Aquí os traigo un nuevo fragmento de Berkley Manor.
¡Ya me diréis qué os parece!
Pamela era una de las criadas que trabajaba en la mansión. Mientras estaba fregando de rodillas el suelo del salón, sentía fija sobre sí la mirada desaprobatoria del ama de llaves. Pamela sabía el motivo de aquella mirada.
Estaba soltera, pero estaba esperando un hijo.
Ni el ensanchar la cintura de las faldas podía ocultar su abultado vientre. Por lo que sabía, Pamela salía de cuentas en dos meses.
Se detuvo en seco porque sentía dolores en el vientre desde primera hora de la mañana. Lo había achacado a los nervios de lo ocurrido en la mansión en los últimos días. Pamela adoraba al pequeño Toby. Entendía el dolor de la pobre lady Christine.
Había llegado a Berkley Manor casi al mismo tiempo que lady Christine porque había trabajado como criada para ella. Aunque rara vez cruzaban palabra, Pamela le estaba agradecida a lady Christine por no haberla despedido cuando supo que estaba esperando un hijo. Cuando la conoció, le pareció que lady Christine era una joven altiva. Pero también de mirada triste. Pamela se esforzaba en limpiar todo a fondo. Pero los dolores que sentía en su vientre iban a más.
-¡Ay!-gimió.
-¿Va todo bien?-preguntó el ama de llaves.
Pamela negó con la cabeza porque sospechaba que algo iba mal.
Tenía el cabello de color dorado. Era guapa. Tenía la piel suave al tacto. Morena, por el tiempo que había pasado trabajando en el campo cuando era una niña. Tenía la cara llena de pecas. Su nariz era pequeña y respingona. Su rostro tenía la forma de un óvalo perfecto. Sus labios eran gruesos y rojos. Y su barbilla estaba suavemente redondeada.
El ama de llaves vio que algo no iba bien.
-¡Estás sangrando!-chilló.
Pamela no escuchó nada más. Cayó redonda al suelo que estaba fregando.
Melanie estaba en su habitación. Estaba escribiendo una carta a su madre. De pronto, oyó jaleo. Provenía de abajo. Dejó la carta a medio escribir. Salió de la habitación. Vio que entraba el médico en el recibidor.
Lady Christine, pensó.
Para su sorpresa, el médico no subió arriba.
El ama de llaves lo condujo hasta la cocina. Muerta de curiosidad, Melanie decidió bajar. Quería ver lo que estaba pasando.
La cocina tenía una puerta. La puerta conducía directamente hacia el sótano. Era el lugar donde dormía la servidumbre. Había un gran número de criados allí congregados.
-¿Qué está pasando aquí?-preguntó Melanie-¿Está alguien enfermo?
-Es Pamela, señorita-respondió la lavandera.
Melanie trató de hacer memoria. Pamela...Recordaba haber visto a una criada que estaba embarazada. ¿Era Pamela la que se encontraba mal? ¿Ése era su nombre?
A lo mejor, iba a nacer ya el niño.
Era algo raro. Un niño acababa de morir. Y otro niño estaba por nacer. La vida y la muerte estaban conectadas. Aún así, aquel pensamiento le pareció descabellado a Melanie. Un niño moría y otro niño nacía. ¿Cómo podía pasar eso?
-¿Cómo está ella?-quiso saber la muchacha.
-Mal, señorita-contestó el mozo de cuadras-Mal...Algo va mal.
-¿Qué quieres decir?
El médico no tardó en salir.
Melanie asomó un poco la cabeza tras la puerta que estaba entreabierta.
Estuvo a punto de lanzar un grito. La cama estaba manchada de sangre. Sobre ella, yacía recostada una joven.
-¡Dios mío!-exclamó.
El ama de llaves permanecía al lado de la joven. No podía parar de llorar. Melanie tuvo la sensación de que algo horrible acababa de pasar. El mayordomo salió de la habitación portando una especie de paquete ensangrentado.
-Voy a enterrarlo en el jardín-anunció-No me sigáis.
Salió de la cocina con paso lento y cansado. Tenía el rostro descompuesto. Entonces, salió el médico.
-El bebé...-dijo la cocinera, titubeando-¿Cómo está?
-Lo siento-contestó el médico-No vivirá mucho.
Melanie se fijó en que llevaba un bulto en brazos. Lo llevaba tapado con una sábana.
Se le veía perfectamente el rostro. Era un niño.
Se movía muy poco. Tenía el pelo de color oscuro. Pesaba muy poco. Le recordó a un renacuajo.
El ayudante de cámara de lord Duncan entró en la cocina. Entonces, hizo algo que dejó atónitos a los presentes. Le arrancó al niño de los brazos del médico.
-No vivirá mucho-le comunicó el médico.
-¡Yo le haré vivir!-afirmó el ayudante de cámara de lord Duncan.
Se llamaba Humphrey.
-¿Qué interés tienes en ese bebé?-quiso saber el doctor.
-Soy su padre-contestó Humphrey.
La contestación dejó a todos helados. El ama de llaves no podía creer lo que estaba escuchando. Estuvo a punto de desmayarse. Pamela y Humphrey...
-¿Qué vas a hacer?-preguntó Melanie.
-Busque trapos, señorita-respondió Humphrey-Y busque botellas. Que estén vacías. Yo le daré calor.
Apretaba al bebé contra su pecho. Estaba vivo. Melanie le oía llorar. Le costaba trabajo. Apenas podía respirar. Estaba amoratado. Y era muy pequeño. ¡Qué viva!, rezó la muchacha en silencio.
Buscó por la cocina como una autómata las botellas vacías. Los trapos...
-Pon agua a hervir-le ordenó Humphrey a la cocinera.
