lunes, 10 de junio de 2013

BERKLEY MANOR

Hola a todos.
En el fragmento de hoy, aparecerá un joven que revolucionará la vida de Victoria. 
La hermana de Eleanor también sufrirá los estragos de Cupido gracias a un joven médico. 

                     Melanie deseó poder estar a salvo en su habitación. En su casa, se había sentido más segura.  Estaría junto a su madre. No tendría que pensar en niños que morían a una edad tan temprana. No tendría que pensar en amores que sabía que eran falsos. Podría volver a ser como había sido antes. He cambiado, pensó Melanie.
            En aquel momento, oyó revuelo fuera.
             Salió de su habitación para ver qué pasaba. Para su sorpresa, vio a lord Duncan subiendo la escalera. Llevaba en brazos a una inerte lady Christine. 
-¡Milady!-se asustó Melanie. Se acercó a lord Duncan-¿Qué le ha pasado?
-No lo sé-contestó el duque-Estábamos hablando y, de pronto, se ha desmayado. 
              Un mozo de cuadra fue el encargado de ir en busca del médico, el doctor Jake Prince. Tenía veinticinco años y había sido el que había atendido a Toby cuando enfermó. El doctor Prince no tardó mucho en llegar a la mansión acompañado por el mozo de cuadras.
             Eleanor y Victoria fueron conscientes del revuelo que había cuando entraron en la mansión. 
-¿Qué estará pasando?-le preguntó Eleanor a nadie en concreto-No me gusta este lugar. Me da escalofríos. 
-Nada bueno...-respondió Victoria. 
               Subieron por la escalera. Al final de la misma, se encontraron con Melanie. 
-¿Qué está ocurriendo, Melly?-le preguntó Victoria. 
-Es lady Christine-respondió la chica-Se ha desmayado. 
-¿Está enferma?-se inquietó Eleanor. 
-No lo sé. El médico ha venido. La está examinando. ¡No sé nada!
             Victoria se santiguó. Empezaba a odiar aquella mansión. Los niños morían. Las personas enfermaban. Tenía la sensación de que aquel lugar estaba maldito. 
             El olor de un frasquito de sales hizo que lady Christine empezara a recobrar poco a poco la consciencia. 
-¿Qué me ha pasado?-se preguntó en voz baja. 
             Estaba en su habitación. 
            Reconoció el rostro preocupado que estaba inclinado sobre ella sujetando el frasquito. 
-Doctor Prince...-murmuró. 
-Celebro ver que me reconoce, milady-le sonrió el médico-Nos ha dado un buen susto. 
-¿Qué está haciendo aquí?
-Se ha desmayado, Excelencia. Su marido estaba muy angustiado. Es comprensible. 
             El doctor Prince no había sido el que había atendido a Pamela cuando dio a luz. Había sido el otro médico de la zona, que tenía sesenta años. Jake Prince era su ayudante. Pero atendía también casos en solitario. La doncella de lady Christine la ayudó a incorporarse en la cama. La duquesa intentaba recordar el porqué de su desmayo. 
-¿Qué ha sucedido, milady?-quiso saber el doctor Prince. 
-Me he desmayado-contestó lady Christine. 
-Las personas no se desmayan sin una causa concreta. ¿Se encontraba mal? ¿Estaba mareada?
-No...

 

-Estaba hablando conmigo-intervino lord Duncan-Entonces, ella empezó a temblar. Cuando quise darme cuenta, se había desmayado. 
-¿Dijo algo que pudo haberla impresionado?-le interrogó el doctor Prince-¿Hizo algo que pudiera asustarla?
                 Lord Duncan lo miró escandalizado. ¿Cómo se atrevía el médico a sugerir que él era el culpable del desmayo de su mujer? Recordaba que él había pensado en tener otro hijo. 
                 Pero lady Christine le había recordado su esterilidad. Según ella, no podía tener hijos porque era estéril. ¿Era por eso por lo que su mujer se había desmayado? Lord Duncan no buscaba un sustituto para Toby. El niño era irremplazable. No sabía ni lo que pensar. El frío duque había poseído el cuerpo del padre destrozado. 
                En aquel momento, alguien golpeó la puerta con suavidad. La doncella fue a abrir. El doctor Prince vio cómo entraban en la habitación las tres jóvenes más adorables que jamás había visto. Dos pelirrojas y una rubia...Había una genuina preocupación por la duquesa reflejada en sus ojos. Una de las dos pelirrojas, la más joven, se quedó mirando al doctor Prince con gesto maravillado. 
-¿Cómo se encuentra, doctor?-quiso saber la mayor de las pelirrojas. 
               Lady Christine se encargó de hacer las presentaciones. Por lo visto, lord Duncan se había olvidado de la presencia de sus tres huéspedes. 
-Son nuestras invitadas, doctor-le explicó al médico-Se han quedado aquí desde la muerte de Toby. Nos hacen compañía. Y, para ser sincera, le dan vida a este lugar. 
-Parece que está maldito-opinó la más joven de las pelirrojas. 
              El doctor Jake Prince tomó nota mental de ellas. La rubia se llamaba Melanie Melinda Livingston. La mayor de las pelirrojas se llamaba Eleanor Adrianne Derrick. La más joven de las pelirrojas se llamaba Victoria Samantha Derrick. Eleanor y Victoria eran hermanas. Eleanor era la mayor. Y Victoria era la menor. 
              El doctor Prince besó a las tres jóvenes en las manos a modo de saludo. Pero se recreó más en la más joven, en Victoria. 
-No creo que existan las maldiciones-le aseguró-Pero sí creo que existen las desgracias. Y pueden venir varias desgracias encadenadas. 
               Las mejillas de Victoria se encendieron al verle. ¡Por el amor de Dios!, pensó. En su vida había visto un hombre más apuesto que el doctor Prince. 
-¿Se pondrá bien la duquesa?-quiso saber la chica. 
-Es una mujer fuerte-contestó el doctor Prince-Lo mejor que puede hacer es guardar reposo durante el resto del día. 
-Así lo haré, doctor-le prometió lady Christine. 
                 El médico descendió la escalera acompañado por las tres jóvenes. 
                 Les sonreía amablemente a cada una de ellas. Pero toda su atención estaba fija en Victoria. La chica lo miraba de una forma que a él le resultó extraña. Se ruborizaba si le dirigía la palabra. Pero se atrevía a hablar con él. Una gran ternura invadió al doctor Prince. El mayordomo lo estaba esperando en el recibidor. 
-Ha sido un placer conocerlas-dijo el médico-Señorita Melanie...Señorita Eleanor...Señorita Victoria...
               Besó a las tres chicas en la mano. Pero el beso que depositó en la mano de Victoria fue más ferviente. 
               El mayordomo cerró la puerta. Victoria tuvo que ser sujetada por su hermana y por su amiga. Parecía que ella también iba a desmayarse.
-¿Lo habéis visto?-les preguntó a Eleanor y a Melanie. 
              Eleanor disimuló una sonrisa. Melanie, en cambio, se puso tensa. ¿Tú también, Vicky?, pensó en decirle. 
-¡Es guapísimo!-exclamó Victoria. 
-¡Vaya!-se rió Eleanor-Veo que Cupido ha lanzado su flecha. Y te ha atravesado de lleno. 
               Victoria salió corriendo hacia el jardín. 
                Eleanor y Melanie la siguieron. Victoria vio cómo el caballo del doctor Prince se alejaba. 
-¿Creéis que volverá?-le preguntó a su hermana y a su amiga-¡A mí me gustaría mucho volver a verle! ¿Volveré a verle? 
-¡Ay, Vicky!-suspiró Eleanor-Me temo que has sufrido un flechazo. 


