Hoy, os traigo un fragmento de mi relato El ánima.
Es verdad que hace tiempo que terminé (¡Aleluya!) este relato. Pero no se trata de la segunda parte ni pienso reiniciarlo.
Se trata de un fragmento que, finalmente, decidí descartar. Sin embargo, a pesar de que la historia ya ha terminado, me he animado a subirlo. Opino que no altera en gran cosa la historia y está más centrado en el personaje de la atormentada Anne.
Deseo que os guste.
Anne tenía un novio.
En
realidad, era su prometido. Se llamaba Tristán.
Estaba
muy enamorada de él. A menudo, pensaba que no podía vivir sin él.
Su
prima Ellen era varios años más joven que Anne.
Sin
embargo, cuando conoció a Tristán, la vida de Anne cambió. Se volvió loca de
amor por él. Dio por sentado que Tristán también le correspondía. Después de
todo, él estaba cortejándola. Empezó a cortejarla con auténtico ardor. Anne se
sintió halagada. Siempre había sido considerada como la mujer más hermosa de
toda Escocia. No quería pecar de presunción.
Estaba
exagerando. Anne sólo contaba con su belleza.
Su
padre le había destrozado la vida. No sólo la había maltratado cuando era una
niña.
También
le había despojado de su dote. La había despilfarrado en sus juergas.
Anne
sólo contaba con sus sueños para poder mantenerse fuerte. Para poder aferrarse
a algo cuando sentía que todo se le venía abajo. Cuando su padre llegaba a casa
completamente borracho.
Pero
era humana. Y soñaba con ser amada.
Por
ese motivo, se enamoró de Tristán. Empezó a hacer planes. Quería casarse con
él…Dar a luz a sus hijos…Tener muchos hijos varones…Quería ser feliz a su
lado…Ser una buena esposa…Una buena madre…Lo deseaba…Lo deseaba de todo
corazón…
Iba
a hacer muy feliz a Tristán.
Ellen
recordaba cómo era antaño su prima Anne. Era una mujer joven y fuerte. Pero
Anne estaba sufriendo ante la ausencia de Tristán. En ocasiones, sentía que no
volvería a verle. Que se quedaría en el continente. O que moriría a manos de
algún soldado de Napoleón.
Entonces,
Anne se despertaba gritando en mitad de la noche. Lloraba desconsoladamente al
pensar que no volvería a ver nunca más a Tristán.
Anne
siempre había sido la clase de mujer que ayudaba a que se hiciese justicia. Se
había enfrentado a un padre cruel y autoritario.
Pero,
cuando conoció a Tristán, la vida de Anne se vino abajo. Se enamoró locamente
de él. Tristán era hermano de un miembro de la nobleza rural de Escocia. Un
joven que tenía dinero, pero que jamás heredaría título alguno.
El
polo opuesto a su hermano mayor. Un hombre que estaba sufriendo en carne propia
las consecuencias de un pasado repleto de excesos.
Su
matrimonio no sería un desastre. Estaba segura de que Tristán regresaría. Hacía
mucho tiempo que no recibía ni una miserable línea de él. Pero no pasaba nada.
Él volvería…Estaba segura de que él iba a volver…Se lo había prometido…
Durante
el tiempo en el que estuvieron juntos, se habían besado varias veces. Pero no
pasaron nunca de los besos.
Anne
quería llegar virgen al matrimonio. Era una mujer de librepensamiento. Pero
también era una mujer decente.
Ellen
sufría al ver sufrir a Anne. Su prima llevaba algún tiempo viviendo con sus
padres y con ella.
Todos
se desvivían por hacerla sentirse cómoda viviendo en aquella casa. Pero Anne sólo
tenía la mente puesta en Tristán. En ocasiones, pasaba semanas sin saber nada
de él. Entonces, Anne no quería comer. Se encerraba en su habitación a llorar.
Al
pensar en ello, Ellen se enfadaba. ¡Tristán le había mentido a Anne! ¡La había
abandonado! Era un canalla y Anne no se lo merecía. Pero la muy tonta seguía
enamorada de él. No podía olvidarle.
La
manera en la que Tristán había besado a Anne la había hechizado. Tristán había
sido el primer hombre que besaba a Anne. Ella nunca antes había recibido un
beso de amor. Tristán la había besado de manera muy apasionada. La había
iniciado en las lides del beso sensual. Tristán…Se había convertido en el
centro del Universo de Anne.
Había
pensado que él sería el primero en acariciarla de manera íntima. Ella se moría
de ganas de acariciarle por debajo de la ropa. Había fantaseado con su noche de
bodas, que sería la primera vez en la que yacería en los fuertes brazos de un
hombre. Anne era virgen. Pero no era ninguna tonta. Sabía que Tristán había
tenido muchas mujeres. Lo sabía toda Escocia.
Anne
prefería pensar que Tristán no le era infiel. Que estaba realmente enamorado de
ella.
Su
amor por ella era sincero y profundo. Y debía de estar sufriendo al imaginar
que podía pasarle algo. Y estaba lejos de ella.
Se
habían besado en muchas ocasiones. Pero no habían pasado de aquellos besos.
Tristán había querido más de ella.
Pero Anne no se había atrevido a dárselo.
Valoraba
mucho su virginidad.
Había
pensado en muchas ocasiones en entregarse a Tristán. Pero…No pudo…
No
pudo hacerlo. Lo había deseado. Pero no se había atrevido.
Se
preguntaba lo que habría pasado si se hubiese entregado a Tristán. ¿Él se
habría quedado en Escocia? ¿Habría permanecido a su lado? Una parte de ella
sabía que Tristán la habría abandonado, aunque se hubiese entregado a él. La
habría dejado sola y abandonada. Y no sólo eso. No habría podido casarse con
nadie. Los hombres sólo buscan a mujeres que sean vírgenes. ¿Y si se hubiese
quedado embarazada? No tenía que pensar en eso. No se había entregado a
Tristán. Era todavía virgen. Tenía que recordarlo. Pero… Le echaba de menos…Lo
anhelaba…
Debía
dejar de pensar en Tristán, se decía Anne así misma.
Él
la había abandonado.
¿Por
qué la había abandonado?, se preguntaba una y otra vez.
No
lo sabía…
Lo
único que sabía era que Tristán no la merecía. Se había portado como un
miserable con ella. No merecía la pena pensar en él.
Pero seguía pensando en
él como la tonta que, en el fondo, era.
Tristán...Anne sabía que había nacido para estar con él. No podía dejar de amarle porque era su vida. Era su todo para ella.
Uy te quedo muy bien el capitulo te mando un beso
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