-decidió Adriana-No es ningún secreto que Paula está enamorada de Pedro. Pero tiene muchas dudas. Piensa que sus padres no lo aceptarán. O cree que no será feliz con él.
                        La joven miró las lápidas de mármol. Sus ojos se llenaron de lágrimas. Pensó que su abuela, de estar viva, habría podido aconsejar a Paula.
-Por eso, guarda silencio-sentenció José.
                         Adriana esbozó una sonrisa cansada.
-Paula es como una hermana para mí-le recordó a José-Ya tiene diecinueve años. Ha estado en Melilla. Y su padre desea verla casada.
-Pero no creo que se vaya a casar con Pedro-afirmó José-En el fondo...Él tiene su pasado. Y se siente muy avergonzado de él.
-Después de lo que ha pasado entre nosotros, lo dudo-corroboró Adriana-Pero yo creo que van a tener suerte. Lo único que espero es que Paula no sea tonta. Que le diga a Pedro que también lo ama. Ellos se quieren de verdad. Lo intuyo.
-Creo que van a ser muy felices. Y sospecho que van a ser tan felices como lo somos tú y yo.

jueves, 28 de agosto de 2014

CAMINOS CRUZADOS

Hola a todos.
Aquí os traigo un nuevo fragmento de Caminos cruzados. 
En esta ocasión, veremos a un encuentro entre Paula y Pedro.
¡Vamos a ver lo que pasa!

                                Paula se despertó temprano al día siguiente. Adriana se había levantado.
-Buenos días, dormilona-la saludó su amiga-Espero que hayas soñado con Pedro anoche.
                               Paula le tiró una almohada que Adriana logró esquivar. Las dos amigas se echaron a reír en el momento en el que alguien golpeó suavemente la puerta de la habitación.
-Señorita Paula...-dijo una criada-Abra. Traigo una carta para usted. Me la ha dejado un chicuelo.
-¿Una carta?-se extrañó la aludida-¿Para mí?
                              Abrió la puerta. La criada le tendió la carta.
                              Se retiró discretamente. Paula cerró la puerta y se fue a un aparte para leer la carta.
-¿Quién te escribe?-inquirió Adriana.
-Es Pedro-contestó Paula-Quiere verme.
                              Oyó a Adriana aplaudir.
                             Paula la fulminó con la mirada. Le asustaba la idea de encontrarse con Pedro a solas.
                             La cita tendría lugar al día siguiente. Paula tuvo que releer varias veces la carta. Pedro quiere verme, repitió para sus adentros.

                              Paula se encontró con Pedro al día siguiente, junto al aljibe.
                              Eran las seis de la tarde.
-Paula...-dijo Pedro cuando la vio llegar-Me alegro mucho de verte.
                               Una mujer se alejó con un cántaro de barro que acababa de llenar. Paula se acercó tímidamente a Pedro. La joven estaba nerviosa. Se estaba viendo con un joven con una reputación espantosa. Había salido sola de su casa sin llevar consigo a su doncella. A sus padres les había dicho que iba a ir a la casa de Adriana.
                              Por suerte, su amiga la había ayudado en su mentira.
                              Después de encontrarse con Pedro, Paula iría a casa de Adriana. De aquel modo, si sus padres decidían ir a buscarla, la encontrarían allí. Paula retorció sus dedos enguantados con nerviosismo. Le puso nerviosa escuchar cómo caía el agua del aljibe.
                               El corazón de Pedro empezó a latir muy deprisa.
-¿Qué es lo que me quieres decir?-le preguntó Paula-No puedo perder mucho tiempo.
                               La joven se arrepentía de no haberse cubierto la cara con un velo para ocultar sus facciones. Se arrepentía de no haberse puesto una capa oscura encima de su vestido. Cualquier persona podría verla. Y sus padres no tardarían en enterarse.
-Siento algo muy intenso por ti, Paula-contestó Pedro-Es amor. Sí...Me he enamorado de ti, Paula. ¿No dices nada?
-Yo...-balbuceó la joven-Yo...
                              A Pedro le habría gustado haber leído más poesía. De aquel modo, su declaración de amor no habría sonado tan seca. Le habría gustado haber hecho una declaración de amor más bonita. Pero aquella declaración de amor había salido de su corazón. Paula clavó su mirada en su cara. Sentía que las piernas le temblaban con mucha violencia. Pensó que se iba a desmayar. Esto no está pasando, pensó Paula.
                              Pedro le cogió la mano.
                              El silencio de Paula le estaba volviendo loco. No entendía el porqué ella estaba tan callada. Se acercó más a ella. Quería hacerla hablar.
-No sé qué decir-admitió Paula.



