miércoles, 27 de agosto de 2014

CAMINOS CRUZADOS

Hola a todos.
Pienso subir todos los días un fragmento de Caminos cruzados hasta que la termine.
Posiblemente, la acabe a finales de esta semana o a principios de la semana que viene.
En este fragmento, Pedro habla con José acerca de Paula.
¡Vamos a ver lo que le cuenta!

                              A la noche siguiente, Adriana fue a dormir a casa de Paula. Una criada colocó un camastro junto a la cama de Paula. Adriana tenía muchas cosas que contarle. Su madre le había dicho que había llegado el momento de confeccionar su vestido de novia. Adriana no sabía cómo quería su vestido de novia. Tenía muchas cosas en las que pensar.
                            Pedro y José se encontraron en la taberna, que se encontraba enfrente del almacén. Dieron cuenta cada uno de una jarra de cerveza. Se sentaron en una de las mesas del fondo para hablar más tranquilamente.
-¿Piensas que soy un buen partido para Paula?-le preguntó Pedro a su amigo.
                           La taberna estaba llena de gente. Los hombres hablaban a gritos. Se reían de manera ruidosa.
                           Aquella misma tarde, Pedro se había encontrado con Paula cuando ésta había salido a dar un paseo en compañía de Adriana. La había saludado depositando un beso en su mano.
                           Siempre estaba pensando en Paula. Pero no se atrevía a dar ni un paso más.
                          Sentía que no era digno de cortejarla. Paula merecía otra clase de hombre.
-Eres un buen muchacho-respondió José-Es más de lo que muchos pueden presumir. La vida te ha tratado mal desde el momento en el que fuiste engendrado. Pero tú no tienes la culpa.
                          Eso era algo que Pedro había oído en otras ocasiones. El propio sacerdote del Peñón se lo había dicho.
-El hijo de un violador...-suspiró-Nacido de una violación...¿Será algo que asuste a Paula?
-A ella le importas tú-contestó José-No soy ciego. Adriana y yo vemos que hay algo muy fuerte entre vosotros.
                           Pedro guardó silencio. Escuchó a un hombre piropear de manera obscena a una de las taberneras. Era un oficial.
-Si de verdad piensas que eso le va a importar a Paula, eres un idiota-afirmó José-No conoces bien a esa joven. Y la estás juzgando.
                          Pero Pedro no quería juzgar a Paula. Se estaba juzgando así mismo. A lo que era él.
-Habla con ella-le sugirió José.
                           Pedro guardó silencio. Valoró cada palabra que había escuchado aquella noche. José siempre había sido muy sensato.
-Tienes razón-afirmó.
                           Pedro había tomado una decisión. Iba a cortejar a Paula.
                           E iba a lograr enamorarla.
-Sospecho que mis sentimientos hacia Paula son correspondidos-le confesó a José-No quiero hacerme falsas ilusiones. Me siento raro porque me he enamorado.

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