jueves, 4 de abril de 2013

BERKLEY MANOR (EDITADO)

Hola a todos.
Hoy, vamos a seguir con un nuevo fragmento de Berkley Manor. 
Los fragmentos que van a venir a partir de ahora no van a ser muy alegres. Pero sí nos van a permitir ver cómo florece el amor entre los protagonistas, Chris y Melanie.

                     La habitación del pequeño Toby estaba llena de juguetes. Juguetes que nunca más serían usados. Ya no volvería a montarse en su caballito de madera. Ya no volvería a coger sus muñecos. Ya no volvería a llenar la habitación con sus risas.
                      Cuando el niño exhaló su último suspiro, lord Duncan cayó en una especie de estupor. Era incapaz de salir de aquel estado. Sólo podía oír a su hijo exhalando su último aliento.
                      No escuchó los gritos de lady Christine. No escuchó los sollozos de la institutriz de Toby. Miraba sin ver dónde estaba.
                      Tenía la sensación de que estaba soñando. Alguien fue a buscar al carpintero. Éste, un hombre ya anciano, se presentó en la mansión. Dijo que iba a tomarle medidas a Toby.
-El niño tendrá el mejor ataúd del mundo, Excelencia-le aseguró a lord Duncan-Se lo puedo asegurar. Hecho con madera de roble...Un ataúd digno de un Príncipe...¡Os lo garantizo!
                    Ataúd...
                    Lady Christinte lloraba presa de un fuerte ataque de histeria. Ella no había parido a Toby. No lo había llevado durante nueve meses en sus entrañas. Aún así, era como su hijo. Lo quería como si fuera su hijo. ¡Y aquel viejo hablaba de hacerle un ataúd!
                    La niñera y la nodriza de Toby fueron las encargadas de amortajarlo. La nodriza lloraba mientras lavaba el cuerpecito sin vida del niño.
                     Lord Duncan estaba muy quieto. La niñera buscó en el armario de Toby la mejor ropa que éste tenía.
                      Los duques estaban completamente volcados en el niño.
-Va a parecer un ángel, Excelencia-le dijo la niñera a lord Duncan-Pero él siempre ha sido un ángel. Dios lo ha reclamado a su lado.
                     Se preguntó si estaba siendo sincera en sus palabras. ¿En serio aquella mujer quería de verdad a Toby? ¿O estaba triste porque iban a prescindir de sus servicios? Ya no había un niño al que cuidar en la mansión. Nunca más habría un niño al que cuidar.
-¡Toby!-gritaba lady Christine, desgarrada por el dolor-¡Toby!
-Cálmese, Excelencia-le dijo su doncella personal-No grite.
                    La niñera fue la encargada de vestir a Toby. Incluso, cepilló su rubio cabello por última vez. Se atrevió a cortarle un mechón de pelo.
                    El niño yacía acostado en su camita. Tenía los ojos cerrados. Le habían cerrado la boca. Su antigua nodriza cruzó sus manos a la altura del pecho. Y pensó que Toby parecía, de verdad, un ángel. Que estaba dormido. Y que estaba a punto de despertarse. Pero eso nunca pasó. La nodriza rompió a llorar desconsoladamente. Toby se había ido. Todavía lo recordaba como un niño de ojos muy vivos. Muy glotón...

 No he sido capaz de ilustrar este fragmento con la imagen de un niño amortajado. ¡No podía! Me pareció demasiado macabro. Por eso, lo ilustro con la imagen de este angelito. El pequeño Toby ya es un ángel.

                    Melanie no había podido conciliar el sueño durante toda la noche. Dio muchas vueltas en la cama. No estaba acostumbrada a dormir fuera de su casa. Pero el ambiente triste que se respiraba en la mansión le impedía conciliar el sueño.
                    Cada vez que cerraba los ojos, veía rostros desencajados por el dolor.
                    Oía los lamentos de las mujeres, damas y criadas, que estaban en la mansión.
                    El amanecer la sorprendió sentada en la cama. Sentía un agudo dolor dentro del pecho que le impedía respirar. Y su pensamiento volaba en tres direcciones. Toby, Peter y Anne.
                     Se preguntó si su hermana estaría bien.
                     No recordaba cómo fue el funeral de su hermano.
                    Intentó evocar su imagen. Pero no pudo. Ella tenía dos años cuando Peter murió.
                    No quiso llorar. A Peter no le habría gustado verla llorar. Pero rompió a llorar. No podía imaginar el rostro de su hermano. No podía imaginar a Peter.
                    Se puso de pie y empezó a pasearse de un lado a otro de la habitación. El día de hoy se presentaba triste y duro. Muy largo...El velatorio de un niño, pensó. Sus ojos se llenaron otra vez de lágrimas. Nunca pensó que su primer acto social sería aquel. Uno triste...Doloroso...No puedo pensar en mí misma, se dijo Melanie. Tengo que pensar en los duques.

