miércoles, 21 de mayo de 2014

EL ÁNIMA

Hola a todos. 
Aquí os traigo la última parte de mi relato El ánima. 
Espero que os guste y espero también que os haya gustado toda la historia. 
Os agradezco de corazón las veces que me habéis leído y las veces que me habéis comentado. 
¡Mil gracias por estar ahí!
En cuanto pueda, me gustaría terminar Un sabor agridulce. 

-Nos casaremos a finales de año-le anunció a la noche siguiente Gilbert a Ellen-No quiero esperar más.
                         Habían salido a dar un paseo por la zona del East End.
                         Hacía una noche estrellada. Ellen sentía que nada de lo que estaba pasando era real. De algún modo, Gilbert y ella estarían siempre juntos.
                         Había encontrado el amor en la figura de un ánima. Del espíritu de un joven que había muerto años antes. Y se había reencarnado en el cuerpo del difunto prometido de su prima Anne. En un primer momento, Ellen le había pedido que se reencarnara en Tristán por Anne. Siempre se había desvivido por su prima. Anne seguiría siendo muy importante en su vida. Pero ella estaba en la cárcel.
-¿Cuándo saldrá el juicio?-quiso saber Ellen.
-Saldrá a finales del verano-contestó Gilbert-He hablado con lord Spencer. Intentará que la justicia sea clemente con ella. El hermano de Tristán es un hombre muy influyente en toda Escocia.
-Mi padre le está buscando un buen abogado. Yo quiero ayudarle a conseguirlo.
                          La voz de Ellen se quebró al recordar a Anne. Le contó a Gilbert que iría a visitar a su prima durante el verano a la cárcel. No quería dejarla sola. Le escribía con frecuencia.
                          Gilbert la escuchaba embelesado. Había tenido que esperar algunos años. Pero, al final, estaban de nuevo juntos. Ellen también quería recordar su historia de amor pasada. Todavía no es el momento, pensó Gilbert.
                         Pero la ayudaría a recordar. No sería nada agradable.
                         Sin embargo, Ellen y él estarían siempre juntos. En sus cuerpos encarnados...En sus almas enamoradas...La voz que sólo Gilbert podía oír, aunque no podía oír, daba su bendición a aquella unión.
                        Gilbert y Ellen se detuvieron. Tenían la sensación de que el mundo les pertenecía. La noche que hacía era preciosa. Una noche llena de magia en la que todo podía pasar.
                         Gilbert y Ellen se fundieron en un beso cargado de pasión. Fue un beso largo con el que sellaban su amor.
                       Su amor eterno...



FIN


martes, 20 de mayo de 2014

EL ÁNIMA

Hola a todos. 
Deberían de quedar tres pedazos de este relato, pero he logrado fusionar dos y sólo quedarían éste y el de mañana. 
En este fragmento, Gilbert habla con Thomas y con Lucy acerca de sus intenciones hacia Ellen. 

                      Thomas, Lucy y Ellen salieron a dar un paseo cuando pasaron dos semanas desde el arresto de Anne. 
                       Gilbert se les había adelantado. 
                       Se encontraba paseándose de un lado a otro, dando vueltas alrededor de la fuente de piedra. 
                        Necesitaba hablar con los padres de Ellen y contarles sus intenciones hacia ella. Deseaba casarse con Ellen. No podía perder más tiempo. 
-Excelencia...-se extrañó Lucy cuando su marido, su hija y ella llegaron a la fuente-¿Qué está haciendo aquí? 
-Necesito hablar con ustedes-contestó Gilbert-Es muy importante. 
-¿De qué se trata?-se interesó Thomas-Lamento mucho lo ocurrido con mi sobrina. Entiendo que desee anular su compromiso. Es usted un hombre libre para hacer lo que quiera. 
                      Una mujer acudió a la fuente a llenar su cántaro de cerámica de agua. Miró con curiosidad a la familia. 
                      Gilbert empezó a hablar. No se trataba de Anne. 
                       Ellen pensó que se iba a desmayar. Gilbert le estaba pidiendo su mano a sus padres. 
                     ¿Acaso se había vuelto loco? 
-Estoy enamorado de Ellen, señor-se sinceró Gilbert-Llevo mucho tiempo enamorado de ella. No lo he dicho antes porque le debo respeto a Annie. Ella fue muy especial para mí. Lo será siempre. Pero...Señor, de quien yo estoy realmente enamorado es de su hija. De Ellie...
                        Thomas se quedó atónito. Lucy pensó que se iba a desmayar. Jamás imaginaron ninguno de los dos que lord Tristán pudiera estar enamorado de Ellen. 
                        Era cierto que tenía mucho trato con la chica. Pero creía que era porque era la prima de su prometida. Para él, Ellen debía de ser como una especie de hermana pequeña. Sin embargo, no era así. 
                        Thomas y Lucy miraron a su hija. Ellen se había quedado muda. No sabía qué decir. 
-¿Estás enamorada de lord Tristán, hija?-la interrogó Thomas. 
                        Ellen casi no podía hablar. Se limitó a contestar asintiendo. 
                        Thomas y Lucy intercambiaron una mirada. Lucy cogió la mano de su hija. 
-Nunca lo has dicho-observó la mujer. 
-Lo último que quería era hacerle daño a Annie-se sinceró Ellen. 
                         Thomas miró a Gilbert. Pero el joven estaba mirando a Ellen. En sus ojos aparecía reflejado todo el amor que sentía por Ellen. Nunca había mirado así a Anne. Thomas no podía seguir negando la evidencia, muy a su pesar. Bajó la cabeza y suspiró. Ellen merecía ser feliz. 
-Si mi hija le ama de verdad, milord-empezó a decir-Si usted la ama también y su amor es verdadero. No soy quién para oponerme a que estén juntos. Lo que ha ocurrido con Annie ha sido espantoso. Deberemos de convivir con ese peso sobre nuestras espaldas. Pero...Ellie merece ser feliz. Mi sobrina adora a mi hija. La sigue queriendo. Ellie...Ellie es mi única hija. Le ruego, milord, que la haga feliz. 
-¡Papá!-chilló Ellen, atónita-¿Qué estás diciendo? ¡No me lo puedo creer! 
-Es lo mejor que puedo hacer-afirmó Thomas. 
-Señor, quedo agradecido con usted-le aseguró Gilbert. Hizo una profunda reverencia-Haré feliz a su hija. Consagraré mi vida a ella. A cuidarla. A amarla. A complacerla. 
-Eso espero. 
                     Gilbert se acercó radiante a Ellen. Lucy se apartó. Ellen rodeó con sus brazos el cuello de Gilbert y los dos se fundieron en un tierno beso. 



