martes, 12 de noviembre de 2013

UN SABOR AGRIDULCE

Hola a todos.
Hoy, veremos cómo la relación entre Lorenzo y María Catalina empieza a avanzar. ¡Y no en el sentido de la amistad, je, je!

                   Lorenzo encontró a María Catalina en el jardín. Era ya de noche y sus padres estaban en el comedor esperándola para cenar. Lorenzo se ofreció a ir a buscarla al comprender que estaba tardando mucho. Se quedó sin habla cuando la encontró en el jardín, luchando por no romper a llorar.
-Sus padres la están esperando, señorita Cienfuegos-le avisó Lorenzo-¿Se siente mal?
                     Al darse cuenta de que no estaba sola, María Catalina se secó las lágrimas con el dorso de la mano. Procuró no mirar a Lorenzo a la cara. Lo último que quería que él pensar era que ella era débil.
-Estoy bien-mintió-Sólo he salido porque quería tomar el fresco. Hace una noche agradable.
-No tiene porqué mentirme, señorita Cienfuegos-dijo Lorenzo-Está llorando. Llorar es bueno para el alma. No puede guardarse dentro todo lo que lleva eternamente. Le hace daño.
-Le digo que estoy bien. Elenita dice que llorar es de débiles.
-¿Lo dice en serio? Veo que admira mucho a su prima. María Elena es digna de admiración.
                     María Catalina clavó su mirada en Lorenzo. Aquel joven parecía querer sinceramente a María Elena. No sólo por el hecho de que era su cuñada. Veía algo más en aquel afecto. Se preguntó si Lorenzo podía estar enamorado de María Elena.
                     Y Lorenzo se sorprendió así mismo que, bajo la luz de la Luna, María Catalina brillaba como la más hermosa de las estrellas.
-Elenita ha sufrido mucho desde que la Guardia Civil se llevó preso a Santiago-recordó la muchacha-Un día antes, mi prima era la mujer más feliz del mundo. Acababa de cumplir su primer aniversario de boda. Iba a tener a su primer hijos. Amaba a su marido. Y, de pronto, todo acabó.
-Yo ignoraba a lo que se dedicaba mi hermano hasta que la Guardia Civil irrumpió en nuestra finca y se lo llevó arrestado-se sinceró Lorenzo.
-Una vez, mi prima me contó que ella sabía a lo que se dedicaba su marido. Santiago le aseguró que se dedicaba al contrabando como una forma de divertirse. En lugar de vivir escondido en el monte, vivía en su hacienda. A Elenita le hizo gracia. Decía que era como hacer realidad una fantasía romántica.
-No se trató de una fantasía romántica. A mi hermano le fusilaron mediante garrote vil. Fue una pesadilla, más bien. Don Fabio, el cura, vino a verme porque Santiago se lo pidió. Y le contó todo lo que él hacía. ¡Un cura ayudando a un contrabandista! Santiago sabía bien cómo camelar a la gente. Era bueno en ese aspecto.



                   Lorenzo esbozó una sonrisa irónica al pensar en Santiago. Su hermano era diez años mayor que él. Lorenzo siempre le había admirado.
                   Sin embargo, el ídolo había tenido los pies de barro. María Catalina percibió en Lorenzo mucha frustración.
-A usted también le engañó-observó-Le hizo creer algo que no era. Es otra víctima más de su hermano. Como lo fue mi prima.
                   A María Catalina siempre le había caído bien Lorenzo. Le parecía el polo opuesto a su hermano Santiago. El marido de María Elena le había caído mal desde el primer momento en que lo vio. Era demasiado prepotente para su gusto.
-Creo que a usted no la engañó, señorita Cienfuegos-recordó Lorenzo-Mi hermano sabía cómo camelar a una mujer. Pero usted mantenía las distancias con él.
-Le seré sincera-confesó María Catalina-Santiago nunca me cayó bien. Nunca le vi enamorado de mi prima. Sólo se preocupaba por una sola persona. Por sí mismo...
                   Lorenzo pensó que nunca antes había oído una opinión más acertada de Santiago.
                  Su hermano manejaba a la gente que había a su alrededor como si fueran marionetas.
                 Así lo había hecho con María Elena. Su cuñada había vivido aislada del mundo en la finca mientras Santiago iba a Sevilla a divertirse. María Elena estaba al tanto de las infidelidades de su marido. Pero, loca de amor como estaba, prefería cerrar los ojos. E ignorar lo que estaba pasando en realidad.
-Le pediré a la Virgen de la Macarena que cuide de mi pobre cuñada-le dijo Lorenzo a María Catalina.
-¡Ojala todo esto sea un mal sueño!-se lamentó la chica.
-No está sola, señorita Cienfuegos. Todos estamos con usted. Y estamos también con María Elena. No pienso dejarlas solas a ninguna de las dos.
-Piense más en mi prima, señor. Yo estaré bien.
-Y yo quiero ayudarla. Lo hago por mi cuñada. Usted es como una hermana para ella. Pero también lo hago por usted misma. Necesita ayuda. No puede llevar el peso del mundo sobre sus hombros.
                  Movido por un extraño impulso, Lorenzo se acercó a María Catalina y le dio un beso en la mejilla.
                   Un escalofrío recorrió la columna vertebral de la chica. María Catalina miró a Lorenzo y se preguntó el porqué había hecho eso. Se alejó de él y se metió dentro de la casa. Lorenzo la siguió con la mirada.

2 comentarios:

  1. Uy, Catalina y Lorenzo... Aquí hay tomate.
    Un apunte, creo que el garrote vil no tenía nada que ver con fusilamientos ni armas.
    Eso sí, formaba parte de la pena de muerte pero me temo que era algo más trágico, si cabe que un balazo. Consistía creo en estrujarte la cabeza con una especie de torniquete y no estoy seguro si de mientras, se te iba clavando algo tras la nuca.

    Creo que querías decir que le ajusticiaron o le pusieron de pena el garrote vil.

    Saludetes maja.

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  2. Uy Lorenzo es muy tierno siempre preocupándose por los demás veamos si sucede algo con Catalina

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