lunes, 1 de abril de 2013

BERKLEY MANOR (EDITADO)

Hola a todos.
Después de un pequeño paréntesis (ayer fue Domingo de Resurrección y es tradición irse al campo a comerse la mona, aunque yo, más bien, me comí la mona en mi casa porque ayer estuvo lloviendo), retornamos hoy con Berkley Manor. 
Veamos qué es lo que le va a pasar a Melanie a su llegada a la mansión.

                Un criado estaba esperando a Melanie y a Eleanor en la puerta.
                 Las hizo pasar muy deprisa al interior de la mansión.
                 Al entrar en el recibidor, Melanie sintió cómo un escalofrío recorría su columna vertebral. La mansión estaba demasiado callada. No le parecía un lugar animado, como le habían descrito que sería. No escuchaba risas. No oía voces hablando de forma animada.
               Se cogió del brazo de Eleanor.
               Su amiga buscó con la mirada a Victoria.
               Por suerte, el cochero iba detrás de ellas. Eleanor lo agradeció. El saber que Justin estaba cerca de ella la consoló.
                ¿Qué habrá pasado?, se preguntó. ¿Y la gente? ¿Y las fiestas? ¿Y la animación?
-¿Dónde están los duques?-le preguntó Eleanor.
-Deberían de estar aquí para recibirnos-respondió Melanie-Supongo que sí...Aunque...No sé mucho de estas cosas.
-¡Esto no me gusta nada!
-Estarán en el salón.
                  El criado tenía el rostro compungido. La mansión estaba sumida en un silencio casi sepulcral. De vez en cuando, Melanie oía algo parecido a unos sollozos. Había esperado encontrar un ambiente distinto a aquel.
-Han llegado en el peor momento, señoritas-les dijo el criado-Casi sería mejor que se fueran. Muchos invitados van a hacer eso mismo. Irse.
-¿Qué ha pasado?-quiso saber Melanie.
-Una tragedia, señorita. Una gran tragedia...
-¿Les ha ocurrido algo a lord y a lady Berkley?
                  Eleanor dio un respingo.
                  El criado las condujo hasta el salón.
                  Otro criado se había hecho cargo de las maletas de las dos jóvenes.
                   Melanie y Eleanor se miraban sin entender nada. Eleanor se preguntaba dónde estaba Victoria.
                   Entraron en el salón. Melanie vio a un nutrido grupo de gente que estaba allí reunida. Vio que los hombres tenían los rostros serios. Todas las mujeres que estaban allí iban vestidas de negro. En un rincón, estaba una criada de mediana edad llorando. Otras mujeres también estaban llorando.
-¡Eleanor!-oyó exclamar a una voz femenina y juvenil.
                  Era Victoria.
                  Eleanor suspiró aliviada al ver a su hermana.
                  Victoria Samantha Derrick se parecía mucho a Eleanor. Tenía su mismo cabello de color rojo. Su misma piel blanca...Sus mismos ojos verdes coronados por espesas pestañas...Quizás, la piel de Victoria era un poquito más morena que la piel de Eleanor. Pero era porque Victoria nunca salía de casa con sombrilla. O llevando su sombrero. No le gustaba llevar sombrero. Sin embargo, en otros aspectos, Victoria era la perfecta dama. Le preocupaba mucho la reputación de su familia. Creía que sólo sería feliz si hacía un buen matrimonio. Se comportaba con mucho recato. Y se le podía perdonar algunas faltas leves, como el salir a la calle sin llevar su sombrilla. O sin llevar su sombrero.
                 Victoria se acercó a Eleanor y le dio un abrazo. La joven se dio cuenta de que Victoria estaba temblando. La vio muy pálida cuando se separaron.
-¡Es horrible!-se lamentó la joven.
-¿Qué ha pasado?-quiso saber Eleanor-Parece esto un funeral.
-Y es un funeral.
                   Victoria le dio un beso en la mejilla a Melanie a modo de saludo.
                  La hermana menor de Eleanor llevaba puesto un vestido de color negro. Su rostro estaba contraído en un rictus de dolor. Tenía los ojos hinchados. Melanie pensó que había estado llorando durante horas. Victoria cogió de la mano a su hermana y la llevó a ella y a Melanie hasta un rincón del salón.
-¿Quién se ha muerto?-indagó Eleanor.
-Toby...-contestó Victoria.
-¿Toby?-se extrañó Melanie.
-Sí...-volvió a contestar Victoria.
-¿Toby? ¿El hijo de los duques? ¡Pero si sólo tiene cinco años! ¿Cómo puede estar muerto?
-La Parca no respeta a nadie, Melly. Ni siquiera respeta a los niños.
-¡Oh, Dios mío!
                 Eleanor se puso pálida.