                      Y ocurrió.
                     Los labios de Pedro se apoderaron de los labios de Paula. Ante aquel beso, la joven se quedó de piedra. No supo cómo reaccionar. Sólo sentía los labios de Pedro encima de sus labios.

miércoles, 27 de agosto de 2014

CAMINOS CRUZADOS

Hola a todos.
Pienso subir todos los días un fragmento de Caminos cruzados hasta que la termine.
Posiblemente, la acabe a finales de esta semana o a principios de la semana que viene.
En este fragmento, Pedro habla con José acerca de Paula.
¡Vamos a ver lo que le cuenta!

                              A la noche siguiente, Adriana fue a dormir a casa de Paula. Una criada colocó un camastro junto a la cama de Paula. Adriana tenía muchas cosas que contarle. Su madre le había dicho que había llegado el momento de confeccionar su vestido de novia. Adriana no sabía cómo quería su vestido de novia. Tenía muchas cosas en las que pensar.
                            Pedro y José se encontraron en la taberna, que se encontraba enfrente del almacén. Dieron cuenta cada uno de una jarra de cerveza. Se sentaron en una de las mesas del fondo para hablar más tranquilamente.
-¿Piensas que soy un buen partido para Paula?-le preguntó Pedro a su amigo.
                           La taberna estaba llena de gente. Los hombres hablaban a gritos. Se reían de manera ruidosa.
                           Aquella misma tarde, Pedro se había encontrado con Paula cuando ésta había salido a dar un paseo en compañía de Adriana. La había saludado depositando un beso en su mano.
                           Siempre estaba pensando en Paula. Pero no se atrevía a dar ni un paso más.
                          Sentía que no era digno de cortejarla. Paula merecía otra clase de hombre.
-Eres un buen muchacho-respondió José-Es más de lo que muchos pueden presumir. La vida te ha tratado mal desde el momento en el que fuiste engendrado. Pero tú no tienes la culpa.
                          Eso era algo que Pedro había oído en otras ocasiones. El propio sacerdote del Peñón se lo había dicho.
-El hijo de un violador...-suspiró-Nacido de una violación...¿Será algo que asuste a Paula?
-A ella le importas tú-contestó José-No soy ciego. Adriana y yo vemos que hay algo muy fuerte entre vosotros.
                           Pedro guardó silencio. Escuchó a un hombre piropear de manera obscena a una de las taberneras. Era un oficial.
-Si de verdad piensas que eso le va a importar a Paula, eres un idiota-afirmó José-No conoces bien a esa joven. Y la estás juzgando.
                          Pero Pedro no quería juzgar a Paula. Se estaba juzgando así mismo. A lo que era él.
-Habla con ella-le sugirió José.
                           Pedro guardó silencio. Valoró cada palabra que había escuchado aquella noche. José siempre había sido muy sensato.
-Tienes razón-afirmó.
                           Pedro había tomado una decisión. Iba a cortejar a Paula.
                           E iba a lograr enamorarla.
-Sospecho que mis sentimientos hacia Paula son correspondidos-le confesó a José-No quiero hacerme falsas ilusiones. Me siento raro porque me he enamorado.

martes, 26 de agosto de 2014

CAMINOS CRUZADOS

Hola a todos.
Aquí os traigo un nuevo fragmento de mi relato Caminos cruzados. 
Deseo de corazón que os esté gustando.

