lunes, 17 de junio de 2013

BERKLEY MANOR

Hola a todos.
Después de un breve parón, hoy continúo con otro fragmento de Berkley Manor. 
Ya queda menos, y no es broma, para que conozcamos el desenlace de esta historia.
¿Triunfará el amor entre Chris y Melanie? ¿Qué pasará con sir Marcus?
¡Vamos a verlo!

-¡Has venido!-exclamó Melanie al ver entrar a Chris por la ventana de su habitación.
-Tenemos que hablar, Melly-dijo el joven-Es preciso que hablemos.
-Después...
                  Melanie lo recibió con un beso entusiasta.
                 Chris y ella se separaron un poco y el joven decidió que había llegado el momento de hablar con ella.
-Melly...-dijo-Veo en tus ojos que tienes miedo de amarme.
                 La muchacha se quedó muda al escuchar aquellas palabras.
-Lo entiendo-afirmó Chris-Créeme. Te entiendo. Conozco a tu madre. Ella le escribía cartas a tu padre. Y él...Me hago cargo de lo que sientes. Y de lo mucho que has sufrido por culpa de ese miserable.
                  Melanie sintió que las lágrimas inundaban sus ojos al pensar en su madre y en lo mucho que había sufrido por culpa de su padre. De algún modo, comprendió que Chris podía entenderla. Entonces, entendería los motivos de su reparo. De su miedo...¡Porque tenía miedo!
-Soy una cobarde-admitió Melanie-Tengo miedo de amar. Tengo miedo de amarte.
-No debes de tener miedo-le aseguró Chris-Estoy contigo. Nunca te dejaría.
-Mi padre le decía cosas bonitas a mi madre. Me lo contó ella. Supo enamorarla. Frases bonitas...Un ardiente cortejo...Ella creyó en todo lo que le dijo. Pensó que mi padre la amaba de verdad. ¡Cómo se equivocó! Sólo buscaba el dinero de la dote de mi madre. Mi abuelo era muy rico. Al morir él, la herencia iría a parar a manos de mi madre.
-No conocía esa parte de la historia.
-Mi padre es un baronet arruinado.
-Y querría la dote de tu madre para poder pagar a sus acreedores.
-Una vez, oí decir que mi padre había estado en Newgate. En la cárcel...-Chris cogió las manos temblorosas de Melanie-Iba a regresar. Tenía muchas deudas. Si no las pagaba, iría de nuevo a la cárcel. Mi padre no quería volver a ese horrible lugar. Entonces...Decidió buscar una esposa rica. Y encontró a mi madre. Sólo la quería por su dinero.
                  Melanie condujo a Chris hasta su cama y los dos se sentaron en ella.
-Tienes miedo de que te pase lo mismo-observó Chris-Tienes miedo de mí. De que te pueda hacer daño.
                  Melanie asintió de un modo casi imperceptible.
-Sí...-susurró.
                  Chris maldijo a sir Marcus por todo el daño que le había causado a su familia.
-Yo no soy como él-le aseguró a su amada-Jamás te haría daño. No necesito dinero de nadie. No me gustan los lujos. Cuando te conocí, pensé en mi padre. Él amaba con locura a mi madre. Y aquel amor era correspondido en su justa medida por ella.
-Tu madre pudo amar sin reservas a tu padre-comentó Melanie.
                 Chris la besó con dulzura en la frente.
                 Tengo que hacer algo para que pueda confiar en mí, pensó el joven.
                 Lo único que tenía que hacer era esperar. Melanie acabaría viendo que él no se parecía en nada a sir Marcus.
                  Melanie vio en los ojos de Chris que estaba siendo sincero con ella. Aún así, sigo teniendo miedo, pensó con horror. No quería alejarse de él. Era suya, como él era suyo. Se pertenecían mutuamente. Estaban juntos.
                 Pasaron aquella noche juntos. De algún modo, acabaron desnudándose mutuamente. Chris recorrió con los labios cada porción del cuerpo de Melanie. La muchacha pensó que no importaba nada más. La habitación...Estaban ellos dos solos. Se besaron con pasión. De algún modo, Chris anulaba su sentido común.
-Deja que te haga feliz, Melly-le pidió el joven.
               ¿Y si todo es mentira?, pensó Melanie.
               Lo único que quería era confiar en aquel joven. Su corazón latía de un modo acelerado. Quería ser feliz. No quería sufrir. Abrazó con fuerza a Chris. Llenó de besos su rostro. Una cosa era el amor y otra cosa muy distinta era la pasión.
                Había mucha pasión entre ellos.
                Chris mordisqueó el lóbulo de la oreja de Melanie. La besó en el cuello. Llenó de besos sus hombros. Un gemido se escapó de la garganta de la chica. No supo qué pensar cuando vio que Chris se llevaba un pecho a la boca. Chupó también el otro pecho.
                 ¿Por qué lo hace siempre?, se preguntó Melanie. ¿Por qué quiere estar conmigo? No debería de tener tantas dudas.
                 Volvieron a besarse con pasión en los labios. La respiración de Chris era cada vez más agitada.
                  El joven no pensaba con claridad. No quería. No podía.
                  Tenía el cuerpo de Melanie. Ella le había entregado su corazón. Pero seguía teniendo miedo de entregarse del todo a él. Chris se juró así mismo que eso cambiaría. Le demostraría a Melanie que sus sentimientos por ella eran reales. No se trataba de palabrería vacía.



                 Era algo real. Algo que no tenía que ver con la pasión. Era algo que tenía que ver con el corazón. Con los sentimientos...
                Besó, abrazó y acarició a Melanie con auténtica ansia.
               Se olvidó de todo pensamiento coherente. De nada servía pensar.
               Dieron muchas vueltas por la cama. Chris sintió la lengua de Melanie lamiendo su cuerpo. Mordiéndole. Chupándole. Succionándole las tetillas.
                  Llegaron al mismo tiempo a la cúspide.
                 Chris sintió que su alma se separaba de su cuerpo. Vio los ojos abiertos de manera desorbitada de Melanie.
                 Se derrumbó encima de la chica.
                 Permanecieron acostados sobre la cama exhaustos. Melanie cerró los ojos mientras su respiración volvía a la normalidad.
-Me haces muy feliz-le confesó a Chris.
                 Lo miró a los ojos. Pensó que el cuerpo de Chris era suyo. Se abrazó con fuerza a él. Lo besó de lleno en la boca. Tuvo conciencia de que Chris la amaba de verdad. Lo veía en la pasión que había en sus ojos. Lo notaba cuando él hablaba con ella.
                Pero deseaba poder ser feliz con él. No tener aquel miedo. Aquella sensación de desasosiego que la invadía. No es bueno vivir con miedo, pensó Melanie.

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