domingo, 3 de marzo de 2013

EL DESAMOR (EDITADO)

Hola a todos.
Ayer, me puse a escribir. Y me salió este relato corto. He decidido compartirlo con vosotros.
Me gusta explorar todas las caras del amor. Porque soy de las que piensan que existen muchas clases de amor. Hoy, quiero hablaros de una fase del amor que es muy dolorosa. Lo que ocurre cuando ese amor se acaba. Cuando una pareja decide separar sus vidas. El título de mi relato lo dice todo. El desamor.
Espero que os guste.

EL DESAMOR

BATON ROUGE, LUISIANA, NUEVA ORLEANS, 1967


                   La noche era mágica. 
                   Desde la calle, se oía la alegra algarabía del Carnaval. En otra época, Nicole habría bajado a la calle. Y se habría dejado embriagar por el sonido de la música. Por la alegría que emanaba de la gente. 
-Me he dado cuenta de que no me quieres-afirmó Christopher. Nicole no quería escucharle. Quería volver a abrazarle. Convencerse así misma de que su amor no había terminado. No pensar en nada. Pero tenía que afrontar la verdad. Le parecía casi insultante la música de los tambores-Y no te culpo por ello. No he sido capaz de darte todo el amor que te mereces. Nicole...Te he hecho muy infeliz. Y...Tú...No te merezco. Mereces estar con un hombre que te haga feliz. 
                   La mente de Christopher vagó atrás en el tiempo. 
                  Conoció a Nicole en el transcurso de un crucero por el Mar Egeo. Habían pasado siete años desde entonces. Pero todavía la veía en la borda. Apoyada sobre la barandilla...
                   Más tarde, se atrevió a abordarla. Nicole caminaba con mucha elegancia. Pero también tenía una manera de andar de forma apresurada. Parecía que estaba huyendo de algo. O que estaba huyendo de alguien. Sus ojos brillaban cada vez que se posaban en Christopher. Tenía el cabello de color rubio rojizo. Cuando la conoció, lo tenía largo. Hacía meses, para cuando Christopher regresó de Vietnam, Nicole decidió cortárselo. Le sentaba bien el pelo corto. Pero hacía mucho que no acariciaba su pelo.
                  Su relación estaba acabada. Una relación que había empezado a bordo de un barco. Durante un crucero...Que se había prolongado durante años. El Sol se estaba empezando a poner el día en el que Christopher vio a Nicole por primera vez. Se quedó sin aliento. 
                   Pensó que estaba viendo a un ángel. 
-Pero estoy casada contigo-le recordó Nicole-Nunca te dejaré. Te quiero a pesar de todos tus defectos. Te lo he demostrado siempre. 
-En eso tienes razón-admitió Christopher-Pero no es suficiente. 
                   Sentía sobre su cara todavía la brisa marina. Oía el sonido de las olas. A los pocos días de conocerse, Nicole yació entre sus brazos por primera vez. Fue en su camarote. Ella floreció bajo las caricias que le brindó Christopher. 
                    Él y su mujer estaban manteniendo aquella trascendental conversación en el salón de su espacioso apartamento. Éste se encontraba cerca del LSU Memorial. Christopher y Nicole llevaban casados seis años. No habían tenido hijos. Su matrimonio había sido muy tormentoso. Tras seis años de broncas y de tórridas reconciliaciones, el fuego de la pasión se había extinguido. 
                  Nicole no sabía en qué momento había dejado de amar a Christopher. Se había casado con él por amor. Cuando no hacía ni un año que se habían conocido. ¿De verdad lo había amado? Oía cantar a una mujer una canción en un idioma que ella identificó como francés. Las luces de los fuegos artificiales iluminaron el salón. 
                 Nicole miró a su marido. Su rostro era el de un hombre cansado. 
                 Christopher y Nicole estaban cansados. 
                Cansados de peleas...Cansados de reconciliaciones...Cansados de todo...De verse la cara todos los días.