                            Mientras daban cuenta de una taza de café, Paula Abascal Bahamante le abría su corazón a su mejor amiga, Adriana.
-Te has enamorado-opinó Adriana-Es lo más normal del mundo.
-¡Casi no sé nada de él!-se asustó Paula.
-Le has visto muchas veces.
-Y hemos hablado.
                          En el momento en el que Paula conoció a Pedro Padilla Abadía, su vida había cambiado. Lo notaba.
                           Aquel joven la intimidaba en grado máximo. Sonaba exagerado.
                           No había conocido a un hombre tan alto y tan corpulento como él. La madre de Paula le había explicado que no hallaría placer alguno en su matrimonio y que la unión física entre un hombre y una mujer sólo servía para procrear.
                           Paula no lo creía desde que Pedro le besó la mano cuando fueron presentados.
                          Fueron presentados cerca del puerto.
                          Pedro era uno de los mejores amigos del prometido de Adriana, José Baeza Cadaval. Ocurrió cuando Paula acompañaba a Adriana cuando ésta salió a dar un paseo con José.
                          Aún no entendía el porqué José se había enamorado de la aristocrática Adriana. Pero Paula admitía que hacían una buena pareja. Se amaban mucho.
                           José y Pedro se conocían desde que eran pequeños. Los dos habían huido de sus casas cuando eran apenas unos adolescentes. Preferían vivir en la calle que seguir viviendo en aquel Infierno. Eso era lo que eran sus casas para ellos. Un auténtico Infierno...
                         Habían peleado duro para salir adelante. José había escapado de su casa harto de soportar los golpes que le propinaba su padre. Había llegado a matar a golpes a su madre. Él lo presenció.
                           Un rayo de luz apareció en su vida el día en que conoció a Adriana. Fue a los pocos días de llegar a Alhucemas. Venía huyendo de su pasado. Buscando un lugar donde empezar de nuevo. Le gustaba vivir en aquel lugar. El Peñón era un lugar tranquilo. Todo el mundo se conocía entre sí. Y parecía haber sido bien recibido.
                          Sabía que Adriana y su mejor amiga, Paula, estaban muy unidas. Poco a poco, no sólo había logrado conquistar el corazón de Adriana, sino que, además, acabó ganándose la confianza y la amistad de Paula. Ella hacía las veces de carabina cuando salían juntos. Le entregaba a Adriana las cartas que José le escribía.
                          Hacía de intermediaria entre ellos. José confiaba en que Pedro pudiese encontrar a una mujer parecida a Adriana.
                            Cuando todavía era un niño, la madre de Pedro le confesó, durante una de sus frecuentes borracheras, que lo aborrecía porque le recordaba al hombre que la violó.
                             Ella trabajaba en la posada de su padre. Una noche, fue abordada en la parte trasera por un cliente que estaba borracho. A pesar de estar casado y de tener hijos, siempre estaba acosándola. Aquella noche...Todavía sentía pesadillas al recordar sus labios asquerosos sobre sus labios.
                            Pedro fue concebido a raíz de aquella violación. Su madre se marchó de la posada tras enterarse de que Pedro iba a nacer. Nunca recibió una muestra de cariño por su parte. Le odiaba.
                            Pedro llegó a pensar que había algo malo en él. ¿Por qué su madre no le quería? ¿Tanto se parecía a su padre? Cuando supo que había sido concebido a raíz de una violación, Pedro sintió asco de sí mismo.
                           Su padre era un monstruo. Había violado a su madre. La había marcado de por vida. ¿Y qué era él?
                           Él era otro monstruo. Nada más...
                           Cuando vio un día a José y a Julieta besándose delante del faro, Pedro se preguntó si le llegaría la hora de ser feliz.
                             Paula era la más romántica de las dos amigas. Soñaba con vivir el más apasionado de los romances con un apuesto caballero. Adriana, por el contrario, era la más realista. Pero también quería soñar.
                           Desde que conoció a Pedro, Paula no había hecho otra cosa que pensar en él. A lo mejor, Pedro era el hombre que Paula estaba esperando.
                           Adriana era la más sensata de las dos amigas, pero, cuando el amor apareció en su vida, no se resistió a su llamada. Su relación con José era amor a primera vista. Lo decía todo el mundo.
                           Hacía unos meses que se había prometido de manera oficial con José. Se casarían en unos meses. Adriana estaba ilusionada preparando su boda. Ya había confeccionado la lista de invitados.
                           José quería quedarse a vivir en el Peñón de Alhucemas. Sabía que Adriana había nacido allí y que había crecido allí; deseaba vivir allí.
-Es obvio que sientes algo por ese hombre-observó Adriana-Me agrada saberlo. Hacéis muy buena pareja.                          Paula frunció el ceño.

 

