jueves, 20 de junio de 2013

BERKLEY MANOR

Hola a todos. 
Hoy, os traigo un nuevo fragmento de Berkley Manor. 
Este fragmento está más centrado en la historia de lord Duncan y de lady Christine, pero visto desde otro punto de vista.

             La doncella personal de lady Christine había perdido la cuenta de las veces que había dado la vuelta en el estrecho jergón. Sentía ganas de gritar de rabia, pero se contuvo.
            Había pasado tres días bastante buenos. Pero al cuarto día el colchón de paja había vuelto a llenarse de pulgas y tuvo que dormir en el suelo. Con el Invierno en su momento más crudo, la mujer se acostó en el suelo. Se cubrió con unas mantas, pero tenía la sensación de que aquel cuartucho de la pensión estaba congelado. No le gustaba dormir en el suelo y se preguntó si su madre estaría bien. La mujer vivía sola. En una pequeña casita en la campiña inglesa...Vivía de lo que su hija enviaba. Que no era mucho, por desgracia. La doncella atendía a lady Christine en todos los caprichos. La cuidaba cuando estaba enferma. ¿Se lo agradecía? ¡No! 
            Quiso dormir. No era la primera vez que dormía en el suelo. Tenía que haberse acostumbrado. Pero no podía. Daba vueltas en el suelo. Cuando oyó que el reloj de la vieja Iglesia de San Bonifacio dio las doce de la madrugada, la doncella supo que no iba a poder dormir. Y, para acabar la noche, lady Christine no se había retirado a dormir. La mujer había decidido quedarse en el salón con lord Duncan después de la cena. Con el cuerpo dolorido, la doncella se levantó del suelo y fue a sentarse en una silla.
            La habitación de lady Christine estaba en penumbra. Una sensación de miedo y de angustia propias de una niña pequeña se apoderó de la doncella cuando vio que no había Luna en el cielo aquella noche. Pensó en sí misma cuando era una niña y se vio así misma en su adolescencia robando comida del huerto de sir Wilkes y en la actualidad, peleándose con los ratones y las ratas que vivían con ella en el desván por un trozo de comida. 
             Oyó voces en el pasillo.
-Es posible que no me quede embarazada-oyó la voz de lady Christine.
            La doncella aguantó la respiración. ¿Con quién estaría hablando? Entonces, reconoció la voz de lord Duncan. Por lo visto, los duques estaban pensando en compartir cama aquella noche.
-Chrissy, si no quieres hacerlo, no lo hagas-le pidió lord Duncan.
-¡Pero es mi deber para contigo intentar darte un heredero!-afirmó lady Christine.
-Los dos estamos destrozados por la muerte de Toby. Puedes quedarte encinta. Y me alegraría. Pero... Sería un niño que ha sido concebido con dolor.
-¡No importa! Ese niño llenará de vida este lugar.
-Chrissy...

 
   
