jueves, 18 de abril de 2013

BERKLEY MANOR (EDITADO)

Hola a todos.
En el fragmento de hoy de Berkley Manor, Regina va a recibir una sorpresa inesperada. Y seguiremos ahondando en la relación entre Chris y Melanie.
Aviso. Este fragmento es más largo que de costumbre. 

                        Kate leyó por enésima vez la carta que había recibido de Melanie. Se encontraba en el salón junto con Anne. La niña estaba haciendo los deberes. Kate intentaba ayudarla en la medida de lo posible. Mientras tanto, Regina decidió salir a dar un paseo por el jardín. En los últimos días, su sobrina estaba más centrada en Anne. La ausencia de Melanie pesaba como una losa sobre sus hombros. Kate se preguntaba si Melanie volvería a casa. También había llorado al conocer la noticia de la muerte de Toby. Kate intentaba recuperar el tiempo perdido con Anne. Y se preguntaba si podría recuperar el tiempo perdido también con Melanie.



                      Regina estaba contemplando las margaritas que había plantado. Le gustaban las margaritas porque eran unas flores muy bonitas, pero nada vistosas. Le recordaban mucho a ella. Su marido la comparaba con una margarita. Bonita...Pero nada ostentosa...Regina sonrió con tristeza ante aquel recuerdo. Había sido muy feliz durante su matrimonio. Cuando su marido la abrazaba, Regina se había sentido querida y protegida.
                    De pronto, se detuvo en seco. Vio una figura en el umbral de la verja del jardín. 
                     Fue hacia aquella figura a toda prisa. Reconocía a quién pertenecía. Su rostro se contrajo en un rictus de rabia. 
                    No dijo nada. Le dio un fuerte bofetón nada más llegar a su altura. 
-¿Qué está haciendo aquí?-le increpó. 
                   Sir Marcus Livingston se esperaba aquel recibimiento por parte de la tía de su mujer. 
-He venido a ver a Katie-contestó. 
-¡Aquí no se le ha perdido nada!-le espetó Regina-¡Márchese! Lo último que necesita mi sobrina es verle. 
-Entiendo que Katie no quiera saber nada de mí. Pero...¿Y mis hijas?
-¿Sus hijas? Perdone que me ría. Melly y Annie no son sus hijas. Usted las abandonó hace años. No lo necesitan. Se han criado perfectamente sin un padre. ¡Y así va a seguir siendo!
-Me imagino que Melanie estará hecha una mujer. Y será hermosa. Anne tiene ya diez años. Espero que sea aplicada en sus estudios. 
-¡Largo! ¡O empezaré a gritar!
                Regina se dio cuenta de que sir Marcus estaba más delgado que cuando le conoció. Tenía el rostro demacrado. El hombre imponente que había sido una vez parecía haberse reducido a ser una mera piltrafa humana. Sir Marcus era consciente de la gravedad de su estado. No pedía volver al lado de Kate. 
                Se estaba muriendo. Necesitaba morir en paz. Necesitaba saber que Kate le perdonaba. Y quería ver por última vez a sus hijas antes de morir. 
-Señora...-susurró-No lo entiende. 
-¿Qué espera que entienda? Abandonó a su familia sólo porque ya no necesitaba a mi sobrina. Sepa que Katie ha empezado a olvidarle.
                Sir Marcus sabía que, antes o después, Kate acabaría olvidándole. Después de todo, era consciente de que se había portado con ella como un cerdo. El médico había sido demasiado claro con él. Se le estaba agotando el tiempo.
-¿Cómo están mis hijas?-quiso saber.
-Sus hijas están muy bien sin saber nada de usted-contestó Regina.
-Entiendo.
                 Sir Marcus se preguntó si Regina estaba siendo sincera.
-¿Dónde están ahora?-volvió a preguntar-¿Puedo verlas?
-¡No!-respondió Regina. Estaba empezando a enfurecerse. Ya estaba furiosa-¡Largo! ¡O no respondo de mí!
                 Sir Marcus comprendió que no iba a lograr ver a sus hijas así como así.
                Entendía a Regina.
                  No había sido un buen padre para Melanie y para Anne.
-Señora...-dijo-¿Puedo pedirle un favor? Háblele a mis hijas de mí. Yo...
                 No pudo seguir hablando. Se dio media vuelta. Abandonó el jardín.
                 Regina apretó los puños con rabia. ¿Por qué demonios había vuelto Marcus a la isla? ¿Qué era lo que buscaba?
                 Le había visto muy desmejorado. Pero Regina no se iba a compadecer de él. Kate había derramado muchas lágrimas por culpa de aquel miserable. ¿Dónde había estado cuando Melanie caía enferma? ¿Dónde había estado cuando a Anne le salió su primer diente?
               No iba a lamentar su muerte. De hecho, le deseaba todo lo peor. ¡Se lo merecía!
               Dio media vuelta. Decidió que Kate no debía de saber nada.