-No lo sé-admitió Paula-Reconozco que siento algo cuando estoy con él. Algo parecido a un cosquilleo en el estómago. Como el aleteo de una mariposa...
                      Adriana sonrió para sus adentros. A ella le había pasado lo mismo cuando conoció a José.
                      Pedro también le hablaba a José de Paula. José se lo había contado.
-Acabas de contarme lo que sientes cuando hablas con él-observó Adriana.
-Pero es un joven que me da miedo-se sinceró Paula-Cuando estoy con él, me pongo nerviosa. Parezco una tonta. Nunca un hombre me ha llamado tanto la atención como él.
                         Adriana le dedicó una sonrisa comprensiva.
-Entiendo lo que sientes-le dijo-A mí me pasó lo mismo cuando conocí a José. Es amor.
-Tú no eres como yo-replicó Paula.
-Al poco tiempo de conocernos, José me pidió que le diese un mechón de mi cabello y yo se lo di. Fue el momento más emocionante de mi vida. Y sé que a ti te pasa lo mismo cuando Pedro te habla.
-Me cuesta trabajo entenderle. Tiene muchos secretos. Y me temo que nunca llegaré a conocerle del todo. No sé qué hacer.
-Intenta llegar a su corazón. Saber cómo es en realidad.
                          Paula se mostró dubitativa.
                         Sabía que la infancia de Pedro había sido de pesadilla. Ella no podía entenderlo. Había estado muy protegida por una familia cariñosa.
-No sé cómo va a acabar todo esto-reconoció-Deseo verle a todas horas y, al mismo tiempo, me da miedo encontrarme con él.
-Sois muy diferentes-observó Adriana. Se llevó a los labios su taza de café. Bebió un sorbo. Estaba dulce-A mí me costó trabajo admitir mis sentimientos hacia José. Pero lo hice. Tú posees una dote tan elevada como lo es la mía. Pero no creo que eso le importe a Pedro. Le conozco bien. Pedro lo sabe y es un hombre sencillo; se siente intimidado.
-¿Yo le intimido?-se asombró Paula. Nunca pensó que pudiera intimidar a un hombre tan grande. Como lo era Pedro-Es un hombre distinto a esos petimetres que me cortejan. Te diré una cosa. Me gusta que sea así.
-En eso también te entiendo-dijo Adriana-He pasado lo mismo. Te confesaré un secreto. Me enfrenté a mi padre porque quería estar con José. Me costó mucho trabajo convencerle de que me dejara estar con él.
                        Paula recordó que Adriana le había contado que había discutido en numerosas ocasiones con su padre cuando le comunicó que se había enamorado de José. Éste no lo entendió en un primer momento.
                         El padre de Adriana amenazó con enviarla a un convento si no desistía de su empeño, pero la joven no cejó hasta que no se salió con la suya. Adriana amenazó, a su vez, con escaparse de casa para irse con José.
-Creo que no tengo tu carácter-se lamentó Paula.
-Te pareces más a mí de lo que crees-sonrió Adriana.
-Siento algo por Pedro. Creo que podría decir que me estoy enamorando de él. Pero sé que mi padre no aceptaría mi eventual boda con Pedro. Me estoy adelantando a los acontecimientos. ¿No crees? Sí...Padre desea que me case con algún aristócrata, a ser posible, de la Península. No sé cuándo volveré a ver a Pedro, pero ojala sea pronto.
-Será así.

lunes, 25 de agosto de 2014

CAMINOS CRUZADOS

Hola a todos.
Me está costando muchísimo trabajo sacar adelante Un sabor agridulce. 
He decidido dejarlo un poco al margen hasta que me vengan las Musas con este relato.
Sin embargo, no pierdo la esperanza de que terminarlo. Y sé que puedo terminarlo. Lo he descubierto en los últimos días, después de que No te vayas llegara a su fin.
Y, para muestra de que puedo terminar una historia, aquí os traigo un relato que empecé a escribir ni me acuerdo. Está dividido en partes.
Yo imaginaba que iba a ser una gran novela, pero lo dejé cuando iba por la tercera hoja.
Lo he sacado del baúl de los recuerdos y me he animado a terminarlo. Me di cuenta de que me salía un relato, pero no me ha importado.
Me apetecía compartirlo con vosotros y aquí está.
Se titula Caminos cruzados y es una historia romántica de época.
Deseo de corazón que os guste.

PEÑÓN DE ALHUCEMAS, 1878

                             Paula estaba en Babia. 
                            Su amiga Adriana se percató de ello aquel domingo, cuando acudieron juntas a la Iglesia. A Misa de doce...
                             El sacerdote se había subido al púlpito para pronunciar el sermón. 
-¿Se puede saber qué te pasa?-le preguntó Adriana con una voz que apenas era un susurro. 
-¿Por qué me lo preguntas?-inquirió a su vez Paula. 
-No miras tu misal. 
                            Paula tenía la mente puesta en otra parte. 
-Yo estaba rezando-insistió la joven. 
-No lo parece-replicó Adriana. 
                            Paula fijó la vista en el sacerdote. No sabía cómo hablar con Adriana de aquel tema. Decidió que hablaría con ella más tarde. Después de todo, era su mejor amiga. Ella podía aconsejarla. 


-Iré a tu casa mañana-decidió Paula. 
-¿Y no podemos hablar cuando salgamos de la Iglesia?-se impacientó Adriana. 
-Mis padres me están esperando. Lo siento. 

sábado, 16 de agosto de 2014

EPÍLOGO DE "EL ÁNIMA"

Hola a todos.
El ánima es un relato que merece tener su propio epílogo.
Os dejo con el mismo.
Veremos cómo se desarrolló en el pasado la relación entre Ellen y Gilbert.
Escuchemos cómo Gilbert lo narra en primera persona.

