viernes, 18 de abril de 2014

EL ÁNIMA

Hola a todos.
A lo largo de estos días, he logrado darle un empujón a mi relato El ánima. 
En este fragmento, Gilbert viaja a Ullapool donde vive el hermano de Tristan.
¡Vamos a ver lo que pasa!

                      El viaje en barca fue la primera parte del trayecto. Por fin, había logrado adivinar en qué parte de Ullapool vivía el hermano de Tristan. Sería un viaje muy largo, ya que viajaba de una punta a otra de Escocia.
                       La parte más dura fue despedirse de Anne y de Ellen. En realidad, la parte más dura fue despedirse de Ellen. Fue en el recibidor de su casa, cuando acudió a despedirse de Anne. Le dijo que iba a visitar a su hermano. Quería arreglar las cosas con él. Anne lo entendió. Pero, aún así, se sintió destrozada por tener que despedirse de quien ella creía que era su prometido. A Ellen no le pudo ocultar la verdad.
-Tristan oculta un secreto-afirmó Gilbert-No se trata sólo se su ambición desmedida. Si descubro lo que es, podré hacer que Annie abra los ojos. Y sea feliz de una vez por todas.
-No tengo tanta fe como tú en que lo consigas-replicó Ellen-Mi prima está ciega y no ve la realidad.
-No sé lo que pasará cuando todo esto termine. Tan sólo sé que quiero estar a tu lado. Me da igual si es dentro de este cuerpo como si es dentro de otro cuerpo.
-Me gustaría ser capaz de recordar. Pero...A menudo, pasan por mi cabeza imágenes a gran velocidad. Pasan tan deprisa que no tengo tiempo de analizarlas. Son sueños. Pero...No son sueños.
-Te lo explicaré todo a su debido tiempo, Ellie.
-Confío en ti.
                     Gilbert se había despedido de Anne dándole un beso suave en los labios. Pero, al despedirse de Ellen, la besó con pasión. Fue un beso largo y ardiente que marcaba su separación temporal. Pero volverían a verse.
                       Gilbert casi no llevaba ropa consigo.
                       Era la primera vez que viajaba a Ullapool, ya que estaba convencido de no haber estado allí nunca. Ni siquiera cuando vivía y tenía su propio cuerpo.
                        El barquero era un hombre discreto y casi no le hizo muchas preguntas durante el rato que pasó en la barca. De todos modos, Gilbert sabía que no podía contarle la verdad porque estaba convencido de que nadie le creería.
                          La siguiente parte del viaje la hizo en una diligencia.
                          Apenas pudo pernoctar una noche en la ciudad de Kirkcaldy.
                         Gilbert se encontró viajando a bordo de una diligencia llena de gente. Por suerte, apenas trabó conversación con todos los viajeros que viajaban hasta allí. El viaje fue largo y pesado. De haber podido, Gilbert se habría materializado delante del hermano de Tristan. Pero era mejor hablar con él cara a cara, usando el cuerpo de Tristan.
-¿Hacia dónde se dirige, joven?-le preguntó una mujer de unos cuarenta años.
-Me dirijo hacia Ullapool-respondió Gilbert.
-¿Es usted de las Tierras Altas?
-Sí...
                          En realidad, Gilbert no sabía si Tristán era o no era de las Tierras Altas. Tan sólo sabía que su hermano vivía allí.
                       
 

                     La diligencia lo dejó frente a un impresionante castillo que estaba casi en ruinas.
-¿Quién vive ahí?-le preguntó a un lugareño que pasaba por allí.
-El duque de Cleveland...-respondió el hombre-Lord Spencer Kinkaid...
-¿Es el hermano del marqués de Sinclair?
-Así es, señor. Nunca les he visto a ninguno de los dos. Pero lord Tristan Kinkaid heredó el título de marqués de un tío suyo que murió sin hijos. Aunque tiene varias hijas. Lord Spencer se casó con una de ellas.
-Entiendo.
                         El lugareño se alejó de allí.
                          Gilbert quedó ante el castillo.
                        De haber podido, habría dado un paseo por aquel lugar que parecía estar sacado de una de las novelas que Ellen solía leerle a Anne en voz alta.
                         ¡Qué medieval es este sitio!, pensó Gilbert. Pero había ido allí en busca de respuestas. Y no pensaba para hasta no haberlas obtenido.
                          Caminó por el puente levadizo, que estaba bajado y entró en el interior del castillo. Se fijó en una mujer que estaba sentada en un taburete desgranando guisantes y que, al darse cuenta de que no estaba sola, levantó la vista. Ahogó un grito al verle.
-¡Excelencia!-exclamó, sobrecogida-¡Todos creíamos que estaba muerto!
-Pues estoy vivo-dijo Gilbert-Y he venido aquí. Me gustaría saber dónde está mi hermano Spencer. ¿Se encuentra dentro del castillo? Cuando uno está a punto de morir, tiene la necesidad de ponerse a bien con la gente a la que ha hecho daño para intentar compensarla.
                        La mujer, que era la cocinera, se puso de pie. Estaba tan blanca como la cera. Gilbert pensó que se iba a desmayar. Lo miraba casi con miedo.
-Le diré a su hermano que está aquí-le informó.
-No sé si querrá verme-dijo Gilbert-Nuestra relación no ha sido nunca buena. Y creo que le hice mucho daño en el pasado. Yo espero poder solucionarlo todo ahora que estoy aquí.
                       La mujer salió corriendo.
                       Gilbert recorrió el castillo con la mirada.
                        Era un lugar que parecía estar sacado de un cuento de hadas. Sin embargo, había algo tétrico en aquel lugar. Estaba viejo y daba la sensación de que vivía poca gente en su interior. A lo mejor, lord Spencer estaba allí en compañía de su esposa.
-¿Cómo dices?-bramó una voz masculina que salía del interior del castillo-¡Ese malnacido está vivo! ¡Y ha venido aquí!
                     Si es Spencer, no se va a alegrar de verme, pensó Gilbert. Tragó saliva.

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