                Todo...Había terminado entre ellos. 
               Nicole había creído que su historia de amor no tendría fin. ¿La habían acabado ellos? ¿En qué momento la habían matado? Somos unos asesinos, pensó Nicole. Hemos matado nuestro amor. 
-Escucha-insistió Christopher. Nicole le hurtó la mirada. Una parte de ella, quería regresar a lo de antes. A las apasionadas reconciliaciones...-Por favor...Nicky-Otra parte de ella quería acabar con todo. Christopher lo sabía. Tampoco él estaba muy seguro de acabar con aquel matrimonio. Pero se lo debía-Lo que te estoy pidiendo es que seas libre y puedas rehacer tu vida sin mí. No te pido mucho. Nicole, nunca debimos casarnos-Sintió un nudo en su garganta. Esa afirmación había estado presente desde el momento en que se casó con ella. La boda se ofició en el Templo de la ciudad. Fue una boda muy discreta-Eres inteligente. Sabes que siempre te ha convenido otra clase de hombre.
                  Nicole se casó con Christopher porque lo amaba. No vaciló cuando se acercó al Altar. Él la estaba esperando al pie del Altar. La miraba y le sonreía con orgullo. Nicole se sintió la mujer más feliz del mundo.
                 Escuchó al organista interpretar la pieza de Blanca y radiante va la novia. Nicole recordaba que el corazón le latía muy deprisa a medida que se iba acercando al Altar. En aquellos momentos, no había tenido ninguna duda.
                 Su noviazgo con Christopher había sido muy breve. Pero estaba segura del paso que iba a dar. Porque estaba enamorada de él. Lo supo en cuanto le vio en la cubierta de aquel barco.
                Su vida...Su marido...
                La piel de Nicole se estremeció cuando Christopher le cogió la mano.
-Estoy muy nerviosa-le confesó.
-Tranquila...-le susurró él.
                 Los ojos de Nicole se llenaron de lágrimas. Se apoyó en Christopher para poder caminar cuando salieron de la Iglesia. Tenían muchos planes de futuro. Tendrían muchos hijos. Se harían viejos juntos. Nicole se colgó del brazo de su recién estrenado marido. Se habían hecho muchas promesas y se habían hecho muchos juramentos de amor eterno. En aquellos momentos, Christopher creía que la felicidad estaba al lado de Nicole. Les tiraron arroz en cuanto salieron de la Iglesia.
                 Nicole recorrió con la vista el cuerpo de su amado Christopher. Un hombre fuerte...Tan alto...
Tan apuesto...
-Te amo-le susurró.
-Yo también te amo-le aseguró él.
-Vamos a ser muy felices.
-Te haré feliz, Nicky. Te lo juro.

             
              Aquel día, Christopher pensó que estaba bellísima. Ya le había parecido hermosa cuando la vio en la cubierta del barco.
              Se quedaba sin aliento cuando la miraba.
              Fue Christopher el que le retiró el velo de novia. Luego, le dio un beso. Y volvieron a besarse cuando salieron de la Iglesia.
              Pasaron la noche de bodas en un motel cercano a la Iglesia. Apenas tuvieron un banquete de bodas en condiciones. Pero eso no le importó a Nicole. Aquella noche, pensó que había muerto y que había subido al cielo. Los besos que le daba Christopher la embriagaron. Recibió de él sus más apasionados abrazos. Sus caricias más sensuales...
              Pasaron la luna de miel en Palm Beach. Se bañaron en la playa. Se pasearon por las calles de la ciudad. Se hicieron muchas fotos. Nicole aún las miraba cuando quería buscar en su pasado un atisbo del amor que le profesó a su marido. Y casi creía que lo había encontrado. Después, se daba de bruces con la terrible realidad.
             Nicole era consciente de lo que le estaba diciendo Christopher y sabía que tenía razón. Otro hombre la habría hecho feliz. Pero ella había amado a Christopher. Hablaba en pasado. 
