martes, 28 de mayo de 2013

BERKLEY MANOR (EDITADO)

Hola a todos.
En el fragmento de hoy de Berkley Manor, sir Marcus volverá a la carga.
¡Vamos a ver qué pasa!

                       Sir Marcus podía ver la figura de Kate a través de las cortinas de la ventana del salón. Estaba allí.
                      Se preguntó si Regina estaría en casa.
                     Quería ver a Kate. Y también quería ver a sus hijas. Quería abrazar a Kate. Quería implorar su perdón.
                     Le dio un pequeño empujón a la puerta de la verja del jardín. Hablaría con Kate aún estando Regina presente. Ella también tenía que escucharle.
                    Golpeó con suavidad la puerta de madera que tenía ante él. Podía oír la voz de Kate mientras hablaba con Anne. El corazón comenzó a latir muy deprisa cuando una criada le abrió la puerta.
-¿Quién es usted?-le interrogó-¿Y qué desea?
                    Sir Marcus sintió que las palabras se atoraban en la garganta.
-No creo que se acuerde de mí-contestó-Soy el señor de la casa.
-En esta casa no hay ningún señor-replicó la criada.
                     Dicho esto, le cerró de golpe la puerta.
                     Mientras tanto, en el salón, Regina vertió té en su taza de porcelana. Bebió un sorbo.
-¿Quién era?-le preguntó a la criada.
-Un idiota, señora-respondió la mujer-Decía que era el señor de la casa.
-Supongo que le habrás echado de aquí.
                 La taza de té que sujetaba Kate en aquel momento en la mano tembló con violencia.
-¡Ha vuelto, tía!-se asustó.
-Le he cerrado la puerta-le aseguró la criada-Me imagino que ya se habrá ido.
-Ha hecho bien-afirmó Regina.
                 Anne estaba sentada en el libro leyendo cuando escuchó la conversación. Alzó la cabeza al intuir que estaban hablando de su padre.
                 Regina le lanzó una mirada cargada de significado a Kate. Había cosas que eran mejor no discutirlas delante de Anne. Kate respiró hondo para tranquilizarse.
-¿Te gusta el libro que estás leyendo?-le preguntó a su hija menor.
                 Anne entendió que su madre no quería hablar delante de ella de la posible visita de su padre. Lo entendió.
-Es Ensoñaciones del paseante solitario-respondió Anne.
-Creo recordar que lo leí una vez-dijo Kate-Hace mucho tiempo.
                    Fue siete años antes.
                    Sir Marcus le dio un beso antes de irse a Londres. Fue el último beso que le dio su marido.
-Volveré en cuanto pueda-le prometió.
-Cuídate-dijo Kate.



                    Un beso...Un último beso...La besó en la mejilla.
                    Después, se marchó. Y no lo había vuelto a ver hasta días antes, en el jardín.
                     La criada había hecho bien en darle con la puerta en las narices. Al menos, eso era lo que Kate se estaba repitiendo así misma. Una parte de ella quería hablar con sir Marcus. Se preguntaba si él estaba siendo sincero cuando decía que quería ver a sus hijas. Kate no iba a permitir que les hiciera daño.
                      Se puso de pie.
-¿Adónde vas?-le preguntó Regina.
-Voy a tomar el fresco, tía-respondió Kate.
-Iré contigo.
                   Las dos salieron al jardín. No veían a sir Marcus por ningún sitio. Eso alivió mucho a ambas.
-Está enfermo-dijo Kate-Cuando lo vi, lo vi más delgado. No está bien.
                   A Regina le había parecido también que estaba enfermo.



