Hacía algún tiempo que no me pasaba por este blog.
Entre mis archivos, encontré este relato que, y es totalmente cierto, sólo estaba escrita media hoja. Me he animado a terminarlo y me ha quedado un relato más bien cortito, pero sencillo y romántico.
Espero que os guste.
EN UN LUGAR APARTADO
ISLA DE LOCK WOOD, EN EL RÍO TÁMESIS, 1730
Mary rumiaba de rabia al pensar que Martha
estaba en aquellos momentos bailando en alguna fiesta. Estaba apoyada en el
alfeizar de la ventana de su habitación. Hacía una noche preciosa. Hasta la
ventana de la habitación de Mary llegaba el rumor de las olas. Sabía que Martha
estaba en compañía de Simon, aquel apuesto galán que la estaba cortejando. Mary
veía a Martha bailando con Simon. Él tenía todo lo que Mary deseaba para ella:
dinero y apostura.
Mary
hervía de rabia.
En
aquellos momentos, Martha estaba viviendo su momento de gloria en compañía de
un hombre que se parecía muchísimo al marido de Mary. Martha estaba muy hermosa
con un elegante vestido negro de noche.
Simon se sentó al lado de Martha a la mesa durante
la cena. Era sabido por todos que llevaba algún tiempo cortejándola. Ella le
escuchaba con atención mientras daba cuenta de los mejillones ahumados que se
habían servido de primer plato. Simon poseía el don de hacerla reír. Mary les
contemplaba desde la otra punta de la mesa.
Deseaba no sentir envidia de Martha. Su matrimonio
era un completo fracaso.
Pero Martha no tenía la culpa de nada.
Simon llevaba interesado en Martha desde
hacía unas semanas. Cuando fueron presentados de manera oficial en otra
cena.
-Es un honor conoceros, milady-le dijo.
-Lo mismo digo, señor-contestó Martha.
Desde entonces, Simon sólo tenía ojos para Martha.
Y Mary se moría de envidia.
Durante la cena, el esposo de Mary trató de llamar
su atención. Durante el baile, quiso bailar una pieza con ella.
Mary se retiró pronto a su habitación. Alegó
que le dolía mucho la cabeza. Martha era más joven que ella. Mary se había
casado siendo muy joven. De pronto, sentía que no había vivido lo suficiente.
Por eso, sentía cierta envidia hacia Martha. Su hermana menor sí estaba
disfrutando de la vida. El matrimonio de Mary había sido pactado entre sus
padres y Simon. En cambio, Martha tendría mucha más suerte de la que había
tenido ella. Podría casarse por amor.
Martha y Simon lograron salir de casa sin ser
vistos. Salieron por la puerta de la cocina, aprovechando que la cocinera
estaba durmiendo con la cabeza apoyada encima de la mesa. Caminaron entre los
árboles que crecían en la isla. Podían perderse entre ellos.
Se acostaron sobre la hierba. A pesar de los
árboles, podían ver las estrellas. Inventaron nombres para cada estrella que
veían en lo alto del cielo. Hacían dibujos conectando unas estrellas con
otras.
-Esas tres estrellas forman un triángulo-dijo
Martha.
Eran dibujos graciosos los que inventaban con
su imaginación. Al mirar las estrellas.
-Esas estrellas, si las unes, tienen forma de nariz-dijo
Simon.
Al decir esto, se acercó a Martha y la besó
con pasión en los labios.
Ya le había robado besos a la joven en otras
ocasiones.
-¿Te ha contado tu padre que he hablado con él?-le
preguntó Simon.
-Hablas con él de todo-respondió Martha.
Sin embargo, la conversación que Simon había
tenido con el padre de Martha había sido muy distinta. Mary la había escuchado
a través de la puerta cerrada de madera.
Llevaba algún tiempo cortejando a Martha.
Yendo a visitarla todas las tardes llevándole ramos de flores. Leyendo poemas
que él escribía para ella en voz alta. Perdiéndose en su mirada.
Escuchando cómo Martha interpretaba una pieza
con el clavicordio.
Por eso mismo, aprendiendo a conocerla, se había
enamorado de ella. No se trataba de una unión por interés. Escucharon en
silencio el susurro del río Támesis que rodeaba la isla y cuyo caudal bajaba
con suavidad. Podían escuchar el croar de una rana que estaba cerca de allí. El
ulular de un búho en busca de un pequeño ratón para cenar. Soplaba una ligera
brisa que movía la falda de Martha.
Ella se acercó aún más a Simon y lo besó con
dulzura.
Le parecía algo irreal estar acostada sobre la
hierba a su lado.
Se abrazó a él.
Mientras, la doncella de Mary
entró en la habitación para ayudarla a desvestirse.
-Mi hermana se ha ido-murmuró Mary.
-No, señora-le corrigió su doncella-Vuestra hermana está
en el salón. Está hablando con una amiga.
Miente, pensó Mary.
Se acercó a su tocador. Su doncella la hizo
sentarse ante él. Empezó a deshacer su moño. Mary estaba como ida. Su doncella
le cepilló el cabello. Empezó a parlotearle acerca de la fiesta. De la gente
que había acudido a ella.
Mary quería recordar si había llegado a amar
a su marido en alguna ocasión.
Brian, su esposo, no era un hombre fácil de
tratar. En aquellos momentos, vivían separados.
Él estaba en Londres y Mary no quería pensar en lo
que estaría haciendo en aquellos momentos. Ella, por su parte, había vuelto a
su hogar familiar. La isla de Lock Wood era como un refugio para ella. Le
permitía pensar que estaba aislada del mundo.
Una parte de ella, deseaba ver de nuevo a Brian. Besarle.
Abrazarle. Otra parte de ella, deseaba no verle nunca más. Estaba cansada de
sufrir por su culpa.
Pensó en
su hermana. A veces, tenía la sensación de que Martha se parecía a ella en su
carácter impulsivo. Se casó con Brian sin pensar que, a lo mejor, él podía no
quererla realmente.
Sin
embargo, Simon no se parecía en nada a su marido. Simon estaba perdidamente
enamorado de Martha. Podían ser muy felices juntos.
En la otra
parte de la isla, Simon estaba muy tenso.
-Te respeto, Martha-le dijo a la joven-Y no quiero hacerte
daño.
Ella se
echó a reír.
-¿Y por qué me ibas a hacer daño?-le preguntó con
desparpajo.
-No quiero deshonrarte-respondió Simon-Lo único que quiero
es hacerte feliz.
-Me vas a hacer muy feliz.
-¿Y qué pasa con tu reputación?
-No te preocupes de eso ahora.
-Martha...Quiero casarme contigo. Es lo que le he dicho a tu padre. Y ha aceptado.
-¿Estás hablando en serio?
-Pon fecha a la boda. No quiero pasar ni un día más lejos de ti. Te amo, Martha.
Volvieron a
besarse y, a la vez que se besaban, empezaron a desnudarse el uno al otro.
Se
olvidaron de todo.
Martha se
olvidó de su virtud, que debía de proteger a toda costa. Se olvidó de que
estaba a punto de perder aquello que más debía de proteger.
Y Simon se
olvidó de que era un caballero. Que Martha era una dama de buena cuna. Y sólo
pensó en ella.
Ya
desnudos, se besaron muchas veces. Se lamieron el uno al otro. Se chuparon
mutuamente la carne. Se mordieron deseando apoderarse del sabor del otro. Se
saborearon recreándose en ello. En que estaban solos.
Y se
abrazaron con fuerza para fundirse en un solo ser.
La noche se
volvió más hermosa.
FIN
No hay comentarios:
Publicar un comentario