                 Si seguían casados, lo más probable era que acabaran de destruirse el uno al otro. Su relación había estado basada en los malentendidos, en las excusas poco creíbles, en disculpas que sonaban falsas. Había sido así desde que se conocieron. Aquellos seis años habían sido horribles. Nicole tenía que reconocerlo. Las noches de pasión desenfrenada tras una virulenta pelea no eran la base de un matrimonio. No confiaba en su marido. Se habían engañado muchas veces. No podía mirarlo como a su compañero. Nunca había sido su compañero. 
                 Se alegraba de no haber tenido hijos. 
                 Cuando se casó con Christopher, Nicole deseó tener un hijo suyo. Un hijo serviría para unirlos más. Pero los hijos no habían venido. 
                  Enfrentarse a un divorcio asustaba a Nicole. 
                 Y también asustaba a Christopher. No conocían ninguno de los dos a nadie que estuviese divorciado. A Nicole le habían enseñado a aguantar. A aguantar las peleas. Luego, vienen las reconciliaciones. Son la mejor parte. Aguanta. A soportar un matrimonio sin amor. Había escogido casarse con Christopher. Nadie la había obligado. Tenía que seguir aguantando. A vivir siendo infeliz. Christopher era rico. No le faltaba de nada. ¿De qué podía quejarse? Sigue aguantando. 
                A todo eso...
-¿Qué quieres que hagamos?-le preguntó a su marido-No sé qué hacer. Me encuentro perdida. 
-Iremos a ver a nuestro abogado-respondió Christopher. 
-¿Y qué le vamos a decir?
-Le diremos la verdad-La voz de Christopher sonó triste-Es necesario. Te prometo que seré generoso contigo. Te dejo la casa. Yo me iré a vivir a un hotel. Es algo temporal. Hasta que encuentre un apartamento. 
               Los fuegos artificiales sonaban cerca de su apartamento. 
                La algarabía estaba cada vez más cerca. 
               Nicole había participado en los Carnavales. Le gustaba divertirse. 
               En su juventud, había sido una joven alegre. Soñaba con vivir aventuras. Pero su estricta familia se lo había impedido. 
                Ya no era ninguna jovencita. Pese a todo, seguía siendo joven. Cuando se casó con Christopher, Nicole tenía veintidós años. Ahora, tenía veintiocho años. Podía rehacer su vida. 
-Yo no quiero divorciarme-se sinceró Nicole. 
-Si te soy sincero, yo tampoco quiero divorciarme-le confesó Christopher. 
-Pero pienso que tienes razón. No podemos seguir juntos. Estoy cansada de luchar. De discutir contigo. 
                 Los ojos de Nicole se llenaron de lágrimas. ¡Qué duro le resultaba hablar de corazón! Su matrimonio con Christopher había llegado a su fin. 
-Te pasaré una generosa pensión-le aseguró él. 
-El dinero no es problema-replicó Nicole-El dinero...Tu dinero...No...No lo quiero. Yo...Te he querido mucho. Te he amado. 
                 Volvía a hablar en pasado. 
                Escucharla hablar era duro para Christopher. Quería abrazarla de nuevo. 
               Pero no podía empezar de cero. 
               Se habían dado mutuamente demasiadas oportunidades. Oportunidades que habían desaprovechado. 
                 Hacía mucho que lo llevaba pensando. Veía que Nicole no era infeliz. Sus ojos habían perdido todo el brillo de antaño. La expresión de su rostro se había tornado vacía. Nicole ya no sonreía. Ya no cantaba cuando estaba haciendo cualquier cosa. Se le desgarró el corazón al pensar que él era el culpable de su desdicha. Porque había sido un mal marido. Porque Nicole merecía ser feliz con otro hombre. 
