sábado, 4 de mayo de 2013

BERKLEY MANOR (EDITADO)

Hola a todos.
¿Cómo es la vida en Berkley Manor después de que Chris se le declarase a Melanie? En este fragmento, lo vamos a descubrir.
Espero que os guste.

                     La semana que siguió transcurrió de manera tranquila. Lady Christine ya no permanecía tanto tiempo encerrada en su habitación. Algunas damas de la aristocracia que no habían asistido al entierro de Toby fueron a verla. Lady Christine las recibía en el salón.
-¡Oh, querida!-le decían nada más verla-¡Lo siento mucho! ¡Te acompaño en tu pena!
-Gracias...-se limitaba a contestar lady Christine.
-Me habría gustado haber venido antes. Pero no he podido.
-Lo entiendo.
                  Estaban en Londres asistiendo a fiestas y a recepciones. Lady Christine entendía la situación. Las visitas, por suerte, duraban muy poco. Las damas no podían soportar el ambiente lúgubre que se respiraba en la mansión. El dolor estaba presente allí. Y pesaba como una losa. Salían de la mansión en cuanto podían.
                  Los días pasaban y lady Christine no había visto todavía a su marido.
                   Lord Duncan parecía estar reaccionando. Comía un poco. Pero seguía encerrado en su habitación. El mayordomo era el encargado de ayudarle a lavarse y a vestirse. Una mañana, lord Duncan consintió en que le afeitaran. No había preguntado todavía por Humphrey.
                  El secretario personal del duque era el encargado de buscarle otro ayudante de cámara.
                  Humphrey había sido su valet desde hacía muchos años.
                  Era casi imposible buscarle en tan poco tiempo otro ayudante de cámara que fuera como él.
                  Lady Christine no se atrevía a pisar la habitación de lord Duncan. Aquel hombre le recordaba demasiado a Toby. Lady Christine había sido su cómplice en la mentira que envolvió al niño desde el momento en que nació. Se enteró tarde de la verdad. Y, aún así, decidió ayudar a su marido. Habían vivido durante mucho tiempo aquella farsa. A su modo, habían sido felices. Nadie sabía nada. Ella había callado muchas cosas. Había guardado mucho silencio. La muerte de Toby la hacía libre en ese aspecto. Pero el niño había sido su hijo. Su última oportunidad de hacer realidad su sueño de ser madre. Era una mujer incapaz de albergar vida en su interior.



                De alguna manera, a lo largo de aquellos días, la vida iba poco a poco abriéndose paso.
                Victoria era testigo de aquel milagro. Veía a Eleanor y a Melanie más contentas que de costumbre. Pero ninguna de las dos quería contarle nada. Y Victoria no se atrevía a preguntar. Estaba convencida de que Eleanor seguía viéndose a escondidas con Justin.
                ¿Y quién sería el amor secreto de Melanie?, se preguntaba Victoria.
                Estaba segura de que la muchacha se estaba viendo con alguien.
                Pero no podía decir de quién se trataba. Victoria lo ignoraba. Además, tenía que vigilar de cerca a Eleanor. Su hermana se estaba volviendo muy temeraria.
                 Eleanor estaba enamorada. Justin y ella hacían planes de futuro. Todavía no se había entregado a él.
                 En aquel aspecto, Eleanor se contenía. Tenía miedo. Podía quedarse embarazada. Y Justin podía huir. Era mejor esperar.
                 Eleanor y Justin se veían a escondidas en el jardín. Pasaban largas horas sentados a la sombra de un árbol abrazados. Los dos hacían planes de futuro. Pensaban en huir juntos. Huirían a Gretna Green, donde había una capilla. Se casarían allí mismo.
-Buscaré otro trabajo-le decía Justin a Eleanor-Vivirás como una Reina.
-No quiero vivir como una Reina-replicaba la joven-Sólo quiero vivir contigo. No le pido nada más a la vida.
-Ellie, a veces, sigo pensando que soy muy poquita cosa para ti.
-¡Eso es mentira! Tú lo eres todo para mí. De no ser por ti, me habría vuelto loca en este mausoleo. Se respira tanta tristeza aquí.
              Eleanor apretaba con desesperación las manos de Justin.
-Estoy aquí-le aseguraba él.
                 Eleanor le miraba y le sonreía con dulzura. Justin nunca la dejaría, se dijo.
                 Se besaban con dulzura en los labios.
                 Justin era más realista. Aún con la cabeza de Eleanor apoyada sobre su hombro, Justin seguía pensando que aquella relación era imposible.
-Tu padre nos separará-se inquietaba.
                 Eleanor se ponía de pie al escuchar aquel comentario. Empezaba a caminar de un lado a otro.



