lunes, 20 de julio de 2015

ILUSIONES ROTAS

Hola a todos.
Aquí os traigo un nuevo fragmento de Ilusiones rotas. 
Vamos a recordar el pasado, cuando Sophie y Alexander vivían.
¿Qué pasará?

-Dudo mucho que la guerra llegue hasta aquí, madre-afirmó Sophie.
                           Zayra recordaba.
                          Recordaba a los criados que había antes en la mansión. Estaba Hermann, el mayordomo. Estaba Adele, la otra criada. Estaba mistress Trudy. Era el ama de llaves. Cumplía a la perfección con su deber. Ninguno de ellos estaba ya allí.
                          Estaban todos sentados a la mesa de la cocina. Era la hora de la comida.
                          Zayra había preparado para comer pastel de stargazy. Se lo había servido a mistress Karen y a Alexander, quienes estaban comiendo en el comedor.
-Los alemanes se están matando con el resto de los europeos-añadió Sophie.
-Eso es lo que piensas ahora, niña-replicó Adele.
                           Ellos, como la servidumbre que eran, debían de comer las sobras. Eso era algo que Hermann, Adele, Zayra y mistress Trudy se decían los unos a los otros.
                          Sophie, en cambio, parecía estar en otro lugar.
                          Zayra estaba muy preocupada por su hija. Sophie era una joven que iba camino de convertirse en una solterona.
                          Hasta donde ella sabía, nunca había tenido novio. Era cierto que había pocos chicos viviendo en la isla. Sophie nunca le había hablado acerca de la posibilidad de irse a servir a Londres. Ella quería quedarse en la mansión. Zayra había visto a Alexander demasiado unido a Sophie.
                           Incluso, Adele le había comentado que podía estar interesado en la joven. Zayra sabía bien cómo eran los señores. Ella misma era la hija del patrón que tuvo su madre. Sophie había sido engendrada por uno de los patrones de Zayra, quién la forzó a acostarse con él. La historia no podía repetirse en Sophie.
                         Ella no podía ser tratada como una perra, tal y como le había ocurrido a su abuela y a su madre.



                               Mistress Karen había comprado un televisor no hacía mucho. Todavía no había comenzado la emisión. Decían que iba a retransmitir una obra de teatro por la noche. Su título era Condenado a ser fusilado. Mistress Karen no quiso quedarse a ver dicha obra con Alexander en el salón, donde tenían el televisor.
-Quédate a ver la obra conmigo, Sophie-le pidió el joven-No me gusta ver la televisión solo.
-No creo que esté bien-se inquietó la joven.
-Sólo se trata de ver un poco la televisión. No creo que estemos haciendo nada malo. ¿No te parece?
                            Sophie se sentó en el sofá al lado de Alexander. Le parecía raro aquel invento.
-Nunca ves la televisión-observó el joven.
-Son imágenes en movimiento. Pero vienen de lejos.
-Es como tener el cine en casa.
                            Sophie esbozó una sonrisa. Últimamente, la presencia de Alexander la ponía nerviosa. Trató de relajarse.
                            Procuró prestar atención a la voz en off que iba contando la historia. Pero Alexander estaba cerca de ella.
                            La obra duró cerca de veinte minutos. El final fue con el protagonista ante un pelotón de fusilamiento.
                             Para entonces, Alexander se había acerca mucho a Sophie.
                            Cuando la joven quiso darse cuenta, él la estaba besando de lleno en la boca. El primer beso de amor que ambos se daban.

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