                     Tomaron asiento en el sofá del salón. Era ya noche cerrada. Christopher cogió las manos de Nicole. Los dos trataban por todos los medios de no echarse a llorar. Una despedida siempre era algo triste. Y aquella noche Christopher y Nicole se estaban despidiendo. Ella era todavía joven. Podía rehacer su vida. Y él...No...Él jamás la olvidaría. El divorcio era su única salida. A lo mejor, sí rehacía su vida. Pero no quería seguir haciéndole daño a Nicole. 
-Yo puedo trabajar-aseguró la mujer-No soy ninguna inútil. Puedo hacer muchas cosas. He aprendido a lo largo de los años. Sé escribir a máquina. Sé coser. Sé de contabilidad. Puedo salir adelante yo sola. Pero...
                  Nicole vaciló. 
                  Tenía una joven que venía a limpiar la casa. 
                 Pero la joven se había despedido. 
                No le quiso contar a Nicole el porqué se iba. Le dijo que le había salido otro trabajo. Nicole no sabía si eso era cierto. No quiso hablar con ella del tema. Había que buscar otra joven. O hacer ella misma las tareas del hogar. Eso no le asustaba. 
                  Se lo había dicho a Christopher. 
                  No era ninguna inútil. Podía salir adelante por sus propios medios. ¡Pero la idea le asustaba!
                  Había pasado toda la vida dependiendo de la gente. Primero, dependió de sus padres. Luego, éstos murieron. Y tuvo que pasar a depender de sus tíos. Había sido muy infeliz en casa de sus tíos. Había llegado a idealizar la vida con sus padres. Se daba cuenta de que había vivido aferrada a una ilusión. Sus padres habían sido unos desgraciados en su matrimonio. Nicole les oía discutir. Su hermano mayor acabó marchándose de casa. Sus tíos, en cambio, se limitaban a ignorarse mutuamente. Su primo también se marchó de casa.
                 En su adolescencia, Nicole no quería enamorarse. Cambió de opinión durante aquel crucero. Fue idea de su amiga Sally.
                 Se acordaba de ella.
                 Sally soñaba con casarse. Trabajaba como camarera en una cafetería moderna. Todo el día estaba la juk-box puesta. Estaba enamorada de aquel cantante que movía enloquecidamente las caderas, Elvis Presley.
                  Sus canciones sonaban todo el día en la juk-box. 
                   La idea de hacer aquel crucero la tuvo la hermana de Sally. Nicole no tardó en enterarse del porqué. Últimamente, Sally había empezado a sentirse mal. Se mareaba con frecuencia. Nicole creía que su amiga estaba embarazada. Los hombres coqueteaban mucho con Sally. Pero, tras aprovecharse de ella, la daban de lado. Una vez, Nicole la llevó al hospital porque estaba perdiendo mucha sangre. Lo achacó a una hemorragia porque la regla le había bajado con fuerza aquel mes. Se equivocó. Sally se había sometido a un aborto en una vieja casa situada en las afueras de Baton Rouge. Estuvo a punto de morir.
                  Pero la enfermedad que sufría Sally no tenía nada que ver con el aborto al que se sometió.
                  Sufría un tumor cerebral. Se estaba muriendo. La hermana de Sally sabía que deseaba viajar y ver mundo. Por eso, arregló aquel crucero. Nicole embarcó con Sally sin sospechar que acabaría encontrando el amor. O eso fue lo que pensó cuando conoció a Christopher. Sally murió al año siguiente de casarse Nicole. Permaneció a su lado hasta que exhaló su último suspiro. No hablaban nunca de su matrimonio. Pero Nicole sospechaba que su amiga sabía que ella no era feliz. No se lo había dicho nunca. Pero le lanzaba indirectas.
-No veo a Christopher-le dijo una tarde Sally.
                 La morfina la había atontado. Estaba acostada en la cama de un hospital. Nicole estaba sentada a su lado en una silla.
-Está trabajando-dijo.
-¿Dónde trabaja?-quiso saber Sally.
-Te lo he dicho muchas veces. Tiene negocios.