                                     Nos conocimos en el año 1800.
                                     Te llamabas Ellen. Y tu segundo nombre era Cassandra.
                                     Yo no era nadie. Me había criado en la calle. Me abandonaron nada más nacer. Pero empecé a amarte en cuanto llegamos a la adolescencia. Me fijé en ti.
                                     Nunca pensé que te enamorarías de mí. Para mí, eras tan inalcanzable como la Luna. Como el Sol...
                                     Eras la hija menor de uno de los hombres más ricos de toda Escocia. Tenías dos hermanas que eran mayores que tú. Se habían casado. Tenían hijos. Habían hecho buenas bodas. Y se esperaba que tú hicieras lo mismo. Pero siempre fuiste rebelde. ¡No te rías de mí, Ellie! Es la verdad.
                                     Una tarde, te vi mientras dabas un paseo por la playa. Te gustaba salir sola a pasear por la playa.
                                      Me acerqué a ti en un rapto de valor, te cogí la mano y te la besé con devoción.
-Llevo mucho tiempo pensando en usted-te dije.
-Me he dado cuenta de que me miras mucho-afirmaste.
-La amo.
                                    Recuerdo que llevabas tu rubio cabello suelto. Tuve la sensación de estar ante un ángel. Me quedé sin aliento.
-La amo más que a mi propia vida-te confesé.
                                       Y fue en ese instante cuando te besé por primera vez en los labios. Nunca lo olvidaré.
                                       Hubo muchos más besos. Dices que te acuerdas de los besos que nos dimos, mi querida Ellen.
                                       Pero...Las demás imágenes pasan demasiado deprisa por tu cabeza. No logra relacionarlas.
                                      La desgracia vino cuando caíste gravemente enferma.
                                      Tu salud de hierro sufrió un duro golpe cuando enfermaste de neumonía. Empezó siendo un resfriado común.
                                      Un resfriado que nunca se te curó porque se te complicó. De ahí, pasó a ser una neumonía. Y, finalmente, acabó en una infección pulmonar. Yo quería estar a tu lado. Cogerte de la mano. Decirte lo mucho que te amaba. Sentía que mi vida sin ti no tenía sentido alguno.
                                      El esfuerzo que hizo el médico por salvarte la vida fue en vano. Falleciste un soleado mediodía. Y yo estaba lejos de ti. En la calle...No me dejaron entrar a decirte adiós. Y eso fue lo que pudo conmigo.
                                     Aquella misma tarde, empecé a caminar por la playa. Pero me metí en el agua.
                                     Me suicidé, Ellen. Me metí en el agua del mar hasta que me ahogué. No debí de haberlo hecho.
                                     No fui al Cielo. No fui al Infierno. Ni siquiera acabé en el Purgatorio.
                                     San Pedro, el Guardián del Cielo, me dijo que había cometido un terrible pecado al quitarme la vida. No había llegado mi hora. Sólo le corresponde a Dios decidir cuándo hemos de vivir, cuándo hemos de nacer y cuándo hemos de morir. Yo me sentí Dios. Por eso, me maté. Pero...Me maté porque no podía vivir sin ti.
                                     Me convertí en un ánima.
                                    Estaba condenado a vagar por esta isla. A la espera de algo...
                                    No sabía bien de qué se trataba. San Pedro es muy bondadoso. Me dijo que tu alma se había reencarnado.
                                     Me dijo que se había reencarnado en ti. Por eso, te busqué.
                                     Le di gracias a Dios por el milagro que había hecho.
                                     Te tengo a ti, mi adorada Ellen. Siento que he hecho un bien. Nunca más volveremos a estar separados. Teníamos que estar juntos. Y ya nos hemos encontrado. Dos cuerpos...Dos almas...Juntos para toda la Eternidad...
                                      Ya conoces toda la historia, amor mío. Ya conoces todo lo que he sufrido por tu ausencia. Y ya sabes lo dichoso que soy. Te tengo a mi lado.



                                   Y vivo feliz. Porque tú me has devuelto a la vida.
                                   Todo es distinto ahora. Todo es más hermoso.
                                   Porque tú estás de nuevo conmigo, Ellen.
                                   Porque puedo besarte siempre que pueda.