               Era verdad. No reconocía a su hermana. La correcta Victoria se escondía detrás de unos arbustos para espiar a un hombre. 
                 Eleanor se alegraba por su hermana. Por lo menos, Victoria tenía una posibilidad de ser feliz. Sólo había visto una vez al doctor Prince. Pero, a lo mejor, podía pasar algo más entre ellos. Eso nadie lo sabía con certeza. En cambio, Melanie estaba tensa. Si Victoria se enamoraba del doctor Prince, corría un serio riesgo. El de sufrir por amor. 
-A lo mejor, no lo vuelves a ver-le dijo a Victoria. 
-Volverá-afirmó la chica. 
               En aquel momento, Victoria tuvo la sensación de entender a Eleanor. ¿Se habría enamorado de Justin a primera vista? ¿O su amor habría ido floreciendo con el paso de los días? 
-No sé lo que va a pasar-admitió Victoria. 
-Pasará lo que tenga que pasar-le dijo Eleanor-Pero no has de tener miedo, Vicky. 
                ¿Cómo puedes decir eso?, quiso preguntarle Melanie. El amor era un sentimiento muy doloroso. Podía destrozarle la vida a cualquiera. Eleanor estaba sufriendo por culpa de Justin. Kate había sufrido por culpa de sir Marcus. Y la propia Melanie estaba sufriendo por culpa de Chris. ¿También Victoria iba a sufrir por culpa del doctor Prince? 
-¡Oh, Ellie!-exclamó Victoria. Miró a su hermana. La abrazó con fuerza-Perdóname. Ahora, te entiendo. 
-¿Lo ves?-sonrió Eleanor. Cogió a Victoria de las manos. Veía el rostro arrebolado de Victoria y tuvo la sensación de estar viéndose así misma en los primeros días de su romance con Justin-A ti también te ha llegado la hora. Puede ser que está brotando un nuevo sentimiento en tu corazón. 
-Me siento avergonzada. Hasta hace una hora, me asustaba la idea de que protagonizaras un escándalo. Pero...
-No sé lo que pasará entre el doctor Prince y tú. Pero será algo maravilloso. 
-Yo...-intervino Melanie-Me alegro por ti, Vicky. Pero quiero que estés prevenida. Eres la más sensata de las tres. No quiero que acabes sufriendo. No te lo mereces. 
-No me pasará eso, Melly-le prometió Victoria-¡Ya lo verás! 
               Presumía de ser muy pragmática. Eleanor sonrió con disimulo. Victoria no podía engañarla. Se había enamorado. Muy rápido...Un flechazo en toda regla...

3 comentarios:

  1. Voy muy retrasada con la historia, a ver si me la puedes mandar al correo, porfa!!!

    Besos!!!!

    Me gusta mucho lo que he leído!!!

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    1. Hola Rae.
      En cuanto pueda, ta la mando por correo.
      ¡Qué alegría me ha dado verte por aquí!
      Y muchas gracias por tus palabras.
      Un fuerte abrazo.

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  2. Hola, querida, Laura, lamento la demora en leer, pero he estado algo incomunicada desde el domingo.

    Me ha gustado mucho este capítulo, es muy interesante, aunque valgan verdades que le he tomado tanto cariño a los personajes, que temo por ellos, y sé que la vida a veces puede ser muy dura y llena de decepciones.

    Besos.

    P.D. Espero responder pronto tu correo, hoy a ser posible ;)

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