Y mañana...
¡EL FINAL!

lunes, 19 de mayo de 2014

EL ÁNIMA

Hola a todos. 
Hoy, retomo con mucho entusiasmo la recta final de El ánima. 
A partir de ahora, subiré todos los días un fragmento, si puedo, hasta el final. Quedan tan sólo cuatro partes. 
Lo que iba a ser, en un principio, un relato para celebrar Halloween se ha convertido en una historia propia. 
Os agradezco de corazón vuestros comentarios y vuestras lecturas. 
¡Gracias! 
En este fragmento, lord Spencer y Gilbert tienen a solas una conversación. 

                        Lord Spencer quería hablar. 
                        Citó a Gilbert en la taberna de la isla. 
                        Cuando Gilbert se sentó frente a lord Spencer en una de las mesas del fondo, le encontró distinto. Ya no era el mismo hombre que le amenazó cuando apareció en el castillo. Lord Spencer no había podido conciliar el sueño en la semana que llevaba viviendo en Inchcolm. 
                         Ya sabía que su hermano Tristán no había tenido nada que ver de manera directa con la muerte de Déborah. Su hermano seguía siendo un sinvergüenza. Pero no era ningún asesino. Lo había juzgado mal. 
-Me gustaría pedirte perdón-atacó lord Spencer-He estado odiándote durante mucho tiempo sin razón alguna. En mi defensa, diré que actuaba movido por el amor. 
-Sé por experiencia que el amor es el más noble de todos los sentimientos-afirmó Gilbert-Pero puede llegar a retorcerse hasta el punto de que queda como algo deforme. 
-Como pasa cuando llega la obsesión. Esa joven, Anne, estaba obsesionada contigo. 
                    Gilbert no estaba pensando en Anne. En quien estaba pensando era en Ellen. A petición de ésta, cuando vinieron a buscar a Anne, le dio un suave beso en los labios a modo de despedida. 
-La pena es que nunca estuve enamorado de ella-admitió Gilbert-Sigo pensando que lo ocurrido también fue, en parte, culpa mía. Nunca debí de haberme prometido con Anne sin amarla como ella me amaba a mí. No fue justo para ella. Lo lamentaré durante el resto de mi vida. 
                    Era Ellen quien estaba destrozada por la detención de Anne. Casi no reconocía a su prima. 
                    Ellen recordaba a Anne a su lado desde que le alcanzaba la memoria. Recordaba los paseos por la orilla de la playa. Recordaba cómo iba a su habitación en mitad de la noche para hablar con ella. Recordaba cuando las dos se bañaban en la playa. Las veces en las que Anne la retaba a subirse a un árbol. 
                    Todo eso había cambiado. Había acabado para siempre. 
                    Lord Spencer se daba cuenta de una cosa. Notaba a Tristán cambiado. 
                    Incluso, pensaba que su hermano ya no era su hermano. Ya no era el mismo Tristán que era cuando se marchó. 
                      Era otro Tristán. Un hombre diferente...
-Te noto distinto-observó lord Spencer. 
-Hay alguien en mi vida muy especial-se sinceró Gilbert-Es una joven especial. 
                      Lord Spencer vio cómo los ojos de Gilbert brillaban. 
                     Debe de ser cierto que está enamorado, pensó con cierta envidia. No sabía qué iba a ser de él y de lady Eden. 
                       Sólo sabía que no podía divorciarse de ella. Sería un escándalo terrible. 
                      Intentaría llevarse mejor con lady Eden. Con el paso del tiempo, a lo mejor, volvían a ser amigos. Como eran cuando eran pequeños. Antes de casarse. 
-Me alegro mucho por ti-afirmó lord Spencer, siendo sincero-Aunque sea demasiado pronto. Pero la vida es muy corta. Sólo espero que seas feliz. 
-Pienso que la vida es muy corta-se sinceró Gilbert-Pero la Eternidad es muy larga. 
-No entiendo lo que quieres decir. 
-Digo que la vida son apenas unos años. Luego, llega la muerte. Pero no quiero hablar de la muerte. Es mejor que hablemos del presente. 
-Tienes razón. 
                        Alzaron sus respectivas jarras de cerveza y las chocaron. Brindaron por el futuro que le esperaba a Gilbert. La Eternidad junto a la mujer que realmente amaba. 

domingo, 18 de mayo de 2014

UN SABOR AGRIDULCE

Hola a todos.
Estoy un poquillo enredada con el final de El ánima. Sé que había prometido terminarla esta semana, pero no he podido.
Lo siento mucho.
Sin embargo, intentaré que esta historia termine a lo largo de la semana entrante.
Cuando la acabe, pienso concluir Un sabor agridulce. 
De momento, he podido avanzar un poco con esta historia y aquí os dejo un pequeño fragmento.
Continúa avanzando la relación entre María Catalina y Lorenzo.

                           Merendar con Lorenzo era una locura.
                           Esto lo pensó María Catalina cuando se vio sola con él en el comedor a la hora de la merienda.
                           Su padre había acudido a visitar a un potencial cliente. Su madre y María Elena habían ido a visitar a una amiga. En realidad, era una amiga de su madre. Pero quiso que María Elena la acompañara.
-A mi prima le conviene tomar el aire fresco y que le vuelva a dar el Sol en la cara-le comentó María Catalina a Lorenzo.
                          Él no podía creerse la oportunidad que le brindaba la vida de quedarse a solas con ella durante un rato.
                          Apenas una hora, porque doña Edelmira y María Elena no tardarían mucho tiempo en regresar.
-Te noto un poco nerviosa-observó Lorenzo.
-No es nada-mintió María Catalina-Han ocurrido muchas cosas entre tú y yo.
                       Lorenzo cogió la mano de María Catalina por encima de la mesa. Se la besó.
                       Ella se puso rígida y apartó su mano de él.
                       Cogió una galleta de un plato. Le temblaba la mano. La cercanía de Lorenzo la ponía nerviosa.
                        No podía negarse así misma que estaba enamorada de él. Pero tenía la sensación de que Lorenzo no podía ser suyo.
                        Con lo bella que era María Elena, debía de casarse con ella. Después de todo, era su cuñado. Era el hermano menor del difunto Santiago.
                        Le correspondía casarse con María Elena y tener hijos con ella. No podía ponerse a coquetear con la prima de su cuñada. Pero ella se quedó en el comedor merendando con él.
-No podemos seguir negando lo que hay entre nosotros, Cati-afirmó Lorenzo-Aunque tú no quieras hablar, yo sí quiero hablar.
-Te debes a Elenita-le recordó María Catalina.
-Es cierto que yo quiero a tu prima. La quiero y la respeto. Pero no estoy enamorado de ella. Nunca he estado enamorado de ella. Elenita es como una hermana para mí. No sólo porque estuvo casada con mi difunto hermano. Es porque la veo como tal.
-Tu deber es casarte con ella y tener hijos que lleven tu apellido.
-Ni quiero casarme con tu prima ni ella quiere casarse conmigo. Cati...
                       María Catalina no quería escucharle.
                      Podía ponerse de pie. Podía salir del comedor. Pero permaneció sentada en su silla, oyendo cómo Lorenzo le hablaba de amor. Aquel joven estaba enamorado de ella. La amaba de verdad. Se había enamorado de la que siempre había sido la sombra de su prima.
-No he hecho otra cosa más que pensar en ti desde que te conocí-se sinceró Lorenzo-Estas semanas que llevo viviendo contigo y con tus padres me he dado cuenta de cómo eres en realidad. Y te amo por ello. Por tu lealtad...Por tu fortaleza...
-No puedes estar hablando en serio-murmuró María Catalina atónita.
                      Lorenzo se inclinó y besó a María Catalina por encima de la mesa. Se separó de ella y María Catalina estaba toda roja.
-Esto no puede estar pasando-dijo-Tú estás enamorado de mí.
-No puedo vivir sin ti-le aseguró Lorenzo-Eres la mujer que llevo toda mi vida esperando, Cati.
                      Volvió a inclinarse por encima de la mesa y volvió a besar a María Catalina en los labios. Ella no pudo pensar con claridad. Tan sólo pudo devolverle el beso a Lorenzo.