-¿No conoces los negocios de tu marido?
-Una mujer no debe de saber esas cosas.
-Una mujer casada debe de saberlo todo. No dependas nunca de un hombre, Nicky. Lo único que conseguirás es que te ate. Los hombres piensan que somos sus esclavas. No todos, por suerte. Pero Christopher vive en la época de nuestros tatarabuelos. Es un buen hombre. No lo niego. Pero...
-Descansa, Sal.
                 Nicole no quería seguir escuchando a su amiga.
                  Sally moría algunos días después. 
                 Christopher también era producto de un matrimonio infeliz. Había escuchado el rumor de que su padre no era su padre. Sino que era hijo de uno de los numerosos amantes de su madre. Nunca supo si eso era cierto. 
                  También se marchó de casa. 
                 Sus ausencias en su casa habían servido para que él y Nicole vivieran tranquilos. 
                 Christopher había combatido en Vietnam. 
                 Durante dos años, estuvo fuera. Pensó que estaba luchando por su país. Pero se dio cuenta de que el enemigo era también gente asustada. Y que sus compañeros podían ser unos auténticos salvajes. Regresó asqueado del frente. No compartió con Nicole los horrores que había presenciado en Vietnam. Se abrazaba a ella en la cama. La besaba. E intentaba olvidar. Pero, cuando aparecía el Presidente en televisión, tenía que salir del salón. 
                Nicole pensó en lo que diría la sociedad si se divorciaba. Lo que diría su familia. 
                 Pensó en sus padres. 
                Aquel matrimonio no había sido un matrimonio. Nicole casi podía oírles gritarse mutuamente. 
                  Discutían muchísimo. Se insultaban. 
               Las infidelidades habían sido mutuas. Gritos...Insultos...
               Siguieron casados hasta que murieron en un accidente de tráfico. Fue cuando Nicole tenía trece años. 
                Ella no era como su madre. No podía tolerar por más tiempo un matrimonio así. Un matrimonio sin amor...Entre ella y Christopher siempre hubo mucha pasión. Pero nunca se amaron. La pasión se había acabado. Hacía tiempo que sólo se iban a la cama a dormir. No tenían nada en común. 
-Yo te decía que eras mía-recordó Christopher-Pero tú nunca has sido mía. No se puede poseer a una persona como si fuese un objeto. No eres un objeto. 
-Christopher, has sido el primero en muchas cosas-dijo Nicole. Christopher no la miraba. Ella deseaba verse reflejada en sus ojos. ¿No me ves?, quería preguntarle. ¿No puedes verme?-Mi primer amante...Mi primer novio...Siempre formarás parte de mi vida. Has sido una persona clave. Y nunca te olvidaré. 
-Pero no te he hecho feliz. No puedo hacer feliz a nadie. Y eso es porque no soy feliz. Me miro en el espejo. Y no me gusta lo que veo. Me siento vacío por dentro. 
-Me has hecho muy feliz, pero esos momentos de felicidad han sido efímeros. Christopher...Te lo confieso. Me da miedo el divorcio. Pero me da miedo por el qué dirán los demás. Por lo que pensarán de mí los demás. Yo quisiera ser feliz. ¡Merezco ser feliz! Pero quiero que esa felicidad dure siempre. Que no dure lo que dura un instante de placer. No...Eso no...Christopher...Dime que lo entiendes. Dime que me entiendes. 
-Te entiendo, Nicky. No soy quién para juzgarte. Yo también he obrado mal. Perdóname. 
                Ella asintió. 
                Christopher había tenido muchas amantes. Las tuvo durante aquellos años. La certeza le dolía todavía. Había querido cerrar los ojos. 
                Otro hombre apareció en su vida. 
                Fue durante la estancia de Christopher en Vietnam. Nicole no había amado a Allen. Pero se sentía sola. Su marido estaba lejos. Ella se sentía sola. 