                 Melanie sintió cómo sus ojos se llenaban de lágrimas. Pensó que Toby apenas era cinco años menor que su hermana Anne. No le conocía, pero le parecía horrible lo que le había pasado. No pensaba en el pequeño Toby. Pensaba más en Anne. Si Toby había muerto, también podía morir Anne. Toby apenas era un año mayor que Peter. El recuerdo de su hermano prematuramente muerto asaltó la mente de Melanie. Peter también habría sido un niño lleno de vida. Hasta que murió.
-¡Dios mío!-sollozó Eleanor.
-¿Qué ha pasado?-preguntó Melanie, casi a gritos-¿Cómo ha podido morir un niño tan pequeño?
-No sé gran cosa-respondió Victoria. Estaba cansada-Sólo sé lo que he oído. Y lo que me han contado.
                Melanie se dejó caer en una silla porque sentía que las piernas se resistían a seguir sosteniendo el peso de su cuerpo. Eleanor puso una mano sobre su hombro.
-¡Pobre pequeñín!-se lamentó la joven.
-No le conocía-afirmó Melanie-Pero sólo tenía cinco años. ¡Mi hermana tiene diez años! ¡También le puede pasar eso!
              Un grito desgarrador se oyó en el piso de arriba. Era la duquesa de Berkley que gritaba presa del dolor más absoluto.
-¡Toby!-chillaba.
                Lady Christine Margaret Pennyworthy estaba acostada en su cama. Su doncella personal la estaba asistiendo. La duquesa de Berkley estaba viviendo la peor de sus pesadillas.
                Lord Duncan Pennyworthy estaba sentado en una silla en un rincón de la habitación. No era capaz de acercarse a su esposa.
                También él estaba viviendo una pesadilla. Hacía tan sólo una semana, Toby era un niño lleno de vida. Y hoy estaba muerto.
                Melanie se puso de pie. Pensó en subir a ver a la duquesa.
                 De pronto, chocó con alguien que entraba de la calle. Christopher Christian Pemberton había sido avisado de lo que había ocurrido en Berkley Manor. Como vicario, tenía que ser él el encargado de darle el último adiós al pequeño Toby.
                 Christopher Christian Pemberton tenía veinticuatro y era considerado como uno de los jóvenes más apuestos del lugar. Muy a pesar de su condición de vicario...Pero él no le hacía caso de aquellos comentarios. Vivía en un mundo sin espejos. No existía la vanidad en él. Se mantenía en forma a pesar de la la vida tan sencilla que llevaba, con un cuerpo esbelto y bien formado. Era virgen. Se trataba de un joven con el cabello de color negro, como el azabache. Lo llevaba largo, según la moda. Largo hasta los hombros...Se lo recogía en una sencilla coleta. También como marcaba la moda. Pero seguía la moda de un modo que se podría definir como inconsciente. Su pelo era liso de manera natural,pero se lo cortaba frecuentemente con un cuchillo. Su rostro tenía la forma perfecta de un cuadrado y sus
facciones eran amables y encantadoras. Le habría gustado ser como su antecesor. El vicario Hawkins era un hombre alegre y extrovertido. Le gustaba hacer bromas sobre todo el mundo. Sus sermones estaban cargados de mucho humor. Incluso, se reía de sí mismo. Sobre todo de las arrugas que surcaban su cara.
                 En el seminario, los compañeros de Chris hacían bromas
sobre su tono de voz, ya que su voz era muy cálida y muy suave. Tenía los ojos de color gris claro y de mirada afable.
                 Había cumplido los deseos de su tía Sophie. Ya era un religioso.
                  Sin embargo, sentía que no sería capaz de dar aquel paso. Llevaba poco tiempo ejerciendo como vicario.
                 Y era la primera vez que tenía que oficiar el funeral de un niño.
-Disculpe, señor-se excusó la chica con la que había tropezado-No le había visto.
                 Chris se fijó en ella.
                Tenía las mejillas encendidas por el rubor. Se quedó sin aliento al verla, pues pensó que estaba delante de un ángel.
                Se dijo así mismo que no tenía que pensar en aquellas cosas.
-No tiene importancia-le sonrió-No la había visto antes por esta zona. ¿Es pariente de los duques de Berkley? Me imagino que ya sabrá lo que ha ocurrido. Dios obra, en ocasiones, de un modo demasiado extraño. No consigo entenderlo. Lo que ha ocurrido es la peor de las tragedias. No puede salir nada bueno de la muerte de una criatura. Es demasiado doloroso para un padre enterrar a un hijo.
-Me llamo Melanie Melinda Livingston-se presentó la chica. Chris, por respeto, le besó la mano a modo de saludo-No soy familia de los duques. He venido como invitada a pasar una temporada aquí.
