sábado, 5 de septiembre de 2015

ILUSIONES ROTAS

Hola a todos.
Aquí os traigo un nuevo fragmento de Ilusiones rotas. 
Dentro de nada, os traeré el desenlace de este triste relato.
Espero que os esté gustando, a pesar de todo.

                                       Mistress Karen llegó a publicar un anuncio en la prensa anunciando que ponía a la venta su casa.
                                       Le enseñó el anuncio a Zayra. La mujer apenas sabía leer. Sin embargo, sí entendía el significado de aquel anuncio que le enseñó en la cocina.
-Es una realidad-suspiró con pesar.
                                      Antes o después, alguien adquiriría aquella casa. Mistress Karen y Zayra se irían a vivir a Bradford.
                                      Ya no se limitaban a vivir. Zayra lo supo el día en el que se metieron debajo de la mesa cuando los aviones alemanes bombardearon el condado donde estaba la isla.
                                       Se limitaban a sobrevivir. La casa podía ser destruida en uno de aquellos bombardeos. Por suerte, ninguna bomba había caído todavía en la isla. Pero podía pasar.
                                       Podían morir ellas también. Como muertos estaban Alexander y Sophie. Zayra no quería pensar ni en su hija ni el hijastro de su hermanastra. Su corazón se rompía en mil pedazos cuando se acordaba de ellos. Y de su nieto...
                                      Ya sabía que Alexander bajaba al sótano amparado por la oscuridad de la noche. Que se metía en el jergón donde dormía Sophie. Ella le estaba esperando despierta. Deseosa de estar con él.
                                        Se besaban con ardor. Se acariciaban el uno al otro con las manos. Se abrazaban con fuerza.
                                        Se amaban.



-Piénsatelo bien-le pidió Zayra a mistress Karen.
                             Estaban en la cocina, sentadas a la mesa.
-Entiendo que no quieras venirte conmigo a Bradfor-asintió mistress Karen-Pero te necesito, Zay. Eres mi hermana. Eres la única familia que me queda.
-Tú no quieres irte de aquí-observó la criada.
-Es verdad. Pero esta casa está habitada por fantasmas. No puedo vivir aquí ya. ¡Me es imposible estar en esta casa!
-Entiendo.

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