Hola a todos.
El fragmento de hoy de Berkley Manor va a estar más centrado en los recuerdos de lord Duncan. En el papel que jugó lady Daphne en su vida y en cómo se convirtió en el padre de Toby. Este fragmento nos va a ayudar a despejar muchas dudas.
Lady Daphne acudió a lord Duncan en cuanto tuvo la primera falta en su periodo. Fue a verle una tarde, a escasos días de su boda con la prima de ella, Raven.
Fue una visita inesperada.
El mayordomo informó a lord Duncan que una mujer había acudido a verle. Lord Duncan estaba hablando en su despacho con su secretario.
-¿Quién es?-quiso saber el duque.
-No ha querido decirme quién es, Excelencia-contestó el mayordomo-Se la ve muy nerviosa.
Lord Duncan abandonó su despacho. Fue al salón. Se encontró allí a una mujer vestida de negro. Un espeso velo negro le cubría el rostro. La mujer, con las manos temblorosas, se despojó del velo.
-¡Daphne!-exclamó lord Duncan al reconocer a su visitante-¿Qué estás haciendo aquí?
La mujer tenía los ojos hinchados, posiblemente, por el llanto. Estaba a punto de romper a llorar de nuevo. Avanzó hacia lord Duncan y se arrojó en sus brazos. El duque notó que estaba temblando con violencia.
-¡Tienes que ayudarme!-le imploró lady Daphne.
-¿Qué ocurre?-la interrogó lord Duncan-¿Es tu marido? ¿Te ha hecho algo?
-¡Me hará cuando se entere!
-¿Cuándo se entere? ¿De qué se va a enterar? ¡Por el amor de Dios, Daphne! ¿Ha pasado algo con Raven?
Su boda con Raven había sido pactada. Su prometida había cometido un pequeño desliz. Por suerte, no tuvo consecuencias. Lord Duncan imaginó lo ocurrido. Daphne habría sido sorprendida en una actitud comprometida con algún. Un caballero...Un criado...Los padres sabían que su hija había caído en desgracia. Aún así, decidieron seguir adelante con la búsqueda de esposo. Sabían que lord Duncan estaba buscando una esposa. Y no le importaba nada lo que se decía de ella. El propio lord Duncan tenía una fama terrible. Raven se sentía atrapada. Sus padres apalabraron su boda con lord Duncan Pennyworthy. Sabía que el duque de Berkley andaba buscando esposa. Y no le hacía ascos a nada. Tenía fama de ser un notorio libertino. Pero le había llegado la hora de casarse. Lo único que esperaba era que su mujer estuviera fuerte y sana. Había tenido numerosas amantes. Vivió una larga historia de amor con una conocida actriz de teatro. La relación había durado nueve años. Hasta que la amante decidió abandonarle por un actor que trabajaba en la misma compañía que ella. La mujer quería casarse. Y lord Duncan no quería convertir a una actriz en su duquesa.
No le importó demasiado la pérdida de virginidad de Raven.
Era guapa. Estaba sana. Y tenía una buena dote.
Raven pareció resignarse a aquel matrimonio. Lord Duncan empezó a cortejarla. Y descubrió que se sentía atraída por él.
Al mismo tiempo, conoció a la prima de Raven, lady Daphne. Y todo cambió.
La mujer había cometido un terrible pecado. Lo supo desde el momento en el que sintió las primeras nauseas. Se había dejado llevar por la pasión. Su marido acabaría enterándose. Mientras caminaba por las calles de Londres, lady Daphne temblaba de puro terror. Estaba esperando un hijo. No tenía la menor duda. Su marido la mataría nada más saberlo. Tenía ganas de echarse a llorar.
No había querido tener hijos durante su matrimonio porque éste era un Infierno. ¿Qué iba a ser de ella?
Había sido un error. ¿Por qué tenía que pagarlo de aquel modo?
-¡Lo que quiero es morirme!-exclamó nada más verle-¡Cuando se entere mi marido, no sé lo que hará conmigo!
Lady Daphne estaba embarazada. El problema era que su esposo no era el padre del bebé.
-Es muy orgulloso-le contó a lord Duncan.
Estaba convencida de que no aceptaría participar en la farsa de hacer pasar al niño por hijo suyo.