                Chris pensó que no era el momento para estar de fiestas.
                Pero pensó que el nombre de Melanie era curioso. ¿Por qué estaba pensando eso precisamente ahora? Le pareció absurdo. Melanie Melinda...Era una de las invitadas a Berkley Manor.
                Los duques acostumbraban a recibir a numerosos invitados en su mansión. Sin embargo, en cuestión de días, sus vidas habían dado un dramático vuelco. Chris había llorado cuando supo que el pequeño Toby había muerto.
               Se sentía impotente. ¿Cómo podía ayudar de manera espiritual a un matrimonio que había perdido a su único hijo? Estaba seguro de que ni lady Christine ni lord Duncan querrían escucharle. Estaban demasiado aturdidos y demasiado furiosos con el mundo como para prestar atención a las palabras del vicario.
-He oído gritar a una mujer antes-comentó Melanie.
-He de hablar con los duques-dijo Chris.
-Sea comprensivo con ellos, señor. Están sufriendo mucho. Por cierto, no me ha dicho quién es.
-Soy Christopher Christian Pemberton. El vicario...
-¡Vaya!
               Melanie no pudo evitar exclamar. Le había parecido un chico muy serio, pero...¿Un vicario? ¿Qué edad debía de tener? Menos de veinticinco años...Tenía una mirada cargada de bondad. Vestía de un modo más bien sencillo.
¿Es usted nuevo?
-Llevo poco tiempo.
-No le conocía.
-Ya me conoce, señorita Livingston. Si me disculpa. Tengo que hablar con los duques. Y espero que me escuchen.
-Por supuesto...
                  Le vio subir la escalera. Tenía la vista clavada en él.
                  Su trato con los jóvenes había sido prácticamente nulo. Hablaba con el médico al que ayudaba a cuidar enfermos. Pero el hombre tenía cincuenta años. Estaba felizmente casado. No tenía hijos. Y tanto él como su esposa veían en Melanie a una especie de hija. Nadie la había cortejado. Nadie le había dicho un piropo. Absolutamente nadie...O eso pensaba Melanie. No sabía lo que podía pasar por la mente de un hombre.
                  En aquel momento, Eleanor salió al recibidor.
-¿Se puede saber qué estás mirando?-preguntó.
                   Melanie se giró sobresaltada. No debía de mirar así a un siervo de Dios. Se preguntó si los vicarios podían casarse.
-Entre el viaje y la noticia, me estoy volviendo loca-respondió la muchacha-Pienso en tonterías. ¡Tengo que centrarme!
-Yo quiero irme de aquí-le comunicó Eleanor.
-¿Te marchas?
-Tendría que irme con Victoria. Pero la muy tonta se niega a marcharse. ¡Dice que quiere quedarse hasta que la duquesa esté bien! No tenemos nada que hacer aquí.
-Podemos quedarnos y consolar a los duques. Pienso en que a mi hermana Annie le puede haber pasado lo mismo. ¡Y la angustia me mata!
             Hablaba en serio.
             Melanie se preguntó si Anne estaría bien.
-¿Tú también te quedas?-se escandalizó Eleanor.
-Sólo serán unos días-le aseguró Melanie-Tú puedes irte si quieres.
-¡Me niego a irme sola! No podría llegar a mi casa y contarle a mis padres lo que ha pasado. ¡No me creerían!
-Pues peor para ellos. Yo pienso quedarme aquí.
-¡Haz lo que quieras!
                Eleanor entró de nuevo en el salón. Melanie la siguió.
                Tenía la extraña sensación de que nada de lo que estaba pasando era real. La muerte del pequeño Toby...La aparición del joven vicario...Era una sensación extraña.




2 comentarios:

  1. Así que el presentimiento de Melanie tenía razón de ser, qué tragedia tan grande perder a un hijo pequeño, qué doloridos deben estar sus padres. Y las chicas que pensaban encontrar una casa rebosando de fiestas y felicidad, no me extraña que Eleanor hubiera preferido irse.
    Vaya con la aparición del joven vicario,llamó fuertemente la atención de nuestra muchacha, ya quiero saber qué va a suceder...
    Continúo.

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  2. Que vueltas que da la vida, días antes en la mansión iba todo muy bien, una casa llena de invitados, excursiones, bailes y al siguiente la desolación más absoluta, un suceso terrible en la vida de cualquier familia, más si solo se tiene un solo hijo.

    Así que ahí apareció el famoso vicario, ¡vaya encuentro!

    A esperar que sucede con todos.

    Un beso.

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