Melanie dejó las botellas encima de la mesa. No sabía lo que pensaba hacer Humphrey. ¡Ojala funcione!, pensó. Se preguntó el porqué no se había casado con Pamela. No era asunto suyo. Pero le picaba la curiosidad. Se preguntó si el niño viviría.
La cocina tenía una puerta. La puerta conducía directamente hacia el sótano. Era el lugar donde dormía la servidumbre. Había un gran número de criados allí congregados.
-¿Qué está pasando aquí?-preguntó Melanie-¿Está alguien enfermo?
-Es Pamela, señorita-respondió la lavandera.
Melanie trató de hacer memoria. Pamela...Recordaba haber visto a una criada que estaba embarazada. ¿Era Pamela la que se encontraba mal? ¿Ése era su nombre?
A lo mejor, iba a nacer ya el niño.
Era algo raro. Un niño acababa de morir. Y otro niño estaba por nacer. La vida y la muerte estaban conectadas. Aún así, aquel pensamiento le pareció descabellado a Melanie. Un niño moría y otro niño nacía. ¿Cómo podía pasar eso?
-¿Cómo está ella?-quiso saber la muchacha.
-Mal, señorita-contestó el mozo de cuadras-Mal...Algo va mal.
-¿Qué quieres decir?
El médico no tardó en salir.
Melanie asomó un poco la cabeza tras la puerta que estaba entreabierta.
Estuvo a punto de lanzar un grito. La cama estaba manchada de sangre. Sobre ella, yacía recostada una joven.
-¡Dios mío!-exclamó.
El ama de llaves permanecía al lado de la joven. No podía parar de llorar. Melanie tuvo la sensación de que algo horrible acababa de pasar. El mayordomo salió de la habitación portando una especie de paquete ensangrentado.
-Voy a enterrarlo en el jardín-anunció-No me sigáis.
Salió de la cocina con paso lento y cansado. Tenía el rostro descompuesto. Entonces, salió el médico.
-El bebé...-dijo la cocinera, titubeando-¿Cómo está?
-Lo siento-contestó el médico-No vivirá mucho.
Melanie se fijó en que llevaba un bulto en brazos. Lo llevaba tapado con una sábana.
Se le veía perfectamente el rostro. Era un niño.
Se movía muy poco. Tenía el pelo de color oscuro. Pesaba muy poco. Le recordó a un renacuajo.
El ayudante de cámara de lord Duncan entró en la cocina. Entonces, hizo algo que dejó atónitos a los presentes. Le arrancó al niño de los brazos del médico.
-No vivirá mucho-le comunicó el médico.
-¡Yo le haré vivir!-afirmó el ayudante de cámara de lord Duncan.
Se llamaba Humphrey.
-¿Qué interés tienes en ese bebé?-quiso saber el doctor.
-Soy su padre-contestó Humphrey.
La contestación dejó a todos helados. El ama de llaves no podía creer lo que estaba escuchando. Estuvo a punto de desmayarse. Pamela y Humphrey...
-¿Qué vas a hacer?-preguntó Melanie.
-Busque trapos, señorita-respondió Humphrey-Y busque botellas. Que estén vacías. Yo le daré calor.
Apretaba al bebé contra su pecho. Estaba vivo. Melanie le oía llorar. Le costaba trabajo. Apenas podía respirar. Estaba amoratado. Y era muy pequeño. ¡Qué viva!, rezó la muchacha en silencio.
Buscó por la cocina como una autómata las botellas vacías. Los trapos...
-Pon agua a hervir-le ordenó Humphrey a la cocinera.
Melanie dejó las botellas encima de la mesa. No sabía lo que pensaba hacer Humphrey. ¡Ojala funcione!, pensó. Se preguntó el porqué no se había casado con Pamela. No era asunto suyo. Pero le picaba la curiosidad. Se preguntó si el niño viviría.
Este capítulo me ha dejado muy angustiada, qué horrible situación y qué pena me ha dado este bebé. Estaré a la espera del desenlace.
ResponderEliminarBesos.
De momento, no puedo decir nada.
EliminarPero, pronto, conoceréis lo que va a pasar.
Un fuerte abrazo, Aglaia.
Ayyy pobre bebe!!! espero que vivaa, estoy impaciente por ver como siguee!!
ResponderEliminarmuchos besos y muy buen relatooo ;D
Hola Clary.
EliminarTe invito a que la sigas leyendo. No puedo comentarte nada. Sólo tienes que esperar y ver qué pasa.
Un fuerte abrazo.
Ayy que mal :( Esperemos que el bebe sobreviva :)
ResponderEliminarMe esta gustando mucho como escribes también las historias personales de personajes secundarios :)
Sigue asi,
Besoos^^
Pienso que todo el mundo tiene algo interesante que decir. Melanie va a aprender mucho de su estancia en Berkley Manor. Y la gente que vive allí va a influir en su vida.
EliminarGracias por tus palabras de aliento. Y lo mismo le digo a Clary y a Aglaia.
Gracias por estar ahí.
Un fuerte abrazo.
Wow!qué intenso este capi, realmente Melanie está aprendiendo más de la vida de lo que nunca se hubiera imaginado...
ResponderEliminarPobrecita Pamela, una criada humilde y embarazada, me pregunto si sobrevivirá, y el bebé? eran tan comunes en aquella época las muertes por fiebres después de los partos...
Un nacimiento siempre es una felicidad, pero en este caso es un acontecimiento a todas luces muy extraño, ¿coincidencia? Ahora a saber si sobrevivirá y qué pasará con sus padres en la mansión ahora que se sabe de su vínculo. Me encanta que Melly sea tan activa para ayudar, en verdad es una joven muy preocupada por los demás.
ResponderEliminarUn beso.