lunes, 8 de abril de 2013

BERKLEY MANOR (EDITADO)

Hola a todos.
Hoy, si me lo permitís, me gustaría dedicar este fragmento de Berkley Manor a dos buenas amigas. Se tratan de Anna y de Aglaia Callia, dos personas maravillosas a las que deseo desde este humilde blog lo mejor porque se lo merecen.
A vosotras, que habéis sido mi paño de lágrimas, mis consejeras más sabias, amigas maravillosas, os dedico este fragmento.
Un fuerte abrazo a las dos. Os quiero mucho.

-¿A qué hemos venido?-se quejó una dama-¡Se han suspendido todos los bailes! ¿Qué estamos haciendo aquí?
                 Melanie estaba entrando en el salón.
                 De pronto, se quedó de piedra al escuchar aquella queja. Sintió cómo la bilis subía por su garganta.
                  ¿Cómo podía ser la gente tan egoísta?, se preguntó. Apretó los puños con rabia.
                  Eleanor se acercó a ella. Sabía que Melanie estaba a punto de estallar.
-Vamos a salir al jardín-le sugirió-Demos un paseo.
-¡Como quieras!-casi gritó Melanie.
                  Las dos chicas salieron al jardín. No se habían fijado antes en él porque estaba lloviendo cuando llegaron. El día había amanecido soleado. El jardín era inmenso. A Melanie le recordó a un bosque.
-¿Has oído a esa zorra?-escupió la muchacha.
-Todo el mundo estaba ilusionado con venir a Berkley Manor-se lamentó Eleanor-Es normal que se quejen.
-¿Es que nadie piensa en el pobre Toby? ¿Nadie piensa en sus padres ni en el dolor que están sintiendo?
-La gente no sabe cómo reaccionar en una situación así. Hay quien piensa que su dinero o sus títulos les protegen de estos trances. Se equivocan. Vicky tiene razón. La Muerte no respeta a nadie.
-Ni siquiera a los niños...
                   Los ojos de Melanie se llenaron de lágrimas.
-Te ha afectado la muerte del heredero-observó Eleanor-¡Pero no lo conocías de nada!
-Mi hermana Annie tiene diez años-le recordó Melanie. No se sintió capaz de hablar de Peter-Es tan sólo cinco años mayor que Toby. ¡Podría pasarle algo también a ella!
                    Eleanor guardó silencio.
-Tengo hermanos-se limitó a decir al cabo de un rato-Me moriría si les pasara algo.
                    Podía entender los sentimientos de Melanie.
                    En aquel momento, se cruzaron con Christopher Christian Pemberton.
-Buenos días...-lo saludó Melanie.
-Buenos días, señorita Livingston-le devolvió el saludo Chris.
-¿Cómo se encuentra?
-Mal...Dispense.
                 Siguió caminando.
                Melanie le vio alejarse.
                Había visto a Chris muy alterado.
                 Eleanor contempló la escena sin decir nada. De igual manera que ella tenía sus secretos, Melanie tenía derecho a tener sus propios secretos. No era quién para inmiscuirse en la vida de la muchacha. Había preocupación en el gesto de Melanie mientras veía cómo Chris se alejaba. Le había visto muy preocupado aquella mañana.
                Intuía la razón de su angustia.
-Lleva poco tiempo ejerciendo como vicario en la isla-le comentó a Eleanor-Es la primera vez que tiene que enterrar a un niño.
-No querría estar en su lugar-admitió su amiga-Es demasiado duro. Muy doloroso...



                     Melanie ahogó un grito cuando ella y Eleanor regresaron al salón.
-¡Cielo Santo!-exclamó.
                    Habían colocado un ataúd hecho con madera de roble en el centro del salón. Había algunas personas rodeando el ataúd. Los criados iban colocando coronas de flores a su alrededor.
                    Melanie sintió que se iba a desmayar.
                    Que le iban a fallar las fuerzas.
                     Una anciana matrona se abanicaba con ímpetu. Tenía más de sesenta años y era conocida en todo el país por sus fiestas.
                      Habían colocado al pequeño Toby en el interior del ataúd. La tapa estaba abierta. Todo el mundo podía acercarse a contemplar su rostro. Tenía los ojos cerrados porque se los había cerrado el médico. Alguien había colocado una moneda en cada párpado para que tuviera los ojos cerrados.
-No miréis-le susurró una voz a Melanie.
                    Era Chris.
                    El joven la vio ponerse blanca como un cadáver. Se apresuró a cogerla del brazo.