               Sir Marcus regresó a la posada donde se hospedaba. Le dolía el bofetón que había recibido de Regina.
               Si tenía que ser sincero, se merecía aquel bofetón.
               Estaba cansado.
               Se sentía cansado. Le quedaba poco tiempo de vida. Tenía que aprovechar para reconciliarse con su pasado.
               No iba a volver con Kate. Nunca la había amado. Y le había hecho demasiado daño.
              Entró en la pequeña habitación en la que se hospedaba.
              Se dejó caer en el estrecho camastro que había allí.
             Sir Marcus no pedía mucho.
              No pedía, ni siquiera, una segunda oportunidad. Era consciente de que no la merecía.
             Lo único que pedía era perdón. Quería morir en paz.
            Necesitaba el perdón de Kate para morir tranquilo. Y necesitaba ver por última vez a sus hijas. ¡Ni siquiera había pensado en ellas!
              Una lágrima rodó por su mejilla. Se acordaba de Peter, el hijo que tuvo con Kate. Su primogénito...Había muerto. Se reuniría con él.
              No había sido un buen padre para ninguno de sus hijos. Ni siquiera para Peter...Sentía que el único culpable de su muerte era él.
               Se acordaba de que Melanie tenía el pelo rizado cuando era una niña. Lo llevaba siempre suelto y flotaba al viento. Sir Marcus sonrió al pensar en su hija mayor. Melanie había sido una niña tranquila y decorosa. No hacía ninguna travesura. Nunca tuvo que reñirle. Luego, pensó que apenas había hablado con ella. Pensó que Melanie habría crecido y que su niña de pelo rubio rizado se habría convertido en una hermosa jovencita. También pensó en Anne. Su hija menor era un bebé rollizo que siempre estaba llorando, reclamando su atención. Una atención que sir Marcus no le brindó. Sintió cómo algo se rompía en su interior.
               Un sollozo se escapó de su garganta al pensar en todo lo que se había perdido.
               No había ayudado nunca a Melanie a hacer los deberes. Se había perdido los primeros pasos de Anne. No había estado al lado de sus hijas cuando éstas estaban enfermas. Anne...Melanie...Debería de estar pensando en buscarle un marido a Melanie. ¡No tendría que estar escondido en una posada!
               Recordaba haber visto a Kate cepillarle el pelo a Melanie cuando ésta era una niña. Diez años habían pasado desde el día en que se despidió de Kate. Había estado divirtiéndose en Londres. Se había reído de las cartas de amor llenas de desesperación que le había mandado su mujer. Sólo para regresar a la isla de Wight enfermo. Avejentado...Se sintió terriblemente solo.

                 Melanie era de estatura baja. Cuando Chris la miraba, se sentía como un gigante al lado de un gnomo. Grace era de estatura mediana más bien. Él, en cambio, era más alto.
               Se encontraban en el salón. Eleanor, Victoria y Melanie estaban bordando. Se habían traído sus útiles de bordar. De aquella manera, pasaban los días.
              De vez en cuando, la mirada de Chris se encontraba con la mirada de Melanie. Tiene unos ojos preciosos, pensaba. Unos ojos de color azul como el cielo...Sus pestañas delicadas parpadeaban mientras posaba la vista en el bordado. Se había recogido su rubio cabello en un moño. Y llevaba aquel moño oculto tras una cofia. Pensaba en los ojos de Grace. Se esforzaba por pensar en Grace.
-¿Cómo está lady Christine?-le preguntó a Eleanor.
-Sigue sin querer salir de su habitación-respondió la joven.
                 Melanie alzó el rostro para mirarle y esbozó una sonrisa. Chris la había saludado aquella mañana con un beso en la mano. Eleanor les miró con las cejas arqueadas. Melanie tenía una boca delicada. Una boca sonrosada...Una boca que Chris deseaba volver a besar.
                De alguna manera, Melanie estaba aprendiendo todo lo que necesitaba saber en el arte del coqueteo.    
-¿Y cómo está lord Duncan?-volvió a preguntar Chris.
                 Melanie sabía cómo sonreír sin ser vista y cómo parpadear de un modo que resultaba encantador. Tenía unas orejas diminutas. Llevaba puestos unos pendientes discretos. No había ningún adorno en ella. No existía ningún artificio en ella y eso era lo que la hacía más atrayente.
-Tampoco quiere salir de su habitación-respondió Victoria.
-¿Ha venido para hablar con ellos?-inquirió Eleanor.
-No sé qué más decirles-contestó Chris.
-Piense un poco-intervino Melanie-Utilice su corazón. No use la cabeza. Pensó con el corazón cuando abrazó a lady Christine en la Iglesia. ¿Se acuerda? Actúe como hizo aquel día.
-Cualquier cosa que diga, sonará vacía.
-No puede sonar vacío algo que salga del corazón. Las palabras vacías son las que se lleva el viento. Cuando una palabra se pronuncia con el corazón, nunca desaparece.