-¡Tienes que ayudarme, Duncan!-le imploró lady Daphne.
-¿Y qué quieres que haga yo?-inquirió él.
-Tengo que escapar. Y tú me tienes que ayudar. ¡Me voy a volver loca! No sé qué hacer. ¿Qué puedo hacer?
-¿Quieres abortar?
-¡No! ¡Me da mucho miedo! Conozco a una joven que se sometió a un aborto porque se quedó embarazada de un hombre que no era su prometido. Murió de una infección. Podría morir desangrada. ¡No quiero morir así!
-No puedo dejarte sola, Daphne. No estás bien.
Lord Duncan decidió huir con ella. Harían creer a todos que eran amantes. De esta forma, cuando naciera el niño, sería el hijo de lord Duncan. Lady Daphne no quiso contarle cómo se había quedado embarazada. Pensamiento estúpido, se dijo lord Duncan. Obviamente, lady Daphne se había abierto de piernas para alguien. Y se había quedado encinta.
Huyeron juntos a la noche siguiente. Lord Duncan la llevó hasta la mansión que poseía en la isla de Wight, Berkley Manor. Allí, lady Daphne pasaría el resto de su embarazo.
El niño no podía ser ilegítimo. Lord Duncan pensó en casarse con lady Daphne. Durante los meses siguientes, estuvo batallando para conseguir que el marido de ésta le diera la nulidad.
El Parlamento inglés intervino. De aquel modo, lady Daphne consiguió la nulidad. Pero la joven se estaba volviendo loca a medida que iban pasando los meses. Los criados le comentaron que hablaba sola. El médico iba a visitarla con frecuencia.
-Su salud no es buena-le comentó a lord Duncan.
-¿Corren peligro su vida y la del niño?-inquirió el duque.
Para entonces, lady Daphne era una mujer libre. El niño estaba por nacer. Lord Duncan decidió casarse con ella. De esta manera, el bebé tendría un apellido.
Una tarde, a dos meses para el nacimiento, habló con ella. Le comentó sus planes.
De ser una niña, recibiría su apellido. Lord Duncan le daría una buena dote. De ser niño, también recibiría su apellido. Lord Duncan lo convertiría en su heredero. Le pareció una buena idea. Lady Daphne estaba sentada en una silla del jardín. Desde los seis meses de gestación, tenía que guardar reposo. Miró con cara de susto a lord Duncan.
Aquella tarde, quiso salir a tomar el fresco. Lord Duncan no se separaba de su lado en ningún momento.
-Creo que es una buena idea-le aseguró.
-¡No serás capaz de hacer eso!-afirmó la mujer.
No podía creérselo. Era demasiado bonito como para ser cierto. Miraba atónita a lord Duncan. Aquel hombre había sido demasiado bueno con ella. La bondad, en el mundo de lady Daphne, no había existido nunca. Había cometido un error. Y lo estaba pagando muy caro.
Lord Duncan se inclinó sobre ella y depositó un beso sobre su frente. Sentía un gran cariño por aquella mujer. ¿La amaba? No lo sabía a ciencia cierta. Por lo menos, lady Daphne no se parecía en nada a su prima.
Lord Duncan había hecho un gran esfuerzo en llevarse bien con Raven. Pero no lo había conseguido. Tenía la sensación de que la joven se había enamorado del hombre que la había deshonrado. De haber sabido quién era, lord Duncan lo habría retado a un duelo. Tenía fama de ser un excelente tirador. Lo habría matado en el acto. Tenía la sensación de que Raven estaba intentando proteger a aquel canalla a toda costa. Eso era algo que sus padres le echaban en cara.
-Haría cualquier cosa por ti-le aseguró-Y haría cualquier cosa por el niño que llevas en tu vientre.
-Hablarán de ti-se lamentó lady Daphne.
-¡Qué hablen todo lo que quieran! Sólo me preocupas tú. Y el bebé...
Colocó su mano sobre el vientre abultado de lady Daphne. Podía sentir al niño moverse dentro de ella. Una lágrima cayó sobre la mejilla de la mujer.
-Entonces, sí-decidió.
-¿Te casarás conmigo?-inquirió lord Duncan.
-Sí...Me casaré contigo.
La huida había sido la comidilla de todo Londres.