FIN

No sé si habrá un segundo epílogo. Lo pensaré. De momento, os dejo con este epílogo pequeño y conciso. 
Espero que os haya gustado esta historia de amor con cierto toque paranormal. 

lunes, 11 de agosto de 2014

UN SABOR AGRIDULCE

Hola a todos.
Hoy, os traigo este nuevo fragmento de mi relato Un sabor agridulce. 
Espero que os guste.

                                 Lorenzo estaba en el jardín. Vio a María Catalina salir del interior de la casa.
-Hola...-lo saludó la joven-No podía estar más tiempo metida dentro. Me ahogaba. Me gusta salir al jardín. Contemplar las rosas.
                                 Los pasos de María Catalina eran suaves y delicados y Lorenzo pensó que la joven parecía caminar de puntillas. Los ojos de María Catalina brillaron cuando contempló el jardín y vio las rosas que estaban en flor. Llevaba el cabello negro suelto. Caía como un manto sobre sus hombros.
                               Lorenzo se atrevió a coger la mano de María Catalina. En ocasiones, la joven sentía que no entendía nada. Lorenzo debió de haberse enamorado de María Elena.
                               Era mucho más hermosa que ella.
-Elenita se ha retirado temprano a su habitación-le explicó a Lorenzo.
-No se siente bien-se lamentó el joven-No termina de recuperarse.
-No soy ciega.
-En el fondo, le duele irse. No quiere dejarte.
                             El Sol estaba comenzando a esconderse por el Oeste. En el horizonte...
                            Rosario estaba en la habitación de María Elena. No pensaba abandonarla.
                            La joven yacía acostada en su cama, donde se había quedado profundamente dormida nada más acostarse. Rosario cogió una silla para sentarse a su lado, junto a la cama.
-Ay, mi niña-suspiró Rosario-¿Por qué no te recuperas? ¿Por qué no te pones buena? Podrías casarte de nuevo. Tener otro hijo. Estás mal.
                             Lorenzo contempló a María Catalina. Tuvo la sensación de que estaba viendo a un ángel.
                             María Catalina no sabía lo que le pasaba cuando estaba cerca de Lorenzo. Había leído algunas novelas de amores que le había prestado María Elena. Pero nunca antes había estado enamorada.
                             Y él le sujetaba con suavidad la mano.
-¿Tú te irás con ella a Solán de Cabras?-quiso saber María Catalina.
-No creo que me vaya con ella a Solán de Cabras-contestó Lorenzo.
-Me apena mucho saberlo.
-Elenita quiere estar sola. La acompaña Rosario. Pero, para Elenita, Rosario es como una segunda madre. No puede estar sin ella. La necesita.
-Entiendo.
-Y...Yo no podría estar lejos de ti, Cati.
                             Lorenzo suspiró. Con su vestido de color verde claro, María Catalina estaba muy bella. Había algo en ella casi sobrenatural. Su belleza sobrecogía a Lorenzo.
                               Se inclinó y lo besó con suavidad en los labios. Lorenzo llenó de besos el rostro de María Catalina.



-No...-murmuró María Catalina, aterrada.
-Lo siento, Cati-se disculpó Lorenzo-De verdad...Yo...
                        Su actitud aturdió al joven.
                       María Catalina era extraña. Muy rara...
                       La joven se dio media vuelta. Le latía muy deprisa el corazón. ¿Qué me está pasando?, se preguntó María Catalina así misma. Me estoy enamorando. Me estoy enamorando de Lorenzo.
                       Se metió dentro de casa. Tuvo que apoyarse contra la pared del recibidor. Todo su cuerpo temblaba de manera violenta. Deseaba estar con Lorenzo. Hablar con él. Y empezaba a desear mucho más de él. Eso era lo que más la asustaba. María Elena podía entender lo que significaba el deseo.
                         Había deseado de manera intensa a Santiago antes de casarse con él.
                        Está mal, pensó María Catalina. No volverá a pasar.
                         Ignoraba que Lorenzo, en aquellos momentos, estaba pensando en ella. Pensaba que María Catalina era especial.
                          Era la mujer más extraordinaria que jamás había conocido. Había algo en ella que la hacía única a sus ojos. Y era, además, la mujer más hermosa que jamás había conocido.
                          Era verdad. Se había enamorado.
                          Estaba realmente enamorado de María Catalina y lo único que deseaba era poder ser feliz a su lado. Estaba conquistando poco a poco su corazón. María Catalina también estaba realmente enamorada de él. Era algo que Lorenzo notaba.

domingo, 10 de agosto de 2014

UN SABOR AGRIDULCE

Hola a todos.
Hoy, os dejo con un nuevo fragmento de mi relato Un sabor agridulce. 
En esta ocasión, vemos a Lorenzo informando a María Catalina de las intenciones de su prima.
¡Vamos a ver lo que pasa!