                      Finalmente, se separaron.
                      María Catalina cogió otra galleta y le dio un mordisco. Casi no podía mirar a Lorenzo a los ojos.
                       No sabía qué decirle.

miércoles, 14 de mayo de 2014

EL ÁNIMA

Hola a todos.
Queda muy poquito para finalizar El ánima. 
Si Dios quiere, espero terminarla esta semana.
En este fragmento, vemos cómo sigue la vida después del arresto de Anne.

                       A raíz de los comentarios agradables que le hacía, Anne comenzó a fijarse en Tristán. Era como si se hubiese enamorado de manera repentina de él, o quisiera pensar que estaba enamorada.
                      Todo esto lo pensó mientras la doncella que compartía con Ellen la ayudaba a vestirse. Anne era consciente de lo que le esperaba. 
-Tenga fuerza, señorita-la instó la doncella. 
                       Pero hacía mucho que las fuerzas habían abandonado a Anne. Su herida se estaba curando, pero debía de pagar un precio demasiado elevado por haber amado a Tristán. ¿En serio lo había amado de verdad? 
                      Lo cierto era que no soportaba haber perdido la admiración de Tristán. Y mucho menos por una muchachita como Ellen. Las mujeres como ella no podían despertar la pasión en los hombres. Y las mujeres como Anne habían nacido para ser deseadas.
            Pero tenía que reconocer Anne que en algunos aspectos no podía competir con Ellen. Ellen tenía quince dieciocho años. Poseía la frescura de la juventud. La inocencia que aún no se ha marchitado. Anne nunca fue una joven ingenua en muchos aspectos. Tuvo que sobrevivir. Un padre maltratador…Una madre débil…Y la amenaza constante de la ruina…Todo eso pendía sobre ella. Tuvo que espabilarse rápidamente. 
-Annie...-dijo Lucy, entrando en la habitación de su sobrina-Han venido a buscarte. 
-Déjame el pelo suelto-le pidió la aludida a su doncella-No quiero llevar moño. Quiero llevarlo suelto. 
-Sí, señorita-asintió la doncella. 
                       La frialdad de Anne en aquellos momentos destrozó a Lucy. Su sobrina parecía vivir ajena a todo lo que estaba pasando. Ésta no es mi Anne, pensó Lucy con dolor. Un dolor que compartía con su marido y con su hija. 

                       Desde el embarcadero, Ellen contempló cómo la barca se alejaba.
                       Dos detectives habían llegado procedentes de Kirkcaldy para llevarse consigo a Anne.
                       Desde el día en el que confesó que había asesinado a Déborah, Anne no había vuelto a abrir la boca. Ya había pasado una semana desde aquel día.
                       Anne tampoco articuló palabra en el momento en el que se presentaron los dos detectives en la casa para llevársela. Fue Thomas el que tuvo que realizar el viaje más duro de su vida al ir a Kirkcaldy con Gilbert y con lord Spencer para denunciar a su sobrina. Tanto Lucy como Ellen habían seguido cuidándola, incapaces de creerse todavía todo lo que había pasado. Pero, a pesar de que el cuerpo de Anne acabó sanando, su mente parecía estar destrozada.
                       Ellen la abrazó cuando los dos detectives se la llevaron esposada. Le dio un beso  en la mejilla. Entonces, creyó reconocer a su querida prima.
-¿Cómo te encuentras?-le preguntó Gilbert a Ellen cuando se acercó a ella en la playa.
-Todavía no me puedo creer todo lo que ha pasado-respondió la joven-No quiero ni pensar que mi querida prima Annie sea una asesina. Pero así es.
-Lo siento mucho. Yo lo único que deseaba era ayudar.
-No te preocupes. La verdad siempre acaba saliendo a la luz. Sólo siento que tenemos que convivir con este dolor durante el resto de nuestras vidas. Annie irá a parar a la cárcel. Eso será peor para ella.
-Lord Spencer no me ha dirigido la palabra desde que supo que fue tu prima quien mató a Déborah. Ya no me mira con tanto odio. El odio que albergaba hacia Tristán por a causa de Déborah.
-¿Era cierto que ella estaba embarazada?
-No lo sé. Tengo que enterarme. Su alma se encuentra en el Purgatorio. Y es muy raro. Las mujeres que mueren con sus hijos en su vientre no van nunca al Purgatorio. Por lo general, se quedan vagando cerca del lugar donde los dos murieron. Llevan a sus bebés en brazos. Posiblemente, Déborah nunca estuvo embarazada y sólo quiso el dinero de Tristán.
-Pero eso no justifica las numerosas canalladas que él cometió.
-En mi opinión, ese hombre no debería de estar en el Purgatorio, sino pudriéndose en el Infierno. Tanto Déborah como Annie fueron víctimas indirectas suyas. Las volvió locas.
-Y las dos lo han pagado demasiado caro. ¿Qué vas a hacer ahora?
                       Gilbert lo había tenido claro desde hacía mucho tiempo.
-Quedarme-contestó.
                        Su alma había encontrado un cuerpo en el que habitar. Ya no volvería a estar nunca más separado de Ellen.
                         Llenó de besos el rostro de la joven. Los dos se fundieron en un largo y cálido beso, intentando olvidar todo lo ocurrido durante los días pasados.



