miércoles, 24 de abril de 2013

BERKLEY MANOR (EDITADO)

Hola a todos.
Tras un breve parón, hoy continuamos con un nuevo fragmento de Berkley Manor. 
Esta vez, nos vamos a centrar en la familia de Melanie, es decir, en su madre, en su hermana y en su tía abuela. Regina guarda información muy interesante.
¡Vamos a verlo!

                   Regina no podía conciliar el sueño desde su encuentro con sir Marcus en el jardín. No le había dicho nada a Kate. Había decidido que era mejor ocultarle aquella información. Sir Marcus había regresado sólo porque necesitaba una enfermera. Jamás se había preocupado por sus hijas. Regina contemplaba acostada en su cama el techo de su habitación. Sir Marcus no volvería a hacerle daño ni a Kate ni a las niñas. ¡Ella se encargaría de mantenerlo alejado! Regina estaba realmente furiosa. Golpeó con rabia el colchón.
               En la otra habitación, Kate tampoco podía conciliar el sueño. Paseaba por su cuarto vestida únicamente con el camisón y parecía una especie de fantasma. Tanto su cama como su mesilla de noche como el armario eran de madera de roble. Tenía un arcón floreado donde guardaba algunas de sus pertenencias más queridas. La ropa de bebé de sus hijos...Su ajuar de bodas...Kate se detuvo junto al arcón. Encima de la mesilla de noche estaba una jarra con agua. Y junto a la cama estaba la jofaina donde se lavaba todas las mañanas.
             Empiezo a olvidar a Marcus, pensó Kate. Me he dado cuenta de que no es bueno vivir obsesionada.
              Era una sensación extraña. Pero, al mismo tiempo, liberadora. Sentía que era libre. Libre del recuerdo del hombre al que tanto había amado. Pero que tanto daño le había hecho.
             Escuchó un ruido. Parecía que venía del jardín. Kate se asomó por la ventana. Apartó las cortinas, que eran de color naranja claro. Creyó ver una sombra que pasaba junto a la verja del jardín. No pudo adivinar su rostro.
             Será algún hombre que regresa a su casa tras haber estado bebiendo en la taberna, pensó Kate.
             No quería pensar en su marido. Estaba convencida de que sir Marcus tampoco pensaba en ella. Ignoraba que la sombra la había visto. Y la había estado mirando durante unos instantes.
             Sir Marcus Livingston dobló la esquina. Había visto a Kate en la ventana. A lo lejos, le había parecido que era ella. Sentía que le fallaban las fuerzas. Cada día que pasaba, se sentía más y más débil.
             Emborracharse en la taberna no le ayudaba mucho. Al día siguiente, se despertaba con resaca, pero seguía recordándolo todo. Su enfermedad...Y a su familia...
             Había pedido información a los vecinos acerca de Melanie. Y éstos le habían hablado maravillas acerca de su hija mayor. La definían como una muchacha muy dulce. Muy bonita...Algo ingenua...Pero también muy inteligente...Con unos modales exquisitos...Por lo visto, Melanie no había necesitado nunca de su padre. Y parecía que Anne iba a seguir sus pasos.
               Se daba cuenta de que nunca le había dado un abrazo a sus hijas. Jamás había paseado con ellas cogido de la mano. Tosió en cuanto entró en la posada. Se sentía cada vez peor. No había sido capaz de probar bocado durante la cena. Luego, se marchó a la taberna. Pero no podía beber, como hacía otras noches. Pensaba en Kate. Le había hecho demasiado daño. Y ella lo único que le había pedido era un poco de amor.



                La criada estaba nerviosa. Mientras limpiaba el polvo por la mañana, le comentó a Regina que había visto a un hombre merodeando por la zona. Lo definió como el hombre más apuesto que jamás había visto. Era alto. Era musculoso. Tenía el cabello de color oscuro. Su nariz era recta. Sus labios tenían un trazado que la criada definió como demoníaco. Y sus ojos eran de color gris como el acero.
-¡No le digas ni una sola palabra de esto a Kate!-le ordenó Regina, visiblemente nerviosa.
             Había adivinado que se trataba de sir Marcus.
-No le diré nada, señora-le prometió la criada.
             Kate había cambiado.
            Ya lo había advertido Regina.
             Le gustaba dar largos paseos con Anne. Pasaba mucho rato con la niña en el jardín buscando hojas para su colección. La niña le enseñaba los dibujos que hacía en el colegio. Hasta habían salido una vez de picnic. Kate estaba pensando en comprarle un caballo a sus hijas. Una yegua dócil para Melanie...Y un pony para Anne...
             Le contó una tarde a su tía sus proyectos. Lo hizo mientras estaban tomando el té.
-Has cambiado, Katie-observó Regina.
-La ausencia de Melly me ha hecho cambiar-admitió la aludida. Bebió un sorbo de su taza de té-La echo de menos.
-Antes o después, tenías que empezar a olvidar a ese hijo de perra-afirmó Regina.
-Pero no quería olvidar a Marcus. Siempre pensé que él, antes o después, volvería a mi lado. Que me pediría perdón por todo el daño que me había hecho. Pero no fue así. Nos abandonó a mí y a nuestras hijas. No puedo amarle. Ya no, tía.
-Estaba muy preocupada por ti. Me alegra ver que empiezas a olvidar. A ser libre. Ese hombre nunca te ha querido.
-Ya lo sé, tía. Pero no quería darme cuenta.
-Estabas ciega de amor.
-Ciega de amor...¡Curiosa frase!
              Kate se rió burlona. Pero tenía el rostro triste. Y Regina lo notó.

6 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho este capítulo, porque te has centrado en personajes que me inspiran curiosidad y me he sentido cada vez más parte de la historia.

    Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La verdad es que Kate tiene que resolver sus asuntos del corazón. Sólo así será libre de empezar de cero.
      Un fuerte abrazo, Aglaia.

      Eliminar
  2. Uy lindo capitulo tienes una gran soltura y buen dominio de los personajes

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Bienvenida, Citu!
      Muchas gracias por tus palabras. Me siento halagada.
      Espero que te guste todo lo que viene a continuación.
      Un fuerte abrazo.

      Eliminar
  3. Justo cuando Kate comienza a superar su obsesión por Marcus, éste aparece en escena, es una suerte de todos modos que se esté centrando más en su hija y prestándole más atención en lugar de vivir entre nubes. Esperemos que no vea la aparición de Marcus como un sueño hecho realidad, ya que imagino que si no estuviera enfermo ni se le hubiera ocurrido volver por allí...

    ResponderEliminar
  4. Los hombres y sus absurdas acciones, si hasta ni en la literatura se salvan. Quien lo diría, Sir Marcus, buscando a su familia, no pensé que continuaría con su misión. Es de esperar que Kate no vuelva atrás en sus decisiones, a ver que pasa.

    Un beso.

    ResponderEliminar