-¿Qué me estás contando?-casi gritó María Catalina.
                                 Lorenzo y ella habían salido a dar un paseo.
                                Era día de mercado. Se detuvieron ante un puesto de pescado cuando María Catalina supo que María Elena estaba pensando en irse al balneario de Solán de Cabras.
                                Le costaba trabajo asimilar lo que le había contado Lorenzo. María Elena sentía que no se había recuperado. Y, en lugar de quedarse en el Peñón de Alhucemas, se marchaba lejos.
-Rosario va a viajar con ella-le explicó Lorenzo-No estará sola. Elenita no se encuentra bien. Pero no quiere ser una carga ni para tus padres ni para ti.
-¡Pero eso es absurdo!-replicó María Catalina-Elenita no es ninguna carga. Nosotros estamos encantados de que esté aquí. La queremos.
-Elenita piensa que te está encadenando. Y siente que eso no es justo para ti.
                              María Catalina empezó a enfadarse de verdad con su prima. No se sentía para nada obligada a cuidar de ella. Cuidaba de ella porque María Elena era como una hermana mayor para ella. Sentía que la necesitaba.
                               Y estaba a su lado para cuidarla.
                               Lorenzo le cogió la mano a María Catalina.
-Elenita no se va a ir todavía-le explicó a la joven-Quiere esperar unas semanas para ver si se recupera del todo. Entonces, ella y Rosario se marcharán al balneario de Solán de Cabras. Tus padres ya lo saben. Es evidente que no están nada contentos con su decisión. Pero Elenita ha tomado una decisión. Es obvio que no nos gusta. Pero es su decisión. Cati...Hemos de respetarla.
-No creo que pueda respetar esa decisión-admitió María Catalina-Si Elenita se marcha, se morirá. ¡Lo sé! Lo intuyo.
                              Lorenzo depositó un beso en la mejilla de María Catalina.
                              No fue un beso suave en la mejilla.
                              Le dio un beso sonoro en la mejilla.
                              Las mejillas de María Catalina se encendieron ante el contacto de los labios de Lorenzo. Fue algo casto. Pero...
-Será mejor que regresemos a casa-sugirió María Catalina-Nos están esperando.
                               Lorenzo y ella se habían puesto nerviosos.

sábado, 9 de agosto de 2014

UNA FRASE SOBRE EL AMOR

Hola a todos.
Hoy, me gustaría compartir con vosotros esta frase que he encontrado en Internet acerca del amor.
Espero que os guste.

Aprendemos a amar no cuando encontramos a la persona perfecta, sino cuando llegamos a ver de manera perfecta a una persona imperfecta.

viernes, 8 de agosto de 2014

UN SABOR AGRIDULCE

Hola a todos.
Hoy, os traigo un pequeño fragmento de mi relato Un sabor agridulce. 
Aunque sea a trompicones, quiero que esta historia avance. Me he propuesto terminarla a lo largo del mes que viene.
En el fragmento de hoy, María Elena le cuenta a Lorenzo sus planes.
¡Vamos a ver lo que pasa!

                                       Lorenzo encontró a María Elena recostada en la chaise longue del jardín. La joven se sentía cansada y se había recostado un rato. Sentía que la enfermedad podía volver a ella en cualquier momento.
                                       Lorenzo se puso de cuclillas a su lado.
                                       María Elena se percató de la presencia de su cuñado en el jardín. Lorenzo todavía no sabía nada acerca de sus planes de marcharse al balneario de Solán de Cabras.
-Me marcho, Lorenzo-le comunicó la joven-En unos días, me marcharé al balneario de Solán de Cabras con Rosario.
                                     La noticia dejó de piedra a Lorenzo. Había creído que María Elena acabaría regresando con él llegado el momento. O que, por el contrario, se quedaría a vivir para siempre en el Peñón de Alhucemas. Si no quería vivir ni con sus tíos ni con su prima María Catalina, podría buscar una casa donde vivir con Rosario. Y buscar algún trabajo. O vivir de la herencia que le había legado su padre cuando murió.
-¿Es que te encuentras mal?-le preguntó Lorenzo a su cuñada alarmado.
-No termino de curarme-respondió María Elena-Es cierto que no tengo fiebre y puedo salir a pasear. Pero las fuerzas no regresan a mí. No estoy bien.
                                  Además, María Catalina estaba completamente volcada en cuidar de ella. María Elena sentía que eso no era justo.
                                  María Catalina no podía desperdiciar su juventud. Merecía ser feliz.
                                 Lorenzo le cogió la mano a su cuñada.
-Quiero pedirte un favor-dijo María Elena-No soy ciega. Estás enamorado de Cati. Y sospecho que mi prima corresponde a ese amor.
-Cati no sabe nada-se lamentó Lorenzo.
-Entonces, quiero pedirte que hagas algo al respecto. Habla con sinceridad con Cati. Y lucha por ella. En el amor, hay que luchar todos los días. Hay que cuidarlo, como la más frágil de las plantas. Santiago nunca cuidó nuestro amor.
                                 Al recordar a su marido, una lágrima rodó por la mejilla de María Elena.