                      Al separarse, Ellen tuvo la sensación de que Gilbert y ella estarían siempre juntos.
-Todavía tengo que hablar con tus padres-dijo el joven-Y hablar con lord Spencer.
-No creo que lo entiendan-admitió Ellen-Aún es un poco pronto.
-Dentro de unos días, hablaré con ellos. Pero no puedo posponer mi charla con lord Spencer.
-¿Le vas a decir que no eres realmente Tristán?
-Es una historia demasiado disparatada. No creo que la entienda nunca. Pero él nota que Tristán está muy cambiado. No puede saber el qué es. No lo entendería nunca. Lord Spencer sólo cree en aquello que sus ojos ven. Pero le cegó el odio que le tenía a Tristán. 

martes, 13 de mayo de 2014

EL ÁNIMA

Hola a todos.
En el fragmento de hoy, vemos lo que le depara a Anne después de su dramática confesión y de su intento de suicidio.

                   Gilbert sujetó en brazos la figura inerte de Anne.
                   La joven estaba todavía viva.
-Lo siento-murmuraba.
                    Las lágrimas escapaban sin control de los ojos de Ellen. No podía creerse nada de lo que acababa de pasar. Su querida prima Anne era una asesina. Había intentado matarla.
                    Y había intentado quitarse la vida ante ella. No sabía si podría resistir otro varapalo más. Veía, con espanto, cómo la sangre manaba del pecho de Anne.
-Te pondrás bien, Annie-le aseguró Ellen.
                      Hubo un gran revuelo en la casa cuando Gilbert apareció sujetando en sus brazos a una herida Anne. Thomas exigió saber lo que había pasado. Lucy lanzó un grito de espanto y cayó desplomada sobre el sofá.
                        Ellen se vio obligada a reaccionar. Le ordenó a Gilbert que subiera a Anne a su habitación. Mientras, ella pasaba un frasco de sales aromáticas debajo de la nariz de su madre.
                        Un criado fue a buscar al médico.
-¿Qué le ha pasado a mi sobrina?-exigió saber Thomas.
-Su sobrina es una asesina, señor-le contestó lord Spencer con rabia.
                       Thomas estuvo a punto de golpear a aquel caballero por haber insultado a Anne. Sin embargo, Gilbert los detuvo.
-Señor, cuando Annie se recupere, lo contará todo-afirmó-Me temo que no conocíamos tan bien a Annie como creíamos. Pero lo importante ahora es salvarle la vida.
                     Fue la noche más larga de la vida de Ellen. Permaneció toda la noche en el pasillo. Mientras, en el interior de la habitación de Anne, el médico le extraía la bala que se había disparado así misma.
-¿Qué ha pasado, Ellie?-le preguntó Lucy a su hija-¿Por qué Annie está herida? Tu padre dice que tu prima tiene mucho que contarnos.
-Cuando Annie se recupere, si Dios quiere, hablará-respondió Ellen-No podemos obligarla. Mamá, han ocurrido muchas cosas a nuestras espaldas. Ya va siendo hora de que las vayáis conociendo poco a poco.
-No entiendo nada. Primero, Tristán se marcha y aparece acompañado por una pareja de desconocidos. Después, salís tu prima y tú a dar un paseo. Y...¡Me traéis a Annie medio muerta!
-Con el debido respeto, señora-intervino lady Eden-Me parece que usted tiene a su sobrina subida en un pedestal cuando no debería de ser así. ¿Recuerda un viaje que su sobrina hizo hace algún tiempo a Stirling?
-Fue a visitar a su amiga Connie-recordó Lucy.
-Señora, su sobrina nunca estuvo en Stirling. Estuvo en el castillo de mi marido, en Ullapool.
-¡Imposible! ¡Annie nunca nos mentiría!
                      Ellen le lanzó a lady Eden una mirada de advertencia.
-Le ruego que no atormente a mi madre-le pidió con voz gélida-Recemos para que Anne se recupere. Entonces, ella hablará con mis padres. Que sea mi prima quien cuente lo ocurrido. Es lo mejor.
-Está bien-cedió lady Eden.
                        El médico logró extraer la bala del pecho de Anne. La joven perdió mucha sangre, sin embargo, logró detener la hemorragia.
                        Gilbert permaneció a su lado cogiéndole la mano.
-No me dejes, Tristán-le pidió Anne.
                         Durante los dos días siguientes, el médico iba a visitarla tres veces al día. Anne tuvo fiebre muy elevada. Lucy y Ellen se turnaban para pasarle paños empapados en agua fría por la frente y por la cara. Le cambiaban el camisón. Al tercer día, Anne amaneció sin fiebre. Todos estaban reunidos en su habitación.
-Tengo que deciros una cosa-dijo Anne, con la voz ahogada-Acabaré en la cárcel. Pero nada me importa ya.
                         Ellen estaba cepillando el cabello de Anne. Aquel cabello rojo había perdido todo su brillo.
-No te fatigues, Annie-le exhortó-Te estás recuperando.
-Ellie, ¿cómo puedes preocuparte tanto por mí?-le preguntó su prima con la voz quebrada-¡No lo hagas! ¡No me lo merezco! Intenté matarte.
-¿Qué has dicho?-le preguntó Thomas, perplejo-¿Has dicho que has intentado matar a Ellie?
-Lo siento mucho.
                         Anne empezó a hablar. Contó cómo le llegaron los rumores de que Tristán se estaba viendo con una joven criada llamada Déborah.
                         Les mintió a sus tíos al decirle que se iba de viaje a Stirling a visitar a su amiga Connie. En realidad, fue al castillo de lord Spencer en Ullapool. Llegó de noche y se coló por la cocina sin ser vista, sólo para darle una sorpresa a Tristán.
                           Pero se llevó una sorpresa cuando escuchó a su amado y la joven criada llamada Déborah discutir. Y ella le echaba en cara que la había dejado embarazada.
                          Anne enloqueció y fue tras ella. La golpeó. La estranguló y, después de matarla, la tiró por la ventana.
                            A Thomas se le fue el color de la cara tras escuchar la confesión de su sobrina. Lucy no era capaz de articular palabra. Sólo sentía cómo una lágrima caía por su mejilla. Y más lágrimas...Aquella joven que confesaba haber matado a otra joven no podía ser Anne. No podía ser su sobrina.
                          Ellen salió de la habitación porque sentía que se estaba ahogando. Gilbert fue tras ella. La alcanzó en el pasillo.
-¿Cómo estás?-le preguntó.
-No estoy bien-respondió Ellen-No me puedo creer todavía lo que ha pasado.
-Nadie se lo cree. Lo que ha hecho Anne es una salvajada.
-Irá a la cárcel. ¡Pero no quiero que vaya a la cárcel!
-Ha matado a Déborah. Tiene que pagar por lo que hizo. De algún modo, la verdad acaba saliendo a la luz.
-¿A costa de que Annie casi se muere?
-Intentó matarte, Ellie.
-No lo creo. Estaba enloquecida. Pero yo conozco bien a mi prima. Nunca me habría hecho daño.
                        Gilbert besó con ternura a Ellen, deseando calmar el dolor que la joven estaba sintiendo en su interior.