                  Chris había empezado a cortejar hacía unas semanas a una joven llamada Grace Ruston.
                  Le decían que era la mejor candidata para convertirse en su esposa. Se trataba de una joven tranquila y sin grandes ambiciones. La mujer digna de un vicario...Se lo habían dicho sus tíos. Y se lo habían dicho también los padres de Grace.
                   Al menos, eso era lo que Grace le había hecho creer a todo el mundo. En el pasado, había fantaseado con la idea de unirse a algún aristócrata. Pero sus padres le habían quitado aquella idea de la cabeza. A lo máximo que podía aspirar una muchacha como ella era a ser la esposa del vicario.
                  Aquella mañana, antes de dirigirse a la mansión, Chris acudió a visitar a Grace. La encontró desgranando guisantes junto con la mujer que ayudaba a su madre a limpiar la casa.
-Buenos días, Gracie-la saludó.
-Buenos días, Christopher-le devolvió el saludo la joven-¿Cómo están los duques?
-Están destrozados.
-No me extraña. Debe de ser muy duro para ellos perder a su único hijo. ¡A su heredero!
-No sé qué haré mañana cuando tenga que oficiar su entierro.
-¡Lo harás bien!
                   Los granos de los guisantes iban cayendo sobre un plato que estaba colocado encima de la mesa. La mujer acabó primero de desgranar los guisantes. Se puso de pie. Chris vio cómo echaba carbón en la lumbre.
-Es nuestra comida-le comentó Grace a Chris.
-No tengo mucha hambre-admitió el muchacho.
-Estás haciendo una maravillosa labor. Eres un buen vicario. Te preocupas por los demás. No tienes porqué flaquear mañana.
                  La mujer llenó de agua una olla de barro.
-Lo intentaré-suspiró Chris.
                    En alguna que otra ocasión, se había preguntado qué sentiría al dormir abrazado a Grace.
                    Aprovechando el descuido de la mujer que estaba con ellos, Chris le dio un beso a Grace.
                    La joven se puso rígida. Le dijo que aquel comportamiento era poco decoroso.
-¡No es el apropiado en un vicario!-le regañó.
-Lo siento-se excusó Chris-Pero nos queremos, Gracie. ¿Verdad?
                      El comportamiento de la joven le parecía extraño. Grace se limitaba a dejarse cortejar. Había pensado que se trataba de pudor. Pero empezaba a preguntarse si Grace se estaba mostrando fría con él.
-Te quiero mucho-le aseguró la chica.
-Dios bendice nuestro amor si es sincero-afirmó Chris-Pero este amor tiene que ser verdadero. No puedo casarme contigo si no nos amamos. Estaríamos cometiendo blasfemia.
                     Grace guardó silencio. Tenía que admitir que no estaba enamorada de Chris.
-Te has quedado callada-observó el joven.
                       Grace pensó en que debía de dejarlo correr.
                     

         
                               El silencio de Grace inquietó a Chris.
                              ¿Por qué no decía nada?, se preguntó. ¿Por qué se callaba? ¿Acaso no estaba enamorada de él?
                              Se habían besado en otras ocasiones. Los besos eran algo normal en una pareja, se decían. Pero Grace se limitaba a dejarse besar.
-Tengo que irme-anunció Chris.
                            Tomó el rostro de Grace entre sus manos. Le dio un beso suave. Tenía que respetarla, porque aún no era su esposa.
                           Salió de la cocina. Se preguntó si Grace quería realmente casarse con él. A veces, Chris dudaba de si realmente estaba enamorado de ella. Le habían dicho que sería la mejor esposa que pudiera tener. Pero Chris no quería actuar movido por la voluntad de sus feligreses. También tenía que pensar por sí mismo. Y sospechaba que no quería casarse con Grace Ruston. Porque no sentía nada por ella. Excepto una buena amistad...Pero eso no era amor.
                 Si nos casamos, sería un desastre, pensó Chris. No había amor entre él y Grace. Harían un juramento de amor eterno ante el Altar cuando se casaran. Ante Dios...Y estarían blasfemando.

2 comentarios:

  1. Una buena amistad, realmente no parece ser suficiente para casarse, y Grace se nota que no está enamorada de Chris sino que sólo está resignada a su suerte. Espero que él cambie de idea antes de que sea demasiado tarde...
    Sigo...

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  2. Pienso lo mismo que Jazmín, además, muy otros tiempos serán, pero de seguro que no todos los matrimonios se realizaban por conveniencia; y si una persona podía aspirar al amor supongo que debe ser mejor esperar.

    Un beso.

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