sábado, 18 de julio de 2015

ILUSIONES ROTAS

Hola a todos.
He decidido volcarme de lleno en esta historia.
Es una historia más dramática que romántica porque se recrea la historia de una pareja que ha muerto. Una pareja que sólo ha podido reunirse en el Más Allá porque han sido separados por la crueldad de la guerra. Una historia donde se viaja al pasado y se recrea lo que fueron sus vidas antes de la separación de su vida. La guerra destroza muchas ilusiones, aunque, por suerte, no mata al verdadero amor.
Veamos qué ocurre en este fragmento.

-Tienes que comer, Zayra-le instó mistress Karen a su hermanastra-Vas a acabar enfermando.
                            A mistress Karen le parecía raro estar en la cocina cenando. Zayra era la única criada que quedaba a su servicio.
                             Todavía recordaba a la niña descarada que empezó a servir en su casa. En aquella época, mistress Karen jamás imaginó que se tratara de su hermana. Sophie conocía aquella historia. Bromeaba mientras barría y decía que la historia de aquella familia podía dar mucho de sí. Podía convertirse en el guión de alguna radionovela.
                          Zayra y mistress Karen se habían quedado solas. Los criados que la familia había tenido se habían ido hacía mucho tiempo. Mistress Karen no tenía dinero para mantenerlos.
-No tengo hambre-se negó Zayra.
                         Había preparado para cenar salchichas con puré de patata. Mistress Karen se obligó así misma a comer.
-A Sophie no le gustaría verte en ese estado-insistió la dama-Tienes que comer, Zayra. Piensa que lo haces por ella.
                        Las lágrimas rodaron por las mejillas de la criada. Naturalmente, debían de fingir cuando estaban solas. Pero hacía mucho tiempo que no iba nadie a visitarlas.
-Ninguno de los dos está aquí-se lamentó Zayra.
-Yo quiero pensar que sí que están aquí-replicó mistress Karen.
-¡Están muerto!
-Sus espíritus no han muerto.
                          La mente de Zayra voló atrás en el tiempo.
-De estar vivos-se lamentó-Las cosas serían distintas.
                          Recordó los inicios de aquella historia de amor. Le parecía algo que iba contra natura. Le había pasado a su madre, que se enredó con el señor de la casa en la que trabajaba como sirvienta.
                          Le pasó a ella, víctima de los abusos que sufrió por parte de su señor, el marido de mistress Karen. Sin embargo, la historia de amor entre Sophie y Alexander era distinta. Alexander no era como el hombre que engendró a Zayra.
                         No era como el hombre que engendró a Sophie. Era un verdadero caballero. Era un joven inteligente. Pero también era amable.
-Cometieron el error de enamorarse-añadió Zayra con tristeza-No debieron de haberlo hecho. ¡Mira que se lo dije a Sophie!
                         Un sollozo brotó de la garganta de Zayra. Recordaba los primeros días de aquella historia de amor. Sophie se sinceró con su madre.
                        Le contó que se había enamorado del joven Alexander. Zayra pensó que su hija se había vuelto loca.
                        Los vio abrazados en el hueco de la escalera en más de una ocasión. La gente les veía pasear cogidos de la mano por la orilla del río Támesis. Se besaban por los rincones de la casa.
-Alex me manifestó su deseo de casarse con tu hija-le contó mistress Karen a Zayra-Lo más parecido que ha tenido a una madre he sido yo. Intenté no pensar que era también el hijo de la asesina de mi pequeño Ferdinand. Sólo quería pensar que llevaba la sangre del único hombre al que he amado en toda mi vida.
-¡Karen, yo pensaba que sólo buscaba hacerle daño a mi niña!-se justificó así misma la criada.
                         Tarde se enteró de que Sophie se había dejado llevar por la pasión. Se había entregado a Alexander.
                         Él bajó al sótano una noche. Sólo quería estar con ella.
                         Ocurrió más veces en las que Sophie no pensó en nada.
                         Sólo sintió a Alexander besando con arrebato su cuello. Besándola con pasión en los labios.
                          Alexander quería al hijo que engendró con Sophie. En sus cartas, hablaba del pequeño con todo el amor que un padre le profesa a un hijo. Insistía en su deseo de casarse con Sophie.
                          Zayra no sabía leer, de modo que era mistress Karen quién le leía en voz alta aquellas misivas. Eran las cartas de un hombre enamorado. Zayra lloraba amargamente al recordar las dos vidas que se habían truncado.
                        Tres vidas...En realidad...



-De no ser porque a Alex lo mandaron al frente, se habrían casado-recordó mistress Karen con tristeza-Les oí hablar de fugarse juntos para casarse.
-¿Tan dispuesto estaba a todo por mi hija?-se sorprendió Zayra.
-Alex no tenía que rendir cuentas ante nadie. No tenía familia. Sólo la tenía a ella.
-Eso no lo supe entender.

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