jueves, 7 de agosto de 2014

ESTOY BIEN

Hola a todos.
Hoy, no pienso mentiros. Me siento bien y es la primera vez en mucho tiempo que me siento bien. No me importa nada el que en La Unión estemos a casi 40ºC. Que me esté asando de calor. Que odio el verano. A pesar de todo eso, estoy contenta.
No sabría explicar muy bien el porqué estoy contenta. Tan sólo siento que las fuerzas han retornado a mí.
¡Sólo eso!
¡Estoy bien!

domingo, 3 de agosto de 2014

OTRA REFLEXIÓN ACERCA DE LO QUE NO ES AMOR

Hola a todos.
Navegando por Internet, me he encontrado con esta interesante reflexión acerca de lo que NO ES AMOR.
En ocasiones, corremos el riesgo de confundir sentimientos. Y eso nos puede ocasionar, a la larga, muchos disgustos.
Os dejo con esta reflexión:

Si tienes celos, inseguridad y haces cualquier cosa por mantener a alguien a tu lado, aún sabiendo que no te ama, eso no es amor.
Es falta de amor propio.

Para amar a alguien, primero, hemos de empezar a valorarnos a nosotros mismos.

sábado, 2 de agosto de 2014

SOÑAR

Hola a todos.
Hoy, voy a hacer una entrada rápida con una pequeña reflexión.
Todo el mundo tiene sueños. Todos queremos que nuestros sueños se hagan realidad. Pero, para que esos sueños se hagan realidad, hay que armarse de valor y de paciencia. Y hay que pelear por ello.
Si nos quedamos parados, no conseguiremos nada.
Si damos pequeños pasos, poco a poco, empezaremos a ver nuestra meta cada vez más cerca.

viernes, 1 de agosto de 2014

UN SABOR AGRIDULCE

Hola a todos.
Siguiendo con el consejo que me dio hace algún tiempo nuestro buen amigo EldanY, no abandono esta historia.
He podido escribir un fragmento. Aunque se trata de un fragmento más bien breve, deseo de corazón que os guste.

                             De pie en el salón de su casa, doña Edelmira miraba a su sobrina María Elena. La joven permanecía sentada en el sofá. Ya había tomado una decisión.
-¿Lo has pensado bien?-le preguntó doña Edelmira a María Elena.
-Tía, os agradezco a mi tío y a ti todos vuestros desvelos por mí-respondió la joven-Pero no quiero ser un estorbo para vosotros. He oído hablar del balneario Solán de Cabras. Está muy bien. Yo podría pasar una temporada allí.
-¡Estarías sola!
-Rosario vendría conmigo, tía. Ella siempre ha estado cuidando de mí como una madre. Tu lugar está aquí, con mi tío y con Cati.
-No estás recuperada, Elenita. Y no es un viaje corto.
-Lo sé.
                                Doña Edelmira empezó a pasearse de un lado a otro del salón.
                                María Elena seguía siendo igual de terca como lo era antes de casarse con Santiago.
-¿Lo has pensado bien?-volvió a preguntarle.
-Lo he estado meditando mucho-respondió María Elena-Se trata de una decisión que he tomado en base a todo lo que estoy viendo. Cati tiene derecho a vivir su propia vida.
                                 María Elena no quería seguir siendo un estorbo para María Catalina. Era cierto que su prima nunca se quejaba.
                                 La había cuidado con total devoción. Pero María Catalina tenía derecho a llevar su propia vida. María Elena no podía tenerla siempre a su lado.
-No quiero que viva a mi sombra-afirmó la joven con tristeza.



                                  Doña Edelmira aceptó. Pero puso una condición.
-Tienes que estar más recuperada-le dijo a María Elena-No puedo permitir que te vayas a Solán de Cabras en el estado en el que te encuentras.
-Me encuentro muy bien, tía-le recordó la joven-Ya salgo a dar paseos.
-Necesito verte más recuperada, Elenita.
                                 La joven tuvo que ceder. Pero no pensaba cambiar de idea bajo ningún concepto.