miércoles, 3 de abril de 2013

BERKLEY MANOR (EDITADO)

Hola a todos.
El fragmento de hoy de Berkley Manor es un poco más largo de lo habitual.
Espero que os guste.

                         Melanie fue conducida a su habitación. Eleanor y Victoria iban a compartir habitación. En cambio, ella dormiría sola. Una criada de mediana edad se encargó de deshacer su equipaje. Melanie decidió ayudarla a guardar los vestidos que había traído consigo dentro del armario.
-Casi hubiese preferido no haberlos traído-se lamentó Melanie-Son todos de colores claros. Y no está la ocasión como para lucirlos.
                      Se sentía impotente. Nunca se le había muerto nadie en su familia. Pero sabía que la desgracia podía golpearla en cualquier momento. Antes de dirigirse a su habitación, Eleanor le dio un abrazo. Al igual que Melanie, estaba casi en shock. No sabía qué hacer.
-Ha sido una desgracia terrible, señorita-se lamentó la criada mientras sacaba de la maleta un vestido-El señorito Toby era un niñito precioso.
-¿Cómo está el duque?-inquirió Melanie.
-El duque está casi catatónico. No habla. No se mueve.
-¿Y cómo está la duquesa?
                    La criada suspiró hondo. Melanie vio que no se movía. Sacó su camisón de la maleta. La criada empezó a llorar de un modo suave. No se podía creer nada de lo que estaba pasando. Hacía tan sólo unos días, Toby correteaba por el jardín y volvía loca a su institutriz. Ahora, el pequeño yacía en su camita sin vida. La institutriz no paraba de gritar de puro dolor.
-No haga más preguntas, señorita-le pidió a Melanie-Se lo ruego.
-Lo siento mucho-se excusó la chica.
-Usted no tiene la culpa. Nadie tiene la culpa de lo que ha ocurrido. Yo...
-Si quiere, puede retirarse.
               La criada salió a toda prisa de la habitación.
               Melanie se quedó sola, sumida en sus propios pensamientos. En su interior, una voz le decía que no debía de abandonar a los duques en su desgracia. No pensaba en la muerte del pequeño Toby. Pensaba que algo así también podía ocurrirle a Anne. Los ojos de Melanie se llenaron de lágrimas. Se sentó en la cama con gesto cansado y triste. Se quedaría en Berkley Manor para consolar a los duques. Era lo menos que podía hacer por ellos.

                Melanie no se reunió con los demás en el salón.
                Prefería quedarse sola y pensar.
                 Una criada fue a verla a su habitación. La ayudó a desvestirse. A pesar de que estaba anocheciendo, Melanie decidió acostarse. La criada la ayudó a ponerse un camisón de color blanco. Le soltó el cabello.
-Están amortajando al señorito Toby-le comentó a Melanie-Parece un angelito. ¡Yo diría que está dormido y que podría despertar de un momento a otro!
                 Le cepilló el cabello a Melanie. La muchacha parecía no escucharla. Tenía la mente puesta en otra parte. La criada le comentó que se velaría el cadáver de Toby durante todo el día siguiente. Acudiría mucha gente importante al entierro.
-Ese niño nació con mala estrella-afirmó la criada.
-¿Qué quiere decir?-inquirió Melanie.
-No sé si sabrá que el duque estuvo casado en primeras nupcias. Se fugó hace algunos años con lady Daphne, que era prima de la joven con la que iba a casarse. Estaba casada con un conde. Fue un divorcio muy sonado en toda Inglaterra. Se dice que el señorito Toby nació de aquella unión. Porque el duque se casó con lady Daphne después de que ésta se divorciara.
-Hay algo más. Lo noto en el timbre de su voz. ¿Verdad?
-Cuentan la gente que el señorito no es hijo del duque. ¡Pobrecito mío! Hay quien dice que tampoco era hijo del conde. Se cuentan muchas historias acerca del conde. Y le puedo asegurar que ninguna de esas historias es buena. Una muchacha como usted no debería de escucharlas.