                Hizo algo muy vulgar, en su opinión. No era clasista. No era como su madre. 
                Allen era un joven que trabajaba como cartero. Venía con frecuencia a entregarle las cartas. Casi siempre, le entregaba facturas. Factura de la luz...Factura del agua...
                Apenas le traía cartas de Christopher. Allen era varios años más joven que Nicole. A ella le gustaba hablar con él. Era un muchacho simpático y ocurrente. Le hacía reír. Hacía mucho tiempo que nadie hacía reír a Nicole. 
                Allen empezó a mostrarse interesado por ella. 
                 Se arrepentía de lo que había hecho. 
                Ocurrió sólo una vez. 
                Nicole no quería tomar un amante. Pero había buscado cariño de manera desesperada. 
                Tuvo un encuentro íntimo con Allen en su cama de matrimonio. Se dejó embriagar por los besos que le dio. Por los abrazos cariñosos que le dio Allen. Por las suaves caricias que le brindó. No era como Christopher. 
                   Su marido había regresado a casa el año antes. Nicole, al menos, estaba tranquila porque no había quedado embarazada de su encuentro íntimo con Allen. Habría sido el colmo. 

                  Un rato después, Christopher decidió acabar con todo. No podía seguir prolongando la agonía. 
-Me voy, Nicky-le dijo a su mujer-Me marcho. 
-¿Te vas ya?-le preguntó ella. 
-Sí...
                Nicole nunca le habló a Christopher de Allen. A veces, tenía la sensación de que él quería repetir aquella experiencia. Pero ella no quería. 
                  Christopher se puso de pie. Se dirigió a la puerta. La abrió. Nicole le siguió. Christopher estaba a punto de salir del apartamento. Y estaba a punto de salir de su vida. 
                   Había hecho las maletas. Se despidió de Nicole en el umbral de la puerta. Los ojos de ambos no podían controlar más las lágrimas. Querían llorar. Llorar por los seis años que habían pasado juntos. Llorar por el amor que había muerto. Llorar porque sabían que aquella muerte pudo haberse evitado. Llorar. 
Pero Christopher no quería llorar. Nunca lloraba. Nicole notó cómo una lágrima se escapaba de sus ojos. Se la secó. Ella tampoco quería llorar. Tanto ella como Christopher eran orgullosos. Y muy altivos...
              Por eso, no podían estar juntos. Porque nunca se pedían perdón de corazón. 
               Christopher y Nicole se miraron fijamente a los ojos. Era la primera vez en mucho tiempo que habían estado así. Unidos...Sin pelearse. Vacilaron. Fue sólo un minuto. ¿Por qué no pudimos estar así antes?, se preguntó Christopher. ¿Por qué no fui capaz de luchar? ¡La amaba! Nicole veía vacilar a su marido. Quiso pensar que iban a darse otra oportunidad. Sería un error, pensó. Volveríamos a lo de antes. Estaríamos bien unos días. Después...Vuelta a empezar. 
             El tiempo que estuvieron así fue el tiempo que tardaron en darse cuenta de que no podían volver al punto de partida. 
                Christopher y Nicole se fundieron en un fuerte y prolongado abrazo. Se besaron en las mejillas. Se besaron suavemente en los labios. 
               En un tiempo, aquellos besos que se daban eran rudos y apasionados. 
               Nicole quiso besar con pasión a Christopher. Pero él se apartó. 
                No había amor. 
                No había cariño. No había nada. 
                ¿Qué había entre ellos? ¿Hubo algo alguna vez? No lo sabía. No era capaz de recordar. 
-Cuídate mucho, Nicky-le dijo Christopher-Y trata de ser feliz. Te lo pido. Estamos en contacto. Suena muy frío. Lo sé. Pero me siento como un idiota. No estoy acostumbrado. No sé cómo. No sé cómo debe comportarse un hombre cuando él y su mujer deciden divorciarse. Todo lo que nos estamos diciendo suena demasiado frívolo. 
