lunes, 19 de mayo de 2014

EL ÁNIMA

Hola a todos. 
Hoy, retomo con mucho entusiasmo la recta final de El ánima. 
A partir de ahora, subiré todos los días un fragmento, si puedo, hasta el final. Quedan tan sólo cuatro partes. 
Lo que iba a ser, en un principio, un relato para celebrar Halloween se ha convertido en una historia propia. 
Os agradezco de corazón vuestros comentarios y vuestras lecturas. 
¡Gracias! 
En este fragmento, lord Spencer y Gilbert tienen a solas una conversación. 

                        Lord Spencer quería hablar. 
                        Citó a Gilbert en la taberna de la isla. 
                        Cuando Gilbert se sentó frente a lord Spencer en una de las mesas del fondo, le encontró distinto. Ya no era el mismo hombre que le amenazó cuando apareció en el castillo. Lord Spencer no había podido conciliar el sueño en la semana que llevaba viviendo en Inchcolm. 
                         Ya sabía que su hermano Tristán no había tenido nada que ver de manera directa con la muerte de Déborah. Su hermano seguía siendo un sinvergüenza. Pero no era ningún asesino. Lo había juzgado mal. 
-Me gustaría pedirte perdón-atacó lord Spencer-He estado odiándote durante mucho tiempo sin razón alguna. En mi defensa, diré que actuaba movido por el amor. 
-Sé por experiencia que el amor es el más noble de todos los sentimientos-afirmó Gilbert-Pero puede llegar a retorcerse hasta el punto de que queda como algo deforme. 
-Como pasa cuando llega la obsesión. Esa joven, Anne, estaba obsesionada contigo. 
                    Gilbert no estaba pensando en Anne. En quien estaba pensando era en Ellen. A petición de ésta, cuando vinieron a buscar a Anne, le dio un suave beso en los labios a modo de despedida. 
-La pena es que nunca estuve enamorado de ella-admitió Gilbert-Sigo pensando que lo ocurrido también fue, en parte, culpa mía. Nunca debí de haberme prometido con Anne sin amarla como ella me amaba a mí. No fue justo para ella. Lo lamentaré durante el resto de mi vida. 
                    Era Ellen quien estaba destrozada por la detención de Anne. Casi no reconocía a su prima. 
                    Ellen recordaba a Anne a su lado desde que le alcanzaba la memoria. Recordaba los paseos por la orilla de la playa. Recordaba cómo iba a su habitación en mitad de la noche para hablar con ella. Recordaba cuando las dos se bañaban en la playa. Las veces en las que Anne la retaba a subirse a un árbol. 
                    Todo eso había cambiado. Había acabado para siempre. 
                    Lord Spencer se daba cuenta de una cosa. Notaba a Tristán cambiado. 
                    Incluso, pensaba que su hermano ya no era su hermano. Ya no era el mismo Tristán que era cuando se marchó. 
                      Era otro Tristán. Un hombre diferente...
-Te noto distinto-observó lord Spencer. 
-Hay alguien en mi vida muy especial-se sinceró Gilbert-Es una joven especial. 
                      Lord Spencer vio cómo los ojos de Gilbert brillaban. 
                     Debe de ser cierto que está enamorado, pensó con cierta envidia. No sabía qué iba a ser de él y de lady Eden. 
                       Sólo sabía que no podía divorciarse de ella. Sería un escándalo terrible. 
                      Intentaría llevarse mejor con lady Eden. Con el paso del tiempo, a lo mejor, volvían a ser amigos. Como eran cuando eran pequeños. Antes de casarse. 
-Me alegro mucho por ti-afirmó lord Spencer, siendo sincero-Aunque sea demasiado pronto. Pero la vida es muy corta. Sólo espero que seas feliz. 
-Pienso que la vida es muy corta-se sinceró Gilbert-Pero la Eternidad es muy larga. 
-No entiendo lo que quieres decir. 
-Digo que la vida son apenas unos años. Luego, llega la muerte. Pero no quiero hablar de la muerte. Es mejor que hablemos del presente. 
-Tienes razón. 
                        Alzaron sus respectivas jarras de cerveza y las chocaron. Brindaron por el futuro que le esperaba a Gilbert. La Eternidad junto a la mujer que realmente amaba. 

2 comentarios:

  1. Uy cada vez, esta mejor te mando un abrazo y te me cuidas

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La pena es que se está acabando, Citu.
      Un fuerte abrazo.

      Eliminar