domingo, 19 de octubre de 2014

UN SABOR AGRIDULCE

Hola a todos.
Aquí os traigo el penúltimo fragmento de mi relato Un sabor agridulce. 
Mañana, espero poder subir el final.
¡Vamos a ver lo que ocurre entre María Catalina y Lorenzo!

                                 La boda se celebró a las pocas semanas de haberse entregado María Catalina a Lorenzo en la Iglesia del Peñón de Alhucemas. Acudieron numerosos invitados, casi todos, habitantes del Peñón.
                                 La noticia del compromiso entre Lorenzo y María Catalina corrió como la pólvora por toda la Península. La pareja tuvo su correspondiente fiesta de compromiso donde se anunció su boda.
                              Las semanas que siguieron fueron de verdadero caos. Había que adornar la Iglesia. Confeccionar la lista de invitados. Hacer vestidos. Hacer trajes.
                               María Elena estuvo presente cuando María Catalina se probó su vestido de novia en su habitación.
-¡Estás bellísima!-exclamó María Elena, emocionada.
                             La ayudante de la modista fue la encargada de traer el vestido de novia de María Catalina a su casa.
                              María Elena pareció animarse con los preparativos de la boda de su querida prima. Participó en la elaboración de la lista de invitados. Habló con la cocinera acerca del menú que se serviría en el banquete nupcial. Incluso, llegó a pensar en bailar alguna que otra pieza durante el baile que se celebraría después del banquete. Pero Rosario se opuso.
                               María Elena acudió a la boda de su prima. Lloró cuando vio a María Catalina entrar en la Iglesia con su padre Juan. Lorenzo pensó que estaba delante de un ángel.
                               El vestido de novia de María Catalina era de color blanco. Sujetaba un ramo de azahar entre sus manos. Un velo de tul cubría su cara.
                                Sentada en el banco junto a María Elena se encontraba su tía doña Edelmira. La mujer rompió a llorar al ver entrar en la Iglesia a su única hija. María Catalina ya no era una niña.
-No llores, tía-le pidió María Elena-Te vas a poner muy fea.
-Lloro de alegría, hija-afirmó doña Edelmira, emocionada.
                            María Elena la abrazó con cariño.



                           La noche de bodas tuvo lugar en la posada del Peñón.
                           A solas en su habitación nupcial, Lorenzo y María Catalina se despojaron el uno al otro de sus ropas. Cayeron sobre un estrecho jergón sobre el cual había echado pétalos de rosas la posadera.
-¿Por qué habrá hecho eso?-se extrañó Lorenzo.
-Es un regalo muy bonito-contestó María Catalina.
                          Un fotógrafo les había hecho una fotografía al salir de la Iglesia. Toda la familia posó para la fotografía. Sería revelada días después.
                           Las manos de Lorenzo acariciaron el cuerpo de María Catalina. La besó de manera apasionada en la boca. Ella le devolvió con igual ardor cada beso que le dio. Lorenzo la besó en el cuello. No podía dejar de tocarla. De acariciarla con sus manos. De abrazarla.
                           Lamió cada centímetro de la piel de ella. Llegó, incluso, a chupar sus pechos.
                            Y María Catalina no lo dudó.
                           Se entregó a Lorenzo sin reservas. Le mordisqueó el lóbulo de la oreja. Le succionó una tetilla.
                           Habían hecho realidad su sueño. Se habían casado.

2 comentarios:

  1. Uy por fin juntos, adore el capítulo te mando un abrazo y mucho animó.

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    Respuestas
    1. Hola Citu.
      Me alegro muchísimo que te haya gustado.
      ¡Y hoy es el desenlace!
      Un fuerte abrazo.
      Y gracias por estar ahí.

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