lunes, 20 de mayo de 2013

BERKLEY MANOR (EDITADO)

Hola a todos.
El fragmento de hoy de Berkley Manor está dedicado a Kate, la madre de Melanie. Vamos a ver en qué está pensando.

                        La infancia de Kate Carnaby-Montgomery había transcurrido feliz a su modo. A pesar de que creció oyendo discutir a sus padres. Selene era una mujer muy apasionada. Se había casado con Damien, el padre de Kate. Fue un matrimonio bastante apresurado. Selene perdió la virginidad entre los brazos de Damien. Se dejó llevar por sus besos apasionados. Por sus caricias expertas...
                      El matrimonio supuso un verdadero suplicio para ella. Aún así, Kate quería pensar que su niñez había sido feliz. No conocía el dolor. Había sido una niña alegre. Miraba cómo Anne hacía los deberes sentada a la mesa del salón. Kate también estudió en una escuela. Pero, en su caso, fue a un internado.
                     Se asustó al imaginar que sir Marcus podía acercarse a sus hijas. Que podía hacerles daño.
-Melly pronto regresará, mamá-afirmó Anne.
-¿Cómo sabes tú eso?-inquirió Kate.
-Lo sé.
                   Hablaba en un tono muy misterioso.
-Volveremos a estar las cuatro juntas-auguró Anne.
                    En las últimas noches, a solas en su habitación, Kate había pensado en sus hijas. Y había terminado llorando desconsoladamente. Se comparaba así misma con su madre. Selene había sido una mala madre. La había abandonado cuando era tan sólo una niña. Sólo había vuelto a ella cuando supo que iba a morir. Posiblemente, algo parecido le había pasado a sir Marcus. A su modo, Kate también había abandonado a sus hijas. No había sabido protegerlas a ninguna de las dos y le asustaba la idea de perderlas.
-¿En qué estás pensando?-le preguntó Regina.
-Estaba pensando en mi madre-respondió Kate.
                     Su mente volaba hacia atrás.
                     Veía a Selene acostada en la cama que una vez compartió con Damien. Kate estaba en la habitación de pie. Pero se mantenía alejada de su madre. Selene le pedía perdón con voz cada vez más débil. Una criada pasaba un pañuelo empapado en agua por su frente. Selene era consciente de que se estaba muriendo y necesitaba el perdón de su hija.
                 El médico iba a visitarla con frecuencia. Pero las sangrías estaban debilitando aún más a Selene, en lugar de darle fuerzas. Le daban asco todos los brebajes que el médico le obligaba a tomar. Regina creía que su hermana se estaba dejando morir. No le encontraba un sentido a la vida. Y la relación entre Selene con su hija iba de mal en peor. La enfermedad no estaba ayudando a unirlas.



                   La mujer que estaba cuidando de Selene le decía a Kate que debía de ser más comprensiva. Su madre no tenía ni fuerzas para levantarse de la cama. A veces, un criado fornido la sacaba al jardín para que tomara el Sol. Selene hablaba con voz muy débil. Era consciente de muchas cosas, a pesar de la fiebre. Veía los ojos llenos de ira de su hija. Sabía el porqué de aquella ira. Y se odiaba así misma por ello. Había sido una estúpida. Se había dejado llevar por la pasión. Y había perdido a su hija.
-¡No te perdonaré nunca!-le gritó Kate-¿Me estás oyendo? Lo único que deseo es verte muerta.
-Por favor, Katie-le rogó Selene-Necesito tu perdón para morir en paz.
-Nos abandonaste a mí y a padre. ¡Te odio! Y me alegro de verte sufrir.
-Hija mía...
-No pensaste en nosotros cuando te escapaste con ese hombre. ¿Y esperas que te perdone? ¡No he sabido nada de ti durante mucho tiempo! Y padre murió por tu culpa. ¿Qué es lo que esperas de mí?
-Sólo espero tu perdón.
                   Cuando nació Peter, Kate se juró así misma que no cometería el mismo error que cometió su madre. Selene se volvió ciega de amor. Siguió a un hombre que le prometió la Luna. Y que, luego, la dejó abandonada a su suerte. Por suerte, nunca supo en qué condiciones tan lamentables la encontró Regina.
                      Kate pensaba que sus hijas eran felices. Había enviado a Melanie a Berkley Manor, donde creía que sus sueños se harían realidad. Pero pensaba que había cometido un terrible error. Kate era toda una experta en cometer errores. Todavía recordaba el día en el que sir Marcus le habló de casarse.
                      Fue durante un paseo a caballo que dieron por Hyde Park.
-Estoy dispuesto a todo con tal de que estés a mi lado-le dijo.
                     Kate lo miró maravillada.
-¿Qué es lo que quieres decirme?-inquirió.
-Te estoy diciendo que te deberíamos de casarnos-contestó sir Marcus-No puedo esperar ni un minuto más.
-Mi tía se niega a que nos casemos. Aunque me hayas hecho tuya. Prefiere verme encerrada en un convento que casada contigo.
-Insistiré hasta que no le quede más remedio que ceder.
-Amor mío...
                    Sir Marcus selló la boca de Kate con un sensual beso.
                   En aquel momento, Kate había creído en sus palabras.
                   Había creído que sir Marcus estaba siendo sincero con ella. Que la amaba de verdad.
                   El pensamiento traicionaba a Kate. Ella había estado al lado de Selene durante el tiempo que la mujer estuvo debatiéndose entre la vida y la muerte. Al final, la perdonó. Pero nunca llegó a perdonarla del todo. La seguía odiando por haberla abandonado. ¡Dios!, pensó Kate. A su modo, también ella había dado de lado a sus hijas. Había faltado al juramento que le hizo a Peter cuando nació. Que nunca abandonaría a sus hijos.
                       Había obrado de un modo realmente egoísta.
                       Una lágrima resbaló por la mejilla de Kate y Regina se dio cuenta. Quería adivinar los pensamientos de su sobrina.
-He recibido esta mañana una carta de Melly-le explicó.
-¿Melly ha escrito?-se asombró Anne.
                     Kate sacó de su caja de costura la carta.
                    Ella y Regina estaban sentadas en el sofá.
-¿Crees que he sido una buena madre?-le preguntó Kate a su tía.
-Estás haciéndolo muy bien-respondió Regina.
-Por favor, tía. Sé sincera conmigo.
-Has cometido muchos errores. Pero quieres a tus hijas, Katie.
                 Anne se levantó corriendo de la silla en la que estaba sentada. Fue corriendo hacia donde estaba sentada su madre.
-¿Qué dice Melly en su carta?-preguntó la niña.
                  ¿Le habrá llegado ya la carta que le escribí?, se preguntó Anne. Aún es muy pronto.
                  Se la había entregado a un vecino de su calle. Un hombre con fama de ser muy despistado. Los nervios se estaban apoderando de Jane. ¿Y si no le había entregado la carta a Melanie?
                El hombre había accedido a ir a Berkley Manor y entregarle la carta gratis a Melanie.