                        ¿Y eso qué importa?, pensó Melanie. No pensaba en el origen de Toby. Pensaba en la pequeña vida que se había truncado. Pensaba que era injusto que unos padres tuvieran que enterrar a su hijo.
-Puede retirarse-le dijo a la criada.
-No he querido hablar más de la cuenta-se excusó la mujer-¡Es tan joven! No sabe nada de cómo funciona la sociedad.
-Casi prefiero vivir en la inopia. Es lo mejor. Ver. Oír. Y callar. Eso es algo que me han enseñado en la escuela. ¿Y sabe qué pienso? Que es mejor no enterarse de nada de lo que pasa en el mundo. Se sufre menos.
-Con su permiso...
                 La criada se retiró discretamente. Cerró la puerta sin hacer ruido. Melanie agradeció el poder quedarse sola. Así, podría pensar con más calma.

                    Christopher Christian Pemberton había nacido en el seno de una familia muy humilde.
                    Sus primeros años de vida habían sido muy felices.
                    Recordaba que sus padres se habían querido muchísimo. La madre de Christopher, Cintia, había llegado con sus padres siendo una adolescente a la isla en busca de una vida mejor. Entonces, conoció al que sería su marido. Era un año mayor que ella. Tras la muerte de sus padres, siendo todavía un adolescente, el padre de Christopher, Gerry, se fue a vivir con su tía solterona. Cintia quería aprender a leer. Gerry sabía leer. Decidió que enseñaría a Cintia a leer.
                  La joven era una auténtica belleza. Gerry se quedó sin aliento al contemplar aquella piel suave. Aquellos ojos de forma almendrada y de color ámbar...Aquellos labios carnosos...Aquel cuerpo escultural... No sólo se propuso enseñar a Cintia a leer, sino que, además, decidió cortejarla. Pronto, Cintia dio muestras de sentir algo más por Gerry. Habían sido amigos al principio. Después, se celebró una fiesta y acudieron juntos. Gerry fue a visitar a los padres de Cintia. Les dijo que quería casarse con ella. Al cabo de algún tiempo, se casaron.
               El propio Gerry construyó la casa en la que vivió durante ocho años con su mujer. Ahorraban lo poco que ganaban, ya que Gerry se dedicaba a dar clases a los niños. Le gustaba enseñar a los demás. Era un profesor muy raro. Nunca golpeaba a los alumnos.
                Y estaba perdidamente enamorado de Cintia. Se trataba de una joven llena de vida. Era inteligente. Era comprensiva. Siempre se estaba preocupando por los vecinos cuando éstos lo pasaban mal.
Quería mucho a sus padres y a sus hermanos.
                 Los Pemberton fueron un matrimonio realmente feliz. El amor que se profesaban era mutuo. Cintia también quería enseñar a los niños a leer. Hacía reír a Gerry con sus ocurrencias. Se preocupaba por él. Era su roca en la que podía apoyarse en los momentos más difíciles. Querían tener hijos.
                 En la cama, podían disfrutar de una gran pasión. Cintia disfrutaba entre los amorosos brazos de Gerry. Le devolvía cada uno de los besos que su marido le daba.
                Tres años después de casarse, nació su único hijo, Christopher.
                Pero la felicidad de la pareja duró poco.
                Una epidemia de viruela asoló la isla.
                Christopher tenía tan sólo cinco años.
                Sus padres fueron los primeros que sucumbieron a la epidemia. De pronto, se vio solo. El hogar feliz en el que había crecido desapareció.
                Por suerte, tenía numerosos parientes. Decidieron hacerse cargo de él.
                Durante los años siguientes, Chris estuvo yendo de un hogar a otro.
                Llegó a pensar que estaba de paso. Su familia tenía otras cosas de las que ocuparse. No es que lo ignoraran.
               Pero cada uno tenía una responsabilidad.
               Eso sí, intentaban volcarse en Chris.
               Aún así, el muchacho creció sintiendo un gran vacío en su interior. Un vacío que le resultaba muy difícil de llenar. Tenía ya veinticuatro años. Y seguía sintiendo aquel vacío.
               Siempre había sido muy religioso. Se preocupaba por los demás.
               La idea la tuvo una tía suya por parte de madre, su tía Sophie, que había tomado los hábitos. Se contaba que la mujer no tenía una auténtica vocación religiosa. Se decía que su familia la había enviado al convento tras haber sido deshonrada por un noble libidinoso. Por supuesto, Sophie no había querido nunca hablar de aquel tema. Ni siquiera con su sobrino...Todo lo que Chris sabía sobre aquel asunto era por los comentarios que había escuchado entre los vecinos. En su opinión, la vida de su tía Sophie le correspondía sólo a ella.
                Ésta le dijo que podía hacerse vicario y, de esta forma, poder ayudar a los vecinos a nivel espiritual. Los vicarios podían casarse y tener hijos. En su fuero interno, le habría gustado ver a su sobrino convertido en fraile. Pero el chico no servía para vivir entre los muros de un monasterio.
               Christopher abandonó la isla para formarse como vicario. Había regresado apenas unos meses antes.
               Oficiaba Misa todos los domingos. Había casado a unas cuantas parejas. Había celebrado unos pocos bautizos. Y había enterrado a varias personas.
               Pero era la primera vez que tenía que oficiar el entierro de un niño.
                Se sentía impotente.
              No había conseguido hablar con el duque.
               Y hablar con la duquesa había supuesto un martirio. Lady Christine no hacía otra cosa más que gritar. Se negó a escuchar lo que le decía el joven vicario. Unos días antes, lady Christine estaba enfrascada en los preparativos de la fiesta que quería celebrar el domingo por la noche. Ahora, acostada en su cama, se negaba a asimilar la muerte de su hijo. De aquel niño al que había llegado a querer como si fuera su hijo. Y lord Duncan, sentado en una silla, se dedicaba a mirar al vacío.
-Será mejor que se marche-le pidió la doncella personal de lady Christine a Chris-No lo va a escuchar. Tiene que sacar fuera todo el dolor que lleva dentro. Vuelva mañana.
-Tiene razón-suspiró Chris-Será mejor que me marche.
-Descanse. Todos necesitamos descansar. Mañana...Será un día terrible.


