martes, 23 de septiembre de 2014

UN SABOR AGRIDULCE

Hola a todos.
A pesar de que estoy sumida en mi relato En la isla y a pesar de que mi blog novela Una brisa suave la tengo un poco aparcada (aunque intento subir siempre que pueda un fragmento) he podido avanzar un poco con este relato.
Aunque sea un fragmento muy breve, es muy intenso.
En esta ocasión, Lorenzo hace un anuncio que deja sin habla a María Catalina.
Aunque sea de uvas a brevas, pienso terminar este relato.
¡Vamos a ver lo que pasa!

                               Era la hora de la cena.
                              María Catalina no tenía muchas ganas de comer. Miraba casi con asco su plato de solomillo de ternera.
                              María Elena no tardaría mucho tiempo en partir con destino al balneario de Solán de Cabras. Sólo Dios sabía cuándo regresaría y si volvería recuperada.
                              Lorenzo no podía dejar de mirar a María Catalina. Desde que la vio por primera vez, supo que era la mujer que la vida le tenía reservada. La mujer de su vida...Y no pensaba dejarla escapar.
-Don Juan, me gustaría pedirle un favor-le dijo al padre de María Catalina-Tiene que ver con alguien de su familia.
-Te escucho-le invitó a hablar don Juan-¿De qué se trata?
-Hay dos mujeres jóvenes en este comedor ahora mismo. Son su hija y su sobrina. Y yo estoy muy unido a ellas.
-Eres el hermano de Santiago. Es normal que quieras casarte con Elenita. Lo entiendo.
                           María Elena ahogó un grito. La sangre se agolpó en las mejillas de María Catalina. ¿Acaso Lorenzo pretendía casarse con María Elena?
-No quiero casarme con Elenita-admitió Lorenzo-Le tengo mucho cariño. Pero no estoy enamorado de ella.
                           Entonces, posó la mirada en el rostro de María Catalina. Le cogió la mano y se la besó.
-Deseo casarme con su hija María Catalina-añadió.
                            El comedor empezó a darle vueltas a la muchacha.
-¡Oh, Dios mío!-exclamó doña Edelmira, atónita.
-¡Cati!-trinó emocionada María Elena-¡Di algo!
                           Pero María Catalina no podía hablar. No podía articular palabra.
                          Todo estaba pasando demasiado deprisa. No puede ser verdad, pensó María Catalina. Estaba demasiado aturdida como para experimentar cualquier sentimiento. Alegría...Dicha...Felicidad...
                          Sólo sabía que Lorenzo quería casarse con ella.
-Estaré encantado de tenerle como yerno-sonrió don Juan-Sólo espero que mi hija también quiera. Estoy mirándole la cara. Está un poco sorprendida. Pero no tardará en darse cuenta de que usted podrá hacerla muy feliz.
-Don Juan, le prometo a usted y a doña Edelmira que me dedicaré a hacer feliz a Cati-le aseguró Lorenzo.
-Eso esperamos mi marido y yo-afirmó doña Edelmira.
-¡Mi querido Lorenzo!-palmoteó María Elena-¡Qué alegría!

 

                        Lorenzo se inclinó sobre la mesa y besó de manera cariñosa a María Catalina en los labios.

1 comentario:

  1. Uy aunque poquito, me alegro que hayas subido esta historia. Te mando un beso

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