               
                    Conocía a las dos hermanas desde siempre. Sabía que se querían mucho.
                    También conocía a Kate. Y conocía la historia de su matrimonio con sir Marcus.
                    Debía de saber que el baronet había regresado. Anne suspiró hondo. ¿Y si la carta nunca le llegaba a Melanie? Le llegará, se dijo Anne así misma.
                    Kate empezó a leer la carta. Estaba muy contenta. ¡Por fin! ¡Noticias de Melanie! Anne estaba inquieta. ¿Y si a Melanie nunca le llegaba la carta que le había escrito? Se retorció las manos con nerviosismo. ¿Y si sir Marcus se atrevía a aparecer ante Melanie? ¡Es un mal hombre!, pensó Anne. Le creía capaz de todo. Todo lo que había dicho la tía abuela Regina sobre él era cierto.
               Había aparecido de pronto en sus vidas.
               A veces, a lo largo de aquellos diez años, Anne había llegado a creer que su padre había muerto. De algún modo, aquella idea la consolaba. Porque le dolía pensar en la verdad. Que su progenitor nunca la había querido.

                  Las cosas aquí están muy tranquilas. De vez en cuando, viene una visita. 
                 Son mujeres que quieren ver a la duquesa. Pero las visitas duran muy poco. Lady Christine no quiere ver a nadie. 
                 Sale con mucha frecuencia desde hace unos días. Los criados creen que va a visitar la tumba del pequeño Toby. 
                Confieso que sigo yendo con frecuencia al cementerio. Paso un largo rato ante la tumba de Peter y del hermanito que no llegó a nacer. 
                Siento que Peter está a mi lado. Sé que te sonará raro. 
                De alguna manera, pienso que me protege. Puedo sentir su mano sobre mi hombro. De haber estado vivo, Peter habría venido conmigo a Berkley Manor. No lo dudo. 
               Mamá, te pido que te cuides mucho. Y que cuides también de Annie y de la tía Reggie. 
              Pienso mucho en vosotras. Os quiero muchísimo. No lo olvidéis. Pronto, muy pronto. Antes de lo que penséis, volveremos a estar las cuatro juntas. 

3 comentarios:

  1. He podido hacerme un tiempito para ponerme al día con la historia y he disfrutado mucho hacerlo, gracias por subir estos fragmentos con tanta frecuencia.

    ¿Sabes? Si bien quiero mucho a Mel y Chris, siento un afecto por el personaje de Kate, me parece una buena mujer que ha pasado por mucho, que ha sufrido y aprendido de sus errores y que solo desea lo mejor para sus seres queridos.

    Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El personaje de Kate tiene mucho peso en esta historia porque todo lo que ha sufrido influye mucho en sus hijas, especialmente en Melanie, que es la mayor y la que más recuerdos tiene de su padre.
      Un fuerte abrazo, Aglaia.
      Y gracias por pasarte por aquí.

      Eliminar
  2. Selene padecía la misma maldición que Kate, darlo todo por un amor malsano y abandonar todo por ello, incluso a su propia hija. Por suerte Kate logró revertirlo a tiempo, darse cuenta de sus errores y comenzar a enmendarlo. Al recordar a su madre, veo que ya comienza a sospechar el porqué del repentino regreso de Marcus.
    Me pregunto qué pasará cuando Melanie regrese a casa, será pronto?...

    ResponderEliminar