jueves, 28 de mayo de 2015

DARTMOOR HALL

Hola a todos.
Tal y como prometí en una entrada anterior en mi blog "Un blog de época", mantendría todos mis otros blogs cerrados, menos dos. Los demás los abriría para darles aire, como se suele decir.
En este caso, tengo a medio terminar en este blog un relato que se llama Dartmoor Hall. Empecé hace algún tiempo a subir este relato a este blog. No sé cuándo lo terminaré de subir porque la inspiración está siendo muy follonera (con perdón) con esta historia.
De momento, aquí os dejo un pequeño fragmento.
Melanie ya está en Dartmoor Hall.

                                     El segundo nombre de Melanie era Griselda. A veces, se le olvidaba que también se llamaba así. Cuando su madre se enfadaba con ella, la llamaba Melanie Griselda. Le parecía un nombre cursi en extremo. Pero fue idea de Margot el llamarla de aquel modo.
                             Cuando eran pequeñas, Alexandra y sus hermanos solían llamarla Grizzy. Ya no la llamaban así.
                             Tyler era un hombre casado. Intentaba ser feliz al lado de Sophie.
                            Pero parecía que la desgracia le perseguía. Su hijo no se encontraba bien.
-La comadrona dice que nació prematuro-le contó Alexandra a Melanie.
-¡Ya verás cómo se pondrá bien!-le aseguró su amiga.
                             La tarde antes había transcurrido como en un sueño para Melanie.
                             Tenía la sensación de que había vuelto atrás en el tiempo.
                             Con la ayuda de una doncella, guardó su ropa en el cuarto de invitados que le fue asignado. Se dio un baño prolongado. Y se puso un bonito vestido para bajar a cenar. Después, estuvo hablando con Alexandra hasta bien entrada la madrugada en su habitación.
                          Su temporada en Dartmoor Hall prometía. Melanie lo intuía.
                          Las dos estaban dando cuenta cada una de una taza de té en el salón de la mansión, que era amplio y luminoso. El sofá donde estaban sentadas las dos amigas era de terciopelo de color verde. Las pesadas cortinas de color dorado estaban corridas. Alexandra parecía estar triste.
                           A pesar de todo, echaba de menos el convento. Estaba allí porque le habían dicho que podía caer enferma. Con la ayuda de Dios, la epidemia acabaría remitiendo.
                           Pero ella era consciente de que su sino estaba en el convento.
-¿No has pensado en quedarte fuera?-le preguntó Melanie.
-No podría dejar de ser monja-respondió Alexandra-Estaría yendo contra la Voluntad de Dios.
                         Melanie lo entendía. Aún así, le parecía injusto.
-Nunca pensé que acabarías siendo monja-recordó Melanie-Siempre fuiste la más traviesa de las dos.
-Y tú me seguías en todas mis aventuras-sonrió Alexandra con nostalgia.
                          Era bueno recordar tiempos pasados. El presente se les aparecía de distinto modo.
                         Melanie acabaría haciendo un buen matrimonio. Alexandra estaba segura de que encontraría a un buen hombre. Pensó que acabaría casada con uno de sus hermanos. ¡Le habría gustado tanto haberla tenido como cuñada!
                         Besó a Melanie en la mejilla.
                         En ocasiones, los sueños no podían hacerse realidad.
-¿Y tu otro hermano?-le preguntó Melanie a su amiga.
-No para nunca de trabajar-respondió Alexandra.
-Sólo lo vi anoche durante la cena y casi no hablamos.
-Os parecéis mucho en ese aspecto.



-No me veo casada con él. No te confundas.
-En el fondo, te conviene. Yo creo que no deberías de dejarte engañar por su manera de ser. También puede darte alguna que otra sorpresa. A ti te gustaba la manera de ser de Ty. No te culpo. Pero, sinceramente, Ty no te convenía. Sólo espero que haga feliz a Sophie.
-Están juntos por el niño.
-Por eso, lo digo.


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