                        Al salir de la habitación, Chris se dio de bruces con Melanie. La chica no podía seguir por más tiempo en su habitación. Se asfixiaba y tuvo que salir de la habitación porque sentía que se ahogaba.
-Disculpe, señorita-se excusó Chris.
-Lo siento-se disculpó Melanie-No le he visto. Yo...
                  Se sintió estúpida.
                  Se había puesto encima del camisón la bata.
-No pasa nada-le dijo Chris.
                  Se quedó sin aliento al ver a Melanie.
-¿Cómo está Su Excelencia?-le preguntó Melanie.
-Está muy mal-respondió Chris-No es capaz de reaccionar. Sólo grita y llora.
                Melanie sintió pena por lady Christine.
               Chris la miró más detenidamente.
-Lo siento mucho-se lamentó Melanie.
                  Chris pensó que la vida era injusta. Él tenía la misma edad que tenía Toby al morir cuando perdió a sus padres. Y he aquí que me encuentro con un matrimonio que ha perdido a su hijo, pensó el joven.
-¿Piensa quedarse aquí?-preguntó Chris.
-Quiero consolar a los duques-respondió Melanie-Me ha afectado la muerte de Toby.
-¿Lo conocía personalmente?
-No...Nunca le he visto. Pero tengo una hermana de diez años. Annie...Y pienso en ella.
               Chris era hijo único. Veía verdadera angustia en los ojos de Melanie. Le hizo una reverencia a modo de despedida.
-Volveré mañana por la mañana-le informó a Melanie.
-Señor...-titubeó Melanie-Me gustaría hacerle una pregunta.
-Sé qué es lo que me quiere preguntar. La respuesta es no. No he enterrado nunca a un niño-Su voz sonó triste-Es la primera vez para mí. Y...Me habría gustado no tener que hacerlo-Melanie sintió compasión de él-Buenas noches...
-Buenas noches...-se despidió Melanie.
                  Chris empezó a bajar por la escalera.
                Melanie le vio alejarse. Le habría gustado hablar un rato más con él.
                 Le habría gustado conocerle mejor.

2 comentarios:

  1. Qué buen matrimonio que habían tenido los padres de Christopher, amor verdadero del que es difícil encontrar, más en aquella época. Pero las epidemias no perdonaban nada...el hecho de perder a sus padres y luego vivir de aquí para allá habrá marcado la personalidad del joven de maneras diversas.
    Interesante también la historia secreta de los anfitriones, bsatantes secretos rodearán a Melanie.
    Continúo...

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  2. La vida de Chris sin duda ha de haber sido difícil, lo bueno es que contaba con una familia que se pudo hacer cargo de él, aunque fuera de un lado a otro recibió cuidados que muchos, supongo, no habrían recibido por ese tiempo. Y lo importante es lo que llegó a ser. Linda historia la de sus padres.

    Confieso que ya le he cogido cariño a Melanie, es una gran chica, su preocupación habla mucho de ella.

    Un beso.

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