-Intentaremos ayudar a tu prima en todo lo que podamos-le prometió Gilbert-Pero tiene que pagar por lo que le hizo a esa joven. Nadie puede ir por ahí matando a la gente sin pagar por ello.
-Lo sé-admitió Ellen, con tristeza.

lunes, 12 de mayo de 2014

EL ÁNIMA

Hola a todos. 
El fragmento de hoy de El ánima es bastante triste por un motivo que veremos a continuación. 
El último fragmento espero poder subirlo esta semana. 
¡Muchas gracias por haber seguido esta historia siempre que he podido subir un trozo! 
Eso me motiva a seguir escribiendo. 

                          Todo ocurrió demasiado despacio para Ellen. 
                          Gilbert se abalanzó sobre Anne y trató de arrebatarle el arma. A Ellen le costaba trabajo reconocer a su prima. 
                         Anne trataba de zafarse de Gilbert. No entendía el porqué Tristán estaba defendiendo a Ellen. Para Anne, todo estaba claro en su mente. Su prometido y su prima eran amantes. 
-¿Acaso es que estás enamorado de ella?-le preguntó, al tiempo que abofeteaba su rostro. 
-¡Vas a cometer una locura!-respondió Gilbert-¡Dame la pistola, Annie! 
-¡No has respondido a mi pregunta! 
                       Lord Spencer se puso de pie como pudo. 
                       Vio cómo Anne y Gilbert rodaban por la arena. Recordaba haber visto a la joven pelirroja apuntar con un arma a la joven rubia que estaba ante ella. Y Tristán trataba de quitarle el arma. Finalmente, el joven logró desarmar a Anne. La joven quedó sentada en la arena. 
-¿Se encuentra bien, señorita?-le preguntó lord Spencer a Ellen-¿Le ha hecho daño? 
-Annie ha querido matarme-respondió la aturdida joven-Dijo que había matado a una joven en el pasado. 
-¡No puedo soportar el ver cómo miras a mi prima!-acusó Anne a Gilbert-Igual que mirabas a aquella puta. 
-¿De quién estás hablando?-le preguntó Gilbert. 
-¡No te hagas el tonto! Estoy hablando de Déborah. 
                      Al escuchar el nombre de Déborah, lord Spencer se giró para mirar a Anne. 
                     La joven rompió a llorar. Durante mucho tiempo, había guardado aquel secreto en lo más profundo de su corazón. Ellen estaba en estado casi catatónico mientras escuchaba hablar a su prima. Por su parte, la ira de lord Spencer iba en aumento. 
-¿Mataste a Déborah, perra?-la acusó. 
                      Estaba tan furioso que lo veía todo rojo porque aquella mujer había matado a su amada Déborah. 
-¡Tú la mataste!-volvió a gritar, fuera de sí-¿Cómo pudiste? ¿Por qué lo hiciste? 
-Iba a tener un hijo de Tristán y lo quería para sí-contestó Anne, destrozada. 
                        Lord Spencer quiso ir hacia ella, pero Gilbert logró ponerse de pie y agarrar su hermano. De pronto, lord Spencer empezó a darse cuenta de que había pasado mucho tiempo odiando a Tristán sin motivo alguno. El odio había dominado su vida desde el instante en el que vio a Déborah muerta. Culpó a Tristán sin más de lo ocurrido. Su hermano tenía numerosos defectos. Pero no era ningún asesino. Ni se le ocurrió investigar lo ocurrido realmente aquella funesta noche. 
-¡Suéltame, Tristán!-le increpó a Gilbert-¡Tengo que matarla! Tiene que pagar por lo que le hizo a Déborah. 
-Y pagará por lo que hizo, créeme-le aseguró el joven-La policía se hará cargo de ella. 
-¿Qué quieres decir?-le preguntó Ellen, saliendo del estado de estupor en el que se encontraba-¿Piensas denunciarla? 
-Ellie, ha matado a una joven. 
-Pero...Annie no es mala. Está obsesionada. Pero...
-Ha estado a punto de matarte a ti también. 
                        Entonces, ocurrió. 
-¡Annie!-chilló Ellen. 
                         Anne le arrebató el arma a Gilbert. Pero no hizo nada con ella. 
                         Salió corriendo. 
-¡Anne!-gritó Gilbert. 
                         Ellen, lord Spencer y él fueron corriendo tras Anne. 
-¡Annie, vuelve!-le imploró Ellen-¡Por favor! ¡Detente! Queremos hablar contigo. ¡Annie! 
                         Anne no veía por donde iba. Sólo sabía que había perdido a Tristán. Él había regresado sólo para estar al lado de Ellen. Se daba perfecta cuenta de que nunca había sido suyo. Tristán nunca estuvo realmente enamorado de ella. Sólo la quería por su dinero. Y, en algún momento, se había enamorado de Ellen. 
                          Llegaron hasta el Monasterio en ruinas. Anne entró en aquel lugar, deseando esconderse del mundo. Ellen, Gilbert y lord Spencer entraron también. No tardaron mucho en localizar a Anne en una de las celdas. Lord Spencer sentía el deseo de hacerle a aquella mujer lo mismo que le había hecho a Déborah. Pero debía de dejar hacer a Tristán. Por algún extraño motivo, Anne haría caso ciegamente a todo lo que él le dijera. 
-Dame la pistola-le pidió Gilbert-No venimos a pelear ni a echarte nada en cara. Tan sólo quiero que me des la pistola. 
-Amas a Ellie-dijo Anne con una voz tan lejana que no parecía la suya. 
-Cuando me des la pistola, hablaremos de eso.
-¡Mientes!
-Annie, por favor-intervino Ellen-Dale la pistola. No cometas ninguna locura.
-Habría podido acabar contigo. Pero no pude. No habría podido hacerlo. Tú eres mi prima, Ellie.
-Sé que nunca me habrías hecho daño, Annie.
-Pero maté a esa joven llamada Déborah.
                      En aquel momento, Anne se llevó la pistola al pecho. Un grito se escapó de la garganta de Ellie al adivinar las intenciones de su prima. Lord Spencer se quedó paralizado. Fue Gilbert el que actuó al abalanzarse sobre Anne para quitarle el arma. Entonces, un ruido resonó en el silencio del viejo Monasterio.
                       Era el sonido de un disparo.
                       Justicia para la víctima, oyó decir la aterrada Ellen.
                       Era la misma voz que escuchaba Gilbert y a quien él acudía en busca de consejo cuando lo necesitaba.






domingo, 11 de mayo de 2014

EL ÁNIMA

Hola a todos.
Por distintos motivos, no he podido terminar con mi relato El ánima esta semana. Pero me gustaría terminarlo antes del verano.
De momento, el final está cada vez más cerca.
En este fragmento, lord Spencer, lady Eden y Gilbert llegan a Inchcolm. Y Gilbert recibe una mala noticia.

