Hola a todos.
Estoy en racha con esta historia. Por ese motivo, me gustaría subir otro trocito de El ánima.
Vamos a ser testigos de un nuevo encuentro entre Gilbert y Ellen.
¡Espero que os guste!
Ellen estaba intentando conciliar el sueño. Sin embargo, lo único que consiguió fue dar vueltas y más vueltas en la cama.
De pronto, sintió que no estaba sola en la habitación. Divisó una figura situada a los pies de su cama. Algo alterada, Ellen se sentó en la cama.
Encendió la luz de la lámpara de noche. Se asustó cuando se encontró a Gilbert de pie junto a ella. El corazón empezó a latir muy deprisa dentro de su pecho. ¿Qué está haciendo?, se preguntó Ellen. ¡Se ha vuelto loco!
Gilbert se acercó a ella.
-He descubierto algo espantoso-le contó-Tristán no está enamorado de tu prima.
-¿Qué estás diciendo?-se escandalizó Ellen.
-El prometido de Anne no estaba enamorado realmente de ella. He estado haciendo averiguaciones. Es cierto que murió en combate. Yo pude encarnarme en su cuerpo. Confiaba en encontrar su espíritu porque, cuando una persona muere dejando algo pendiente en La Tierra, su espíritu vaga por ella. Busca realizar aquello que dejó pendiente. Si esa persona muere amando a otra, ese espíritu se niega a abandonarla. He buscado a Tristán y no lo he encontrado. Y lo que me han contado no me ha gustado nada.
-Si Tristán no amaba a Anne, ¿por qué le pidió que se casara con ella? ¡No lo entiendo!
Gilbert se sentó al lado de Ellen en la cama. La joven estaba atónita. No acababa de creerse lo que le había contado Gilbert.
-Eso es algo que me gustaría averiguar-admitió Gilbert.
-Mi prima ha estado enamorada de un canalla-se lamentó Ellen-Lo peor de todo es que todavía lo ama.
Gilbert admiró a Ellen.
-Quieres mucho a tu prima-observó con fascinación.
Ellen asintió con tristeza. Anne y ella estaban muy unidas. Más que primas, lo que ambas parecían eran hermanas. Por eso, Ellen había hecho aquel sacrificio. Había pedido a Gilbert que se reencarnara en el cuerpo de Tristán renunciando a él.
Creía que la presencia de Tristán animaría a Anne.
Pero se había equivocado. Se sintió culpable.
-No importa el cuerpo que ocupe-le aseguró Gilbert-Sólo me importa estar a tu lado.
-Gilbert...-susurró Ellen.
-Deja que me quede contigo.
-No puede ser. Mi familia está aquí. Podrían venir a mi habitación. Y verte. Y pensar lo peor.
-No puedo renunciar a ti. Te lo dije una vez.
El cabello rubio de Ellen caía sobre sus hombros igual que un manto. Gilbert pensó que nunca se cansaría de admirarla.
Los dos acabaron fundiéndose en un beso cargado de anhelos. Gilbert depositó a Ellen sobre la cama.
-Te amo-le susurró la joven.
La mente de Gilbert se nubló.
La ropa que llevaba puesta desapareció como por arte de magia. No supo si él se la había quitado. O si se la había quitado Ellen. Sólo le importaba la mujer que estaba con él. Su amada...
Se besaron.
Se besaron muchas veces. Gilbert recorrió con los labios el cuello esbelto de Ellen.
Se abrazaron. Se acariciaron el uno al otro. Gilbert cubrió de besos cada centímetro de la piel de Ellen.
La noche se iba tornando más oscura. Pero no se dieron cuenta.
Gilbert estrechó entre sus brazos a Ellen. La hizo suya. En aquellos momentos, se sintió el hombre más feliz del mundo. Se sentía fundido con el cuerpo de Ellen. Siendo un solo ser. Amándose.
Uhmm, qué dura es la vida de un ánima...
ResponderEliminarEsto sí que es un Polstergeist simpático, jejeje.
Un saludo.
¡Ni te imaginas lo simpático que puede llegar a ser Gilbert cuando se trata de Ellen!
EliminarUn fuerte abrazo, EldanY.
Uy que romántico , espero que sigan juntos
ResponderEliminarTodo se andará, Citu.
EliminarUn fuerte abrazo.
Y cuídate.