                   Se resistía a creer que Justin pudiera tener razón.
-Hablaré con él-decía Eleanor.
-No te escuchará-le replicaba Justin.
-Soy su ojito derecho. Nunca me ha negado nada.
-No lo entenderá. No podrá entender que tú y yo nos amemos, Ellie.
                 Justin se colocó al lado de la joven. Eleanor se detenía.
                 En su fuero interno, sabía que su amado tenía razón. Pero no quería pensar en esas cosas. Quería pensar en que ella y Justin estaban juntos. Debía de conformarse con los minutos que le robaban al día para verse. No podían hacer otra cosa. Estar juntos durante un rato y soñar despiertos.
-Gracias por quedarte-le decía Eleanor a Justin.
-No te habría dejado sola en este lugar por nada del mundo-le aseguraba él.
-Me daba miedo quedarme sola aquí. Están Vicky y Melly. Pero...No es lo mismo.
-Te adoro, Ellie.
                 Y volvían a besarse con dulzura y con amor en los labios.

                 Los dos habían salido aquel día de Berkley Manor temprano. Chris quería enseñarle a Melanie lugares de la isla que estaba convencido de que jamás había visto. Melanie y Chris se subían al lomos del caballo de él. Ella se sentaba en el regazo del joven y descubría un mundo que le había estado vetado hasta aquel momento.
                Melanie llevaba puesto un traje de montar que le había prestado lady Christine. Era de color escarlata. No sabía montar a caballo, pero confiaba en cómo Chris guiaba a su caballo.
                Ella le habló de su casa, situada a las afueras de Newport.
-Sé que hay cerca una villa romana-le confió a Chris-Pero nunca he estado allí.
-Te llevaré a verla-le prometió el joven.
-¿De veras?
                     Los ojos azules de Melanie brillaron al pensar que vería algo que nunca antes había visto. Hasta aquel momento, Melanie no se había atrevido a abordar con Chris la declaración que le había hecho el día del entierro de Pamela. Chris respetó su silencio. Ignoraba que Melanie no podía conciliar el sueño pensando en aquella declaración. Tenía la sensación de que todo estaba yendo demasiado deprisa.
                  Una noche, soñó que volvía a tener dos años. Y que su hermano Peter estaba a su lado. El niño la abrazaba con cariño antes de despedirse de ella.
                   Melanie y Chris daban paseos frecuentes. Se cogían de la mano para caminar y Chris se sentía más unido a Melanie de lo que había estado nunca antes a otra persona. Le invadía el deseo de huir a lomos de su caballo con Melanie y no mirar para atrás. Le gustaba la dulce sensación de montar con ella. Teniéndola en su regazo. Disfrutando de la cercanía de su suave cuerpo.
                 Se robaban besos a escondidas por las calles de Newport. Melanie no era consciente del hombre que la observaba a gran distancia. Un hombre que la veía desde la ventana de la posada.
-Es ella-pensó sir Marcus.
                  Era su hija mayor. E iba acompañada de un joven al que sir Marcus recordaba haber visto en otras ocasiones.
                 Escuchaba el sonido de su risa. Melanie ignoraba que su padre había vuelto a la isla. Y que vigilaba sus paseos con Chris.
                  Aquella tarde...
                  Melanie y Chris dieron un paseo hasta el castillo de Sandown, en la ciudad de Cowes. Melanie se quedó sin habla. Oyó cómo Chris le contaba la historia del castillo. Había sido construido como una fortaleza para proteger Inglaterra de una posible invasión por parte de España y Francia tras el divorcio del Rey Enrique VIII de Catalina de Aragón.
-La firma de la Paz de Niza entre España y Francia alimentó esos temores-le contó Chris.
                La puerta del castillo estaba abierta. La pareja penetró en su interior.
-¡Es hermoso!-exclamó Melanie-Y muy grande...
                Aquella semana había sido la más feliz de sus vidas. Chris recordaba cada beso que le había robado a Melanie. Cada vez que sus manos habían cogido las manos de la joven. El perfume de su pelo... Sus brazos que la abrazaban. Cada momento que los dos habían compartido.
               Y Melanie, mientras, se preguntaba qué era lo que debía de hacer a continuación. Chris se le había declarado, pero ella era incapaz de dar un paso. No quería sufrir como había sufrido su madre. Había visto a Kate consumirse por culpa del desamor de sir Marcus.
-Eso también puede pasarme a mí-pensaba Melanie-¡No quiero sufrir como ha sufrido mi pobre madre!



