viernes, 7 de junio de 2013

BERKLEY MANOR

Hola a todos.
Hoy, en el fragmento correspondiente de Berkley Manor, seremos testigos de un nuevo encuentro entre Melanie y Chris. También veremos cómo los miedos vuelven a apoderarse de nuestra protagonista.

                    En el pasado, Chris no habría creído en la existencia de los Ángeles. Eran seres a los que no podía ver.
                    Su guía espiritual en el seminario sí estaba convencido de la existencia de los Ángeles. Decía que algunos Ángeles tomaban la forma de un humano. Chris no se reía de él en su cara cuando le decía esto. Pero le parecía que estaba desvariando.
                  Sin embargo, mientras escribía su sermón, Chris tuvo que admitir que su guía espiritual tenía razón.
                  Los Ángeles existían. Podían encontrarse Ángeles que vivían en La Tierra. Que habían adoptado forma humana. Chris lo sabía porque había encontrado un auténtico ángel terrenal. Melanie...
                  Escribió aquel sermón pensando en ella. Se dijo así mismo que había hecho bien en hablar con su madre. De algún modo, Kate había entendido que él estaba enamorado de su hija mayor. A lo mejor, Kate hablaba con ella. Le aconsejaría. Pero Kate era una mujer que había sufrido mucho. Y había sufrido mucho por amor. Chris movió la cabeza. Él no era como sir Marcus.
                Sonrió al pensar en Melanie. No veía la hora de volver a abrazarla. A estar con ella. Estarían siempre juntos. Melanie también lo amaba. Ella misma se lo había confesado.
                 La dulce Melanie le había cautivado.
                 Chris recordaba su etapa en el seminario y lo poco que se había relacionado con sus compañeros del mismo. No había tenido nunca un amigo de verdad. Le costaba mucho trabajo entablar conversación alguna con la gente. Incluso...Con sus propios primos...
                  A decir verdad, Chris se daba cuenta de que había pasado gran parte de su vida solo. Se había ganado fama de ser bastante raro durante su adolescencia. Un chico que apenas se relacionaba con la gente. Nunca había coqueteado con una joven. Le había costado un gran trabajo cortejar a Grace. Había decidido cortejarla porque le habían dicho que los vicarios tenían que casarse. Y Grace podía ser la mejor indicada para ser su esposa. Chris se daba cuenta de que casarse con Grace habría sido un gran error. No la amaba. Nunca la podría amar.
                Mientras los demás chicos se iban a pescar al mar, Chris se quedaba solo. A veces, se quedaba toda una noche despierto fuera de casa. Miraba al Cielo. Intentaba buscar a sus padres. Creía que ellos, desde arriba, lo estaban mirando.
                 Había aparecido Melanie en su vida con la fuerza de un ciclón. Se había enamorado en unas circunstancias dolorosas para los duques de Berkley. La muerte de Toby había sacado a la luz los fantasmas del pasado de Melanie. Pero le hacía ver a Chris que la herida que le había causado la muerte de sus padres seguía presente. Le dolía. Ellos no podrían conocer a sus nietos. Nunca jugarían con ellos.
               Melanie era un ser especial. Chris había descubierto un corazón tímido e inocente. Melanie era con quien Chris quería pasar el resto de su vida. Todo esto lo pensó mientras escribía su sermón. El vicario Hawkins, su antecesor oficiaría la boda. Sabía que estaba yendo demasiado deprisa. No quería apurar a Melanie. Lo último que quería era asustarla.
                En el fondo, parecía que Melanie estaba asustada de sus sentimientos. Unos sentimientos que eran demasiado fuertes. Unos sentimientos desconocidos para ella...
                La haré la mujer más feliz del mundo, decidió Chris.

