Hola a todos.
Hoy, después de un parón por el puente, continuamos con Berkley Manor.
Este fragmento corresponde al encuentro entre sir Marcus y Anne. ¿Qué pasará?
La puerta de la verja del jardín estaba entreabierta. Sir Marcus vio, a través de las rejas, cómo Anne correteaba de un lado a otro del jardín. Estaba jugando al volante. Una amiga suya quería enseñarle a jugar a este juego. Anne estaba practicando por su cuenta para darle una sorpresa. De esta manera, se enfrentarían en un partido. Y Anne tendría alguna ventaja, porque su amiga sabía mejor que ella jugar al volante.
Sir Marcus no veía que hubiera nadie con ella. La niña estaba sola. No supo porqué decidió entrar.
Normalmente, se habría echado para atrás.
Sin embargo, la debilidad, de alguna forma, le confería nuevas fuerzas. Quería despedirse de Anne.
La niña se sobresaltó al darse cuenta de que no estaba sola. Ante ella se encontraba un hombre que iba todo vestido de negro. Estaba pálido y ojeroso. La miraba de un modo que a Anne le resultó extraño.
-Hola...-le saludó.
-Hola, Annie-le devolvió el saludo sir Marcus.
-¿Cómo sabe mi nombre?
Un nudo se formó en la garganta de sir Marcus. ¡Qué alta que estaba Anne! Se la veía una niña alegre y sana. Una niña que había crecido feliz sin su padre.
-Porque lo sé todo sobre ti. Sé que vives en esta casa. Que vives con tu mamá y con tu tía Reggie. Y que tienes una hermana mayor.
-Sí...Melly...Pero no está en casa. Partió hace unos días. No sé cuándo volverá.
Sir Marcus se sintió frustrado. Le habría gustado ver de nuevo a Melanie. ¿Se acordaría de él? Su hija tenía siete años cuando la abandonó sin mirar atrás. Y Anne no le reconocía. Era tan sólo un bebé cuando él se marchó definitivamente a Londres.
Se fijó más en Anne. Desde luego, la niña era la que más se parecía a él porque los dos tenían el mismo color de pelo y los mismos ojos. Melanie había salido a la familia de Kate por la rama paterna. Pero también tenía algo del padre de sir Marcus.
-Es una pena-dijo el hombre.
En los últimos días, sir Marcus se había imaginado cómo sería su encuentro con sus dos hijas y creía que ninguna de las dos querría saber nada de él.
-Mi madre dice que Melly regresará casada-le contó Anne-Adonde ha ido va la gente a hacer buenos matrimonios. Al menos...Eso es lo que dice mi madre.
-Entiendo.
-¿Quién es usted?-quiso saber Anne.
-¡Qué falta de educación! No me he presentado. Me llamo Marcus-contestó el hombre.
-Es curioso. Mi padre también se llama Marcus.
-Y...¿Dónde está tu padre, pequeña?
Anne se encogió de hombros.
-Mi madre dice que está en Londres-contestó-No lo sé. No le conozco. Nos abandonó cuando yo era un bebé. A decir verdad, casi me alegro de no conocerle.
-Dios mío...-susurró sir Marcus.
Los grandes ojos de Anne parecían escrutar al hombre que tenía delante de ella. No parecía sentir miedo de él. Algo en su interior le decía que podía estar tranquila. No sabía el porqué lo sentía así. Sir Marcus contuvo las ganas que tenía de echarse a llorar. De haber podido dar marcha atrás, habría intentado ser un buen padre. No habría abandonado nunca a sus hijas. Deseó con todas sus fuerzas poder abrazar a Anne. Estrechar entre sus brazos a Melanie. Pedirles perdón.
-Mi tía Reggie dice que no nos quería-prosiguió Anne.
-Tu tía Reggie se equivoca-replicó sir Marcus.
-¿Qué quieres decir?
-Quiero decir que tu padre era un hombre que no sabía lo que quería. Que pensaba que la vida era eterna. Que se divertía mucho. Que era un irresponsable. Pero que se ha dado cuenta de lo que de verdad importa. Y se siente mal porque ha perdido mucho tiempo. La vida es demasiado hermosa, Annie. No vale la pena destrozarla.
-¿Por qué dice eso? ¿Conoce a mi padre?
Al hombre se le formó un nudo en la garganta.
Sus ojos se llenaron de lágrimas. Apenas pudo reprimirlas.
Mi hija, pensó. Y no me conoce. ¿Qué es lo que le habrán contado de mí? ¡La verdad!
Abrió la boca para decir algo. Quería confesarle la verdad a Anne. Quería decirle que él era su padre.
-¡Annie!-oyó una voz que la llamaba-¡Es ya la hora del té!
Sir Marcus se estremeció al escuchar aquella voz. Era la voz de Kate. Habían pasado diez años. Pero la recordaba con total nitidez.
-Mi madre me está llamando-dijo Anne-¿Quiere pasar dentro y conocerla? A ella le gusta conocer a gente que sepa cosas de mi padre.
-No puedo, Annie-se disculpó sir Marcus-Tal vez...En otro momento...
Salió corriendo.
Abandonó el jardín dejando a Anne atónita.
Se dijo así mismo que era un cobarde. Pero no era capaz de mirar a Kate a la cara después de todo el daño que le había hecho. Se había burlado de las cartas de amor desesperadas que su mujer le había escrito.
¿Cómo podía presentarse ante ella e implorarle perdón?
Mientras tanto, Anne entró en la casa. Miraba una y otra vez hacia atrás. Hacia el jardín...El hombre que había visto antes se había ido. ¿Quién sería?, se preguntó.
-Ya no está-le dijo a la criada que le abrió la puerta.
-¿A quién te refieres, niña?-inquirió la criada.
Anne no supo qué contestar.
Una mansión sumida en el dolor por una terrible pérdida...Una muchacha inocente y sencilla...Un joven decidido a todo por amor...Una inolvidable historia de amor. No es un blog para albergar una blog novela. Es mucho más que eso. Relatos cargados de romanticismo...Reflexiones... Todo eso podéis encontrar aquí. Y mucho más...
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Un fragmento muy interesante y también muy esclarecedor para la historia, me ha gustado muchísimo.
ResponderEliminarBesos.
En el estado en el que se encuentra sir Marcus poco daño puede hacer, pero sí quiere dar la lata hasta conseguir que su familia le perdone. La cuestión es si deben perdonarle por el daño que les ha hecho.
EliminarUn fuerte abrazo, Aglaia.
Nuevamente me haces sentir un poco de pena por este hombre, aunque sepamos lo mal que se portó y la verdad es que no se merece que Kate lo perdone. Al parecer ahora ve las cosas bajo una luz diferente, imagino que así debe ser cuando un ser humano se enfrenta a sus propios errores y ve las consecuencias...
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