     
                 Chris pensó que Melanie tenía razón.
                ¿Y qué les puedo decir?, se preguntó.
               Siguió mirando a Melanie. Sus dedos eran delicados. Se movían con gracia mientras bordaba aquel mantel. Era incapaz de apartar la vista de ella. La falda de flores de Melanie ocultaba sus pies. Chris no sabía adónde iba a conducir aquella relación. Recordaba el beso que se habían dado en el recibidor el día antes.
               Intentaba pensar en Grace. Pero no podía sacarse a Melanie de la mente. Aquel beso bajo la luz de la Luna...
              Se puso de pie.
-¿Ya se va?-inquirió Melanie.
-Me tengo que ir-contestó Chris-He de prepararme para el Ángelus. Algunos vecinos acuden a la Iglesia a rezar. No puedo entretenerme.
-¿Vendrá mañana?
-Eso espero.
               Chris besó a las tres jóvenes en la mano.
               No quiso mirar a Melanie a los ojos.
               Tenía miedo de verse reflejado en aquellos ojos de mirada limpia. Se sentía culpable por estar engañando a Grace. Pero no quería renunciar a Melanie. 

6 comentarios:

  1. Vaya aprieto en el que se encuentra nuestro protagonista, sé que es un buen hombre, así que lo siento aún más por él y confío en que actúe de acuerdo a esa nobleza.

    Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Chris es un buen chico. Tiene muchas dudas en su cabeza. Pero hará lo correcto.
      Lo único que debemos de esperar es ver si Melanie también colabora.
      Un fuerte abrazo.

      Eliminar
  2. Hola Lilian, buenas noches,
    este fragmento es mas largo que de costumbre?
    mmmm que estuvimos hablando de lo extenso y de mi cabecita? =)
    gracias por poner las imagenes en el lateral,
    ayudan a las personas como yo que están en 50 lados al mismo tiempo, si tienes, pon un par mas del resto. (asi me oriento y familiarizo con los nombres, o el único perejil soy yo?)

    ufff,
    hoy hay de todo un poco =)
    la tristeza y el arrepentimiento, la negación a tal pedido,
    el beso que no se olvida, y una trama que va creciendo en atracción.

    Pobre sir Marcus
    me ha dolido el bofetón =(
    pero bueno, según veo se merecía eso y mucho más...
    esperemos a ver que pasa, le queda poca vida asi que tendrá que volver a aparecer, más allá que la historia no se centra en ello.

    Y que te parece, vengo bien eh... =)
    sigo firme junto a "BERKLEY MANOR"

    Un cálido abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Ricky.
      Buenos días desde La Unión.
      Siempre eres bienvenido a este blog. Y me alegro de que te guste "Berkley Manor".
      ¡Sir Marcus se merece todo eso y más!
      Le queda poca vida, pero va a dar mucho la lata porque quiere que sus hijas y su mujer le perdonen para que pueda morir tranquilo. Sólo hace falta ver si tanto Kate como Anne y como Melanie le perdonan.
      Un fuerte abrazo, Ricky.

      Eliminar
  3. Bueno, sí que nos has presentado otra perspectiva del padre de Melanie, verlo así, tan acabado y a pasos de la muerte hace que uno se compadezca un poco, incluso sabiendo lo mal que se portó con Kate y las niñas. Pero al menos, lo reconoce.
    Regina estuvo muy bien, pero Marcus no se va a dar por vencido así como así.
    Me gustó la manera en que describiste el creciente interés de Chris en Melanie, cómo va sintiéndose atraído por los encantos de la chica, y cómo ella va aprendiendo sobre el amor a medida que lo descubre. Muy bueno.
    Sigo...

    ResponderEliminar
  4. Puede que con esto contradiga palabras anteriores cuando en un comienzo nos presentaste a Sir Marcus, pero ahora me da hasta un poco de lástima el pobre y creo que se debe a que por lo menos está arrepentido y busca el perdón de su familia, aunque también pienso que si no se viera a puertas de la muerte, quizás ni lo pensaría, pero bueno los seres humanos somos egoístas y a veces (o casi todo el tiempo) actuamos de forma muy extraña.

    También es bueno conocer los pensamientos de Christ sobre Melanie, es bueno que ya no pueda sacársela de la cabeza, je, je, eso me gusta.

    Un beso.

    ResponderEliminar