                El silencio reinaba en el salón. Sólo se oía el crepitar de las llamas en la chimenea, que estaba encendida. Lady Christine intentaba centrarse en la lectura del libro que estaba leyendo. Victoria estaba encerrada en su habitación escribiéndole una carta a uno de sus hermanos mayores. Posiblemente, Eleanor estaba con Justin. Melanie no podía estar encerrada por más tiempo. Necesitaba salir a la calle.
                 Desde la verja del jardín, Chris pudo admirar a Melanie en la distancia. Se deleitó con la visión de su esbelta figura. A veces, debía de recordarse así mismo que Melanie estaba descubriendo el mundo. Su cuerpo estaba bien formado. Su cara era adorable, con unas facciones muy dulces y muy delicadas. Su piel era blanca como la leche. De pronto, Melanie se dio cuenta de que no estaba sola al alzar la vista y ver a Chris detrás de la verja del jardín.
                  Se acercó corriendo hasta donde estaba él. Chris cogió las manos de Melanie y se las besó con fervor.
-¿Qué estás haciendo aquí?-le preguntó.
-Eres un auténtico ángel-respondió Chris-Tenía que verte.
-La puerta de la verja está cerrada con llave. No se puede abrir.
-No importa.
-¡Y no se te ocurra saltar!
                 Se besaron con pasión a través de los barrotes de la verja.



                 Sir Marcus permanecía a cierta distancia contemplando la escena. Veía a Chris hablando a través de la verja de aquella imponente mansión con alguien. No se atrevía a acercarse a él. Se preguntó quién vivía en aquella mansión. Le rodea un aura de tristeza, pensó.
-Saltaría mil verjas con tal de estar a tu lado-le aseguró Chris a Melanie-Ya empiezas a conocerme bien. Creo que me conoces mejor que nadie.
-Eso es lo malo-se lamentó la chica.
                Chris volvió a besar a Melanie en los labios a través de la verja del jardín.
                Ella no quería sentir miedo de estar con Chris. Había admitido que estaba enamorada de él. El recuerdo de su madre volvió a su mente. ¿Y si Chris me rompe el corazón?, se angustió Melanie.
-Será mejor que te vayas antes de que salga alguien y te vea-le pidió al joven.
-No quiero meterte en ningún lío-le aseguró Chris-Me voy. Pero volveré. ¡Oh, Melly! Lo único que quiero es poder estar contigo.
-Chris...-balbuceó Melanie-Yo...
-Soy paciente. Puedo esperar. Y quiero esperar.
-Te cansarás de esperar. Regresarás con la novia que tenías antes. Y yo...
-No voy a volver con Grace. No estoy enamorado de ella. Ni ella está enamorada de mí. De casarnos, estaría cometiendo una blasfemia. Y la blasfemia es pecado. Estaría jurando ante Dios que amaría a Grace hasta la muerte. Estaría mintiendo. No quiero ir al Infierno. Piensa en mi alma.
               Le apretó las manos con fuerza. Melanie estaba temblando. Chris se llevó la mano a los labios.
-En la salvación de mi alma...-prosiguió el joven.
-¿De eso se trata?-se inquietó Melanie-¿De tu alma? El miedo al Infierno...Los pecados de la carne...Eres vicario. Entiendes de eso más que yo.
-No sé nada.
-¡Deberías de saberlo todo!
-Soy sólo un pobre mortal, Melly. Alguien que no sabe nada. No sirvo para mucho.
-Chris...Yo...
-Entiendo tus recelos. Los comprendo. No te juzgo por ello. Yo, de estar en tu lugar, también tendría dudas.
               El último beso que le dio Chris asustó todavía más a Melanie. Lo vio alejarse. Supo que su corazón iba con él. Melanie se aferró a los barrotes de la verja. Se había dado cuenta de una cosa. Había cometido un terrible error. Le había entregado su corazón a Chris. Pensó que iba a desmayarse allí mismo. ¿En qué momento le había entregado su corazón a aquel joven? ¿Cómo había sido tan tonta como para cometer ese error? Estoy perdida, pensó Melanie. Y la angustia se apoderó de ella.

2 comentarios:

  1. Me dan ganas de entrar a la historia y conversar con Melanie, decirle que no se angustie, que Chris no puede ser hombre más noble y que sus temores están infundados, pero la comprendo y creo que pronto lo tendrá del todo claro.

    Besos.

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    Respuestas
    1. Ése es el problema de Melanie. Tiene demasiado miedo al amor.
      Chris es un buen chico, pero, ni por ésas, logra confiar en él.
      ¿Conseguirá Chris que Melanie confíe en la veracidad de sus sentimientos?
      ¡Tienes que verlo para descubrir qué pasa!
      Un fuerte abrazo, Aglaia.

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