                          La barca que llevaba a lord Spencer, a lady Eden y a Gilbert a Inchcolm quedó varada en la arena.
                         Los tres saltaron a tierra. Fue Gilbert quien condujo a lord Spencer y a lady Eden hasta la casa de Ellen.
                          Tanto lord Spencer como lady Eden daban muestras de estar realmente agotados. El viaje había sido muy largo y, además, muy tenso. Lo único que querían era descansar.
                        Sin embargo, una extraña sensación no dejaba de envolver a Gilbert. Tenía la certeza de que Ellen corría serio peligro al lado de Anne.
                          Llegaron hasta la casa de Ellen. El mayordomo les abrió la puerta. Reconoció a Gilbert, pero no reconoció al cansado matrimonio que le acompañaba.
-Por favor...-dijo Gilbert-Dígale a los tíos de mi prometida que mi hermano y su mujer están aquí. Han venido conmigo.
-¿A quién quiere que anuncie, señor?-inquirió el mayordomo.
 -Al venerable lord Spencer Kincaid y a su esposa Eden, si no es mucha molestia.
-Lady Eden...-intervino la cuñada de Tristán.
-Lady Eden...-repitió Gilbert-Eso es.
                      Thomas y Lucy estaban en el salón. Thomas estaba leyendo un libro en voz alta. Lucy, mientras, le escuchaba mientras bordaba una sábana con las iniciales de su hija Ellen.
-¡Tristán, por fin has vuelto!-exclamó Lucy, poniéndose de pie, al tiempo que dejaba su bordado en el sofá.
-Señora, me gustaría presentarle a mi hermano lord Spencer Kincaid y a su esposa, lady Eden-dijo Gilbert.
-Es un placer conocerla, señora-afirmó lord Spencer, al tiempo que hacía una cortés reverencia.
-El placer es mío, señor-le aseguró Lucy-Me gustaría presentarle a mi marido, Thomas. Creo que habrá venido para la boda. Si Tristán está aquí, eso significa que Annie y él se casarán enseguida. ¡Oh, cuánto me alegro! He empezado a bordar el ajuar de bodas de Ellie. Es nuestra hija. Es nuestra única hija. Pero Annie es como otra hija más para Thomas y para mí.
-¿Dónde están Anne y Elen, señora?-inquirió Gilbert.
                       No tenía ganas de perder el tiempo con la cháchara de Lucy. Había visto que tanto Anne como Ellen no estaban en el salón cuando llegaron.
                       Thomas le dio una noticia que le paralizó el corazón.
                       Anne y Ellen habían salido a dar un paseo.
-Vaya a buscarlas-le sugirió a Gilbert-Estoy seguro de que se llevarán una grata sorpresa cuando le vean. ¡Sobre todo, Annie! Lleva mucho tiempo esperándole.
                       Gilbert salió corriendo de la casa.
                      Movido por la curiosidad, lord Spencer le siguió. Había visto cómo el rostro del hombre que creía que era su hermano palidecía por momentos. No entendía nada de lo que estaba pasando.
                       Gilbert buscó por toda la isla a las dos jóvenes.
                      Le pareció que Inchcolm era una isla demasiado grande. La voz que sólo él podía oír le advertía de que Ellen estaba en grave peligro.
                      Empezó a llamar a gritos a Anne y a Ellen. Pero ninguna de las dos le contestó. Lord Spencer iba corriendo tras él, llamándole a su vez. Lord Spencer estaba al borde del desmayo. No entendía nada de lo que estaba haciendo Gilbert. Le dolía el cuerpo por el viaje. Se sentía aturdido.
                       De pronto, Gilbert se detuvo en seco. En la playa se encontraban Anne y Ellen. Ellen estaba desencajada mirando fijamente a su prima. El rostro de Anne estaba vacío de toda expresión.
                        En sus manos, sujetaba una pistola.
-Annie...-la llamó-¿Qué vas a hacer?
                        Lord Spencer cayó sobre la arena de rodillas porque sus piernas se negaban a seguir sosteniendo el peso de su cuerpo.
-Tristán...-murmuró Anne, al escuchar la voz de su prometido.
-Por favor, Annie, no lo hagas-le pidió Ellen con la voz serena, aunque tratando de disimular el terror que la invadía-Mira. Ha vuelto Tristán. Ha vuelto por ti.



-Pero te está mirando. ¡No soporto que te mire, Ellie!
                       Entonces, lord Spencer observó cómo Gilbert se abalanzaba sobre Anne.
-¿Qué está pasando aquí?-preguntó el aturdido aristócrata, casi a gritos.

jueves, 8 de mayo de 2014

EL ÁNIMA

Hola a todos.
Después del fragmento del martes de El ánima, la intriga sigue en el fragmento de hoy.
Gilbert regresa a Inchcolm acompañado de lord Spencer y de la esposa de éste. Durante el tenso viaje, Gilbert hará un descubrimiento inquietante.
¡Vamos a ver qué pasa!