-No es frívolo-le replicó Nicole. 
-Es vacío. 
                Ella asintió. 
-Hablas con el corazón, Christopher-observó ella-Te lo agradezco. Cuídate tú también. Y trata de ser feliz. 
                Feliz...
              ¡Qué palabra más bonita! 
             Christopher cogió sus maletas. 
                Llevaba dos maletas. Con toda su ropa...Con algunos objetos personales...
             Miró por última vez a Nicole. Deseaba grabar en su memoria el rostro de su mujer. Después, se alejó del apartamento que habían compartido. Nicole le escuchó bajar la escalera. No solía tomar nunca el ascensor. Pese a que vivían en un cuarto piso. Luego, oyó cómo abría la puerta del portal. Y cómo dicha puerta se cerraba. 
                 Nicole se metió dentro de su apartamento. 
              Se apoyó sobre la madera de la puerta. Y dio rienda suelta a su llanto. 
                Aquella noche, Christopher se hospedó en un hotel cercano al apartamento en el que había vivido con Nicole. Aquella habitación de hotel iba a ser a partir de aquel momento su nuevo hogar. La fiesta seguía en todo su apogeo en plena calle. Christopher se dejó caer en la cama. No deshizo las maletas. No tenía fuerzas. De pronto, se sintió muy cansado. 
              Estaba cansado de verdad. 
              Vietnam le había servido como excusa. Le servía para estar alejado de Nicole. Pero la distancia entre ellos era más bien emocional. Por eso, discutían tanto. Las frases hirientes que se habían dicho mutuamente resonaban en su cabeza. 
                Habían sido crueles el uno con el otro. 
                No amaba a Nicole. ¿Cuándo dejó de amarla? Nunca lo supo. 
               Lloró. 
               Lloró de cansancio. De pena...De rabia...¡Porque estaba cansado! ¡Porque había obrado mal! Su cansancio era de otro tipo. Mental...
               De las peleas...De la pasión desatada...Del desamor...De la rutina...De todo...
               Nicole no pudo dormir aquella noche. 
               Se paseó de un lado a otro del salón. 
              Debía de estar acostumbrada a estar sola. Si lo pensaba bien, había pasado sola la mayor parte de su vida. El único compañero de verdad que había tenido había sido Allen. Pero no quería empezar una relación con él. No era una mujer casada. Apenas estaba enterrando su matrimonio. No estaba enamorada de Allen. No sabía si era capaz de amar a alguien. Porque ignoraba si había amado alguna vez a Christopher. 
                  Había noches en las que ella y Christopher no dormían juntos. Su marido salía. Y ella se negaba a acompañarle. Ello había acrecentado la crisis que había. Una crisis que no sabía en qué momento empezó. No lo recordaba. Fue algo lento. 
                   Pero imparable...Por desgracia...
                   Tengo que acostumbrarme a esto, pensó Nicole. 
                   Ésta es mi vida a partir de ahora.
                   Le iba a costar trabajo. Había pasado toda su vida dependiendo de la gente. De sus padres... De sus tíos...
                   Necesitaba estar sola durante algún tiempo. No quería iniciar ninguna relación con nadie. No podría olvidar a Christopher. Pero no podía seguir viviendo con él. Su matrimonio había terminado. Le tocaba llevar como pudiera el duelo. Pero lo conseguiría. Nicole nunca se rendía. Se había encarado siempre a la vida. Y siempre había ganado.
                   Tenía que encontrarse así misma. Se preguntaba quién era ella realmente. Puede valer la pena intentarlo, se dijo así misma. Nicole suspiró. Estaba sola. Y la soledad y la independencia le daban miedo. Aún así, se sintió dispuesta a enfrentarse a aquel nuevo reto que le deparaba la vida.  

FIN

1 comentario:

  1. Lili, es una historia preciosa supiste captar muy bien en ella todo lo que encierra una situación como lo es el desamor.

    Un beso.

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