sábado, 19 de enero de 2013

AMORES FUGACES E INOLVIDABLES

Hago esta entrada para haceros una pregunta. En realidad, es algo que me lleva rondando la cabeza desde hace algún tiempo.
No se trata de algo que haya escrito (aún, porque nunca digo De este agua no beberé). Se trata de una idea que lleva algún tiempo en mi cabeza. ¿Para plasmarla en papel? No lo creo. Todavía...
Imaginaos esto.
Un hombre y una mujer viven en distintas partes del mundo. Sus vidas transcurren totalmente paralelas el uno a la otra. Cada uno hace su vida. Cada uno por su lado encuentra el amor. Sin embargo, por avatares del destino, sus caminos acaban encontrándose. Como dos líneas paralelas que van en la misma dirección y acaban encontrándose en un lugar intermedio entre el punto A y el punto B.
Durante un corto periodo de tiempo (días, semanas), estas dos personas se van conociendo mejor y acaban enamorándose. Su romance dura poco. Tienen que separarse. Ella tiene su vida y él tiene la suya.
No vuelven a verse. Cada uno hace su vida por separado sin volver a verse más. Son felices con sus vidas, tienen hijos, etc.
Pero no se olvidan. Es como un hermoso recuerdo que cada uno lleva en su corazón.
Sólo quizás, mucho tiempo después, muchísimos años después, dos descendientes de esta pareja se encuentran y se enamoran, sin sospechar lo que pudo haber pasado entre sus antepasados (no padre, ya hablamos de bisabuelos).
La idea en sí suena ridícula. Parece sacada de Antes del amanecer, una peli que cuenta corto romance que vive una joven francesa y un joven estadounidense en Viena durante una noche. Hablan de muchos temas, visitan la ciudad y se conocen mejor.
¿Puede pasar eso? ¿Pueden dos personas conocerse, amarse durante unos días y, luego, separarse sin más?
También se ha visto en Los puentes de Madison. Confieso que se trata de una de mis novelas favoritas, corta, pero muy intensa. Y la peli la he visto muchas veces. Robert y Francesca pasan cuatro días maravillosos e inolvidables antes de separarse. Por respeto a la familia de ella, Robert no se pone en contacto con ella más que en contadas ocasiones. Pero ellos siguen amándose aún cuando nunca más vuelven a verse.
Son amores que nacen y se desarrollan. Amores alimentados por la impaciencia del momento. Porque saben que no durarán mucho. Porque las circunstancias les obligan a separarse. Amores a los que el tiempo y la rutina no matan. Amores que nacen, pero no mueren. Que viven siempre en nuestra memoria. Que forman parte de nosotros. De nuestros recuerdos...
Amores que no tienen que sustituir a otros amores. Que conviven con nosotros, aunque no nos recreamos en ellos. Que son nuestro secreto más íntimo.
El amor, en todas sus vertientes, es digno de explorar.

 Si algún día me decido a escribir una historia parecida, que transcurra en el siglo XIX, mi época favorita.

1 comentario:

  1. Me parece una idea muy hermosa, colmada de penas, es verdad, mucha añoranza, muchas miradas al pasado, y creo que si te animaras a escribirla y en esa época, sería genial leerla.

    Besos.

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