                        Gilbert no llegó a pasar ni veinticuatro horas en el castillo de Ullapool. Tuvo la ocasión de conocer a la cuñada de Tristán, lady Eden. Aquella mujer de cabellos de color miel le inspiró mucha pena. Tenía un gesto serio dibujado en su cara. No parecía ser muy feliz en su matrimonio.
                        Le llevaron a una de las habitaciones de invitados. La cama era mucho más grande que la cama en la que solía dormir cuando estaba vivo.
                        Le costó mucho trabajo conciliar el sueño aquella noche. Creía escuchar la voz. Le estaba diciendo algo.
                        Regresa a Inchcolm. 
                       Ellen está en peligro. 
                       Gilbert no entendía el porqué Ellen corría peligro estando en Inchcolm. Su amada estaba con la gente que la quería y que la protegía. Sus padres...Su prima Anne...
                         El viaje fue largo y tenso. Lord Spencer se negó a dirigirle la palabra durante el trayecto en la diligencia. Lady Eden no le hablaba, pero no le hablaba por timidez.
                          Lord Spencer apenas se preocupaba por su mujer. Lady Eden, por su parte, parecía haberse resignado a aquel matrimonio sin amor. No estaba enamorada de su marido. Ni siquiera podían decirse que eran amigos.
                         Gilbert deseaba abandonar el cuerpo de Tristán en cualquier parte. Podía llegar más rápidamente convertido en un espíritu a la isla. Pero lord Spencer y lady Eden sufrirían un soponcio si le veían abandonar el cuerpo de Tristán. A lo mejor, lord Spencer se llevaba una alegría. Aquel hombre odiaba con todo su ser a su único hermano.
                         Pernoctaron una de las noches en la posada de Kirkcaldy.
                         Lord Spencer apenas había podido probar bocado durante la cena.
                         Los tres pidieron una pinta de stout.
                         Lord Spencer se quedó de piedra. Por lo que él sabía, su mujer jamás probaba el alcohol. Sin embargo, lady Eden le aseguró de que necesitaba tomar algo fuerte para poder aguantar aquel viaje infernal.
                         De pronto, pareció reparar en el que creía que era su cuñado. Esbozó una sonrisa que Gilbert interpretó como maligna. Lord Spencer se puso tenso.
-Mi doncella me comentó que una joven vino a buscarte al castillo una vez-le dijo lady Eden a Gilbert.
-¿Cómo era esa joven?-inquirió el joven.
-Era pelirroja y muy bella.
                         Lady Eden se interrumpió para beber un sorbo de su vaso de stout.
-¿Cuándo ocurrió eso?-le preguntó Gilbert.
-Ocurrió la misma noche en la que murió esa joven por la que tanto mi marido como tú suspiráis-respondió lady Eden con voz gélida-Mi doncella estaba en el patio coqueteando con uno de los mozos de cuadras. Tiene ya cuarenta años y va camino de convertirse en una solterona. Pero le vuelven loca los jovencitos. Se fijó en que una joven bien vestida entraba por la cocina sin anunciarse. Le pareció raro. Pero dedujo que debía de ser una de tus amiguitas. ¿No te acuerdas de que las traías al castillo?
-La única pelirroja que conozco se llama Anne y es mi prometida.
-¿Deshonraste a esa joven en el castillo?-le acusó lord Spencer-¿Sabiendo que Déborah iba a tener un hijo tuyo?
-No la vi. Es la primera noticia que tengo. No vi a Anne esa noche. Y no entiendo qué estaba haciendo en el castillo. ¿Y dices que fue la misma noche en que murió Déborah?
-Fue instantes antes de su muerte. Cuando mi querido marido estaba retozando con ella.
                     Gilbert se retiró a la habitación que le habían asignado. Escuchó a lord Spencer y a lady Eden discutir en una de las otras habitaciones. Dormían separados.
                        Anne estuvo en el castillo la misma noche en que murió Déborah. ¿Acaso fue allí a buscar a Tristán? Meneó la cabeza mientras se dejaba caer en el camastro. La prima de Ellen no podía haber matado a Déborah.
-¿Y si le hace algo a Ellie?-le susurró aquella voz.
-¡Es su prima!-respondió Gilbert, sentándose de golpe en el camastro-¡Son como hermanas!
-Está obsesionada con Tristán. La obsesión no es sinónimo de amor. Su mente se está perturbando por momentos.
                       Gilbert sentía que no podía esperar a llegar a Inchcolm con lord Spencer y con lady Eden.

martes, 6 de mayo de 2014

EL ÁNIMA

Hola a todos.
Lo bueno es ir terminando una historia antes de pasar a la historia siguiente.
¡Y es lo que quiero hacer!
Me quiero poner las pilas con El ánima. 
Esta historia ha tomado vida por sí sola. Lo que iba a ser un cuento romántico de fantasmas de por medio para celebrar Halloween se ha convertido en una historia de amor y de misterio más larga de lo que pensaba con unos personajes a los que adoro y en la que nada es lo que parece.
Pero a cada historia le llega el final y nos estamos acercando al final en este caso. Aunque no descarto que haya segunda parte. Pero eso quiero ir pensándolo con calma. Primero, he de acabar con esta parte antes de pasar a la segunda.
Siguiendo con el buen consejo de EldanY, he podido escribir hoy un trocito pequeño, pero bastante interesante en el que el lado oscuro de Anne aflora. ¿Lado oscuro o amor obsesivo por un auténtico canalla?
¡Vamos a descubrirlo!