                  Todo el mundo estaba hablando en voz baja del pequeño. Recordaban lo travieso que había sido y cómo volvía loca a su niñera, que lo perseguía por toda la mansión. A los cuatro años, descubrió que era capaz de subirse a los árboles.
-Era la alegría de la casa-se lamentó un criado.
-¡Está con Dios!-se lamentó la anciana matrona.
-¡Es una tragedia!-exclamó un petimetre-¡Pero no puedo perder el tiempo aquí! ¡He venido a buscar una heredera!
-¡Cállese!-le espetó Melanie-Váyase si quiere. ¡Pero que Dios tenga piedad de su podrida alma!
                  La niñera del niño cogió unas tijeras. Se acercó al ataúd. Y cortó un mechón de su pelo rizado. La mujer había querido al pequeño desde que nació. Lo tuvo en sus brazos cuando apenas tenía horas de nacido. Se la conocía como la señora Harry. Era una mujer alta y de aspecto un tanto rústico. Pero había demostrado tener una paciencia infinita con Toby.
                Hasta aquel día...
-¡Mi niño!-sollozaba quedamente-¿Qué voy a hacer sin ti, mi angelito?
                 Toby había sido una bendición para todos los habitantes de la mansión. Había servido de consuelo a la pobre señora Harry, que estaba sola. Había curado las heridas de los duques. La casa se quedaba vacía sin él.
                  Con su cabello rubio, parecía un angelito. Quizás, sea un ángel, pensó Melanie. Tan pequeñito...
                   Se envaró. Estaba oyendo los rumores que corrían acerca del verdadero origen de Toby y pensó que era desagradable escucharlos. Toby había sido un niño inocente. Siempre andaba metiéndose en líos. Siempre queriendo ver el mundo. Siempre haciendo reír a los demás.
-Los ángeles no viven muchos años-suspiró Melanie.
                  La señora Harry habló de la vitalidad que desprendía el niño. Ocupaba todas sus fuerzas en tratar de que obedeciera. Por supuesto, nunca lo conseguía.
-¿Dónde ha aprendido eso?-le preguntó Chris a Melanie.
-¿A qué se refiere?-quiso saber la muchacha.
-Se ha referido al niño como un ángel.
-¿Acaso no es un ángel? Todos los niños del mundo son ángeles. Viven ajenos a la maldad. Sin embargo, esos ángeles no siempre permanecen en La Tierra.
-Su sitio está en El Cielo. Con Dios...
-Así es.
                 Pequeño...Delicado...Sin la suficiente fuerza como para luchar por su vida. ¡Dios mío!, pensó Chris. ¡Ayúdame!
                 El entierro se celebraría al día siguiente. Un caballero aspiró rapé con energía. Se sentía visiblemente nervioso. No estaba acostumbrado a tratar con niños. Y le asustaba ver el rostro de un niño muerto. Abandonó el salón con gesto precipitado.
                Tres meses después, Toby habría cumplido seis años.
                 Melanie fue conducida por Chris hasta un sillón. Él la ayudó a sentarse con delicadeza. Durante muchos años, Melanie había vivido protegida por su madre y por su tía abuela de todo lo malo del mundo. A pesar de que ella tenía una idea ligera de cómo funcionaba el mundo.
                 Esto estaba siendo demasiado para ella. Pero no quería abandonar Berkley Manor.
-¿Se encuentra bien?-le preguntó Chris.
                  Melanie asintió de manera débil.
-Me quedaré con usted-decidió Chris.

6 comentarios:

  1. Lauri, muchisimas gracias por tan preciosa dedicatoria, sabes que el cariño es mutuo, me alegro que hayas tomado esta decisión.
    El capitulo ha estado genial, como siempre.
    Un besazo

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    1. Me alegro de que te haya gustado, Anna.
      Y gracias a ti por tus sabios consejos. Eres una gran amiga.
      Un fuerte abrazo.

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  2. Muchas gracias por esta dedicatoria tan bonita, Laura, eres un sol y agradezco contar con tu amistad.

    Me alegra que tomaras esta decisión, ya te comentaré algo más al respecto en tu otro blog, porque este es de tu historia y quiero decirte que he dedicado un tiempo a leerla, que me va gustando mucho, lo que no es sorpresa, porque sabes bien que admiro tu escritura, y que me tienes ya aquí como lectora que va al día ;)

    Mil besos.

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    1. ¡Te la mereces, Aglaia!
      Me alegro de que seas mi amiga. Y me alegro de la decisión que he tomado.
      Estoy mucho mejor, gracias.
      Un millón de abrazos, Aglaia.

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  3. La sensibilidad de Melanie es admirable, teniendo en cuenta que todas aquellas personas eran desconocidas para ella, sin embargo puede empatizar con el dolor y la pérdida, aunque ella nunca hubiera experimentado algo similar.
    Continúo...

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  4. Cuántas emociones en un mismo capítulo, la hora del adiós se va acercando. Es admirable la preocupación Melanie por el dolor de esa familia a quien no tuvo la oportunidad de conocer.
    Confieso que en verdad resulta molesta la actitud de muchos de los invitados, son realmente unos insensibles, por lo menos si se quedaron por aparentar que lo hagan bien y no quejándose por estar presentes.

    Un Beso.

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