martes, 6 de mayo de 2014

EL ÁNIMA

Hola a todos.
Lo bueno es ir terminando una historia antes de pasar a la historia siguiente.
¡Y es lo que quiero hacer!
Me quiero poner las pilas con El ánima. 
Esta historia ha tomado vida por sí sola. Lo que iba a ser un cuento romántico de fantasmas de por medio para celebrar Halloween se ha convertido en una historia de amor y de misterio más larga de lo que pensaba con unos personajes a los que adoro y en la que nada es lo que parece.
Pero a cada historia le llega el final y nos estamos acercando al final en este caso. Aunque no descarto que haya segunda parte. Pero eso quiero ir pensándolo con calma. Primero, he de acabar con esta parte antes de pasar a la segunda.
Siguiendo con el buen consejo de EldanY, he podido escribir hoy un trocito pequeño, pero bastante interesante en el que el lado oscuro de Anne aflora. ¿Lado oscuro o amor obsesivo por un auténtico canalla?
¡Vamos a descubrirlo!

                               Anne y Ellen salieron a dar un paseo por la bahía. No había nadie en el lugar. Se veían algunas barcas de pescadores faenando en la distancia.
                              Ellen iba algo adelantada y se fijó en que Anne sujetaba con fuerza su bolso.
                              Notaba que su prima estaba algo rara desde hacía algunos días. El amor tan profundo que sentía por aquel malnacido de Tristán estaba rayando en la obsesión. Ellen temía por la salud mental de Anne.
                             Ignoraba la clase de pensamientos que estaban pasando en aquellos momentos por la mente de su prima. A pesar de que adoraba a Ellen, Anne pensaba que su prima estaba considerando la idea de arrebatarle a Tristán. Y eso no podía permitírselo.
-No quiero perder a Tristán, Ellie-le dijo con firmeza a su prima-Él es mío. ¡Es mío!
                             Las dos se detuvieron.
-Nadie te va a quitar a Tristán-le aseguró Ellen-Él te ama.
                              Pensó que Gilbert no tardaría muchos días en regresar a la isla con el hermano de Tristán. Entonces, aquel hombre se encargaría de abrirle los ojos a Anne con respecto a Tristán.
-Tú quieres quitarme a Tristán-comenzó a decir la joven-Te he visto con él en muchas ocasiones. Tengo la sensación de que Tristán tiene ojos para ti. Del mismo modo en el que sólo tenía ojos para aquella ramera.
                             Ellen arqueó una ceja al escuchar aquellas palabras. Por primera vez, Anne parecía admitir que Tristán le había sido infiel en ocasiones anteriores. Pero había algo en su prima que despertó el miedo en Ellen. La expresión de Anne era casi fiera. Sus ojos estaban vacíos.
                           Un escalofrío recorrió la espalda de Ellen. No sabía qué era lo que estaba pensando Anne en aquellos momentos.
-No sé de qué estás hablando-dijo.
-Había una ramera en el castillo en el que vivía que decía que iba a tener un hijo suyo-empezó a hablar Anne-Yo sé bien que eso no podía ser cierto porque mi Tristán sólo tenía ojos para mí. Pero los rumores llegaron a mis oídos y tuve que ir a ver lo que estaba pasando. A ti y a los tíos os dije que iba a visitar a mi amiga Connie, la que vive en Stirling. Pero fui a Ullapool. Me presenté en el castillo. El puente levadizo estaba bajado. Entré sin ser vista. Sin anunciarme. Quería darle una sorpresa a Tristán. Quería preguntarle si era verdad lo que me habían contado. Pero tenía que verle en persona. ¡Hacía tanto tiempo que no sabía nada de él! Se me había declarado. Ya me había hablado de amor. ¡Pero no le veía! Logré llegar hasta la habitación de Tristán, pero no estaba. Aquella ramera se le echó en sus brazos. Le contó que acababa de entregarse a su hermano. Pero que llevaba un hijo suyo en su vientre. Tristán se echó a reír porque no se lo creía. Sé que él nunca estuvo con ella porque nunca me engañaría. Pero ella estaba dispuesta a todo con tal de atraparle. Incluso, de decirle a todo el mundo que iba a darle un hijo. Por eso, debía de desaparecer. Yo debía de proteger a mi Tristán de aquella puta.
                              Mientras hablaba, las lágrimas caían sin control por las mejillas de Anne.
                             Ellen estaba atónita por lo que estaba escuchando.
-Dime que no hiciste ninguna locura-le pidió a Anne-¡Por el amor de Dios, Annie! ¡Dime que no le causaste daño alguno a aquella joven!
-Deseaba a mi Tristán-se justificó la joven, entre sollozos-¡No podía permitir que me lo quitase!
-¿Qué has hecho, Annie?
-Me colé en su habitación. Empezó a gritar y yo la golpeé. Sin darme cuenta de lo que estaba haciendo, la cogí por el cuello. Empecé a hacer fuerza. Gritaba como una loca. Intentaba arañarme. Yo la tapé con la almohada. Seguí haciendo presión. De pronto, dejó de moverse. Pesaba un poco más que yo, pero pude hacer fuerza. Me resultó fácil tirarla por la ventana. Después, abandoné el castillo sin ser vista. ¡Pero me deshice de ella con total facilidad, Ellie!
                          Su prima no podía creerse lo que estaba escuchando.
                          Miró con horror a Anne.
                          Su prima, a la que tanto quería, no podía haberle quitado la vida a otra persona. Sabía que Anne estaba obsesionada con Tristán.
                          Pero aquella obsesión la había llevado a acabar con la vida de otra persona.
-¡Eres una condenada asesina!-le gritó.
                           Sin darse cuenta de lo que estaba haciendo, Ellen le cruzó la cara a Anne de un sonoro bofetón.
                            De pronto, antes de que se diera cuenta, Anne sacó una pistola de su bolso. Ellen se quedó atónita.
                            Su respiración se hizo más agitada. Anne ya no la veía como su prima, la joven con la que vivía y que era casi como una hermana para ella. La veía como una rival. Como la mujer que quería arrebatarle a Tristán.
-Estoy viviendo en un Infierno porque te quiero, Ellie-afirmó Anne, casi como un grito desgarrador-Pero... Por mucho que te quiera, está Tristán. Él es mío.


                                 

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