                               Anne y Ellen salieron a dar un paseo por la bahía. No había nadie en el lugar. Se veían algunas barcas de pescadores faenando en la distancia.
                              Ellen iba algo adelantada y se fijó en que Anne sujetaba con fuerza su bolso.
                              Notaba que su prima estaba algo rara desde hacía algunos días. El amor tan profundo que sentía por aquel malnacido de Tristán estaba rayando en la obsesión. Ellen temía por la salud mental de Anne.
                             Ignoraba la clase de pensamientos que estaban pasando en aquellos momentos por la mente de su prima. A pesar de que adoraba a Ellen, Anne pensaba que su prima estaba considerando la idea de arrebatarle a Tristán. Y eso no podía permitírselo.
-No quiero perder a Tristán, Ellie-le dijo con firmeza a su prima-Él es mío. ¡Es mío!
                             Las dos se detuvieron.
-Nadie te va a quitar a Tristán-le aseguró Ellen-Él te ama.
                              Pensó que Gilbert no tardaría muchos días en regresar a la isla con el hermano de Tristán. Entonces, aquel hombre se encargaría de abrirle los ojos a Anne con respecto a Tristán.
-Tú quieres quitarme a Tristán-comenzó a decir la joven-Te he visto con él en muchas ocasiones. Tengo la sensación de que Tristán tiene ojos para ti. Del mismo modo en el que sólo tenía ojos para aquella ramera.
                             Ellen arqueó una ceja al escuchar aquellas palabras. Por primera vez, Anne parecía admitir que Tristán le había sido infiel en ocasiones anteriores. Pero había algo en su prima que despertó el miedo en Ellen. La expresión de Anne era casi fiera. Sus ojos estaban vacíos.
                           Un escalofrío recorrió la espalda de Ellen. No sabía qué era lo que estaba pensando Anne en aquellos momentos.
-No sé de qué estás hablando-dijo.
-Había una ramera en el castillo en el que vivía que decía que iba a tener un hijo suyo-empezó a hablar Anne-Yo sé bien que eso no podía ser cierto porque mi Tristán sólo tenía ojos para mí. Pero los rumores llegaron a mis oídos y tuve que ir a ver lo que estaba pasando. A ti y a los tíos os dije que iba a visitar a mi amiga Connie, la que vive en Stirling. Pero fui a Ullapool. Me presenté en el castillo. El puente levadizo estaba bajado. Entré sin ser vista. Sin anunciarme. Quería darle una sorpresa a Tristán. Quería preguntarle si era verdad lo que me habían contado. Pero tenía que verle en persona. ¡Hacía tanto tiempo que no sabía nada de él! Se me había declarado. Ya me había hablado de amor. ¡Pero no le veía! Logré llegar hasta la habitación de Tristán, pero no estaba. Aquella ramera se le echó en sus brazos. Le contó que acababa de entregarse a su hermano. Pero que llevaba un hijo suyo en su vientre. Tristán se echó a reír porque no se lo creía. Sé que él nunca estuvo con ella porque nunca me engañaría. Pero ella estaba dispuesta a todo con tal de atraparle. Incluso, de decirle a todo el mundo que iba a darle un hijo. Por eso, debía de desaparecer. Yo debía de proteger a mi Tristán de aquella puta.
                              Mientras hablaba, las lágrimas caían sin control por las mejillas de Anne.
                             Ellen estaba atónita por lo que estaba escuchando.
-Dime que no hiciste ninguna locura-le pidió a Anne-¡Por el amor de Dios, Annie! ¡Dime que no le causaste daño alguno a aquella joven!
-Deseaba a mi Tristán-se justificó la joven, entre sollozos-¡No podía permitir que me lo quitase!
-¿Qué has hecho, Annie?
-Me colé en su habitación. Empezó a gritar y yo la golpeé. Sin darme cuenta de lo que estaba haciendo, la cogí por el cuello. Empecé a hacer fuerza. Gritaba como una loca. Intentaba arañarme. Yo la tapé con la almohada. Seguí haciendo presión. De pronto, dejó de moverse. Pesaba un poco más que yo, pero pude hacer fuerza. Me resultó fácil tirarla por la ventana. Después, abandoné el castillo sin ser vista. ¡Pero me deshice de ella con total facilidad, Ellie!
                          Su prima no podía creerse lo que estaba escuchando.
                          Miró con horror a Anne.
                          Su prima, a la que tanto quería, no podía haberle quitado la vida a otra persona. Sabía que Anne estaba obsesionada con Tristán.
                          Pero aquella obsesión la había llevado a acabar con la vida de otra persona.
-¡Eres una condenada asesina!-le gritó.
                           Sin darse cuenta de lo que estaba haciendo, Ellen le cruzó la cara a Anne de un sonoro bofetón.
                            De pronto, antes de que se diera cuenta, Anne sacó una pistola de su bolso. Ellen se quedó atónita.
                            Su respiración se hizo más agitada. Anne ya no la veía como su prima, la joven con la que vivía y que era casi como una hermana para ella. La veía como una rival. Como la mujer que quería arrebatarle a Tristán.
-Estoy viviendo en un Infierno porque te quiero, Ellie-afirmó Anne, casi como un grito desgarrador-Pero... Por mucho que te quiera, está Tristán. Él es mío.


                                 

jueves, 1 de mayo de 2014

EL ÁNIMA

Hola a todos.
Hoy, he podido avanzar un poco y, tras algún tiempo, he podido subir un nuevo fragmento de mi relato El ánima. 
¡Buenas noticias! ¡Nos estamos acercando poco a poco al desenlace!
Todo puede pasar a partir de ahora.
En este fragmento, vemos cómo sigue aflorando la parte oscura de la prima de Ellen, Anne. Ya hemos visto en fragmentos anteriores cómo se despiertan en ella unos celos terribles hacia su prima. Y una mujer celosa es capaz de todo.
¡Vamos a ver lo que pasa!

                           Dieron cuenta a la hora del postre, tras la cena, de pastel de zanahoria.
-Tristán se ha vuelto a ir-se lamentó Anne.
-He ido a Ullapool a visitar a su hermano-le recordó Ellen-Quiere arreglar las cosas con él.
-Pareces saberlo mejor que yo.
-¿Qué quieres decir?
                           Lucy arqueó una ceja al mirar a su hija y a su sobrina a la vez. El tenedor con el que Anne sujetaba una porción de pastel de zanahoria tembló ligeramente. Se lo metió dentro de la boca.
-A veces, te veo hablando con él y siento que hay algo entre vosotros-contó Anne-¡Tengo miedo de que me lo quites! ¡Tristán es mío! ¡Es mío!
-Lo sé, Annie-dijo Ellen, sobresaltada.
                        Ni Lucy ni Thomas entendían nada de lo que estaba pasando entre su hija y su sobrina. Anne amaba a Tristán de un modo tan ciego que parecía que su razón se habían nublado. No veía más allá de él y eso era algo preocupante.
-Ellie nunca te haría daño, querida-intervino Thomas-Tu prima te quiere mucho. Ya lo sabes bien.
-Sí...-masculló Anne casi con rabia.
-Tristán me ha dicho que, a su regreso, se casará contigo-intervino Ellen, en un intento por tranquilizar a Anne-Quería que fuera una sorpresa. Pero he terminado por decírtelo. A su regreso, hablará con papá. Y los dos fijaréis fecha para la boda.
-¿Lo dices en serio?
                      Anne miró a su prima. En ocasiones, sentía que odiaba con todo su ser a Ellen por poseer lo que se conoce como belleza clásica. Aquellos ojos de color azul...Aquel cabello rubio...Aquellos rasgos perfectos y delicados...
                     Anne odiaba su nariz por ser demasiado chata. Sus pómulos eran tan altos como los pómulos de Ellen. Hacía mucho tiempo que Anne no sonreía de verdad. Aún sentía sobre sus labios el último beso que Tristán le había dado. Pero recordaba que el beso que le había dado había sido demasiado suave en su opinión. Hay otra mujer, pensó con horror. Recordaba cómo Tristán la había besado con más pasión en el pasado.
                      Recordaba su llegada a la casa de sus tíos, tres años antes. Su franqueza al hablar le había hecho llevarse mal con diversas personas de la isla. De niña, disfrutaba gastando bromas de mal gusto que despertaban la ira de su odiado padre.
-Tristán te ama-insistió Ellen.
                        Cuando Tristán se fijó en ella, Anne se sintió amada por primera vez en su vida. Él la hizo sentirse hermosa y deseada y le entregó su corazón sin reservas. Pero siempre tuvo la sensación de que Tristán no era del todo suyo.
                          Que había otras mujeres en su vida.
-Vamos a seguir cenando-propuso Lucy-Es normal que te preocupes por tu prometido, Annie. Habéis estado mucho tiempo separados.
-No quiero volver a perderle-afirmó Anne con firmeza-No quiero pensar que una mujer me lo vaya a quitar.
-¡Por supuesto que eso no va a pasar!-le aseguró Ellen-Cuando estéis casados, Tristán estará más volcado en ti. Te llevará a vivir con él a Ullapool. Su hermano abrirá de nuevo las puertas de su hogar. Seréis una familia feliz.
-Eso espero.