domingo, 10 de agosto de 2014

UN SABOR AGRIDULCE

Hola a todos.
Hoy, os dejo con un nuevo fragmento de mi relato Un sabor agridulce. 
En esta ocasión, vemos a Lorenzo informando a María Catalina de las intenciones de su prima.
¡Vamos a ver lo que pasa!

-¿Qué me estás contando?-casi gritó María Catalina.
                                 Lorenzo y ella habían salido a dar un paseo.
                                Era día de mercado. Se detuvieron ante un puesto de pescado cuando María Catalina supo que María Elena estaba pensando en irse al balneario de Solán de Cabras.
                                Le costaba trabajo asimilar lo que le había contado Lorenzo. María Elena sentía que no se había recuperado. Y, en lugar de quedarse en el Peñón de Alhucemas, se marchaba lejos.
-Rosario va a viajar con ella-le explicó Lorenzo-No estará sola. Elenita no se encuentra bien. Pero no quiere ser una carga ni para tus padres ni para ti.
-¡Pero eso es absurdo!-replicó María Catalina-Elenita no es ninguna carga. Nosotros estamos encantados de que esté aquí. La queremos.
-Elenita piensa que te está encadenando. Y siente que eso no es justo para ti.
                              María Catalina empezó a enfadarse de verdad con su prima. No se sentía para nada obligada a cuidar de ella. Cuidaba de ella porque María Elena era como una hermana mayor para ella. Sentía que la necesitaba.
                               Y estaba a su lado para cuidarla.
                               Lorenzo le cogió la mano a María Catalina.
-Elenita no se va a ir todavía-le explicó a la joven-Quiere esperar unas semanas para ver si se recupera del todo. Entonces, ella y Rosario se marcharán al balneario de Solán de Cabras. Tus padres ya lo saben. Es evidente que no están nada contentos con su decisión. Pero Elenita ha tomado una decisión. Es obvio que no nos gusta. Pero es su decisión. Cati...Hemos de respetarla.
-No creo que pueda respetar esa decisión-admitió María Catalina-Si Elenita se marcha, se morirá. ¡Lo sé! Lo intuyo.
                              Lorenzo depositó un beso en la mejilla de María Catalina.
                              No fue un beso suave en la mejilla.
                              Le dio un beso sonoro en la mejilla.
                              Las mejillas de María Catalina se encendieron ante el contacto de los labios de Lorenzo. Fue algo casto. Pero...
-Será mejor que regresemos a casa-sugirió María Catalina-Nos están esperando.
                               Lorenzo y ella se habían puesto nerviosos.

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