La familia de lady Daphne la había repudiado. Los padres de lord Duncan buscaban una explicación a lo ocurrido. Su antigua prometida, despechada, se marchó a Europa en compañía de su dama de compañía.
Se casaron pocos días después. Fue una ceremonia que se celebró en el salón de la mansión. Sólo estuvieron presentes ellos dos y dos testigos. Dos hermanos de lord Duncan...No hubo fiesta. No hubo celebración. No hubo brindis. No hubo nada.
El parto se le presentó a lady Daphne antes de tiempo. Una mañana, se despertó al sentir un agudo dolor en el vientre. Y sintió cómo una gran humedad salía de entre sus piernas.
-¡Duncan!-se puso a gritar.
-¿Qué ocurre?-le preguntó el duque.
-Es el bebé.
Lord Duncan envió a uno de los criados en busca del médico. Permaneció al lado de su mujer. Lady Daphne sufría fuertes dolores. Al cabo de un rato, llegó el médico. Expulsó al duque de la habitación.
-Me duele mucho-se quejó lady Daphne-¡Oh, Dios!
-No se preocupe, Excelencia-le dijo el médico-Queda en buenas manos.
Lady Daphne tenía contracciones cada vez más seguidas. Lord Duncan no se movió del pasillo. No podía entrar en la habitación. Cada cierto tiempo, escuchaba los gritos de su mujer. Luego, se hizo el silencio. Y escuchó el llanto de un niño. El bebé había nacido. Y era un hermoso varón.
El estado de lady Daphne no mejoró durante los días siguientes al parto. Había perdido mucha sangre. Y el parto había sido muy duro y complicado.
Durante el mes y medio que siguió, lady Daphne siguió empeorando. Tenía una fiebre muy alta. Las sangrías diarias que le practicaba el médico no fueron suficientes. Ningún brebaje que le administró le causó efecto. Lady Daphne falleció.
Ante el ataúd que portaba el cuerpo sin vida de su mujer, lord Duncan se juró así mismo que cuidaría del hijo de ésta.
Lo llamó Tobías. Pero le llamaba cariñosamente Toby. Desde el primer momento, todo el mundo lo quiso. Era un niño adorable. Una mujer que había dado a luz a un niño muerto se hizo cargo de él. Para ella, Toby fue como recuperar al niño que había dado a luz muerto. Cuando el pequeño fue destetado, la nodriza, una joven campesina, regresó con su familia. Pero estaba destrozada por tener que abandonar a Toby.
Más tarde, lord Duncan se casó porque se sentía solo. Y Toby necesitaba una madre.
Le contó a lady Christine la verdad. Sabía que corrían muchos cotilleos sobre él y sobre lady Daphne. Lady Christine aceptó aquella verdad sin decir nada. Sin reprocharle nada. Entonces, lord Duncan sintió que había conocido a la mujer de su vida. A su manera, amaba a lady Christine.
Pero no había servido de nada. No había querido afrontar la realidad.
Una realidad que empezó el día en el que Toby exhaló su último suspiro. Lord Duncan había estado allí.
La muerte del niño había sido muy repentina. No supo cómo reaccionar. Sintió que le había fallado a lady Daphne.
Sintió que no había podido cumplir la promesa que hizo ante su ataúd. Toby había muerto. El sacrificio que hizo en su día no había servido para nada. Las habladurías...Todo cuanto había hecho había sido en balde. De sólo pensarlo, lord Duncan tenía ganas de llorar.
Una mansión sumida en el dolor por una terrible pérdida...Una muchacha inocente y sencilla...Un joven decidido a todo por amor...Una inolvidable historia de amor. No es un blog para albergar una blog novela. Es mucho más que eso. Relatos cargados de romanticismo...Reflexiones... Todo eso podéis encontrar aquí. Y mucho más...
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Wow, qué increíbles embrollos habían allí, realmente entiendo el porqué de que la presencia de Toby fuera tan importante para todos en esa casa. Pobre Daphne,el terror que sintió al saberse embarazada y teniendo su marido mala fama, Lord Duncan fue muy bueno con ella ayudándola a huir y aceptándola como su esposa, con todo y embarazada de otro. Lástima que ella murió.
ResponderEliminarY luego Lady Christine, que sufría al saber que nunca podría darle hijos a ningún hombre...
Increíble-