-¿Qué te parece por dentro?-le preguntó Chris.
-Nunca antes había visto nada semejante-respondió Melanie-Mi madre, a veces, me contaba cuentos de Príncipes y de Princesas. Y yo me imaginaba cómo serían los castillos en los que vivían. Fantaseaba con la idea de vivir en un castillo.
                 Melanie caminaba por delante de Chris. Los dos estaban solos en el castillo, que hacía mucho que estaba deshabitado. Los pasos de ambos retumbaban.
                 Melanie contemplaba con fascinación los cuadros que estaban colgados de las paredes. Los tapices que adornaban aquel lugar le permitían imaginarse cómo habría sido la vida allí. Imaginaba grandes banquetes. Imaginaba magníficos torneos de lanzas y de justas. Enrique VIII y Ana Bolena habían estado en aquel lugar, pensó Melanie.
-Los franceses intentaron invadir Inglaterra-le contó Chris-Frente a este castillo, tuvo lugar una feroz batalla entre el Ejército inglés y el Ejército francés.
                Melanie empezó a subir por la escalera. El polvo se amontonaba en los muebles. Había telarañas cubriendo las paredes. Pero parecía que el tiempo no había pasado por aquel lugar.
-Este lugar es muy viejo-le dijo Chris a Melanie-Estamos en uno de los castillos del Rey Enrique. El castillo de Sandown...
-¡Es precioso!-exclamó Melanie.
-Dos siglos de vida tiene.
-Nunca antes había venido a este lugar-le confesó la muchacha-Mi madre rara vez me deja salir sola de casa. Excepto cuando cuido a enfermos. Soy voluntaria en el Hospital de la Caridad. No hago mucho. Paso pañuelos mojados en agua por la cara de los pacientes. Intento animarles. Pero se me da mal lo de animar a los demás.
-¿Cuidas a enfermos?
-Sí...Pero no puedo hacer nada por ellos.
-Les das consuelo. Les das cariño. Creo que haces mucho por esa gente.
-Eres muy amable.
                Durante el trayecto, Chris había observado con preocupación cómo el cielo empezaba a cubrirse de negros nubarrones. El entusiasmo que mostraba Melanie por aquella excursión le hizo seguir adelante. Al llegar al primer piso, un enorme estruendo retumbó en todo el castillo.
-¿Qué ha sido eso?-preguntó Melanie, nerviosa.
               Después, oyó cómo el agua empezaba a caer. Caía con mucha fuerza.
-Ha sido un trueno-respondió Chris.
                Se asomó a una ventana.
-No podemos regresar-le informó a Melanie-Ha empezado a llover. Tendremos que quedarnos aquí a pasar la noche.
                La joven se sobresaltó al escuchar aquellas palabras. Se iba a quedar a pasar la noche en aquel castillo. Lejos de Berkley Manor...Y con Chris...


2 comentarios:

  1. Un capítulo muy interesante y complejo, me preguntaba cómo le iría a los habitantes de la mansión y has respondido a mi duda. Tremendo problema en el que se encuentran Melanie y Chris, espero que no traiga consecuencias para ellos.

    Feliz fin de semana, besos.

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  2. Wow, me encantó este capi porque me llevaste a pasear por aquellos lugares donde iban Chris y Melanie, más de una vez he soñado despierta con conocer esos castillos mágicos, qué aire tan peculiar debe respirarse allí, tanto pasado, los fantasmas de antiguas justas, amores contrariados, bailes...un escenario ideal para el amor de los jóvenes.
    Así que Sir Marcus ha visto a su hija?pensará contactarla tal vez?
    qué intriga...
    Continúo.

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