-Espero que no estés empezando a sentir compasión hacia ese hijo de perra-le advirtió-No debes de sentir lástima por él. Recuérdalo siempre. Jamás ha sentido pena de ti. Ni la ha sentido tampoco por las niñas. Katie, hazme caso. Tienes que olvidarle.
                  Kate negó con la cabeza. A veces, tenía la sensación de que tenía las cosas claras en su mente.
                  Otras veces, sentía miedo. Miedo de volver a caer en la trampa de su marido. Sir Marcus había significado muchas cosas para ella. Los lazos que aún le unían a él eran demasiado fuertes. Pero era consciente de que sir Marcus le había hecho demasiado daño. No quería sufrir de nuevo por su culpa.
-Sir Marcus es mi marido y es el padre de mis hijas-dijo-Fue el primer hombre que me besó. Ha sido el único hombre con el que he estado íntimamente. Sé lo que me vas a decir. ¡Y tienes razón! No merece que siga sufriendo por él. Pero ha regresado. Y quiere ver a nuestras hijas. No sé qué puedo hacer.
                   Regina abrazó con cariño a su sobrina.
                  A su vez, pensó en su marido. Había sido el único hombre que la había besado. Pero Kate no podía aferrarse a los recuerdos de unos besos con sabor a mentira. Ni a su conciencia...
                   Y Kate no quería volver a sufrir. Tampoco quería ver sufrir a sus hijas.
-Le he querido mucho, tía-admitió.
-¿Lo sigues queriendo?-quiso saber Regina-Cariño, me lo puedes contar. Sé sincera de una vez contigo misma.
-Lo odio. Pero...Una parte de mí...Aún le quiere. Sin embargo, le aborrezco por todo el daño que nos ha causado. No sólo a mí...También a nuestras hijas...
                 A veces, Kate se imaginaba así misma yendo a la posada en la que se hospedaba sir Marcus. Pero sabía que si él la tocaba todo volvería a empezar de nuevo. Y ella no quería entrar en aquel círculo vicioso. Había desperdiciado toda su vida por amor a él. Sentía vergüenza al pensar que no había sido una buena madre. ¡Si la pobre tía Regina había sido la encargada de enviar a Melanie a Berkley Manor! ¿Dónde había estado ella metida? Kate...
-Hizo con ellas lo mismo que mi madre hizo conmigo-se sinceró Kate-Y eso jamás se lo podré perdonar.
                 Regina le dio la razón a su sobrina. Kate vivía atormentada por los fantasmas de su pasado. Pero intuía que aquellos fantasmas estaban también dañando a Melanie y a Anne.
-Será mejor que entremos-sugirió Kate.
-Está empezando a refrescar-opinó Regina.


                      Sir Marcus no pudo conciliar el sueño aquella noche, atormentado como estaba por los recuerdos del daño que le había causado a su familia.
                    En esta casa no hay ningún señor. 
                    La criada que le abrió la puerta había sido brutalmente honesta con él.
                    Era verdad.
                   No estuvo al lado de Kate cuando murió Peter. No estuvo a su lado cuando perdió el bebé que esperaba. ¿Dónde había estado metido? Sir Marcus conocía de sobra la respuesta. Sintió que se asfixiaba.
                   Recordó el día que nació Peter.
                  No estaba en casa cuando Kate se puso de parto. No estaba en casa cuando Kate rompió aguas. ¿Dónde había estado mientras su mujer traía a su hijo al mundo? En un burdel...Borracho...
                 No recordaba gran cosa de aquel día. Y lo agradecía en parte.
-¿Dónde se había metido?-le increpó Regina nada más entrar-Katie está arriba. ¡Acaba de tener un hijo suyo! ¿Dónde estaba? ¡No hace falta que me conteste! ¡Huele a suciedad a kilómetros!
                 Sir Marcus escuchó el llanto de un niño. Pero no subió a ver a Kate. No subió para conocer a su hijo. Se dobló sobre sí mismo y vomitó en el pasillo.

Mañana, continuaremos con la subtrama de Kate y de sir Marcus.
Ahora, me gustaría haceros una pregunta.
¿Os gusta esta subtrama? Berkley Manor es el escenario principal de la historia. Pero...¿Os gusta que aparezcan otros lugares además de la mansión?
                 

2 comentarios:

  1. Sí, Lauri, es una buena decisión ir alternando las escenas de la mansión con fragmentos de lo que va sucediendo mientras tanto con el resto de los personajes, así podemos ver ambos panoramas.
    Al parecer Sir Marcus ya está logrando colarse en los pensamientos de Kate nuevamente, pero al menos no le está resultando tan fácil acceder a la casa, me pregunto qué sucederá cuando vuelvan a verse...

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