       La doncella se movió inquieta en la silla. En su adolescencia, se hartó de ser una vulgar ladrona. Su madre tenía razón cuando le dijo que debía de cambiar de aspecto. Y también le dijo que debía de olvidar sueños imposibles. No lo había conseguido. 
            Sintió que las lágrimas afloraban en sus ojos. Siempre le ocurría cuando pensaba en él. Lo cual era una vez cada cinco minutos. Su tragedia era haberse enamorado de quien jamás la correspondería. En la campiña inglesa la gente era capaz de amar y de sufrir por amor. La doncella lo sabía. Lloraba igual que lady Christine. Ya la había sorprendido llorando varias noches destrozada porque era estéril y había muerto Toby, a ella le pasaba lo mismo, y esa noche, lady Christine seguía hablando en el pasillo con lord Duncan.
-Puede que no me quede embarazada-le hizo saber lady Christine-No soy fértil.
-No se trata de concebir un hijo-afirmó lord Duncan-Se trata de consuelo. De compañía...
-Mi madre solía decir que el tener relaciones sólo sirve para una cosa. Tener hijos. ¿De qué me sirve acostarme contigo si no me voy a quedar embarazada? Aún así...
-Te sientes sola.
-Sí...Me siento sola. Esta casa está muerta.
-Chrissy...
-Déjame acabar. Nadie es feliz aquí. Los criados no hablan. No cantan. Me asfixio. ¡Me agobio! Sólo quiero llorar. Llorar. Me quiero morir. No es bueno vivir así. Sumido en el dolor...
-Quiero consolarte, Chrissy. Y quiero que tú me consueles. Vamos a intentarlo.
-Sí...
           Lady Christine entró en la habitación acompañada por lord Duncan, que no dejaba de besuquearla. Ella llevaba puesto el camisón de dormir. Lord Duncan se había puesto la camisa corta de dormir. Lady Christine estaba temblando. Y lord Duncan estaba muy rígido. 
            Al notar que no estaba sola, la doncella se metió debajo de la cama y cogió sólo una manta para protegerse del frío.
            Imaginó que lord Duncan estaría besuqueando a lady Christine y sintió asco. La doncella no había estado nunca en la cama con un hombre. 
-Rezo para quedarme embarazada-se sinceró lady Christine-No le pido otra cosa a Dios. ¡Ojala el médico que me dijo que era estéril esté equivocado! Deseo con toda mi alma ser madre. Pero no quiero sustituir a Toby. No quiero que nadie lo sustituya. Él...
             Los ojos de la duquesa se llenaron de lágrimas. Lord Duncan se preguntó si estaban haciendo lo correcto. Un encuentro íntimo sin amor...
            La doncella imaginó una mueca pensativa en el rostro de lord Duncan.
-Me sentí atraído por tu belleza-le confesó a su mujer-Y también me sentí atraído porque no me juzgaste. Los demás, en cambio, me dieron de lado. 
                 Daphne, pensó. Toby...Lo siento. 
-Sé lo que es tener un pasado –replicó lady Christine-He estado casada antes de conocerte. Y...Mi matrimonio no fue feliz.  Sé lo que pasa entre un hombre y una mujer y tengo muy claro cuál es mi deber. El Ducado de Berkley necesita un heredero-Lady Christine tragó saliva. Estaba muy nerviosa-Eres mi marido, Duncan. Y me siento muy sola. No soy feliz. Quiero tener relaciones contigo y quiero que duermas conmigo. Por lo menos, no vamos a estar solos. Ni tú ni yo...Esta noche será como el inicio de una nueva vida para nosotros. Me gustaría sentirme de nuevo deseada. Y quiero complacerte.
            Natalie no podía creerse que lady Christine hablara de aquel modo cuando todo el mundo sabía que los deberes conyugales le desagradaban. Siempre le habían repugnado. Pero los cumplía. En su fuero interno, lady Christine deseaba no ser estéril. El recuerdo de Toby flotaba en el aire. Tanto ella como lord Duncan intentaron apartarlo. 
-Te quiero, Chrissy, y quiero demostrártelo-afirmó el hombre-Quiero consolarte. Quiero que te apoyes en mí.
            Se hizo el silencio en la habitación.
          La doncella aguantó la respiración cuando los duques se acostaron en la cama. Se abrazaron con fuerza. Mientras lord Duncan empezó a besar a lady Christine, la mujer intentó pensar en otra cosa. No sentía las manos de su marido acariciando su cuerpo por debajo del camisón. No quería pensar en nada. Imaginaba el rostro de un bebé. Su hijo...

2 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho leer este fragmento a través de los ojos de la doncella, de una persona ajena quizá al círculo más íntimo de la familia, pero que es parte de él en realidad. Lamento tanto la situación de este matrimonio, me da mucha pena...

    Besos.

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    1. Quería que este capítulo fuera narrado desde otro punto de vista. La doncella de lady Christine ha permanecido siempre a su lado y presume de conocerla bien. El matrimonio de los duques es muy desgraciado y la sociedad de la época les obliga a permanecer juntos, lo que es muy triste.
      Un fuerte abrazo, Aglaia. Y me alegro de que te haya gustado este fragmento.

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